Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Sábado, 23 de noviembre de 2024

Semana litúrgica

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar

La semana como una medida de tiempo es una división suficientemente obvia del mes lunar, y no tiene gran importancia la discusión llevada a cabo eruditamente sobre si el período de siete días es en última instancia de origen babilónico. De todos modos, los judíos consideraban la semana como una institución sagrada debido a la ley del descanso sabático y su asociación con el primer capítulo del Génesis. Los primeros convertidos al cristianismo sin duda estaban aferrados a las costumbres (en la medida en que fuesen compatibles con la ley del Evangelio) en las que se habían criado. El domingo, "el primer día de la semana" (Hechos 20,7; 1 Cor. 16,2; cf. Apoc. 1,10), pronto sustituyó el sábado como el gran día de la observancia religiosa, pero la semana se mantuvo igual que antes.

En realidad es mucho el recomendar la idea de que en los siglos I y II sólo las únicas conmemoraciones de los grandes misterios cristianos entonces en uso formaban un ciclo semanal, no anual. Según la Epístola de Bernabé (XV), el domingo era "el comienzo de otro mundo", y el escritor dice además: "Por lo cual también guardamos el octavo día para regocijarnos, en el que también Jesús resucitó de entre los muertos y tras haberse manifestado subió a los cielos". Además, la Didajé (8) ordena: "No dejes que tu ayuno sea como el de los hipócritas, pues ellos ayunan en el segundo y quinto día de la semana, pero ustedes ayunen el cuarto día y el viernes", mientras que en el cap. XIV nos dice "Y en el día del Señor reúnanse y partan el pan y den gracias”.

Se hace completamente claro a partir del lenguaje de Tertuliano, las Constituciones Apostólicas y otros escritores antiguos que el domingo de cada semana era considerado como conmemorativo de la Resurrección, y los miércoles y viernes de la traición y la Pasión de Cristo. Aunque esta concepción primitiva simple, según se introducían y multiplicaban las fiestas, dio lugar con el tiempo a un calendario anual, la semana siempre retuvo su importancia; esto se ve particularmente en la división hebdomadaria del salterio para la recitación en el Oficio Divino. Amalario conserva para nosotros los detalles del acuerdo aceptado en la capilla real de Aquisgrán en 802, por el cual se recitaba todo el salterio en el transcurso de cada semana. En sus rasgos más amplios la división fue idéntica a la impuesta teóricamente por el Breviario Romano hasta la reciente publicación de la Constitución Apostólica "Divine Afflatu" el 1 de noviembre de 1911. Por otra parte, se desprende de Amalario que el acuerdo carolingio fue en esencia el mismo que el ya aceptada por la Iglesia Romana. Ya en el siglo VI, San Benito había establecido claramente el principio de que todo el salterio iba a ser recitado por lo menos una vez a la semana; de hecho, un acuerdo similar se le atribuyó al Papa San Dámaso I.

También se reconoce oficialmente la consagración de determinados días de la semana para temas de devoción específicos por el Oficio especial de la Santísima Virgen los sábados, por las Misas de la Pasión de los viernes de Cuaresma y por el arreglo de oficios votivos para días especiales de la semana aprobados por el Papa León XIII. Durante mucho tiempo, en la temprana Edad Media en Occidente se consideraba el jueves como una especie de fiesta o domingo menor, probablemente porque era el día de la semana en que caía la Ascensión (cf. Beda, "Hist. Eccl." IV, 25). Además el breviario aprobado después del Concilio de Trento dejó que ciertos agregados al Oficio se dijesen una vez a la semana, por ejemplo, el oficio de difuntos, los salmos graduales, etc. sobre todo los lunes de Adviento y de Cuaresma.


Bibliografía: BAUMER, Histoire du Breviare, Fr. tr. (París, 1905); BURTON y MYERS, The New Psalter and its Use (Londres, 1912); BAUDOT, The Roman Breviary, tr. (Londres, 1909).

Fuente: Thurston, Herbert. "Liturgical Week." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912.<http://www.newadvent.org/cathen/15575b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc