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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Adonías»

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(Hebreo, adoniyah, Adoniyahuh, Yahweh, es el señor, Septuaginto Adonias)  
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(Hebreo: ''Adoniyah'', ''Adoniyahuh'', [[Yahveh]] es Señor; [[Versión de los Setenta|LXX]]: Adonias.)  
Adonias, cuarto, hijo del Rey David.
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Nacido en Hebrón, durante la residencia de su padre en esa ciudad (III Reyes, i, 4, 5, I Paralip, iii, 1.2) Nada se sabe de su mama, Haggith, excepto su nombre. Nada se sabe también de Adonias, el mismo hasta los últimos días del reinado de su padre, cuando el repentinamente aparece como un competidor para la corona judía. El tenía entonces treinta y cinco años y gentil apariencia ( III Reyes i, 6) Desde la muerte de Absalom el fue notorio después en sucesión al trono, en orden a por su nacimiento y como el prospecto de la muerte de su padre fue ahora creciendo no naturalmente favorecida la esperanza de su segura sucesión. Un joven hijo de David, Salomón, sin embargo, estuvo en el camino de su ambición. El monarca anciano determino apuntarlo como su sucesor este hijo de Bethsabe, en preferencia a Adonias, y el ultimo fue bien cauto de este hecho. Ahora tomando la pasada indulgencia de su padre y ahora mas en esta débil condición Adonias resolvió tomar el trono, sin sin embargo despertar ninguna seria oposición.
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Cuarto hijo del Rey [[David]], nacido en [[Hebrón]], durante la permanencia de su padre en dicha ciudad (1 [[Libros de los Reyes|Rey.]] 1,5; 1 [[Libros de las Crónicas|Crón.]], 3,1-2).  No se sabe nada sobre su madre, [[Jagguit]], excepto su nombre. Nada se sabe, asimismo, de Adonías mismo hasta los últimos días del reinado de su padre, cuando aparece repentinamente como competidor por la corona [[judaísmo|judía]]. El tenía entonces treinta y cinco años de edad, y era de hermosa presencia (1 Rey. 1,6)Desde la muerte de [[Absalón]] él ocupaba el primer lugar en la  sucesión al [[trono]] en el orden de nacimiento, y como aumentaba la probabilidad de la muerte de su padrenaturalmente él acariciaba la [[esperanza]] de lograr la sucesión.   Un hijo más joven de David, [[Salomón]], sin embargo, se interponía en el camino de su [[ambición]]. El anciano rey había determinado nombrar como su sucesor a este hijo de Betsabé, en preferencia a Adonías, y éste último estaba bien informado de este hecho.   Aun así, descansando en la pasada indulgencia de su padre, y mucho más en su presente debilitada [[condición]],  Adonías resolvió tomar el trono, sin despertar,  sin embargo, ninguna oposición seria.    Al principio él estableció un estado cuasi real, con carrozas, caballos y  cincuenta lacayos.  Como esta abierta declaración de su ambición no se topó con ningún reproche del demasiado indulgente rey,  procedió a dar un paso más lejos.  Ahora él se esforzó por ganar para su [[causa]] a los jefes de las fuerzas militares y religiosas de la nación,  y de nuevo tuvo éxito en su intento.  Joab, el más viejo y valiente de los generales de David, y [[Abiatar]], el más apto y más influyente de los [[sumo sacerdote|sumos sacerdotes]] durante el reinado de David, accedieron a estar a su lado.  Fue sólo entonces que, rodeado de un partido poderoso,  se aventuró a dar lo que parecía ser prácticamente el último paso hacia el trono.  Intrépidamente invitó a un gran banquete en la vecindad de [[Jerusalén]] a todos sus seguidores y a todos sus hermanos, excepto por supuesto a Salomón, para ser proclamado rey.  
  
