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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Hititas

De Enciclopedia Católica

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Uno de los muchos pueblos del noroeste de Asia, llamado hittim en la Biblia Hebrea, o Khuti o Kheta en los monumentos egipcios y Hatti en los documentos cuneiformes. Durante muchos siglos se conoció la existencia de los hititas por escasas alusiones en la Biblia. Documentos egipcios y asirios les revelaron a los estudiosos de la última parte del siglo XIX el poder del imperio hitita, y los descubrimientos que se siguen ahora en la casa misma de este pueblo ya olvidado proveen casi a diario nueva e importante información sobre él, despertando el interés de académicos, y fomentando la esperanza que pronto la historia de los hititas sea tan conocida como la de Egipto y Asiria. En la última parte del siglo XVIII, un viajero alemán había notado dos figuras talladas en una roca cerca de Ibreez, en el territorio de la antigua Licaonia. El Mayor Fischer las redescubrió en 1838, e hizo un dibujo de las figuras y una copia de las dos breves inscripciones en caracteres aspecto extraño que acompañaban a estas figuras, las cuales no se sabía qué eran en ese momento. En sus viajes a lo largo del Orontes (1812) Burckhardt también había notado en Hama, el sitio de la antigua ciudad de Hamath, un bloque cubierto con lo que parecía ser una inscripción, aunque los caracteres eran desconocidos. Mencionó este descubrimiento en su "Travels in Syria" (p. 146), sin que, sin embargo, atrajera la atención de los viajeros y orientalistas. Casi sesenta años después, Johnson y Jessup encontraron en el mismo lugar tres placas con la misma descripción, y en 1872 el Dr. W. Wright había llevado las piedras al Museo Imperial de Constantinopla. Los caracteres grabados en relieve sobre las piedras se designaron durante largo tiempo como "escritura hamatita", aunque ya en 1874 el Dr. Wright había sugerido que eran de origen hitita. Al comparar las inscripciones de Ibreez con las de Hamah, E. J. Davis notó que la primera estaba también en la "escritura hamatita". Muy pronto se descubrieron nuevos textos en Alepo, Jerabûls, Nínive, Ghiaur-ka-lessi, Boghaz-Keui, Monte Sípilo, el paso de Karabel: todos presentaban los mismos extraños caracteres jeroglíficos grabados en relieve y de manera boustrophedon. Cuando había figuras acompañando las inscripciones, también tenían un asombroso parecido entre sí: todos estaban vestidos con una túnica que les llegaba a las rodillas, estaban calzados con botas con orillas dobladas hacia arriba, y llevaban una gorra con visera alta. Se tuvo la certeza de que estos monumentos pertenecían a la población hitita localizadas por las inscripciones egipcias y asirias en el oriente de Asia Menor. La verdadera casa de los monumentos hititas, de hecho, se extiende desde el Eufrates hasta el río Halis; monumentos hallados más allá de estos límites, o bien marcan el sitio de colonias excéntricas, o son memorias de conquistas militares. Esta distribución geográfica, así como algunas de las características notables en las figuras talladas en estos monumentos, deja claro que los hititas deben haber sido originalmente habitantes de una región fría y montañosa, y que se debe considerar como su hogar primigenio las altas mesetas de Capadocia. Tanto los monumentos egipcios como los de ellos los describen como feos de apariencia, con piel amarilla, cabello negro, frente hundida, ojos oblicuos y mandíbula superior sobresaliente. Este tipo todavía se puede encontrar en Capadocia.

