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Martes, 3 de diciembre de 2024

Substancia

De Enciclopedia Católica

Revisión de 22:55 7 jun 2010 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Los fundamentos de substancia)

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( Latín substare, substantia)

Substancia, la primera de las categorías de Aristóteles significa un ente que existe en y por sí mismo, y que sirve como sujeto o base para los accidentes y cambios accidentales.

Los fundamentos de substancia

Al ser substancia un genus supremum no puede ser definida estrictamente mediante un análisis en género y diferencia específica; sin embargo, un estudio del universo en su conjunto nos permitirá formar sin dificultad una idea exacta de sustancia. Nada es más evidente que el cambio en las cosas. Es imposible que cualquier cosa esté dos veces en absolutamente el mismo estado; por otro lado, todos los cambios no son igualmente profundos. Algunos parecen tener un carácter puramente externo: un trozo de madera puede estar caliente o frío, acostado o de pie, sin embargo, sigue siendo madera; pero si se quema por completo hasta ser transformado en cenizas y gases, ya no será madera; han desaparecido totalmente las características específicas y radicales con las que describimos la madera. Por lo tanto, ahí vemos dos clases de cambios: uno afecta las características radicales de las cosas, y en consecuencia determina la existencia o no existencia de esas cosas; y el otro de ningún modo destruye esas características, y así, mientras modifica la cosa, no la afecta fundamentalmente. Es necesario, por lo tanto, reconocer en cada cosa ciertas realidades secundarias (vea accidente) y también un fundamentum permanente que continúa existiendo a pesar de los cambios superficiales, que sirve como base o apoyo a las realidades secundarias ---lo que, en una palabra, llamamos substancia. Su característica fundamental es ser en sí y por sí misma, y no en otro sujeto como lo son los accidentes.

Los escolásticos, quienes aceptaban la definición de Aristóteles, distinguían también la sustancia primaria (sustancia prima) de la sustancia secundaria (sustancia secunda): la primera es la cosa individual, la sustancia propiamente dicha; la segunda designa la esencia universal o la naturaleza según figura en el género y la especie. Y, de nuevo, la sustancia es completa, por ejemplo, el hombre, o incompleta, por ejemplo, el alma, que, a pesar de poseer la existencia en sí misma, está unida con el cuerpo para formar el ser humano específicamente concreto. La división principal, sin embargo, es la de la sustancia material (todas las cosas corpóreas) y la sustancia espiritual, es decir, el alma y los espíritus angélicos. Estas últimas suelen ser llamadas substantiae separatæ, para denotar que están separadas de la materia, es decir, ni unidas realmente con un organismo material, ni requieren tal unión como el complemento natural de su ser ( Santo Tomás, "Contra Gentes", II, 91 ss.). Santo Tomás enseña además que el nombre substancia no puede ser aplicado propiamente a Dios, no sólo porque Él no es el sujeto de ningún accidente, sino también porque en Él la esencia y la existencia son idénticas, y en consecuencia Él no está incluido en ningún género de cualquier clase. Por la misma razón, es imposible que Dios sea la esencia formal de todas las cosas (esse formale omnium), o, en otras palabras, que una y la misma existencia sea común a Él y a ellos (op. cit., I , 25, 26).

En el mundo visible existe un gran número de substancias numéricamente distintas. Cada una, además, tiene una naturaleza específica que determina el modo de su actividad y, al mismo tiempo, a través de su actividad, se nos manifiesta de algún modo. Nuestro pensamiento no constituye la sustancia; este existe independientemente de nosotros, y nuestro pensamiento a lo sumo adquiere un conocimiento de cada sustancia al considerar sus manifestaciones. De esta manera llegamos a conocer tanto la naturaleza de las cosas materiales y la naturaleza de la sustancia espiritual dentro de nosotros, es decir, el alma. En ambos casos nuestro conocimiento puede ser imperfecto, pero no estamos de este modo justificados a concluir que sólo las apariencias superficiales o fenómenos son accesibles a nosotros, y que el ente substancial interior, de la materia o de la mente, es incognoscible.

Desde el cierre del período escolástico, la idea de sustancia y de las doctrinas alrededor de ella ha sido objeto de profundas modificaciones que a su vez han dado lugar a una inversión completa de la enseñanza escolástica sobre cuestiones vitales en la filosofía. Aparte del concepto tradicional formulado arriba, debemos señalar especialmente la definición de Descartes que sustancia es "un ente que existe de tal modo que no requiere nada más para su existencia". Esta fórmula es desafortunada; es falsa, pues la idea de sustancia determina una esencia que, si existe, tiene su propia existencia, no tomada de una base ulterior, y que no es una modificación de algún ente que la sustenta. Pero esta idea de ninguna manera determina la forma en que se le ha dado la existencia real a esta esencia o la forma en que se conserva. La definición cartesiana, por otra parte, es peligrosa, porque sugiere que la substancia no admite ninguna causa eficiente, sino que existe en virtud de su propia esencia. Así Spinoza, siguiendo los pasos de Descartes, declaró que "la sustancia es la que se concibe en sí misma y por sí misma", y de ahí dedujo su sistema panteísta, según el cual no hay más que una sustancia, es decir, Dios ---todas las demás cosas son sólo modos o atributos de la sustancia divina (vea panteísmo).

La definición de Leibniz es también digna de mención. Él considera la sustancia como "un ente dotado con el poder de la acción". La substancia ciertamente puede actuar, puesto que la acción sigue al ser, y la sustancia es el ser por excelencia. Pero esta propiedad no va a la base de la realidad. En cada sustancia finita el poder de actuar es distinto a la esencia sustancial; es sólo una propiedad de la substancia que puede ser definida sólo por su modo de existencia.


Bibliografía: BALMES, Fundamental Philosophy, II (nueva ed., Nueva York, 1903); JOHN RICKABY. General Metaphysics (3ra. ed., Nueva York, 1898); WALKER, Theories of Knowledge (Nueva York, 1910); HARPER, The Metaphysics of the School (Londres, 1879-84); MERCIER, Ontologie (Lovaina, 1903); LORENZELLI, Philosophiæ theoreticæ institutiones (Roma, 1896); WILLEMS, Institutiones philosophicæ, I (Tréveris, 1906); KLEUTGEN, Philosophie d. Vorzeit, II; PRAT, De la notion de substance (París, 1903). — Vea también las referencias bibliográficas en EISLER, Wörterbuch der philosophischen Begriffe, III (Berlín, 1910).

Fuente: Munnynck, Mark Mary de. "Substance." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. 7 Jun. 2010 <http://www.newadvent.org/cathen/14322c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.