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Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Pequeño Oficio de Nuestra Señora

De Enciclopedia Católica

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Devoción litúrgica a la Virgen María en imitación a, y en adición a, el Oficio Divino

Se escuchó de él por primera vez a mediados del siglo VIII en Monte Casino. Según el cardenal Bona, que cita de un manuscrito de Pedro el Diácono (siglo XII), en adición al Oficio Divino, había otro “que se acostumbra a realizar en honor de la Santa Madre de Dios, el cual el [[Papa San Zacarías|Papa Zacarías [m. 752] ordenó bajo precepto estricto al monasterio de Monte Casino.” Esto parecería indicar que ya existía alguna forma del Oficio de Nuestra Señora y, de hecho, oímos de un oficio en su honor compuesto por San Ildefonso, que vivió a finales del siglo VII. La Iglesia de Oriente también posee un oficio de la Virgen María, atribuido a San Juan Damasceno (c. 730).

Pero a pesar de que anteriormente existían diversos oficios en honor de Nuestra Señora, es probable que el "Pequeño Oficio”, como parte de la liturgia, no entró al uso general antes del siglo X; y no es improbable que su difusión se deba en gran parte debido a la marcada Devoción a la Santísima Virgen María que es característica de la Iglesia en Inglaterra bajo la dirección de San Dunstan y San Ethelwold. Ciertamente, durante el siglo X, un Oficio de la Santísima Virgen se menciona en Augsburgo, en Verdún y en Emsiedeln; mientras que ya al siglo siguiente existían en Inglaterra por lo menos dos versiones de sus "Horas". Sabemos por San Pedro Damián que en el siglo XI ya el clero secular de Italia y Francia lo recitaba comúnmente, y fue a través de su influencia que la práctica de recitarlo en coro, además del Gran Oficio, se introdujo en varios monasterios italianos. En Cluny el oficio de Nuestra Señora no se introdujo hasta finales del siglo XI, y entonces sólo como una devoción para los monjes enfermos.

En el siglo XII fue la fundación de las órdenes de Cîteaux y Prémontré, de las cuales sólo la última conserva el Pequeño Oficio además del Oficio Divino. Los Canónigos de San Agustín también lo retuvieron, y, quizás a través de su influencia, en el transcurso de los siglos XII y XIII, se desarrolló de una devoción privada a ser también parte del deber diario del clero secular. En el siglo XIV la recitación del Pequeño Oficio había llegado a ser una práctica casi universal y era considerada como obligatoria para todo el clero. Esta obligación se mantuvo hasta que Pío V la eliminó mediante la Bula "Quod a nobis" de 1568. Sin embargo, al presente varias órdenes antiguas lo recitan en ciertos días, y sirve, en lugar del Oficio, como la oración litúrgica de los hermanos legos y en algunas de las órdenes contemplativas, y de los miembros de la mayoría de las congregaciones de mujeres ocupadas en el trabajo activo.

Hasta la Reforma formó gran parte de la "Cartilla o Libro de Oración de los Hermanos Legos", y habitualmente lo recitaban los laicos devotos, por los cuales se extendió la práctica durante mucho tiempo después entre los católicos perseguidos. Hoy día lo recitan a diario los dominicos, carmelitas, agustinos, y un gran número de los terciarios franciscanos, así como muchos laicos piadosos que desean participar en la oración litúrgica de la Iglesia.

Cabe señalar que la forma del Pequeño Oficio de Nuestra Señora ha variado considerablemente en diferentes períodos y en diferentes lugares. Las primeras versiones variaron considerablemente, principalmente en cuanto a los himnos y antífonas utilizados: en Inglaterra en la Edad Media las principales diferencias parecen haber los usos de Sarum y de York. Desde la época de San Pío V, el más comúnmente recitado ha sido la versión del Breviario reformado de ese Papa. En esta versión, que sufre un poco del clasicismo del siglo XVI, se encuentran las siete "horas", como en el oficio Mayor. En maitines, después de los versículos sigue el invitatorio "Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum" con el "Venite", luego el himno "Quem terra, pontus, sidera", a continuación, tres grupos de salmos, cada uno con sus antífonas, de los cuales un grupo se dice los domingos, lunes y jueves, el segundo los martes y viernes, el tercero los miércoles y sábados. Luego siguen tres lecciones con los responsorios y (excepto en Cuaresma y Adviento) el "Te Deum". En laudes hay ocho salmos del Oficio Divino para los domingos, cantados a cinco antífonas. Luego la pequeña capítula y el himno "O Gloriosa Virginum". A continuación un versículo y el cántico "Benedictus" con su antífona. Por último, la oración y conmemoración de los santos.

En cada una de las cuatro horas menores el himno "Conditor Memento rerum" sigue inmediatamente después de los versículos; luego se recitan tres salmos, con una de las antífonas de laudes; luego vienen las tres pequeñas capítulas, versículos y una oración. En las vísperas, después de los versículos y cinco salmos con sus antífonas, sigue la pequeña capítula, el himno "Ave Maris Stella", un versículo corto, y el cántico del "Magníficat", con su antífona; luego las oraciones como en laudes. Las completas comienzan con unos versículos especiales, luego siguen tres salmos sin antífonas, luego el himno “Memento rerum conditor”, una pequeña capítula, un versículo, el cántico “Nunc Dimittis”, versículos, una oración y la [[bendición. Luego de las horas se recita el [[Padre Nuestro” y la antífona propia de Nuestra Señora para la temporada. Esta última, las antífonas de los salmos y cánticos y las pequeñas capítulas son las únicas partes del Oficio que varían con las temporadas. El Papa León XIII concedió (17 de noviembre de 1887) a los que recitasen completo el Pequeño Oficio de Nuestra Señora, una indulgencia diaria de siete años y siete cuarentenas, y una indulgencia plenaria una vez al mes; a los que reciten sólo maitines y laudes, una indulgencia diaria de trescientos días; y (8 de diciembre de 1897) a los que reciten sólo vísperas y completas, y para cada hora, una indulgencia de cincuenta días.


Fuente: Toke, Leslie. "Little Office of Our Lady." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09294a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc