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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «La Abominación de Desolación»

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LA ABOMINACION  DE  LA DESOLACION
  
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La abominación de la Desolación:   La importancia de esta expresión [[bíblica]] se deriva principalmente del hecho de que en Mt. 24,15, y Mc. 13,14, la aparición de la “abominación de la desolación” erigida en el “Lugar Santo” (Mateo), y donde “no debe estar” (Marcos), es dada por Nuestro Señor (v. [[Jesucristo]]) a sus [[discípulos]] como la señal para su huída de [[Judea]], en el tiempo de la ruina inminente de [[Jerusalén]] (Lc. 21,20). La expresión por  sí  misma es manifiestamente oscura. Para determinar su significado, los intérpretes han recurrido naturalmente al original hebreo del [[libro de Daniel]]: pues nuestro primer [[Evangelista]] dice  claramente que “la abominación de la desolación” que tiene en mente “fue mencionada por Daniel el [[profeta]]”; y además, la expresión que él usa, en común con San Marcos, es simplemente la frase griega con la cual los traductores de la [[Versión de los Setenta]]  expresaron literalmente las palabras hebreas shíqqûç shômem que se encuentran en Daniel 12,11; 9,27; 11,31. Desafortunadamente, a pesar de todos sus esfuerzos para explicar estos términos hebreos, los estudiosos bíblicos todavía discrepan sobre su significado preciso.   Mientras que muchos comentaristas consideran  la primera  "shíqqûç", usualmente interpretada por “abominación”, como designando cualquier cosa (estatua, [[altar]], etc.) que tenga relación con el culto idolátrico, otros lo consideran una designación despectiva de un dios o ídolo pagano (v. [[paganismo]]).   De nuevo, mientras que muchos comentadores interpretan la segunda  "shômem" por la palabra abstracta “desolación”, otros la tratan como una forma concreta de referirse a una [[persona]], “un  destructor”, o aun como un conocido participial que significa  “el que hace desolación”.  
La importancia de ésta expresión en las Escrituras se deriva principalmente del hecho que San Mateos, xxiv, 15, y San Marcos, xiii, 14, donde aparece la"abominacion de la desolacion "Estar en lugar Santo" (Mateos.), o donde "no deberia estar" (Marcos), se da por Nuestro Señor a Sus Discipulos como señal de su partida de Judea, en los tiempos que se acercaba la ruina de Jerusalén (Lucas, xxi, 20). La expresión en si, es declaradamente ofusca. Para determinar su significado, los interpretadores lo han naturalmente interpretado del Hebreo original del libro de Daniel; en nuestro primer Evangelio claramente dice que "la abominación de la desolación" el tiene en mente "fue dicho por Daniel el profeta"; y mas adelante, el uso que hace de la expresión, es común por San Marcos, es simplemente la frase Griega donde los traductores Septuagesimos interpretan literalmente las palabras en Hebreo shíqqûç shômem encontradas en Daniel, xii, 11; ix, 27; xi, 31. Desafortunadamente, a pesar de todos sus esfuerzos de tratar de explicar éstos términos en Hebreo, los escolares Biblicos tienen todavía una variación en respecto al significado preciso. Mientras que la mayoria de los comentaristas se refieren la primer palabra "shíqqûç", normalmente se interpreta como "abominación", como se denomina a tales cosas como (estatua, altar, etc.) que hace referencia a rendir culto a idolos, otros lo toman como un menosprecio hacia un idolo o un dios pagáno. De nuevo, mientras la mayoria de los comentaristas interpretan la Segunda palabra "shômem" por la palabra abstracta"desolación", otros la toman como una referencia concreta hacia una persona, "un ravager", y hasta como un significado participativo "la meca desolada". La mas reciente interpretación la cual ha sugerido de éstas palabras en Hebreo es para el siguiente resultado: La frase shíqqûç shômem se deriva de la expresion original bá` ál shámáyîm (Baal del cielo), titulo encontrado en escrituras Fenicias y Aramicas, y del equivalente semita del Griego Zeus, Jupiter, pero modificado en Daniel a traves de la aversión Judia, por la misma divinidad pagana. Aunque algunos estan en desacuerdo con el preciso sentido de ésta frase Hebrea usualmente se toma como la "la abominación de la desolación", escolares Cristianos estan practicamente de acuerdo con su sentido en general. Ellos admiten comunmente, y de hecho acertadamente, que la expresión Hebrea se debe de entender como un emblema de algunas idolatrias, la imposición de algunas conllevaria ala desolación última.del Templo de Jerusalén (I Mach. i, 57; iv, 38). Y con éste sentido general en mente, ellos proceden a determinar el evento histórico entre la predicción de Nuestro Señor y la ruina del templo (A. D. 70), el cuál debe considerarse como "la abominación de la desolación" que se habla en San Mateos, xxiv, 15, y San Marcos, xiii, 14. Pero aqui también estan divididos. Muchos escolares han pensado, y todavía piensan, que la introducción de los estándares Romanos en la Tierra Santa, y mas en particular en la Santa Ciudad, poco antes de la destruccion del Templo, es el evento profetizado por Nuestro Señor a sus discipulos, como señal de su partida de Judea. Es verdad que los estándares fueron venerados por los soldados Romanos y aborrecidos por los Judíos ya que representaba la idolatria Romana. Aunsinembargo, no se puede considerar como"la abominación de la desolación" referida en San Mateos, xxiv, 15. Los Evangelistas dicen que la "abominación" es estar en el "lugar santo", con el que es naturalmente considerado el templo (véase también en Daniel, ix, 27, donde el Vulgate da lectura: "Habra en el Templo la abominación de la desolación"), y los estandáres Romanos fueron realmente introducidos en el Templo solo cuando fue introducido por Titus, eso, demasiado tarde a servir como advertencia para los Cristianos de Judea. Otros escolares son del pensar que es un sacrilegio del templo por los Zealots quienes lo tomaron y se apoderaron poco antes de que Jerusalem fuera ocupado por Titus, es el evento predecido por Nuestro Señor . Pero éste punto de vista es comunmente rechazado por rezones simples "la abominación de la desolación" hablada por Daniel y referida en por el Evangelio de San Mateos, fué ciertamente relacionad con la veneración a idolos. Otros, finalmente, interpretan la advertencia de Nuestro Señor a sus discípulos en la luz de la historia, para intentar establecer su propia Imagen y que sea venerado en el Templo de Jerusalén. Los siguientes son los hechos principales de ésa historia. Alrededor de 40 A. D., Caius Caligula emitió un decreto terminante ordenandola construcción y adoración de su estatua en el Templo de Dios. El también designó al gobierno de Siria, obligándolo a llevar a cabo su decreto, aunque eso significara la Guerra contra los Judíos rebeldes Como consecuencia de lo cual los Judíos en decenas de miles protestaron ante su gobernador que preferían ser masacrados a ser condenados a presenciar la profanacion idolatrica de su Templo Santo. Poco después Petronius le pidio a Caligula el revocar ésa orden, y Agrippa I, quien vivia en Roma, convenció al emperador en no enforzar su decreto. Al parecer, aunsinembargo, que Caligula pronto se arrepintió de su concesión, y eso, si no fuera por su anticipada muerte (A. D. 41) el habría tenido su estatua colocada en Jerulalén (E. Schurer, Historia de la Gente Judia en tiempos de Cristo, I Div. II, 95-105; tr.). En vista de éstos hechos se afirma que por muchos escolares que los antiguos Cristianos podian facilmente estimar la llegada de la construcción de la estatua en el Templo como un acto de abominable idolatria, el cuál, al profeta Daniel, ix, 27, pretendía el arruinar la Casa de Dios, y por lo tanto ver en el signo real entregado por Cristo para su partida de Judea. Esta última interpretación de la frase "la abominación de la desolación" no esta sin sus dificultades. Aún asi, parece preferentemente a los otros que han sido puestos para que los comentaristas lo mencionen ampliamente.  
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FRANCIS E. GIGOT
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La más reciente interpretación que ha sido sugerida para estas palabras en hebreo es al siguiente efecto:  La frase shíqqûç shômem  se deriva de la expresión original  bá' ál shámáyîm  (baal del [[cielo]]), un título encontrado en inscripciones [[fenicias]] y arameas  y el equivalente [[semita]] del dios Zeus, Júpiter,  pero modificado en Daniel a causa  de la aversión judía (v. [[judaísmo]]) por el nombre de una [[deidad]] pagana.  Aunque algunos difieren en cuanto al sentido preciso de la frase hebrea usualmente interpretada como “la abominación de desolación”, los estudiosos cristianos (v. [[cristianismo]]), están prácticamente unánimes en cuanto a su significado general.  Ellos comúnmente admiten, y de hecho correctamente, que la expresión hebrea debe ser entendida como algún emblema idolátrico, cuya colocación traería consigo la desolación final del [[Templo de Jerusalén]] (1 Mc. 1,57, 4,38).  Y con este significado general en mente, ellos proceden a señalar  el evento histórico  entre la predicción de [[Nuestro Señor]] y la ruina del Templo (70 d.C.), la cual podría ser considerada como “la abominación de desolación” de la cual habla Mt. 24,15 y Mc. 13,14.  Pero aquí ellos están divididos de  nuevo.  Muchos estudiosos han pensado, y todavía piensan, que la introducción de los estandartes romanos a la [[Tierra Santa]], y muy particularmente en la Ciudad Santa, poco antes de la destrucción del Templo, es el evento predicho por Nuestro Señor a sus discípulos como la señal para su huída de Judea.  Es [[verdad]] que los estandartes eran  venerados por los soldados  y aborrecidos por los judíos como el emblema de la [[idolatría]] romana.  Aun así ellos difícilmente pueden ser considerados como  “la abominación de desolación” a que se refiere Mt. 24,15.  El evangelista dice que esta “abominación” será erigida en el “lugar santo”,  con la cual naturalmente se refiere al Templo (ver Dn. 9,27, donde la [[Vulgata]] dice:  “estará en el Templo la abominación de la desolación”), y  los estandartes romanos fueron  realmente introducidos al Templo sólo después de que  había sido introducido por Tito, eso, muy tarde para servir de aviso a los cristianos de Judea.  Otros estudiosos piensan que la [[profanación]]  del Templo por los zelotes, quienes lo tomaron y lo convirtieron en su fortaleza poco antes de que Jerusalén fuera sitiada por Tito, es el evento predicho por Nuestro Señor.  Pero esta opinión es comúnmente rechazada por la sencilla [[razón]] de que “la abominación de desolación” mencionada por Daniel y a la que se refiere el [[Evangelio de San Mateo]], era algo ciertamente relacionado con el culto idolátrico. 
  
Transcrito por Donald J. Boon
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Otros, finalmente interpretan el aviso de Nuestro Señor a sus discípulos a la luz de la historia de un intento de  que su propia estatua (v. [[escultura]])  fuese erigida y adorada en el Templo de Jerusalén.  Los siguientes son los principales datos de dicha historia.  Cerca de 40 d.C., [[Cayo]] Calígula emitió un [[decreto]] perentorio ordenando la erección y culto de su estatua en el Templo de Dios.  El también designó  al gobernador de [[Siria]], ordenándole  ejecutar el decreto aun a costo de una [[guerra]] contra los judíos rebeldes.  Tras lo cual los judíos en decenas de miles hicieron la  [[afirmación]] ante el gobernador  que ellos preferían ser  asesinados antes que ser [[testigos]] de la profanación idolátrica de su sagrado Templo.  Poco después Petronio le pidió a Calígula revocar (v. [[revocación]]) su orden, y [[Agripa I]], que  vivía en [[Roma]] en ese entonces,  convenció al Emperador de no poner en vigor  el decreto.  Parece, sin embargo, que Calígula se arrepintió pronto de su concesión, y de no haber sido por su  intempestiva muerte (41 d.C.) él hubiese erigido su estatua  en Jerusalén.  (E. Schurer, Historia de los judíos en tiempos de Cristo, I Div. II, 95-105; tr.).    En vista de estos hechos muchos estudiosos afirman que los cristianos primitivos  fácilmente  pudieron haber considerado la  próxima  erección de la estatua en el Templo como el acto de abominación idolátrica que, de acuerdo al [[profeta]] Daniel 9,27,  presagiaba la ruina de la Casa de Dios, y por lo tanto  verla como el signo actual dado por [[Cristo]] para su huída de Judea.  Esta última interpretación de la frase “la abominación  de desolación”  no carece de sus propias dificultades.  Aun así parece preferible a las otras que han sido expuestas por comentadores 
  
Traducido por Lourdes P. Gómez
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Gigot, Francis. "The Abomination of Desolation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. NewYork: Robert Appleton Company, 1907.    <http://www.newadvent.org/cathen/01046a.htm>.
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Transcrito por Donald J. Boon.  Traducido por Lourdes P. Gómez  
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Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.

Revisión de 14:20 7 sep 2008

LA ABOMINACION DE LA DESOLACION

La abominación de la Desolación: La importancia de esta expresión bíblica se deriva principalmente del hecho de que en Mt. 24,15, y Mc. 13,14, la aparición de la “abominación de la desolación” erigida en el “Lugar Santo” (Mateo), y donde “no debe estar” (Marcos), es dada por Nuestro Señor (v. Jesucristo) a sus discípulos como la señal para su huída de Judea, en el tiempo de la ruina inminente de Jerusalén (Lc. 21,20). La expresión por sí misma es manifiestamente oscura. Para determinar su significado, los intérpretes han recurrido naturalmente al original hebreo del libro de Daniel: pues nuestro primer Evangelista dice claramente que “la abominación de la desolación” que tiene en mente “fue mencionada por Daniel el profeta”; y además, la expresión que él usa, en común con San Marcos, es simplemente la frase griega con la cual los traductores de la Versión de los Setenta expresaron literalmente las palabras hebreas shíqqûç shômem que se encuentran en Daniel 12,11; 9,27; 11,31. Desafortunadamente, a pesar de todos sus esfuerzos para explicar estos términos hebreos, los estudiosos bíblicos todavía discrepan sobre su significado preciso. Mientras que muchos comentaristas consideran la primera "shíqqûç", usualmente interpretada por “abominación”, como designando cualquier cosa (estatua, altar, etc.) que tenga relación con el culto idolátrico, otros lo consideran una designación despectiva de un dios o ídolo pagano (v. paganismo). De nuevo, mientras que muchos comentadores interpretan la segunda "shômem" por la palabra abstracta “desolación”, otros la tratan como una forma concreta de referirse a una persona, “un destructor”, o aun como un conocido participial que significa “el que hace desolación”.

La más reciente interpretación que ha sido sugerida para estas palabras en hebreo es al siguiente efecto: La frase shíqqûç shômem se deriva de la expresión original bá' ál shámáyîm (baal del cielo), un título encontrado en inscripciones fenicias y arameas y el equivalente semita del dios Zeus, Júpiter, pero modificado en Daniel a causa de la aversión judía (v. judaísmo) por el nombre de una deidad pagana. Aunque algunos difieren en cuanto al sentido preciso de la frase hebrea usualmente interpretada como “la abominación de desolación”, los estudiosos cristianos (v. cristianismo), están prácticamente unánimes en cuanto a su significado general. Ellos comúnmente admiten, y de hecho correctamente, que la expresión hebrea debe ser entendida como algún emblema idolátrico, cuya colocación traería consigo la desolación final del Templo de Jerusalén (1 Mc. 1,57, 4,38). Y con este significado general en mente, ellos proceden a señalar el evento histórico entre la predicción de Nuestro Señor y la ruina del Templo (70 d.C.), la cual podría ser considerada como “la abominación de desolación” de la cual habla Mt. 24,15 y Mc. 13,14. Pero aquí ellos están divididos de nuevo. Muchos estudiosos han pensado, y todavía piensan, que la introducción de los estandartes romanos a la Tierra Santa, y muy particularmente en la Ciudad Santa, poco antes de la destrucción del Templo, es el evento predicho por Nuestro Señor a sus discípulos como la señal para su huída de Judea. Es verdad que los estandartes eran venerados por los soldados y aborrecidos por los judíos como el emblema de la idolatría romana. Aun así ellos difícilmente pueden ser considerados como “la abominación de desolación” a que se refiere Mt. 24,15. El evangelista dice que esta “abominación” será erigida en el “lugar santo”, con la cual naturalmente se refiere al Templo (ver Dn. 9,27, donde la Vulgata dice: “estará en el Templo la abominación de la desolación”), y los estandartes romanos fueron realmente introducidos al Templo sólo después de que había sido introducido por Tito, eso, muy tarde para servir de aviso a los cristianos de Judea. Otros estudiosos piensan que la profanación del Templo por los zelotes, quienes lo tomaron y lo convirtieron en su fortaleza poco antes de que Jerusalén fuera sitiada por Tito, es el evento predicho por Nuestro Señor. Pero esta opinión es comúnmente rechazada por la sencilla razón de que “la abominación de desolación” mencionada por Daniel y a la que se refiere el Evangelio de San Mateo, era algo ciertamente relacionado con el culto idolátrico.

Otros, finalmente interpretan el aviso de Nuestro Señor a sus discípulos a la luz de la historia de un intento de que su propia estatua (v. escultura) fuese erigida y adorada en el Templo de Jerusalén. Los siguientes son los principales datos de dicha historia. Cerca de 40 d.C., Cayo Calígula emitió un decreto perentorio ordenando la erección y culto de su estatua en el Templo de Dios. El también designó al gobernador de Siria, ordenándole ejecutar el decreto aun a costo de una guerra contra los judíos rebeldes. Tras lo cual los judíos en decenas de miles hicieron la afirmación ante el gobernador que ellos preferían ser asesinados antes que ser testigos de la profanación idolátrica de su sagrado Templo. Poco después Petronio le pidió a Calígula revocar (v. revocación) su orden, y Agripa I, que vivía en Roma en ese entonces, convenció al Emperador de no poner en vigor el decreto. Parece, sin embargo, que Calígula se arrepintió pronto de su concesión, y de no haber sido por su intempestiva muerte (41 d.C.) él hubiese erigido su estatua en Jerusalén. (E. Schurer, Historia de los judíos en tiempos de Cristo, I Div. II, 95-105; tr.). En vista de estos hechos muchos estudiosos afirman que los cristianos primitivos fácilmente pudieron haber considerado la próxima erección de la estatua en el Templo como el acto de abominación idolátrica que, de acuerdo al profeta Daniel 9,27, presagiaba la ruina de la Casa de Dios, y por lo tanto verla como el signo actual dado por Cristo para su huída de Judea. Esta última interpretación de la frase “la abominación de desolación” no carece de sus propias dificultades. Aun así parece preferible a las otras que han sido expuestas por comentadores

Gigot, Francis. "The Abomination of Desolation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. NewYork: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01046a.htm>.

Transcrito por Donald J. Boon. Traducido por Lourdes P. Gómez Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.