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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Nazareo

De Enciclopedia Católica

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(Hebreo, "consagrado a Dios").

Nazareo o nazareno era el nombre dado por los hebreos a una persona separada y consagrada especialmente al Señor. Aunque los nazareos no eran conocidos en la historia hebrea primitiva, la única referencia específica a ellos en la Ley es en Números (6,1-21), una sección legal de origen tardío y que sin duda incorpora una codificación de uso inmemorial. Las regulaciones establecidas allí se refieren sólo a personas que se consagraban a sí mismas a Dios por un tiempo específico en virtud de un voto temporero, pero también había nazareos vitalicios, e incluso hay indicaciones que señalan a padres que consagraban niños a ese estado.

Según la Ley en Núm. 6,1-21, los nazareos podían ser de ambos sexos. Estaban obligados a abstenerse de vino y toda bebida espiritosa e incluso de todos los productos del viñedo durante el período de su consagración. Durante ese mismo tiempo se debían dejar crecer el cabello como señal de su santidad. Se le prohibía al nazareo acercarse a cualquier cadáver, incluso de sus parientes más cercanos, bajo pena de deshonra y la consiguiente pérdida de su consagración. Si por accidente se viese deshonrado por la presencia de un cadáver, se debía afeitar “la cabeza de su consagración” y repetir la operación al séptimo día. En el día octavo se debía presentar al santuario con dos tórtolas o pichones de paloma, uno de los cuales era ofrecido en holocausto y el otro por el pecado, y además, para renovar la consagración perdida, era necesario presentar un cordero añal como ofrenda por el pecado. Al expirar el período determinado por el voto, el nazareo traía al santuario varias ofrendas, y con ceremonias simbólicas que incluían la rasura de la cabeza y la quema del cabello con el fuego de la ofrenda de paz, el sacerdote lo restauraba a su antigua libertad (Núm. 6,13-21). El significado simbolizado por estos diferentes ritos y regulaciones era en parte negativo, la separación de las cosas mundanas, y en parte positivas, es decir, una mayor plenitud de vida y santidad indicadas por el crecimiento del cabello y la importancia atribuida a la deshonra ceremonial.

Conocemos sobre la existencia de una clase de nazareos perpetuos por menciones ocasionales de ellos en los escritos del Antiguo Testamento, pero estas referencias son tan escasas y vagas que es imposible determinar el origen de la institución o sus regulaciones específicas, las cuales en algunos aspectos deben haber diferido de las especificadas en [[Números {Núm.]] 6. Así se dice de Sansón, quien es llamado un “nazareo de Dios desde el vientre de su madre) (Jueces 13,5), que “ninguna navaja tocará su cabeza”. No se dice nada sobre la abstención del vino, etc., aunque muchos comentadores lo han asumido plausiblemente, puesto que la restricción se le ordena a la mujer durante el tiempo de su embarazo. Que su cualidad de nazareo se consideraba independiente de su deshonra a través del contacto con un cadáver es claro por el relato de su carrera posterior y las famosas hazañas que se le atribuyeron. Generalmente se considera al profeta Samuel entre los nazareos vitalicios, pero no se sabe nada de él a este respecto más allá de lo que se infiere de la promesa de su madre: “Se lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza”. (1 Samuel 1,11).

También se ha inferido por Jeremías (35; cf. 2 Reyes 10,15 ss) que los recabitas se consagraban al Señor mediante un voto nazareo, pero en vista de la disputa, la protesta contra la ingestión de vino que forma la base de la asunción es probablemente sólo una manifestación de parte del clan de su preferencia general por la simplicidad de la vida nómada en contraposición a la establecida. En un pasaje de Amós (2,11-12) se menciona a los nazareos expresamente junto con los profetas, como jóvenes suscitados por Dios, y se les reprocha a los israelitas por darles a beber vino en violación de su voto. La última referencia en el Antiguo Testamento está en 1 Macabeos (3,49-50), donde se menciona un número de “nazareos que habían cumplido el tiempo de su voto.” En la profecía de Jacob (Gén. 49,26), según la Biblia de Douay, se le llama a José un “nazareo entre sus hermanos”, pero ahí la palabra original “nazir” debe ser traducida como “jefe” o “líder”---pues nazir es el equivalente del defectivo que se traduce como “nazoreus" en la Vulgata. El mismo señalamiento aplica al pasaje paralelo en Deuteronomio (33,16) y también a Lamentaciones (4,7) donde “nazireos” (hebreo “nezerim”) significa “príncipes” o “nobles”.

Los nazareos aparecen en los tiempos del Nuevo Testamento, y se hace referencia a ellos para ese período no sólo en los Evangelios y Hechos, sino también en las obras de Flavio Josefo (cf. "Ant. Jud.", XX, VI, 1, y "Bell. Jud.", II, . XV, 1) y en el Talmud (cf. "Mishna", Nazir, III, 6). Usualmente se considera al principal entre ellos a San Juan el Bautista, de quien el ángel anunció que él “no bebería vino ni bebidas fermentadas”. No se le llama explícitamente un nazareo, ni tampoco se menciona su cabeza sin afeitar, pero la severa austeridad de su vida concuerda con el supuesto ascetismo de los nazareos. Por los Hechos (21,23 ss) sabemos que los primeros cristianos judíos ocasionalmente tomaban el voto nazareo temporero, y es probable que el voto de San Pablo mencionado en Hch. 18,18, fuese de naturaleza similar, aunque la rasura de su cabeza en Cenchræ, fuera de Palestina, no estaba de acuerdo con las reglas establecidas en el capítulo 6 de Números, ni con la interpretación de ellos por las escuelas rabínicas de ese período. (Vea Eaton en Hastings, Dicc. de la Biblia, s.v. Nazarenos.) Si vamos a creer la leyenda de San Hegesipo citada por Eusebio (Hist. Ecl. II.23), Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, era un nazareo, y realizaba con rigurosa exactitud todas las prácticas ascéticas incluidas en esa regla de vida.


Bibliografía: MEINHARD, De Naziroeis (Jena, 1676); LESETRE, Nazaréat in VIG., Dict. de la Bible, s.v. Nazaréat; FOUARD, Saint Paul, ses missions (Paris, 1892), p. 268; KNABENBAUER, Actus Apostolorum (Paris, 1899), 317 sqq.

Fuente: Driscoll, James F. "Nazarite." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pág. 727. New York: Robert Appleton Company, 1911. 18 marzo 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/10727a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina