Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Viernes, 22 de noviembre de 2024

Letra Dominical

De Enciclopedia Católica

Revisión de 00:12 15 ene 2013 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Página creada con 'La '''letra dominical''' es un método que los antiguos cronólogos adoptaron de los romanos para ayudarse a encontrar el día de la semana correspondiente a una [[fech...')

(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar a: navegación, buscar

La letra dominical es un método que los antiguos cronólogos adoptaron de los romanos para ayudarse a encontrar el día de la semana correspondiente a una fecha determinada, e indirectamente para facilitar la adaptación del "Proprium de Tempore" al "Proprium Sanctorum" en la construcción del calendario eclesiástico para cualquier año. A causa de su complicado sistema de fiestas movibles e inmobles (vea Calendario Cristiano), desde los primeros tiempos la Iglesia ha tomado sobre sí misma como una carga especial el regular la medida del tiempo. Para garantizar la uniformidad en la observancia de las fiestas y ayunos, comenzó, incluso en la época patrística, a proveer un computus, o sistema de conteo, por el que se puede acomodar la relación de los años solares y lunares y se puede determinar la celebración de la Pascua. Naturalmente, ella adoptó los métodos astronómicos disponibles en ese entonces, y estos métodos y la terminología perteneciente a ellos, al volverse tradicionales, se perpetúan en cierta medida hasta nuestros días en los prolegómenos del breviario y el misal, incluso después de la reforma del calendario.

Los romanos estaban acostumbrados a dividir el año en nundinae, períodos de ocho días; y en su fasti de mármol o calendarios, de los que quedan numerosos ejemplares, utilizaron las primeras ocho letras del alfabeto para marcar los días que componían cada período. Cuando el período oriental de siete días, o semana, se introdujo en la época de Augusto, se usaron las primeras siete letras del alfabeto del mismo modo para indicar los días de esta nueva división de tiempo. De hecho, todavía sobreviven calendarios fragmentarios sobre mármol en el que tanto un ciclo de ocho letras ---A a H--- que indican nundinae, y un ciclo de siete letras ---A a G--- que indican las semanas, se utilizan lado a lado (Vea "Corpus Inscriptionum Latinarum ", 2da. ed., I, 220. La misma peculiaridad ocurre en el calendario filocaliano de 356 d.C., ibid., p. 256). Los cristianos imitaron este mecanismo, y marcaron en sus calendarios los días del año a partir del 1 de enero al 31 de diciembre con un ciclo continuo recurrente de siete letras: A, B, C, D, E, F, G. La A fue siempre se contraponía al 1 de enero, B al 2 de enero, C al 3 de enero y así sucesivamente. Así F caía el 6 de enero, G el 7 de enero; A se repetía el 8 de enero, y también, en consecuencia, el 15, 22 y 29 de enero. Continuando de esta manera, el 30 de enero se marcaba con una B, el 31 de enero con una C y el 1 de febrero con una D. Suponiendo que esto se realice a través de todos los días de un año normal (es decir, no un año bisiesto), se encontrará que una D corresponde al 1 de marzo, G al 1 de abril, B al 1 de mayo, E al 1 de junio, G al 1 de julio, C al 1 de agosto, F al 1 de septiembre, A al 1 de octubre, D al 1 de noviembre, y P al 1 de diciembre ---un resultado que Durando recordó con el siguiente dístico:

Alta Domat Dominus, Gratis Beat Equa Gerentes
Contemnit Fictos, Augebit Dona Fideli.

Ahora, como muestra un momento de reflexión, si el 1 de enero es domingo, todos los días marcados con A caerán también en domingo; si el 1 de enero es un sábado, el domingo será el 2 de enero, que es una B, y todos los demás días marcados B serán domingo, si el 1 de enero es un día lunes, luego no será domingo hasta el 7 de enero, una G, y todos los días marcados por una G serán domingos. Tras esta explicación, la letra dominical de cualquier año se define como esa letra del ciclo, A, B, C, D, E, F, G, que corresponde al día en que cae el primer domingo (y cada domingo siguiente).

Es evidente, sin embargo, que cuando hay año bisiesto, surge una complicación. Febrero tiene entonces veintinueve días. Tradicionalmente los calendarios anglicanos y civiles le añadían este día extra al final del mes, mientras que el calendario eclesiástico católico contaba el 24 de febrero dos veces. Pero en cualquier caso el 1 de marzo cae un día más tarde en la semana que el 1 de febrero, o, en otras palabras, para el resto del año los domingo caerán un día antes de lo que lo harían en un año común. Esto se expresa diciendo que un año bisiesto tiene dos letras dominicales, al ser la segunda la letra que precede a aquella con la que comenzó el año. Por ejemplo, el 1 de enero de 1907 fue un martes, el primer domingo cayó el 6 de enero, o una F; por consiguiente, F fue la letra dominical para el año 1907. El 1 de enero de 1908 fue un miércoles; el primer domingo cayó el 5 de enero, y E es la letra dominical; pero dado que el 1908 fue año bisiesto, los domingos después de febrero cayeron un día antes que en un año normal y fueron Ds. El año 1908, por lo tanto, tuvo una letra dominical doble, E-D. En 1909, el 1 de enero fue un viernes y la letra dominical es C. En 1910 y 1911 el 1 de enero cayó, respectivamente, sábado y domingo y las letras dominicales son B y A.

Esto, por supuesto, es muy simple, pero la ventaja del método se encuentra, como la de una expresión algebraica, en que es un mero símbolo adaptable a cualquier año. Mediante la construcción de una tabla de letras y días del año, colocando siempre la A en el 1 de enero, podemos ver a la vez la relación entre los días de la semana y el día de cualquier mes, si sólo conocemos la letra dominical. Esto siempre se puede encontrar en la siguiente regla de Morgan, que da la letra dominical para cualquier año, o la segunda letra dominical si es año bisiesto:

  • 1. Sume 1 al año dado.
  • 2. Tome el cociente que se obtiene al dividir el año en cuestión por 4 (descuidando el resto).
  • 3. Tome 16 de las cifras de siglo del año dado si se puede hacer.
  • 4. Tome el cociente de III dividido por 4 (ignorando el resto).
  • 5. Reste III de la suma de I, II y IV.
  • 6. Encuentre el resto de V dividido por 7: este es el número de la letra dominical, suponiendo que A, B, C, D, E, F y G son equivalentes, respectivamente, a 6, 5, 4, 3, 2, 1 y 0.

Por ejemplo, para encontrar la letra dominical del año 1913:

(Pasos 1, 2 y 4) 1914 + 478 + 0 = 2392 (3) 19 - 16 = 3 (4) 2392 - = 2389 (5) 2389 / 7 = 341, restante 2. Por lo tanto, la letra dominical es E.

Pero la letra dominical tuvo otro uso muy práctico en los días antes de que el "Ordo divini officii recitandi" se imprimiera cada año y cuando, en consecuencia, un sacerdote a menudo tenía que determinar el "Ordo" por sí mismo (vea Directorios Católicos). Como se muestra en los artículos epacta y Controversia Pascual, el Domingo de Pascua puede ser tan temprano como 22 de marzo o tan tarde como el 25 de abril, y en consecuencia hay treinta y cinco posibles días en que pueda caer. También es evidente que cada letra dominical permite cinco fechas posibles para el Domingo de Pascua. Así, en un año cuya letra dominical es A (es decir, cuando el 1 de enero es un domingo), la Pascua debe ser el 26 de marzo, el 2 de abril, el 9 de abril, el 16 de abril o el 23 de abril, pues estos son todos los domingos en los límites definidos. Pero según la Pascua caiga en uno u otro de estos domingos, obtendremos un calendario diferente, y por lo tanto hay cinco y sólo cinco, posibles calendarios para los años cuya letra dominical es A. Del mismo modo, hay cinco posibles calendarios para los años cuya letra dominical es B, cinco para C, y así sucesivamente, treinta y cinco posibles combinaciones en total. Ahora, se tomó ventaja de este principio en la disposición del antiguo “pye” (N. de la T.: pye: almanaque de servicios usado en la Iglesia de Inglaterra antes de la Reforma.) o directorium que precedió a nuestro presente "Ordo". Los treinta y cinco posibles calendarios fueron incluidos en el mismo y numerados, respectivamente, primum A, secundum A, tertium A, etc.; primum B, secundum B, etc. Por lo tanto, para cualquiera que quisiera utilizar el “pye” la primera cosa a determinar era la letra dominical del año, y luego por medio del número de oro o la epacta, y con la ayuda de una tabla sencilla, encontrar cuál de los cinco posibles calendarios asignados a dicha letra dominical pertenecía al año en cuestión. Una tabla como la que acabamos de referirnos, pero adaptada al calendario reformado y en una forma más conveniente, se encuentra al principio de cada breviario y misal bajo el título "Tabula Paschalis nova reformata".

La letra dominical no parece haber sido conocida por Beda en su "De Temporum Ratione", pero en su lugar, adopta un método similar de siete números que él llama concurrentes (De Temp. Rat., Cap. LIII), el cual era de origen griego. Los concurrentes son números que indican los días de la semana en que cae el 24 de marzo en los años sucesivos del ciclo solar, en el cual el 1 corresponde al domingo, 2 (feria secunda) al lunes, 3 al martes, y así sucesivamente. Basta aquí afirmar que la relación entre los concurrentes y la letra dominical es la siguiente:

  • Concurrentes 1 2 3 4 5 6 7
  • Concurrente 1 = F (letra dominical)
  • Concurrente 2 = E
  • Concurrente 3 = D
  • Concurrente 4 = C
  • Concurrente 5 = B
  • Concurrente 6 = A
  • Concurrente 7 = G


Fuente: Thurston, Herbert. "Dominical Letter." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. 14 Jan. 2013 <http://www.newadvent.org/cathen/05109a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina