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Miércoles, 1 de mayo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Liturgia de las Horas»

De Enciclopedia Católica

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I. LA EXPRESIÓN "OFICIO DIVINO"
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("Oficio Divino”).
  
Esta expresión significa etimológicamente una obligación para con Dios, en virtud a un precepto Divino. En lenguaje eclesiástico, significa ciertas oraciones a ser rezadas a determinadas horas del día o de la noche por sacerdotes, religiosos o clérigos, y, en general, por todos aquellos obligados por su vocación a cumplir con este deber; incluyendo a los fieles laicos. El Oficio Divino comprende solo la recitación de ciertas oraciones en el Breviario y no incluye la Misa ni otras ceremonias litúrgicas.  "Horas Canónicas", "Breviario", "Oficio Diurnal y Nocturnal", "Oficio Eclesiástico", "Cursus ecclesiasticus", o simplemente "cursus" son sinónimos de "Oficio Divino".  "Cursus" es la palabra usada por San Gregorio cuando escribe: "exsurgente abbate cum monachis ad celebrandum cursum" (De glor. martyr., xv).  También se usaron "Agenda", "agenda mortuorum", "agenda missarum", "solemnitas", "missa". Los griegos emplean "cena" y "canon" en este sentido.  La expresión "officium divinum" es usada en el mismo sentido por el Concilio de Aix-la-Chapelle (800), el IV Laterano (1215), y el de Viena (1311); pero es también usada para denotar cualquier oficio de la Iglesia.De este modo Walafrid Strabo, Pseudo-Alcuin y Rupert de Tuy titulan sus obras sobre ceremonias litúrgicas "De officiis divinis".  Hittorp, en el siglo XVI, tituló su colección de obras litúrgicas "De Catholicae Ecclesiae divinis officiis ac ministeriis" (Colonia, 1568).El empleo de la expresión "saint-office" en Francia como sinónimo de "office divin" no es correcto.  "Saint-office" (El Santo Oficio, actualmente conocida como la Congregación para la doctrina de la Fe en el Vaticano) es una congregación romana, cuyas funciones son muy conocidas y esas palabras no deben ser usadas para reemplazar el nombre de "Oficio Divino", que es mucho más adecuado y ha sido usado desde tiempos muy antiguos. En los artículos BREVIARIO; HORAS CANÓNICAS; MAITINES; TERCIA; SEXTA; NONA, VÍSPERAS, el lector encontrará el desarrollo de algunos temas concernientes al significado e historia de cada una de las horas, la obligación de recitar estas oraciones, la historia de la formación del Breviario, etc.  Aquí sólo tratamos con las cuestiones generales que no han sido desarrolladas en esos artículos.
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==La expresión “Oficio Divino”==
  
II. FORMA PRIMITIVA DEL OFICIO
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Esta expresión significa etimológicamente un [[deber]] cumplido para Dios. En virtud de un [[precepto]] divino significa, en lenguaje [[la Iglesia|eclesiástico]], ciertas [[oración|oraciones]] a ser recitadas en horas fijas del día o de la noche por los [[sacerdote]]s, religiosos o [[clérigo]]s, y, en general, todos los [[obligación|obligados]] por su [[vocación]] a cumplir con este deber.  El Oficio Divino comprende sólo la recitación de ciertas oraciones en el [[Breviario]], y no incluye la [[Sacrificio de la Misa|Misa]] y otras [[ceremonia]]s litúrgicas. 
  
La costumbre de recitar oraciones a ciertas horas del día o la noche viene desde los judíos, de quienes la tomaron los cristianos.  En los Salmos encontramos expresiones como: "Pensaré en Ti por la mañana"; "Me levanto a medianoche para alabarte", "Noche y día, y al mediodía hablaré y declararé: y Él escuchará mi voz"; "Siete veces al día Te he alabado"; etc. (Cf. "Jewish Encyclopedia", X, 164-171, s. v. "Prayer"). Los apóstoles cumplían la costumbre judía de orar a media noche, tercia, sexta y nona (Hch, x, 3, 9; xvi, 25; etc.). La oración cristiana de aquella época consistía de casi los mismos elementos que los judíos: recitación o canto de los Salmos, leer el Antiguo Testamento, a lo que pronto se añadió la lectura de los Evangelios, Hechos y Epístolas, y a veces canciones compuestas o improvisadas por los asistentesEl "Gloria in excelsis" y el "Te decet laus" son aparentemente vestigios de aquellas inspiraciones primitivasActualmente los elementos que componen el Oficio Divino son más numerosos, pero son derivados, a través de cambios graduales, de los elementos primitivosComo aparece en los textos de los Hechos citados anteriormente, los primeros cristianos conservaron la costumbre de ir al Templo a la hora de orarPero también llevaban a cabo sus reuniones o synaxes en casas particulares para la celebración de la Eucaristía y para sermones y exhortaciones. Pero la cena eucarística pronto motivó otras oraciones; la costumbre de ir al Templo desapareció; y los abusos del sector judaizante forzó a los cristianos a separarse y diferenciarse de los judíos y sus prácticas y cultos. Desde entonces la liturgia cristiana no ha tomado casi nada del judaísmo.
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"[[horas canónicas|Horas Canónicas]]", "Breviario", "Oficio diurno y nocturno", "Oficio eclesiástico", "Cursus ecclesiasticus”, o simplemente "cursus" son sinónimos de "Oficio Divino". "Cursus" es la forma utilizada por [[Papa San Gregorio I Magno|Gregorio]] cuando escribió:  "exsurgente abbate cum monachis ad celebrandum cursum" (De glor. martyr., XV). También se usaban "Agenda", "agenda mortuorum", "agenda missarum", "solemnitas", "missa"Los griegos emplean "[[sinaxis]]" y "canon" en este sentidoLa expresión "officium divinum" se utilizó en el mismo sentido por el [[Concilio]] de [[Aquisgrán|Aix-la-Chapelle]] (800), el [[Cuarto Concilio de Letrán|IV de Letrán]] (1215) y el de [[Concilio de Vienne|Vienne]] (1311); pero también se utiliza para designar cualquier oficio de [[la Iglesia]].  Así [[Walafrido]] Estrabón, Pseudo-Alcuino, Rupert de Tuy titularon sus obras sobre ceremonias litúrgicas "De officiis divinis"[[Melchior Hittorp|Hittorp]], en el siglo XVI, tituló su colección de obras litúrgicas [[Edad Media|medievales]] "De Catholicae Ecclesiae divinis officiis ac ministeriis" (Colonia, 1568)La utilización en [[Francia]] de la expresión "santo oficio" como sinónimo de "oficio divino" no es correcta. "Santo Oficio" designa una [[Congregaciones Romanas|congregación romana]], cuyas funciones son bien conocidas, y las palabras no deben usarse para sustituir el nombre “Oficio Divino”, que es más adecuado y ha sido usado desde [[tiempo]]s remotos.
  
III. DESARROLLO
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En los artículos [[Breviario]], [[horas canónicas]], [[maitines]], [[prima]], [[tercia]], [[sexta]], [[nona]], [[vísperas]], el lector encontrará tratadas las cuestiones especiales relativas al significado y la historia de cada una de las horas, la [[obligación]] de recitar estas oraciones, la historia de la formación del Breviario, etc. Nos ocupamos aquí sólo con las preguntas generales que no se han detallado en dichos artículos.  
  
El desarrollo del Oficio Divino fue probablemente de la siguiente manera: La celebración de la Eucaristía estuvo precedida por la recitación de los salmos y la lectura del Antiguo y el Nuevo Testamento. A esto se le llamaba la Misa de los Catecúmenos, que se ha mantenido casi en su forma original.  Probablemente esta parte de la Misa fue la primera forma del Oficio Divino, y, en un principio, las vigilias y la Cena Eucarística eran una.  Cuando no se celebraba el servicio eucarístico la oración estaba limitada a la recitación o canto de los Salmos y la lectura de las Escrituras.  De este modo las vigilias separadas de la Misa se convirtieron en un oficio independiente.  Durante el primer período el único oficio celebrado en público era la Cena Eucarística con vigilias precediéndola, pero formando con ella un todo.  En esta hipótesis la Misa de los Catecúmenos sería el núcleo original de todo el Oficio Divino. La Cena Eucarística iniciada al atardecer no terminaba hasta el amanecer.  Las vigilias, independientemente del servicio eucarístico, estaban divididas naturalmente en tres partes; el inicio de las vigilias, o el oficio de la tarde; las vigilias propiamente dichas; y la conclusión de las vigilias o el oficio matutino.  Cuando las vigilias eran aún el único oficio y se celebraban, aunque raramente, eran continuadas durante la mayor parte de la noche.  De este modo el oficio que hemos llamado oficio de la tarde o Vísperas, el de la medianoche, y el de la mañana llamado Maitines primero y luego Laudes, eran originalmente un solo oficio.  Si se rechaza esta hipótesis, se debe admitir que en un principio existía un solo oficio público, las vigilias.  El servicio del atardecer, Vísperas, y el de la mañana, Maitines o Laudes, fueron gradualmente separadas de ellas.  Durante el día, la Tercia (9:00 de la mañana), la Sexta (mediodía) y la Nona(3:00 de la tarde, la hora de la muerte del Señor), horas habituales para oraciones privadas  para los primeros cristianos, se convirtieron después en Horas eclesiásticas, como Vísperas o Laudes.  Las Completas aparecen como una repetición de las Vísperas, primero en el siglo IV (vea COMPLETAS). La Prima fue la única hora de la que se conoció con exactitud su origen y fecha – a finales del siglo IV (vea PRIMA).En todo caso, durante el transcurso del siglo V, el Oficio estaba compuesto de un oficio nocturno, a saber: Las vigilias – posteriormente Maitines – y los siete oficios del día, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas.  En las “Constituciones Apostólicas” leemos: “Precationes facite mane, hora tertia, sexta, nona, et vespere atque galli cantu” (VIII, iv).  Éstas eran las horas como entonces existían. Están omitidas sólo la Prima y las Completas, que se originaron no antes del final del siglo IV, y el uso de las cuales se difundió gradualmente.  Los elementos de los que estas horas están compuestas eran originalmente pocos en cantidad, idénticos a los de la Misa de los Catecúmenos, Salmos recitados o cantados ininterrumpidamente (octavilla) o a través de dos coros (antífonas) o a través de un cantor alternando con el coro (responsos y versículos); enseñanzas (lecturas del Antiguo y el Nuevo Testamentos, el origen del capitular), y oraciones (vea BREVIARIO).Este desarrollo del Oficio Divino, según la liturgia romana, fue completado al final del siglo VI.  Los cambios posteriores no fueron en puntos esenciales, sino adiciones de poca importancia, como las antífonas a Nuestra Señora, al final de ciertos oficios, asuntos del calendario, y oficios opcionales, como los del Sábado (vea PEQUEÑO OFICIO DE NUESTRA SEÑORA), o de los muertos (vea OFICIO DE LOS MUERTOS), y la celebración de nuevas fiestas, etc. La influencia de San Gregorio el Grande en la formación y la fijación del Antifonario Romano, influencia que ha sido cuestionada, hoy aparece como verdadera (vea “Dict. d'archéol. et de liturgie”, s. v. “Antiphonaire”).Si bien la Iglesia permitía cierta libertad respecto a la forma exterior del oficio (por ejemplo, la libertad de la que gozaban los monjes de Egipto y luego San Benito en la constitución del Oficio Benedictino), insistió siempre, desde los tiempos más antiguos en su derecho a supervisar la ortodoxia de la fórmula litúrgica.  El Concilio de Milevis (416) prohibió cualquier fórmula litúrgica no aprobada por un concilio o por alguna autoridad competente (cf. Labbe, II, 1540). Los Concilios de Vannes (461), Agde (506), Epaon (517), Braga (563), Toledo (especialmente el cuarto concilio) promulgaron decretos similares para la Galia y España.  En los siglos V y VI muchos hechos (vea CÁNON DE LA MISA) nos permitieron conocer los derechos reclamados por los papas en asuntos litúrgicos.  El mismo hecho está establecido por la correspondencia de San Gregorio I.  Bajo sus sucesores, la liturgia romana tiende gradualmente a reemplazar las otras, y esta es una prueba adicional del derecho de la Iglesia para administrar  la liturgia (una tesis bien establecida por Dom Guéranger es sus “Institutions Liturgiques”, París, 1883, y en su carta al Arzobispo de Reims sobre ley litúrgica, op. Cit, III, 453 ss.).  Desde el siglo XI, bajo San Gregorio VII y sus sucesores, esta influencia se acrecienta gradualmente (Bäumer-Biron, “Hist. Du Bréviaire”, especialmente II, 8, 22 ss.). En el Concilio de Trento, la reforma de los libros litúrgicos ingresa a una nueva etapa.  Roma se convierte, bajo los Papas Pío IV, San Pío V, Gregorio XIII, Sixto V, Gregorio XIV, Urbano VII y sus sucesores Benedicto XIV, en la escena de un empresa laboriosa – la reforma y corrección del Oficio Divino-, resultantes en la costumbre moderna, con todas las rúbricas y reglas de la recitación del Oficio Divino y su obligación, y con la reforma de los libros litúrgicos, corregidos de acuerdo con las decisiones del Concilio de Trento y aprobados solemnemente por los papas (Bäumer-Biron, “Hist. Du Bréviaire”).
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==Forma primitiva del Oficio==
  
IV. LA RENOVACIÓN LITÚRGICA CONCILIAR
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La [[costumbre]] de recitar [[oración|oraciones]] a ciertas horas del día o de la noche se remonta a los [[judaísmo|judíos]], de quienes los [[cristianismo|crisitanos]] la tomaron prestada. En los [[Salmos]] encontramos expresiones como: "Voy a [[meditación|meditar]] sobre ti en la mañana"; "Me levanto a medianoche para darte [[gloria]] "; "Tarde y mañana y al mediodía hablaré y declararé, y él oirá mi voz"; "Siete veces al día te he glorificado", etc. (cf. "Jewish Encyclopedia”, X, 164-171, sv "Prayer").  [[los Apóstoles|Los Apóstoles]] observaban la costumbre judía de orar a medianoche, tercia, sexta, nona ([[Hechos de los Apóstoles|Hch.]] 10,3.9; 16,25; etc.).  La oración cristiana de aquella época consistía de casi los mismos elementos que la judía: recitación o [[cántico]] de los Salmos, lecturas del [[Antiguo Testamento]], a las que pronto se añadieron las de los [[Evangelios]], los Hechos y las [[Epístola]]s, y en ocasiones cánticos compuestos o improvisados por los presentes. "[[Gloria in Excelsis Deo]]" y el "Te decet laus" aparentemente son vestigios de estas inspiraciones primitivas. 
  
Desde la primera edición de la Enciclopedia Católica, decisivos acontecimientos cambiaron el rostro de la liturgia. Esta renovación, en pleno espíritu de continuidad con la tradición, estuvo marcada por el Concilio Vaticano II, especialmente por la Constitución "Sacronsanctum Concilium” sobre la Sagrada Liturgia. En el Capítulo IV, este documento conciliar define el oficio Divino señalando:“Por una tradición cristiana antigua, el Oficio divino está estructurado de tal manera que la alabanza de Dios consagra el curso entero del día y de la noche y cuando los sacerdotes y todos aquellos que han sido destinados a esta función por institución de la Iglesia cumplen debidamente ese admirable cántico de alabanza, o cuando los fieles oran junto con el sacerdote en la forma establecida, entonces es en verdad la voz de la misma Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, en su Cuerpo, al Padre” (SC 84).En el número 89 del documento, se establecen las siguientes normas como parte de la reforma:
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En la actualidad los elementos que componen el Oficio Divino parecen más numerosos, pero se derivan, por los cambios graduales, de los elementos primitivos. Como se desprende de los textos de los Hechos citados arriba, los primeros cristianos conservaron la costumbre de ir al [[Templo de Jerusalén|Templo]] a la hora de la oración. Pero tenían también sus reuniones o [[sinaxis]] en casas particulares para la celebración de la [[Eucaristía]] y de los [[homilía|sermones]] y exhortaciones. Pero la sinaxis eucarística pronto conllevó otras oraciones; la costumbre de ir al Templo desapareció; y los abusos del partido judaizante obligaron a los cristianos a separarse más claramente de los judíos y sus prácticas de [[culto cristiano|culto]].  A partir de entonces la [[liturgia]] cristiana rara vez tomó prestado del [[judaizantes|judaísmo]].
  
a) Las Laudes, como oración matutina, y las Vísperas, como oración Vespertina que, según la venerable tradición de toda la Iglesia, son el doble quicio sobre el que gira el Oficio cotidiano, se deben considerar y celebrar como las Horas principales.
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==Desarrollo==
  
b) Las Completas tengan una forma que responda al final del día.  
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El desarrollo del Oficio Divino fue probablemente de la siguiente manera:  La celebración de la [[Eucaristía]] era precedida por la recitación de los [[Salmos]] y las lecturas del [[Antiguo Testamento|Antiguo]] y [[Nuevo Testamento]].  Esta era llamada la [[Sacrificio de la Misa|Misa]] de los [[catecúmeno]]s, que ha sido preservada casi en su forma original.  Probablemente esta parte de la Misa fue la primera forma del Oficio Divino, y, al principio, las vigilias y la [[sinaxis]] eucarística eran una.  Cuando el servicio eucarístico no se celebraba, la [[oración]] se limitaba a la recitación o [[cántico]] de los Salmos y las lecturas de la [[Escritura]].  Las [[vigilia]]s así separadas de la Misa se convirtieron en un oficio independiente.
  
c) La Hora llamada de Maitines, aunque en el coro conserve el carácter de alabanza nocturna, compóngase de manera que pueda rezarse a cualquier hora del día y tenga menos salmos y lecturas más largas.
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Durante el primer período el único oficio celebrado en público era la sinaxis eucarística con vigilias que la precedían, pero que formaban con ella un conjunto.  En esta hipótesis la Misa de los catecúmenos sería el núcleo original de todo el Oficio Divino.  La sinaxis eucarística que comenzaba al atardecer no terminaba hasta el amanecer.  Las vigilias, independientemente del servicio eucarístico, se dividían naturalmente en tres partes: el comienzo de las vigilias, u Oficio del atardecer, las vigilias propiamente dichas, y el final de la vigilia u Oficio matutino.  Pues cuando las vigilias eran todavía el único Oficio y se celebraban sólo raramente, continuaban durante gran parte de la noche.  Así, el Oficio que hemos llamado el Oficio de la tarde o [[vísperas]], el de la medianoche, y el de la mañana, llamado [[maitines]] primero y luego [[laudes]], fueron originalmente un solo Oficio.  Si se rechaza esta hipótesis, se debe admitir que al principio había sólo un oficio público, las vigilias.  El servicio del atardecer, vísperas, y el de la mañana, maitines o laudes, fueron gradualmente separados de él.  Durante el día, [[tercia]], [[sexta]] y [[nona]], horas usuales de oraciones privadas tanto entre los [[judaísmo|judíos]]  como entre los primeros [[cristianismo|cristianos]], se convirtieron luego en las horas, así como las vísperas o laudes.  Las [[completas]] aparecen como una repetición de las vísperas, primero en el siglo IV (vea [[completas]]).  Prima es la única hora cuyo origen y [[fechas y datación|fecha]] precisos se desconocen ---a finales del siglo IV (vea [[prima]]).
  
d) Suprímase la Hora de Prima
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De todos modos, durante el curso del siglo V, el Oficio se componía, como hoy día, de un Oficio nocturno, es decir, vigilias ---luego maitines--- y los siete oficios del día:  laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.  En las “[[Constituciones Apostólicas]]” leemos:  "Precationes facite mane, hora tertia, sexta, nona, et vespere atque galli cantu" (VIII, IV).  Tales eran las horas como existían entonces.  Sólo se omiten prima y completas, las cuales se originaron no antes de finales del siglo IV, y cuyo uso se extendió sólo gradualmente.  Los elementos de los que se componen esas horas al principio fueron pocos, idénticos a los de la Misa de catecúmenos, [[Salmos]] recitados o cantados ininterrumpidamente (tracto) o por dos [[coro (grupo de cantantes)|coros]] ([[antífona]]s) o por un cantor alternando con el coro ([[responsorio|responsos]] y versículos); lecturas (del Antiguo y del Nuevo Testamento, origen de las capítulas [1]), y [[oración|oraciones]] (vea [[Breviario]]).
  
e) En el coro, consérvense las Horas menores, Tercia, Secta y Nona. Fuera del coro, se puede decir una de las tres, las que más se acomode al momento del día
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Este desarrollo del Oficio Divino, en lo que se refiere a la [[liturgia]] romana, se completó a finales del siglo VI.  Los cambios posteriores no fueron en puntos esenciales, sino más bien adiciones de importancia, como las [[antífona]]s a la [[María|Virgen]] al final de ciertos Oficios, los asuntos del [[calendario cristiano|calendario]], y Oficios opcionales, como los del sábado (ver [[Pequeño Oficio de Nuestra Señora]]), o de los difuntos (vea [[Oficio de Difuntos]]), y la celebración de nuevas [[fiestas eclesiásticas|fiestas]], etc.  La influencia del  [[Papa San Gregorio I Magno]] en la formación y fijación del [[Antifonario]] Romano, influencia que se ha cuestionado, ahora parece [[certeza|segura]] (vea "Dict. d'archeol. et de liturgie ", s.v. "Antiphonaire").
  
El mismo documento, más adelante, destaca la importancia de alentar la oración de la Liturgia de las Horas entre los laicos, al señalar que “procuren los pastores de almas que las Horas principales, especialmente las Vísperas, se celebren comunitariamente en la iglesia los domingos y fiestas más solemnes. Se recomienda asimismo que los laicos recen el Oficio divino, o con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso en particular” (SC 100).  
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Mientras que permitía cierta libertad en cuanto a la forma exterior del Oficio (por ejemplo, la libertad que gozaban los [[monje]]s de [[Egipto]] y más tarde [[San Benito de Nursia|San Benito]] en la constitución del Oficio [[Orden Benedictina|benedictino]]), [[la Iglesia]] insistió desde la antigüedad en su [[derecho]] a supervisar la [[ortodoxia]] de las fórmulas litúrgicas.  El [[Concilio]] de [[Milevis]] (416) prohibió cualquier fórmula litúrgica no aprobada por un concilio o por una autoridad competente (cf. Labbe, II, 1540).  Los concilios de [[Vannes]] (461), [[Concilio de Agde|Agde]] (506), Epaon (517), [[Concilios de Braga|Braga]] (563), Toledo (especialmente el cuarto concilio) [[promulgación|promulgaron]] [[decreto papal|decretos]] similares para la [[Galia cristiana|Galia]] y [[España]]. En los siglos V y VI varios hechos (vea [[Canon de la Misa]]) nos dieron a conocer los derechos reclamados por los [[Papas]] en materia litúrgica.  El mismo hecho se establece por la correspondencia de San Gregorio I.  Bajo sus [[sucesión apostólica|sucesores]] la liturgia romana tiende gradualmente a sustituir a las demás, y esto es una [[prueba]] adicional del derecho de la Iglesia a controlar la liturgia (una tesis bien establecida por [[Prosper Louis Pascal Guéranger|Dom Guéranger]] en su "Instituciones liturgiques", París, 1883, y en su carta al [[arzobispo]] de [[Reims]] sobre la [[ley]] litúrgica, op. cit., III, 453 ss).
  
IV. LA IMPORTANCIA DEL OFICIO DIVINO
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Desde el siglo XI, bajo el [[Papa San Gregorio VII]] y sus sucesores, esta influencia aumentó gradualmente (Bäumer-Biron, "Hist. Du Bréviaire", especialmente II, 8, 22 ss.).  Desde el [[Concilio de Trento]], la reforma de los [[libros litúrgicos]] entra en una nueva fase.  [[Roma]] se convierte, bajo los [[Papas]] [[Papa Pío IV|Pío IV]], [[Papa San Pío V|San Pío V]], [[Papa Gregorio XIII|Gregorio XIII]], [[Papa Sixto V|Sixto V]], [[Papa Gregorio XIV|Gregorio XIV]], [[Papa Urbano VII|Urbano VII]] y sus sucesores, [[Papa Benedicto XIV|Benedicto XIV]], en la escena de una laboriosa empresa: la reforma y corrección del Oficio Divino, lo que resultó en la costumbre moderna, con todas las [[rúbricas]] y reglas para la recitación del Oficio Divino y su [[obligación]], y en la reforma de los libros litúrgicos, corregidos de acuerdo con las decisiones del Concilio de Trento y solemnemente aprobados por los Papas (Bäumer-Biron, “Hist. Du Bréviaire”).
  
La Ordenación General de la Liturgia de las Horas, publicada en abril de 1971 para aplicar las reformas del Concilio Vaticano II, señala que “la Iglesia no cesa un momento en su oración”, “no sólo con la celebración eucarística, sino también con otras formas de oración, principalmente con la Liturgia de las Horas que, conforme a la antigua tradición cristiana, tiene como característica propia la de servir para santificar el curso entero del día y de la noche”.“Consiguientemente, siendo fin propio de la Liturgia de las Horas la santificación del día y de todo el esfuerzo humano, se ha llevado a cabo su reforma procurando que en lo posible las Horas respondan de verdad al momento del día, y teniendo en cuenta al mismo tiempo las condiciones de la vida actual”; porque “ayuda mucho, tanto para santificar realmente el día, como para recitar con fruto espiritual las Horas, que en su recitación se observe el tiempo más aproximado al verdadero tiempo natural de cada Hora canónica” (Ordenación General, 11).Luego, respecto de quiénes celebran la Liturgia de las Horas, la Ordenación señala que la Liturgia de las Horas,  no es una acción privada sino que pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta e incluye en él.Por tanto, aunque “su celebración eclesial alcanza el mayor esplendor, y por lo mismo es recomendable en grado sumo, cuando con su Obispo, rodeado de los presbíteros y ministros la realiza una Iglesia particular”, es recomendable realizarla en cualquier manera comunitaria, en templos o capillas; porque “cuando los fieles son convocados y se reúnen para la Liturgia de las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la Iglesia, que celebra el misterio de Cristo”. (Ordenación General, 22)Por eso, el documento solicita a los sacerdotes que procuren que todos los que están bajo su cuidado vivan unánimes en la oración y que cuiden, por tanto, de invitar a los fieles y de proporcionarles la debida catequesis para la celebración común de las partes principales de la liturgia de la Horas, sobre todo en los domingos y fiestas: “Enséñenles a participar de forma que logren orar de verdad en la celebración, y encáucenlos mediante una instrucción apropiada hacia la inteligencia cristiana de los salmos, a fin de que gradualmente lleguen a gustar mejor y a hacer más amplio uso de la oración de la Iglesia” (Ordenación General, 23).EL texto dice explícitamente que “se recomienda asimismo a los laicos, donde quiera que se reúnan en asambleas de oración, de apostolado, o por cualquier otro motivo, que reciten el Oficio de la Iglesia, celebrando alguna parte de la Liturgia de las Horas. Es conveniente que aprendan, en primer lugar, que en la acción litúrgica adoran al Padre en espíritu y verdad, y que se den cuenta de que el culto público y la oración que celebran atañe a todos los hombres y puede contribuir en considerable medida a la salvación del mundo entero.
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'''NOTA''':
  
Conviene finalmente que la familia que es como un santuario doméstico dentro de la Iglesia no sólo ore en común, sino que además lo haga recitando algunas partes de la Liturgia de las Horas, cuando resulte oportuno, con lo que se sentirá más insertada en la Iglesia (Ordenación General, 27).Fue precisamente en este espíritu que el Papa Juan Pablo II, durante la Catequesis del miércoles 4 de abril de 2001, señaló que  “al cantar los Salmos, el cristiano experimenta una especie de sintonía entre el Espíritu presente en las Escrituras y el Espíritu que habita en él por la gracia bautismal”.
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[1]  capítula:  f. Rel. Pasaje de la Sagrada Escritura que se reza en todas las horas del Oficio Divino después de los Salmos y las antífonas, excepto en maitines.
  
“La oración cristiana nace, se nutre y se desarrolla a la luz del evento por excelencia de la fe, el Misterio pascual de Cristo. Por eso, por la mañana y por la tarde, al salir el sol y al ponerse, se recordaba la Pascua, el paso del Señor de la muerte a la vida”.  Por este motivo, “las horas del día evocan a su vez el relato de la pasión del Señor, y la hora tercia la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. La oración de la noche tiene carácter escatológico, y evoca la vigilia recomendada por Jesús en espera de su retorno”, dijo el Papa Juan Pablo II.  “Los cristianos respondieron al mandamiento del Señor de ‘orar siempre’, pero sin olvidar que toda la vida debe ser, en cierto modo, oración”.
 
  
BONA, De divina Psalmodia, ii, par. 1; THOMASSIN, De vet. eccl. disc., Part I, II, lxxi-lxxviii; GRANCOLAS, Traité de la messe et de l'office divin (Paris, 1713); MACHIETTA, Commentarius historico-theologicus de divino officio (Venice, 1739); PIANACCI, Del offizio divino, trattato historico-critico-morale (Rome, 1770); De divini officii nominibus et definitione, antiquitate et excellentia in ZACCARIA, Disciplina populi Dei in N. T., 1782, I, 116 sq.; MORONI, Dizionario di erudizione storico ecclesiastica, LXXXII, 279 sqq.; BÄUMER-BIRON, Histoire du Bréviaire (Paris, 1905), passim; CABROL, Dict. d'archéol. et de liturgie, s. vv. Antiphonaire, Bréviaire; GAVANTI, Compendio delle cerimonie ecclesiastiche; ROSKOVÁNY, De coelibatu et Breviario (Budapest, 1861); BATIFFOL, Origine de l'obligation personnelle des clercs à le récitation de l'office canonique en Le canoniste contemporain, XVII (1894), 9-15; IDEM, Histoire du Bréviaire romain (Paris, 1893).
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==Bibliografía==
  
FERNAND CABROL  
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BONA, De divina Psalmodia, II, par. 1; THOMASSIN, De vet. eccl. disc., Part I, II, LXXI-LXXVIII; GRANCOLAS, Traité de la messe et de l'office divin (París, 1713); MACHIETTA, Commentarius historico-theologicus de divino officio (Venecia, 1739); PIANACCI, Del offizio divino, trattato historico-critico-morale (Roma, 1770); De divini officii nominibus et definitione, antiquitate et excellentia in ZACCARIA, Disciplina populi Dei in N. T., 1782, I, 116 ss.; MORONI, Dizionario di erudizione storico ecclesiastica, LXXXII, 279 ss.; BÄUMER-BIRON, Histoire du Bréviaire (París, 1905), passim; CABROL, Dict. d'archéol. et de liturgie, s. vv. Antiphonaire, Bréviaire; GAVANTI, Compendio delle cerimonie ecclesiastiche, la parte dedicada a las rúbricas del Breviario, secciones sobre la obligación, omisión y en general todos los asuntos concernientes a la recitación del Oficio; ROSKOVÁNY, De coelibatu et Breviario (Budapest, 1861); BATIFFOL, Origine de l'obligation personnelle des clercs à le récitation de l'office canonique in Le canoniste contemporain, XVII (1894), 9-15; IDEM, Histoire du Bréviaire romain (París, 1893).
Transcrito por Elizabeth T. Knuth
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Traducido y actualizado por Armando Llaza
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'''Fuente''':  Cabrol, Fernand. "Divine Office." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911.  <http://www.newadvent.org/cathen/11219a.htm>.
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Traducido por Armando Llaza.  rc

Revisión de 23:03 11 oct 2010

("Oficio Divino”).

La expresión “Oficio Divino”

Esta expresión significa etimológicamente un deber cumplido para Dios. En virtud de un precepto divino significa, en lenguaje eclesiástico, ciertas oraciones a ser recitadas en horas fijas del día o de la noche por los sacerdotes, religiosos o clérigos, y, en general, todos los obligados por su vocación a cumplir con este deber. El Oficio Divino comprende sólo la recitación de ciertas oraciones en el Breviario, y no incluye la Misa y otras ceremonias litúrgicas.

"Horas Canónicas", "Breviario", "Oficio diurno y nocturno", "Oficio eclesiástico", "Cursus ecclesiasticus”, o simplemente "cursus" son sinónimos de "Oficio Divino". "Cursus" es la forma utilizada por Gregorio cuando escribió: "exsurgente abbate cum monachis ad celebrandum cursum" (De glor. martyr., XV). También se usaban "Agenda", "agenda mortuorum", "agenda missarum", "solemnitas", "missa". Los griegos emplean "sinaxis" y "canon" en este sentido. La expresión "officium divinum" se utilizó en el mismo sentido por el Concilio de Aix-la-Chapelle (800), el IV de Letrán (1215) y el de Vienne (1311); pero también se utiliza para designar cualquier oficio de la Iglesia. Así Walafrido Estrabón, Pseudo-Alcuino, Rupert de Tuy titularon sus obras sobre ceremonias litúrgicas "De officiis divinis". Hittorp, en el siglo XVI, tituló su colección de obras litúrgicas medievales "De Catholicae Ecclesiae divinis officiis ac ministeriis" (Colonia, 1568). La utilización en Francia de la expresión "santo oficio" como sinónimo de "oficio divino" no es correcta. "Santo Oficio" designa una congregación romana, cuyas funciones son bien conocidas, y las palabras no deben usarse para sustituir el nombre “Oficio Divino”, que es más adecuado y ha sido usado desde tiempos remotos.

En los artículos Breviario, horas canónicas, maitines, prima, tercia, sexta, nona, vísperas, el lector encontrará tratadas las cuestiones especiales relativas al significado y la historia de cada una de las horas, la obligación de recitar estas oraciones, la historia de la formación del Breviario, etc. Nos ocupamos aquí sólo con las preguntas generales que no se han detallado en dichos artículos.

Forma primitiva del Oficio

La costumbre de recitar oraciones a ciertas horas del día o de la noche se remonta a los judíos, de quienes los crisitanos la tomaron prestada. En los Salmos encontramos expresiones como: "Voy a meditar sobre ti en la mañana"; "Me levanto a medianoche para darte gloria "; "Tarde y mañana y al mediodía hablaré y declararé, y él oirá mi voz"; "Siete veces al día te he glorificado", etc. (cf. "Jewish Encyclopedia”, X, 164-171, sv "Prayer"). Los Apóstoles observaban la costumbre judía de orar a medianoche, tercia, sexta, nona (Hch. 10,3.9; 16,25; etc.). La oración cristiana de aquella época consistía de casi los mismos elementos que la judía: recitación o cántico de los Salmos, lecturas del Antiguo Testamento, a las que pronto se añadieron las de los Evangelios, los Hechos y las Epístolas, y en ocasiones cánticos compuestos o improvisados por los presentes. "Gloria in Excelsis Deo" y el "Te decet laus" aparentemente son vestigios de estas inspiraciones primitivas.

En la actualidad los elementos que componen el Oficio Divino parecen más numerosos, pero se derivan, por los cambios graduales, de los elementos primitivos. Como se desprende de los textos de los Hechos citados arriba, los primeros cristianos conservaron la costumbre de ir al Templo a la hora de la oración. Pero tenían también sus reuniones o sinaxis en casas particulares para la celebración de la Eucaristía y de los sermones y exhortaciones. Pero la sinaxis eucarística pronto conllevó otras oraciones; la costumbre de ir al Templo desapareció; y los abusos del partido judaizante obligaron a los cristianos a separarse más claramente de los judíos y sus prácticas de culto. A partir de entonces la liturgia cristiana rara vez tomó prestado del judaísmo.

Desarrollo

El desarrollo del Oficio Divino fue probablemente de la siguiente manera: La celebración de la Eucaristía era precedida por la recitación de los Salmos y las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento. Esta era llamada la Misa de los catecúmenos, que ha sido preservada casi en su forma original. Probablemente esta parte de la Misa fue la primera forma del Oficio Divino, y, al principio, las vigilias y la sinaxis eucarística eran una. Cuando el servicio eucarístico no se celebraba, la oración se limitaba a la recitación o cántico de los Salmos y las lecturas de la Escritura. Las vigilias así separadas de la Misa se convirtieron en un oficio independiente.

Durante el primer período el único oficio celebrado en público era la sinaxis eucarística con vigilias que la precedían, pero que formaban con ella un conjunto. En esta hipótesis la Misa de los catecúmenos sería el núcleo original de todo el Oficio Divino. La sinaxis eucarística que comenzaba al atardecer no terminaba hasta el amanecer. Las vigilias, independientemente del servicio eucarístico, se dividían naturalmente en tres partes: el comienzo de las vigilias, u Oficio del atardecer, las vigilias propiamente dichas, y el final de la vigilia u Oficio matutino. Pues cuando las vigilias eran todavía el único Oficio y se celebraban sólo raramente, continuaban durante gran parte de la noche. Así, el Oficio que hemos llamado el Oficio de la tarde o vísperas, el de la medianoche, y el de la mañana, llamado maitines primero y luego laudes, fueron originalmente un solo Oficio. Si se rechaza esta hipótesis, se debe admitir que al principio había sólo un oficio público, las vigilias. El servicio del atardecer, vísperas, y el de la mañana, maitines o laudes, fueron gradualmente separados de él. Durante el día, tercia, sexta y nona, horas usuales de oraciones privadas tanto entre los judíos como entre los primeros cristianos, se convirtieron luego en las horas, así como las vísperas o laudes. Las completas aparecen como una repetición de las vísperas, primero en el siglo IV (vea completas). Prima es la única hora cuyo origen y fecha precisos se desconocen ---a finales del siglo IV (vea prima).

De todos modos, durante el curso del siglo V, el Oficio se componía, como hoy día, de un Oficio nocturno, es decir, vigilias ---luego maitines--- y los siete oficios del día: laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas. En las “Constituciones Apostólicas” leemos: "Precationes facite mane, hora tertia, sexta, nona, et vespere atque galli cantu" (VIII, IV). Tales eran las horas como existían entonces. Sólo se omiten prima y completas, las cuales se originaron no antes de finales del siglo IV, y cuyo uso se extendió sólo gradualmente. Los elementos de los que se componen esas horas al principio fueron pocos, idénticos a los de la Misa de catecúmenos, Salmos recitados o cantados ininterrumpidamente (tracto) o por dos coros (antífonas) o por un cantor alternando con el coro (responsos y versículos); lecturas (del Antiguo y del Nuevo Testamento, origen de las capítulas [1]), y oraciones (vea Breviario).

Este desarrollo del Oficio Divino, en lo que se refiere a la liturgia romana, se completó a finales del siglo VI. Los cambios posteriores no fueron en puntos esenciales, sino más bien adiciones de importancia, como las antífonas a la Virgen al final de ciertos Oficios, los asuntos del calendario, y Oficios opcionales, como los del sábado (ver Pequeño Oficio de Nuestra Señora), o de los difuntos (vea Oficio de Difuntos), y la celebración de nuevas fiestas, etc. La influencia del Papa San Gregorio I Magno en la formación y fijación del Antifonario Romano, influencia que se ha cuestionado, ahora parece segura (vea "Dict. d'archeol. et de liturgie ", s.v. "Antiphonaire").

Mientras que permitía cierta libertad en cuanto a la forma exterior del Oficio (por ejemplo, la libertad que gozaban los monjes de Egipto y más tarde San Benito en la constitución del Oficio benedictino), la Iglesia insistió desde la antigüedad en su derecho a supervisar la ortodoxia de las fórmulas litúrgicas. El Concilio de Milevis (416) prohibió cualquier fórmula litúrgica no aprobada por un concilio o por una autoridad competente (cf. Labbe, II, 1540). Los concilios de Vannes (461), Agde (506), Epaon (517), Braga (563), Toledo (especialmente el cuarto concilio) promulgaron decretos similares para la Galia y España. En los siglos V y VI varios hechos (vea Canon de la Misa) nos dieron a conocer los derechos reclamados por los Papas en materia litúrgica. El mismo hecho se establece por la correspondencia de San Gregorio I. Bajo sus sucesores la liturgia romana tiende gradualmente a sustituir a las demás, y esto es una prueba adicional del derecho de la Iglesia a controlar la liturgia (una tesis bien establecida por Dom Guéranger en su "Instituciones liturgiques", París, 1883, y en su carta al arzobispo de Reims sobre la ley litúrgica, op. cit., III, 453 ss).

Desde el siglo XI, bajo el Papa San Gregorio VII y sus sucesores, esta influencia aumentó gradualmente (Bäumer-Biron, "Hist. Du Bréviaire", especialmente II, 8, 22 ss.). Desde el Concilio de Trento, la reforma de los libros litúrgicos entra en una nueva fase. Roma se convierte, bajo los Papas Pío IV, San Pío V, Gregorio XIII, Sixto V, Gregorio XIV, Urbano VII y sus sucesores, Benedicto XIV, en la escena de una laboriosa empresa: la reforma y corrección del Oficio Divino, lo que resultó en la costumbre moderna, con todas las rúbricas y reglas para la recitación del Oficio Divino y su obligación, y en la reforma de los libros litúrgicos, corregidos de acuerdo con las decisiones del Concilio de Trento y solemnemente aprobados por los Papas (Bäumer-Biron, “Hist. Du Bréviaire”).

NOTA:

[1] capítula: f. Rel. Pasaje de la Sagrada Escritura que se reza en todas las horas del Oficio Divino después de los Salmos y las antífonas, excepto en maitines.


Bibliografía

BONA, De divina Psalmodia, II, par. 1; THOMASSIN, De vet. eccl. disc., Part I, II, LXXI-LXXVIII; GRANCOLAS, Traité de la messe et de l'office divin (París, 1713); MACHIETTA, Commentarius historico-theologicus de divino officio (Venecia, 1739); PIANACCI, Del offizio divino, trattato historico-critico-morale (Roma, 1770); De divini officii nominibus et definitione, antiquitate et excellentia in ZACCARIA, Disciplina populi Dei in N. T., 1782, I, 116 ss.; MORONI, Dizionario di erudizione storico ecclesiastica, LXXXII, 279 ss.; BÄUMER-BIRON, Histoire du Bréviaire (París, 1905), passim; CABROL, Dict. d'archéol. et de liturgie, s. vv. Antiphonaire, Bréviaire; GAVANTI, Compendio delle cerimonie ecclesiastiche, la parte dedicada a las rúbricas del Breviario, secciones sobre la obligación, omisión y en general todos los asuntos concernientes a la recitación del Oficio; ROSKOVÁNY, De coelibatu et Breviario (Budapest, 1861); BATIFFOL, Origine de l'obligation personnelle des clercs à le récitation de l'office canonique in Le canoniste contemporain, XVII (1894), 9-15; IDEM, Histoire du Bréviaire romain (París, 1893).

Fuente: Cabrol, Fernand. "Divine Office." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/11219a.htm>.

Traducido por Armando Llaza. rc