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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Católicos y la Evolución

De Enciclopedia Católica

Revisión de 22:40 25 jun 2019 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones)

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Una de las cuestiones más importantes para todo católico educado de hoy es: ¿Qué hemos de pensar sobre la teoría de la evolución? ¿Acaso hemos de rechazarla como sin fundamento o enemiga del cristianismo, o más bien hemos de aceptarla como una teoría establecida del todo compatible con los principios de una concepción cristiana del universo?

Debemos distinguir cuidadosamente entre los diferentes significados de las palabras teoría de la evolución para poder dar una respuesta clara y correcta a esta interrogante. Distingamos (1) entre la teoría de la evolución como una hipótesis científica y como una especulación filosófica; (2) entre la teoría de la evolución basada en principios teístas y la basada en fundamentos materialistas y ateístas; (3) entre la teoría de la evolución y el Darwinismo; (4) entre la teoría de la evolución aplicada a los reinos animal y vegetal y aplicada al ser humano.

Hipótesis científica vs especulación filosófica: Como una hipótesis científica, la teoría de la evolución busca determinar una sucesión histórica de varias especies de plantas y animales en nuestra tierra, y, con la ayuda de la paleontología y otras ciencias, tales como la morfología comparativa, la embriología y la bionomía, con el fin de demostrar que en el transcurso de las diferentes épocas geológicas, estas especies evolucionaron gradualmente desde sus inicios por causas naturales puramente de su desarrollo específico. La teoría de la evolución, entonces, como hipótesis científica, no considera las especies de plantas y animales actuales como formas directamente creadas por Dios, sino como resultado final de una evolución de otras especies existentes en períodos geológicos anteriores. Por lo tanto, es llama la “teoría de la evolución” o “la teoría de la descendencia” ya que implica la descendencia de las presentes especies de otras ya extintas. Esta teoría se opone a la teoría de la constancia que asume la inmutabilidad de las especies orgánicas. La teoría científica de la evolución, entonces, no se involucra con el origen de la vida. Simplemente investiga las relaciones genéticas de especies sistemáticas, géneros y familias y se propone colocarlos de acuerdo a las series de descendencia naturales (árboles genéticos).

¿Qué tan basada en hechos observados está la teoría de la evolución? Se entiende que aún solo es una hipótesis. La formación de nuevas especies se observa directamente solo en unos cuantos casos, y solamente en referencia a las formas que están íntimamente relacionadas; por ejemplo, las especies sistemáticas de género planta Oenothera, y del género escarabajo Dimarda. Sin embargo, no es difícil dar una prueba indirecta de alta probabilidad para la relación genética de muchas especies sistemáticas entre ellas y con formas fósiles, como ocurre en el desarrollo genético del caballo (Equidae), de las amonitas, y de muchos insectos, especialmente de aquéllos que viven como “huéspedes” con hormigas y termitas, y que se ha adaptado de muchas maneras con anfitriones. Al comparar las pruebas científicas de la probabilidad de la teoría de la evolución, encontramos que ellos crecen en número y en peso, conforme es más pequeño el círculo de formas en consideración, pero se vuelven cada vez más débiles si incluimos un mayor número de formas, tales como las comprendidas en una clase o en un sub-reino. De hecho, no existe ninguna evidencia de la descendencia genética común de todas las plantas y animales de un mismo organismo primitivo. Por eso, hay más botánicos y zoólogos que consideran la evolución poligenética (polifilética) como más aceptable que una monogenética (monofilética). En la actualidad, sin embargo, es imposible decidir cuántas series genéticas independientes han de ser aceptadas en los reinos animal y vegetal. He ahí el meollo de la teoría de la evolución como hipótesis científica. Está en perfecta concordancia con el concepto cristiano del universo; pues la Sagrada Escritura no nos dice en qué forma las especies de plantas y de animales existentes en la actualidad fueron creadas originalmente por Dios. Tan temprano como 1877, Knabenbauer afirmó “que no hay objeción en lo que concierne la fe, en suponer la descendencia de toda especie animal y vegetal de unos cuantos tipos” (Stimmen aus Maria Laach, XIII, p. 72).

Ahora bien, pasando a la teoría de la evolución como especulación filosófica, la historia de los reinos animal y vegetal en nuestra tierra no es más que una pequeña parte de la historia de todo el planeta. De igual manera, el desarrollo geológico de nuestra tierra no constituye sino una pequeña parte de la historia del sistema solar y del universo. La teoría de la evolución como concepto filosófico considera la historia entera del cosmos como un desarrollo armónico, producido por leyes naturales. Este concepto está en concordancia con la visión cristiana del universo. Dios es el Creador del cielo y de la tierra. Si Dios produjo el universo por un acto creador singular de su Voluntad, entonces su desarrollo natural por medio de leyes implantadas en él por el Creador, es para mayor gloria de su Poder y Sabiduría Divinos. Santo Tomás dice: “La potencia de la causa es mayor entre más remotos los efectos a los que se extiende.” (Summa c. Gent., III, c1xxvi); y Suarez: “Dios no interfiere directamente con el orden natural, allí donde las causas secundarias son suficientes para producir el efecto deseado.” (De opere sex dierum, II, c.x, n.13). A la luz de este principio de la interpretación cristiana de la naturaleza, la historia de los reinos vegetal y animal en nuestro planeta es, por decirlo así, un versículo en un volumen de un millón de páginas en que el desarrollo natural del cosmos está descrito y sobre cuya portada está escrito: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra.”

Teorías teístas de evolución vs. teorías ateístas: La teoría de la evolución citada antes, se basa en un fundamento teísta. A diferencia de esto, existe otra teoría que tiene bases materialistas y ateístas, cuyo primer principio es la negación de un Creador como persona. La teoría ateísta de la evolución es ineficaz para dar cuenta de los primeros inicios del cosmos o de la ley de su evolución ya que no admite ni creador ni legislador. Por otra parte, la ciencia natural ha probado que la generación espontánea –es decir la génesis independiente de un ser viviente a partir de materia no viviente—contradice los hechos observados. Por esta razón, la teoría teísta de la evolución postula una intervención por parte del Creador en la producción de los primeros organismos. Cuándo y cómo fueron implantadas las primeras semillas de la vida, no lo sabemos. La teoría cristiana de la evolución también demanda un acto creador para el origen del alma humana, ya que el alma no puede tener su origen en la materia. La teoría ateísta de la evolución, por el contrario, rechaza el supuesto de un alma separada de la materia, y por lo tanto se hunde en un simple y sencillo materialismo.

La teoría de la evolución vs. el darwinismo: El Darwinismo y la teoría de la evolución no son de ninguna manera conceptos equivalentes. La teoría de la evolución fue propuesta antes de Charles Darwin, por Lamarck (1809) y Geoffrey de St Hilaire. Darwin en 1859, le dio una nueva forma tratando de explicar el origen de las especies por medio de la selección natural. De acuerdo con esta teoría, la reproducción de nuevas especies depende de la supervivencia del más fuerte en la lucha por la existencia. La teoría de la selección de Darwin es darwinismo –en el sentido más estricto y preciso de la palabra. Como teoría, es inadecuada científicamente ya que no da razón del origen de atributos adaptados para el propósito, lo cual debe remitirse a las causas originales, interiores de la evolución. Haeckel, junto con otros materialistas, amplió esta teoría de la selección a una idea filosófica del mundo, intentando así explicar toda la evolución del cosmos mediante la supervivencia azarosa del más fuerte. Esta teoría es darwinismo en el segundo y más amplio sentido de la palabra. Es esa forma ateísta de la teoría de la evolución que fue señalada arriba (en el numeral 2) como insostenible. El tercer significado del término darwinismo surgió de la aplicación de la teoría de la selección al ser humano, la cual es igualmente imposible de aceptar. En cuarto lugar, el darwinismo con frecuencia, en el uso popular, representa la teoría de la evolución en general. Este uso de la palabra se basa en una confusión evidente de ideas, y debe, por lo tanto, dejarse de lado.

Evolución humana vs. evolución animal y vegetal: ¿Hasta qué punto la teoría de la evolución es aplicable al hombre? Que Dios debió haber hecho uso de causas originales, evolutivas y naturales en la producción del cuerpo del ser humano, es per se no improbable, y fue propuesto por San Agustín (Vea Agustín de Hipona, San, bajo V. Agustinismo en la historia). Las pruebas actuales de que el cuerpo humano desciende de los animales son sin embargo, inadecuadas y especialmente con respecto a la paleontología. Y el alma humana no puede haber derivado, mediante la evolución natural, de seres brutos, ya que es de naturaleza espiritual; por lo cual, hemos de referir su origen a un acto creador de parte de Dios.


Fuente: Muckermann, Herman. "Evolution." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5, pp. 654-670. New York: Robert Appleton Company, 1909. 18 Sept. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/05655a.htm>.

Traducido por Delma González Duarte