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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Códice Sinaítico

De Enciclopedia Católica

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(Su símbolo es la letra hebrea Alef, aunque Swete y otros pocos estudiosos usan la letra S).

Es un manuscrito griego del Antiguo y Nuevo Testamento de muchísima antigüedad y valor; fue encontrado por Constantino Tischendorf en el Monte Sinaí, en el monasterio de Santa Catalina. En 1844 estaba visitando el monasterio, bajo el patronazgo de Federico Augusto, rey de Sajonia, cuando descubrió, en una cesta de basura, cuarenta y tres hojas de Los Setenta, que contenían partes del Primer Libro de las Crónicas, Jeremías, Nehemías y Ester, las cuales se le permitió llevarse. También vio el Libro de Isaías y I y IV Macabeos, pertenecientes al mismo códice que los fragmentos, pero no consiguió su posesión. Tras alertar a los monjes de su valor, salió hacia Europa y dos años después publicó las hojas que había traído consigo bajo el nombre de Códice Friderico-Augistanus, por su patrocinador. Se conservan en Leipzig. En una segunda visita, en 1853, sólo encontró dos cortos fragmentos del Génesis (que imprimió a su regreso) y no supo nada más del resto del códice.

En 1859 realizó una tercera visita, bajo el patronazgo del Zar Alejandro II. Parecía que iba a ser una visita inútil cuando, la víspera de su partida, en una conversación casual con el mayordomo, supo de la existencia de un manuscrito. Cuando se lo mostraron vio que era el mismo que había estado buscado y que contenía, superando todos sus sueños, una gran parte del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento completo, además de la Epístola de Bernabé y parte del “Pastor de Hermas”, de cuyas dos obras no se conocía que existiera ninguna copia en el original griego. Pensando que era “un crimen dormir”, Tischendorf pasó la noche copiando a Bernabé; tenía que irse por la mañana sin haber podido persuadir a los monjes que le dejaran llevarse el manuscrito. En el Cairo se detuvo en un monasterio perteneciente a los mismos monjes (eran de la Iglesia Griega Ortodoxa), y consiguió que le enviaran el manuscrito allí para transcribirlo; y finalmente, logró que los monjes se lo regalaran como un presente para el zar que era el patrono de Tischendorf y el protector de su iglesia. Años después, en 1869, el Zar recompensó a los monasterios 7000 y 2000 rublos a cada uno, además de y decoraciones.

El manuscrito se atesora en la Biblioteca Imperial de San Petersburgo. Tischendorf publicó una relación en 1860 y un facsímil en 1862, bajo los auspicios del zar. En esta edición, emitida en cuatro volúmenes, se incluyeron veintiuna placas litográficas hechas a partir de fotografías. Al año siguiente publicó una edición crítica del Nuevo Testamento. Finalmente, en 1867, publicó los fragmentos adicionales del Génesis y Números, que habían sido utilizados para encuadernar otros volúmenes en Santa Catalina y habían sido descubiertos por el archimandrita Porfirius. Desde entonces, se han descubierto partes del manuscrito original, pero nunca han sido publicadas juntas en una sola edición.

El Códice Sinaítico, que originalmente debió contener el Antiguo Testamento completo, ha sufrido mutilaciones severas, especialmente los libros históricos desde el Génesis a Esdras (inclusive); al resto del Antiguo Testamento le fue mejor. Los fragmentos y libros existentes son: varios versos de Gén. 23 y 24; los capítulos 5, 6 y 7 de Números; 1 Crónicas 9,27-19,17; Esdras 9,9 hasta el final; Nehemías; Ester, Tobías, Judit, Joel, Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías, Isaías, Jeremías, Lamentaciones 1,1-2,20; I Macabeos, IV Macabeos (apócrifo, mientras que el canónico 2 Macabeos y el apócrifo 3 Macabeos nunca estuvieron en este códice). Un suceso curioso es que Esdras 9,9 sigue a 1 Crón. 19,17 sin interrupción; la nota de un corrector muestra que siete hojas de 1 Crón. fueron copiadas dentro del Libro de Esdras, probablemente debido a un error en la encuadernación del manuscrito del cual se copió el Códice Sinaítico. En este códice se llama a nuestro Esdras, como en muchos otros, Esdras B. Esto puede indicar que seguía a Esdras A, como se llamaba en los antiguos códices al libro que San Jerónimo llamaba 3 Esdras (Vea Esdras. Sin embargo, la prueba no es segura puesto que 4 Macabeos es designado aquí Macabeos D, como era usual, aunque los libros 2 y 3 de Macabeos estaban ausentes del manuscrito.

El Nuevo Testamento está completo, así como la epístola de Bernabé; faltan seis hojas a continuación de Bernabé, que probablemente contenían literatura no canónica. El “Pastor de Hermas” está incompleto y no podemos decir si había otras obras a continuación. En total hay 346 1/2 hojas. Se debe notar el orden del Nuevo Testamento: las Epístolas de San Pablo preceden a los Hechos: la Epístola a los Hebreos sigue a 2 Tesalonicenses. El manuscrito está en buen pergamino y las páginas miden alrededor de 15 x 13 ½ pulgadas (38.1 x 34.29 cms); hay cuatro columnas por página, excepto en los libros poéticos, que están escritos esticométricamente en dos columnas de mayor anchura; hay 48 líneas por columna, pero 47 en las Epístolas Católicas. Las cuatro angostas columnas dan a la página la apariencia de un rollo antiguo; y no es imposible, como dice Kenyon, que de hecho se copiara de un rollo de papiro. Está escrito en caracteres unciales, bien formados, sin acentos o pausas y sin puntuación, excepto (a veces) el apóstrofe y el punto final de un período. Tischendorf creía que lo habían escrito cuatro personas distintas y así se ha aceptado en general. Pero ha tenido menos suerte en conseguir la aceptación general en sus conjeturas de que uno de esos escribas también escribió el Nuevo Testamento del Códice Vaticano. Reconoció siete correctores del texto, uno de ellos contemporáneo con la escritura del manuscrito. Las Secciones Amonianas y los Cánones de Eusebio se indican en el márgen, probablemente por una mano contemporánea; sin embargo, parece que eran desconocidas al escriba, que sigue otra división. Los errores de pluma son relativamente pocos, a juicio de Gregorio.

En cuanto a edad, este manuscrito es de la misma época que el Códice Vaticano. Su antigüedad se puede ver en la escritura, en las cuatro columnas por página (indicación probable de la transición del rollo a la forma códice del manuscrito), en la ausencia de grandes mayúsculas iniciales y de ornamentación, en la rareza de la puntuación, en los cortos títulos de los libros, en la presencia de divisiones en el texto que lo sitúan antes de Eusebio de Cesarea, en la adición de Bernabé y Hermas etc. Tales indicaciones han llevado a los expertos a situarlo en el siglo IV, junto con el Códice Vaticano, y algún tiempo antes del Códice Alejandrino y del Códice Efrén Rescripto; esta conclusión no es cuestionada seriamente, aunque se concede la posibilidad de una fecha temprana del siglo V. Se le asigna un origen romano, del sur de Italia, de Egipto y de Cesarea, pero no se puede determinar (Kenyon, Folleto para el Criticismo Textual del Nuevo Testamento, Londres, 1901, p. 56 ss.). Parece que estuvo algún tiempo en Cesarea. Uno de los correctores (probablemente del siglo VII) añadió la siguiente nota al final de Esdras: Este códice fue comparado con un ejemplar muy antiguo que había sido corregido por la mano del santo mártir Pánfilo (murió en 309), cuyo ejemplar contenía, de su propia mano, al final de la suscripción: ‘Tomado y corregido de acuerdo a la Hexapla de Orígenes: Antonio lo comparó: Yo, Pánfilo, lo corregí”. Pánfilo era, con Eusebio, el fundador de la Biblioteca de Cesarea. Algunos se inclinan incluso a considerar el Códice Sinaítico como uno de los cincuenta manuscritos que Constantino el Grande donó a Eusebio de Cesarea para que lo preparara en el año 331 para las iglesias de Constantinopla, pero no hay señales de que éste hubiera estado en Constantinopla. Nada se sabe de su historia posterior hasta que fue descubierto por Tischendorf. El texto del Códice Sinaítico se parece mucho al del Códice Vaticano, aunque no puede provenir del mismo antecesor inmediato. En general, los estudiosos colocan el Códice Vaticano es colocado por los especialistas contemporáneos en primer lugar en cuanto a pureza y el Códice Sinaítico, a continuación. Esto es especialmente cierto respecto a los Evangelios del Nuevo Testamento. Las diferencias son más frecuentes en el Antiguo Testamento donde los códices Sinaítico y Alejandrino coinciden con frecuencia.


Fuente: Fenlon, John Francis. "Codex Sinaiticus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04085a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M