Al principio el simplemente estableció un casi estado real, con carrozas, caballos y cincuenta lacayos. Como esta abierta posición de su ambición no encontró un castigo del también indulgente rey, el procedió a dar un paso más lejos. El ahora empeñó a ganar su causa, las cabezas de las fuerzas militares y religiosas de su nación y fue aún exitoso en su atento. Job, el mas viejo y bravo general de David y Abiathar, el mas apto y de mas alta influencia de los padres en el reino de David, acepto estar a su lado.
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La fiesta sacrificial se llevó a cabo cerca de la fuente Roguel, al sureste de la [[Jerusalén|Ciudad Santa]], y todo parecía presagiar un completo éxito. Es evidente, sin embargo, que Adonías había  malinterpretado el sentimiento público y había sobreestimado la fuerza de su posición.  Tenía formidables oponentes en el [[profecía, profeta y profetisa|profeta]] [[Natán]], el sumo sacerdote Sadoc y [[Benaías]],  el valiente jefe de la veterana guardia personal; y al alejarse de [[Jerusalén]] había dejado al viejo y debilitado rey sujeto a sus influencias unidas. Aprovechando rápidamente la oportunidad, Natán convenció a Betsabé de recordarle a David sobre su promesa de [[nominación|nombrar]] a [[Salomón]] como su sucesor, y de informarle  sobre las últimas actuaciones de Adonías.     Durante su entrevista con el viejo gobernante, Natán mismo entró, confirmó el informe de Betsabé, y obtuvo para ella la reafirmación solemne de David de  que Salomón sería rey.  Actuando con un sorpresivo vigor, David convocó enseguida a su presencia a Sadoc, Natán y Benaías, y les ordenó llevar a Salomón sobre la mula real a  Guijón (probablemente la fuente de la Virgen), y allí  ungir y proclamar al hijo de Betsabé como su sucesor.  Sus órdenes fueron cumplidas rápidamente:  el ungido Salomón regresó a Jerusalén entre  los vítores entusiastas de la gente, y tomó solemne posesión del trono.  
  
Era entonces solo eso, rodeado por la fiesta poderosa, el se aventuró a tomar casi prácticamente el ultimo escalón hacia el trono. El audazmente invitado al gran banquete en la vecindad de Jerusalem, todos sus adherentes y todos sus hermanos, excepto claro Salomón, para haber sido el mismo proclamado rey. La fiesta de sacrificio tomó lugar cerca de la fuente Rogel, al sudeste de la Ciudad Sagrada, y todas las cosas parecieron el total presagio de éxito. Este plano, sin embargo que Adonias, había juzgado un sentimiento publico y sobreestimado lo fuerte de suposición. El tuvo formidables oponentes en el profeta Nathan, el alto sacerdote Sadoc y Banaias, la cabeza valiente del cuerpo de guardias veterano, y yendo fuera de Jerusalem, el tuvo que dejar al viejo débil rey sujeto a sus influencias unidas. Rápido el tomó la oportunidad, Nathan prevaleció sobre Bethsabe para recordar a David de su promesa de nominar a Salomón como su sucesor e imponerle con los últimos procedimientos de Adonias. Durante su entrevista con el anciano reglamento Nathan, el mismo entero, confirmó a Betsabe, el reporte y obtuvo para ella el aseguramiento de nuevo solemne de que Salomón sería rey. Actuando con un sorpresivo vigor, David emplazo de una vez a su presencia Sadoc, Nathan y Banaias, y les ofreció proclamarles, tomando a Salomón la mula real a Gihon (probablemente " la fuente de la Virgen) y ahí ungir y proclamar a su hijo de Betsabé, su sucesor. Sus ordenes fueron rápidamente cumplidas con el ungimiento de Salomón, regresado a Jerusalem entre los cuidados entusiastas de la fiesta y la gente y tomo posesión solemne del trono.
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Mientras tanto, el banquete de Adonías había llegado al final tranquilamente, y sus invitados lo iban a proclamar rey, cuando un sonido de trompetas sonó en sus oídos, causando que Joab se preguntara qué significaba.   De pronto, [[Jonatán]], hijo de Abiatar, entró y dio un relato detallado de todo lo que había sucedido en Guijón y en la Ciudad Santa, tras lo cual todos los conspiradores emprendieron la huída.  Para asegurar su [[inmunidad]], Adonías  escapó hacia el [[altar]] de los [[holocausto]]s, levantado por su padre en el Monte Moria, y se colgó de los cuernos, reconociendo la dignidad real de Salomón, y rogando al nuevo rey que jurara que le perdonaría la vida. Salomón simplemente  empeñó su palabra de que Adonías no sufriría ningún daño, con la condición de que en lo futuro permaneciera leal en todos los asuntos.  Ciertamente esta fue una promesa magnánima de parte de Salomón, pues en el oriente el intento de Adonías de apoderarse del trono era punible con la muerte.   Así perdonado condicionalmente, Adonías dejó el altar,  hizo una reverencia al nuevo monarca, y se fue a su casa sin peligro. (1 Rey. 1,5-53).
  
Mientras tanto, en el banquete de Adonias, había procedido tranquilamente a su fin y sus huéspedes fueron a proclamarlo rey, cuando un sonido de trompetas en sus oídos causo la maravilla de Joab que significaría eso. De repente, Jonathan, el hijo de Abiathar, entro y dio una detallada cuenta de todo lo que había sido hecho en Gihon y la Ciudad Sagrada. Donde todos los conspiradores tomaron vuelo. Para asegurar la inmunidad Adonias esquivo el altar de holocaustos, monto con su padre al monte Moria y sonó los cuernos reconociendo la real dignidad de Salomón y mendigando para la unión al nuevo rey que su vida fuera ahorrada. Salomón simplemente fió su palabra que Adonias hubiera sufrido no herida, proveyendo eso de aquí en adelante podría quedar leal en todas las cosas. Esto fue adentrado una magnánima promesa en la parte de Salomón para en el Este de Adonias, logro tomar el trono, era pena con la muerte. Esto condicionalmente perdonado, Adonias, dejo el altar, obedeció al nuevo monarca y retiro seguramente a casa. (II Reyes i 5-53)
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Naturalmente se podría esperar que después de este completo fracaso de sus esfuerzos ambiciosos, Adonías estaría satisfecho en la oscuridad pacífica de su vida privada.  Salomón poseía ahora el poder real, y  aunque su primer uso de él había sido  un acto de clemencia hacia su rival, difícilmente se podría suponer que él trataría con la misma indulgencia un segundo intento de Adonias de conseguir la corona.  La gratitud, fidelidad y la debida consideración a su propia seguridad, sin embargo, podrían haber sido la [[causa]] de que Adonías renunciara a sus ambiciosos [[interpretación de los sueños|sueños]]. Parece, sin embargo, que él  vio el acto de clemencia de Salomón  como una señal  de debilidad,  y pensó que él podía  ser más exitoso en otro intento de llegar al trono. De hecho, inmediatamente  después de la muerte de su padre el hábilmente pidió, por conducto de Betsabé, la reina madre, el permiso para casarse con Abisag la sunamita, una de las esposas del difunto monarca. La petición fue hecha con la [[intención]] de reafirmar su  reclamo a la dignidad real, y  basándose en la supuesta debilidad  de [[carácter]] de Salomón, el cual no se atrevería a negarle su pedido.  Pero de nuevo los hechos [[prueba|probaron]] cuán equivocado estaba en sus cálculos.  Apenas su pedido llegó a oídos de Salomón, la ira del rey estalló contra  la alevosía de Adonías.    Con el más solemne [[juramento]] el rey declaró a Adonías  digno de muerte, y sin la más pequeña demora la espada de Benaías ejecutó la sentencia real (1 Rey. 2,13-25).  Así pereció Adonías, víctima de su propia atolondrada [[ambición]].  El relato bíblico de sus vanos esfuerzos por despojar a Salomón del trono, el cual [[Dios]] había destinado expresamente para él, (2 [[Libros de Samuel|Sam.]] 7,12-16; 1 Cron. 22,7-10), nos enseña cómo la [[Divina Providencia]] señorea sobre los ambiciosos proyectos del [[hombre]].  Es un modelo de narración intensa  y de perfecta fidelidad a la vida oriental.  En particular, si en ningún momento culpa a Salomón de ser excesivamente severo en imponer la muerte a Adonías, es porque, según las [[creencia]]s orientales, la conducta de este último merecía completamente dicho castigo.
  
Podría ser naturalmente esperado que después del expresado error de sus esfuerzos ambiciosos, Adonias, podía ser satisfecho con la pacifica obscuridad de su vida privada. Salomón estaba ahora en posesión del poder real y a pesar de su primer ejercicio de el había sido un acto de clemencia hacia su rival, el podría fuertemente suponer que el seria tratado con la misma suavidad y segundo atento de Adonias para asegurar la coronal. Gratitud, fidelidad y debida vista para su propia seguridad, debería entonces haber causado a Adonias, dar sus sueños ambiciosos. Parecía sin embargo haber visto sobre los actos de clemencia de Salomón como un acto de debilidad y pensó que podría ser mas exitoso en otro atento para alcanzar el trono De hecho, pronto después de la muerte de su padre el hábilmente pidió a través de Bethsabe la reina madre, que se le permitiera casar a Sunamitess, Abisag, una de las esposas del monarca muerto. La petición fue hecha con vista a asegurar su queja de la dignidad real y el apareció nuevamente ligado a Salomón, suponiendo debilidad de carácter, al no atreverse a rechazar su ruego. Pero de nuevo el evento pronto proveyó como error grande el no fue en su calculo. Apenas tuvo su ruego alcanzado a Salomón cuando el rey monto en cólera, contra la perfidia de Adonias. Con el juramento mas solemne el monarca pronuncio con valentía de muerte y sin el mínimo retraso del filo de la espada que Banaias traía su sentencia real (III Reyes, ii,13-24.) Esto hizo peligrar a Adonias, una victima de su propia negligente ambición. La cuenta de la Biblia de sus vanos esfuerzos de privar Salomón de su trono que Dios había expresamente prometido para el ( II Reyes vii, 12-16, I Paralip, xxii 7-10) enseño como la divina Providencia registra esquemas de hombres ambiciosos. Es un modelo de narración viva y de fidelidad a la vida oriental. En particular si no hay cargas Salomón con severidad excesiva poniendo a Adonias a morir, fue porque de acuerdo a las nociones de Oriente, la conducta ultima, llena mereció este castigo.
 
  
Adonias el Levita Uno de los levitas mandado por Wing Josaphat, a enseñar a la gente en la ciudad de Juda ( II Paralip, xvii, 8)
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'''Adonías el Levita''':  Uno de los [[levitas]] enviados por el rey [[Josafat]] a enseñar a la gente en las ciudades de [[Judá]].  (2 [[Libros de las Crónicas|Crón.]] 17,8).
  
F.E. GIGOT
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Traducido por Patricia Reyes
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'''Fuente''':  Gigot, Francis. "Adonías." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01146b.htm>.
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Traducido por Luz María Hernández Medina y Patricia Reyes.

Última revisión de 08:18 26 nov 2011

(Hebreo: Adoniyah, Adoniyahuh, Yahveh es Señor; LXX: Adonias.)

Cuarto hijo del Rey David, nacido en Hebrón, durante la permanencia de su padre en dicha ciudad (1 Rey. 1,5; 1 Crón., 3,1-2). No se sabe nada sobre su madre, Jagguit, excepto su nombre. Nada se sabe, asimismo, de Adonías mismo hasta los últimos días del reinado de su padre, cuando aparece repentinamente como competidor por la corona judía. El tenía entonces treinta y cinco años de edad, y era de hermosa presencia (1 Rey. 1,6). Desde la muerte de Absalón él ocupaba el primer lugar en la sucesión al trono en el orden de nacimiento, y como aumentaba la probabilidad de la muerte de su padre, naturalmente él acariciaba la esperanza de lograr la sucesión. Un hijo más joven de David, Salomón, sin embargo, se interponía en el camino de su ambición. El anciano rey había determinado nombrar como su sucesor a este hijo de Betsabé, en preferencia a Adonías, y éste último estaba bien informado de este hecho. Aun así, descansando en la pasada indulgencia de su padre, y mucho más en su presente debilitada condición, Adonías resolvió tomar el trono, sin despertar, sin embargo, ninguna oposición seria. Al principio él estableció un estado cuasi real, con carrozas, caballos y cincuenta lacayos. Como esta abierta declaración de su ambición no se topó con ningún reproche del demasiado indulgente rey, procedió a dar un paso más lejos. Ahora él se esforzó por ganar para su causa a los jefes de las fuerzas militares y religiosas de la nación, y de nuevo tuvo éxito en su intento. Joab, el más viejo y valiente de los generales de David, y Abiatar, el más apto y más influyente de los sumos sacerdotes durante el reinado de David, accedieron a estar a su lado. Fue sólo entonces que, rodeado de un partido poderoso, se aventuró a dar lo que parecía ser prácticamente el último paso hacia el trono. Intrépidamente invitó a un gran banquete en la vecindad de Jerusalén a todos sus seguidores y a todos sus hermanos, excepto por supuesto a Salomón, para ser proclamado rey.

La fiesta sacrificial se llevó a cabo cerca de la fuente Roguel, al sureste de la Ciudad Santa, y todo parecía presagiar un completo éxito. Es evidente, sin embargo, que Adonías había malinterpretado el sentimiento público y había sobreestimado la fuerza de su posición. Tenía formidables oponentes en el profeta Natán, el sumo sacerdote Sadoc y Benaías, el valiente jefe de la veterana guardia personal; y al alejarse de Jerusalén había dejado al viejo y debilitado rey sujeto a sus influencias unidas. Aprovechando rápidamente la oportunidad, Natán convenció a Betsabé de recordarle a David sobre su promesa de nombrar a Salomón como su sucesor, y de informarle sobre las últimas actuaciones de Adonías. Durante su entrevista con el viejo gobernante, Natán mismo entró, confirmó el informe de Betsabé, y obtuvo para ella la reafirmación solemne de David de que Salomón sería rey. Actuando con un sorpresivo vigor, David convocó enseguida a su presencia a Sadoc, Natán y Benaías, y les ordenó llevar a Salomón sobre la mula real a Guijón (probablemente la fuente de la Virgen), y allí ungir y proclamar al hijo de Betsabé como su sucesor. Sus órdenes fueron cumplidas rápidamente: el ungido Salomón regresó a Jerusalén entre los vítores entusiastas de la gente, y tomó solemne posesión del trono.

Mientras tanto, el banquete de Adonías había llegado al final tranquilamente, y sus invitados lo iban a proclamar rey, cuando un sonido de trompetas sonó en sus oídos, causando que Joab se preguntara qué significaba. De pronto, Jonatán, hijo de Abiatar, entró y dio un relato detallado de todo lo que había sucedido en Guijón y en la Ciudad Santa, tras lo cual todos los conspiradores emprendieron la huída. Para asegurar su inmunidad, Adonías escapó hacia el altar de los holocaustos, levantado por su padre en el Monte Moria, y se colgó de los cuernos, reconociendo la dignidad real de Salomón, y rogando al nuevo rey que jurara que le perdonaría la vida. Salomón simplemente empeñó su palabra de que Adonías no sufriría ningún daño, con la condición de que en lo futuro permaneciera leal en todos los asuntos. Ciertamente esta fue una promesa magnánima de parte de Salomón, pues en el oriente el intento de Adonías de apoderarse del trono era punible con la muerte. Así perdonado condicionalmente, Adonías dejó el altar, hizo una reverencia al nuevo monarca, y se fue a su casa sin peligro. (1 Rey. 1,5-53).

Naturalmente se podría esperar que después de este completo fracaso de sus esfuerzos ambiciosos, Adonías estaría satisfecho en la oscuridad pacífica de su vida privada. Salomón poseía ahora el poder real, y aunque su primer uso de él había sido un acto de clemencia hacia su rival, difícilmente se podría suponer que él trataría con la misma indulgencia un segundo intento de Adonias de conseguir la corona. La gratitud, fidelidad y la debida consideración a su propia seguridad, sin embargo, podrían haber sido la causa de que Adonías renunciara a sus ambiciosos sueños. Parece, sin embargo, que él vio el acto de clemencia de Salomón como una señal de debilidad, y pensó que él podía ser más exitoso en otro intento de llegar al trono. De hecho, inmediatamente después de la muerte de su padre el hábilmente pidió, por conducto de Betsabé, la reina madre, el permiso para casarse con Abisag la sunamita, una de las esposas del difunto monarca. La petición fue hecha con la intención de reafirmar su reclamo a la dignidad real, y basándose en la supuesta debilidad de carácter de Salomón, el cual no se atrevería a negarle su pedido. Pero de nuevo los hechos probaron cuán equivocado estaba en sus cálculos. Apenas su pedido llegó a oídos de Salomón, la ira del rey estalló contra la alevosía de Adonías. Con el más solemne juramento el rey declaró a Adonías digno de muerte, y sin la más pequeña demora la espada de Benaías ejecutó la sentencia real (1 Rey. 2,13-25). Así pereció Adonías, víctima de su propia atolondrada ambición. El relato bíblico de sus vanos esfuerzos por despojar a Salomón del trono, el cual Dios había destinado expresamente para él, (2 Sam. 7,12-16; 1 Cron. 22,7-10), nos enseña cómo la Divina Providencia señorea sobre los ambiciosos proyectos del hombre. Es un modelo de narración intensa y de perfecta fidelidad a la vida oriental. En particular, si en ningún momento culpa a Salomón de ser excesivamente severo en imponer la muerte a Adonías, es porque, según las creencias orientales, la conducta de este último merecía completamente dicho castigo.


Adonías el Levita: Uno de los levitas enviados por el rey Josafat a enseñar a la gente en las ciudades de Judá. (2 Crón. 17,8).


Fuente: Gigot, Francis. "Adonías." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01146b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina y Patricia Reyes.