En cuanto a su lenguaje, puede decirse, a pesar de las investigaciones de Conder, Sayce, y otros, que hasta ahora han desafiado la paciencia y el genio de los orientalistas. Los primeros textos hititas conocidos fueron escritos en los llamados caracteres hamatitas; los archivos reales descubiertos desde 1905 en Boghaz-Keui, bajo los auspicios del "Deutsche Orient-Gesellschaft", contienen muchos textos hititas escrito en caracteres cuneiformes. Es de esperarse que esto permita a los estudiosos detectar el secreto de ese lenguaje antiguo que aún persistía en Licaonia en el tiempo de los viajes misioneros de San Pablo en esas regiones. Asimismo, se sabe muy poco sobre la religión hitita. La dificultad especial aquí surge en parte por las tendencias sincréticas manifiestas en el desarrollo religioso de los antiguos pueblos del Oriente, y en parte por la escasez de información relativa al culto claramente hitita. La descripción de Luciano del gran templo de Mabog y su culto puede contener algunas características del culto que se realizaba en la muy antigua ciudad de Carkemish; pero parece ser una tarea inútil tratar de rastrear estas características con una brecha de unos diez siglos. Debido a la permanencia de las costumbres populares en lugares remotos del país, y particularmente en las regiones montañosas, menos accesibles a la influencia extranjera, tal vez haya allí una información más fiable sobre el primitivo culto hitita a partir de la descripción de Estrabón de las solemnidades religiosas en Capadocia en la época clásica (Estrabón, XII, II, 3, 6, 7). Sin embargo, el panteón hitita se conoce, en cierta medida, por los nombres propios que con frecuencia contienen como elemento constitutivo del título de alguna deidad. Entre los nombres divinos más habitualmente empleados se pueden mencionar aquí: Tarqû, Rho, Sandan, Kheba, Tishûbû, Ma, and Hattû. El pacto emprendido por Ramsés II y Hattusil sugiere la idea de que el cielo, la tierra, ríos, montañas, tierras, ciudades, tenían cada uno su Sutekh femenino o hombre, una especie de genius loci, como el Ba'alath o Baal arameo. Un tratado entre el mismo Hattusil y el gobernante de Mitanni en que citan primero deidades de origen babilónico,luego otras de carácter más claramente hitita, y, por último, algunos dioses indo-persa, atestigua el carácter sincrético de la religión hitita ya en el siglo XIV a.C. Gracias a los documentos egipcios y asirios, tenemos más detalles sobre la historia de los hititas. En una fecha temprana algunas de sus tribus se abrieron paso a través de los desfiladeros de la cordillera de Tauro en el norte de Siria y se establecieron en el valle de Orontes: Hamath y Cadés (V.a. Kadesh) fueron las primeras ciudades hititas. Algunas bandas, prosiguieron su marcha hacia el sur y se asentaron en la región montañosa del sur de Palestina, donde se mezclaron con los amorreos, quienes poseían la tierra en ese entonces. Ezequiel, al afirmar que la madre de Jerusalén era una hitita (una hitita---V.A., 16,3.45; D.V.: cetita), muy probablemente se refiere a una antigua tradición sobre el origen de la ciudad. En todo caso, cuando Abraham llegó a Canaán se encontró una colonia hitita agrupada en torno a Hebrón (Gén. 23,3; 26,34, etc.) La mayor parte de la nación se estableció en el Naharina (comp. Hebr.: Aram Naharaim), entre los ríos Balikh y Orontes, en las laderas de la cordillera Amano y en las llanuras de Cilicia. Esta posición, entre los dos imperios más importantes del mundo antiguo, es decir, Caldea y Egipto, hizo del territorio ocupado por los hititas, en el camino seguido por los comerciantes de ambas naciones, uno de los países comerciales más ricos de Oriente.


Bibliografía: SAYCE, The Hamathite Inscriptions in Transactions of the Society of Biblical Archæology, V, p. 27-29; IDEM, The Monuments of the Hittites, ibid., VII, pp. 251, 284; IDEM, The Hittites. The Story of a Forgotten Empire (3rd ed., Londres, 1903); WRIGHT, The Empire of the Hittites (Londres, 1884); CONDER, Heth and Moab (Londres, 1889); IDEM, Altaic Hieroglyphs and Hittite Inscriptions (Londres, 1887); IDEM, The Hittites and their language (Londres, 1898); MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l'Orient classique, II (París, 1897); DE LANTSHEERE, De la race et de la langue des Hittites in Compte rendu du congrés scientifique international des catholiques (1891); IDEM, Hittites et Omorites (Brussels, 1887); HALÉVY, La langue des Hittites d'après les textes assyriens in Recherches Bibliques, pp. 270-288; VIGOUROUX, Les Héthéens de la Bible, leur histoire et leurs monuments in Mélanges bibliques, (2da. ed., París, 1889); JENSEN, Hittiter und Armenien (Strasburg, 1898); WINCKLER, Die im Sommer 1906 in Kleinasien ausgeführten Ausgrabungen in Orientalistische Litteratur-Zeitung (15 Dec., 1906); IDEM in Mitteilungen der Orient-Gesellschaft (dic., 1907).

Fuente: Souvay, Charles. "Hethites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07305a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina