Zamora, España
De Enciclopedia Católica
(ZAMORENSIS), sufragánea de Valladolid. Colinda al norte con León, al este con Valladolid, al sur con Salamanca y al oeste con Orense y Portugal. Comprende la mayor parte de la provincia de Zamora y algunos pueblos de la provincia de Valladolid y Salamanca.
Zamora pertenecía originalmente a los vacos, pero es dudoso a cuál de sus ciudades corresponde (Séntica, Sarabis, Sisapona, Orcelis); muy probablemente fue la antigua capital Occloduri (Ocellus-Duri. “Ojo del Duero)), la que Antonio menciona en su “Itinerario” y la sitúa en la intersección de los tres caminos y que proporciona un lugar de descanso para los viajeros de Mérida y Astorga a Zaragoza. Cerca de un cuarto de milla de distancia de las antiguas murallas se ha hallado curiosos sepulcros cavados en las rocas con una cavidad para la cabeza. Los fundamentos del antiguo puente, ahora en condición ruinosa, parecen ser romanos, y en el portal del ayuntamiento de la ciudad se ha conservado una antigua inscripción a Viaco (Mercurio) que denota su posición en la encrucijada. En la Edad Media, debido al conocimiento imperfecto de la geografía, Zamora era confundida con la antigua Numantia, también situada en el Duero, pero a una distancia de cincuenta leguas, y debido a esta confusión, a la Diócesis de Zamora se le ha llamado numantina en algunos documentos. Durante la dispersión de los judíos algunos de ellos se establecieron en Zamora, y los cristianos habitaban allí tan temprano como durante la persecución de Diocleciano, pues varios mártires, entre ellos San Baudilio, sufrieron el martirio allí. No se ha conservado ningún registro de Zamora en el tiempo de los ostrogodos, pero el nombre de Medina Zamorati se halla tan temprano como en el período sarraceno, lo cual apunta claramente a una etimología arábiga. Desde el siglo VIII al XI la ciudad estuvo alternadamente en posesión de los moros y de los cristianos. Primero fue reconquistada por Alfonso I o su hijo Fruela, pero Abderramán la reconquistó en 813. Después de su reconquista Alfonso III emprendió su restauración en 893, pero el 9 de julio de 901 los musulmanes la atacaron furiosamente una vez más. Fueron totalmente derrotados y ese día fue conocido desde entonces como el día de Zamora.
En 905 Alfonso III estableció una sede episcopal, cuyo primer obispo fue San Atilano (905-15). Él había sido el compañero de San Froilán de León, primero en el desierto y luego en el monasterio de Morerucla que fundaron a orillas del Esla. San Atilano y San Froilán fueron consagrados el mismo día. San Atilano fue sucedido por Joannes, Dulcidio, Dominico, Joannes II y Salomón, en cuyo tiempo Zamora cayó una vez más a manos de los moros. En 981 fue sitiada por el teniente de Alamanzor, Abdalla-ben-Abdallasis, y fue finalmente tomada por Alamanzor mismo, quien la destruyó completamente, y luego (999) la repobló con moros. Fernando I la reconquistó definitivamente, e inició su restauración en 1062, cuando les concedió una cédula especial a sus colonizadores. Cuando dividió sus territorios entre sus hijos, le dio la ciudad de Zamora le tocó a su hija Dona Urraca. Su hermano Don Sancho intentó quitársela y mantuvo la ciudad en estado de sitio por siete meses, pero fue traidoramente asesinado por Bellido Dolfos, quien pretendió haber desertado a sus filas.
El Cid, Rui Díaz de Bivar, obligó al rey Alfonso VI a jurar públicamente que no había tomado parte en esa traición, y en el lugar donde cayó herido don Sancho, construyó el monasterio de San Miguel del Burgo. Al quedar la sede vacante, Alfonso VI y Bernardo, arzobispo de Toledo, concordaron en nombrar a Jerónimo, un nativo de Perigorda y obispo de Valencia, pero después de la muerte del Cid él no fue capaz de mantener su sede. El Papa Calixto II de inmediato reestableció la sede, y la línea de obispos ha continuado ininterrumpida desde entonces hasta el presente. Luego de la restauración, el arzobispo de Braga, a cuya arquidiócesis había pertenecido el territorio, y el arzobispo de Toledo, que había consagrado al obispo Jerónimo, se disputaron el derecho de jurisdicción sobre la nueva diócesis. Eugenio III decidió a favor del arzobispo de Braga; Adrián IV y Alejandro III confirmaron esta decisión, a pesar del hecho de que el arzobispo de Santiago había también sometido sus reclamos a la jurisdicción. No fue hasta después de la separación de Portugal que Zamora reconoció las pretensiones del metropolitano de Santiago. Desde el Concordato de 1851 ha pertenecido a la provincia eclesiástica de Valladolid.
Jerónimo murió en 1124 y fue sucedido por Bernardo, un nativo de Aquitania, en cuyo tiempo Alfonso VII transfirió la Iglesia de San Tome con sus valores al obispo, para ser usados en la construcción de la nueva catedral, y le concedió a los canónigos de Zamora los privilegios disfrutados por los de Santiago, León y Palencia. Esteban, quien sucedió a Bernardo en 1149, colocó las bases, y el 15 de septiembre de 1174 se consagró la nueva catedral. Guillermo, el sucesor del obispo, conmemoró este evento en verso. A Pedro I (1239-54) se le confirió el título de Familiar del rey San Fernando III. En tiempos de su sucesor, Suero Pérez, se encontró el cuerpo de San Ildefonso en la Iglesia de San Pedro. Los obispos Pedro Gómez Barroso (s. XIV), Juan de Mela (s. XV) y Rodrigo de Castro (s. XVI) fueron elevados a la dignidad cardenalicia. Gonzalo Rodríguez Osorio asistió en 1310 al concilio efectuado en Salamanca para tratar sobre la supresión de los Caballeros Templarios. Enrique II comisionó a Álvaro a lograr una reconciliación entre su hija doña Leonor y su esposo Carlos III de Navarra. El emperador Segismundo envió a Diego Fernández de Fuen Salida (m. 1426) a intentar llevar el cisma a su fin. Fray Diego de Deza, el protector de Cristóbal Colón fue también obispo de Zamora. Antonio Acuña fue ejecutado en el castillo de Simancas (1526) por haber tomado parte en la rebelión de los comuneros contra Carlos I (V). Juan Coello de Rivera (1642), con la ayuda del clero secular y los monjes, defendió la ciudad contra los portugueses. El benedictino Fray Alonso de San Vítores murió en olor de santidad en 1660. En tiempos de los soberanos católicos, la Corte de la Beltraneja residió en Zamora durante la guerra contra Isabela por la posesión de la corona que llevó el último, apoyado por el rey de Portugal.
Entre los antiguos monumentos de interés en Zamora está el puente sobre el Duero, del siglo XIV, con sus dieciséis arcos ojivales, y sus famosas torres que servían como una fortaleza en tiempos de Isabel I la Católica. Sin embargo, éstas han perdido algunos de sus rasgos característicos debido a adiciones subsiguientes. La torre arruinada tiene una figura en el tope comúnmente llamada Gobierna, que sirve como una veleta. En el punto más alto de la ciudad descansa el antiguo palacio de doña Urraca. Este enorme edificio está situado cerca de los portones de la ciudad que abre hacia el norte, y tiene un rastrillo fortificado por dos pequeñas torres, las que se usaban durante las guerras civiles del siglo XVIII. La catedral es un elegante edificio románico del siglo XII. Uno de sus rasgos prominentes es una impresionante cúpula flanqueada en los cuatro lados por pequeñas torres que terminan en aberturas en forma de linternas. El todo está dominado por una torre cuadrangular majestuosa, con espirales saledizos, y tres hileras de ventanas; se le ha añadido una moderna torre de reloj. El exterior de la capilla principal es de estilo gótico florido. La fachada principal tiene un gran arco greco romano con columnas corintias y un frontón ático. La fachada del transepto sur, llamada “del obispo”, es un fino espécimen de arquitectura en bizantino puro. El interior de la iglesia lleva el mismo estilo de arquitectura. En el espacio detrás del coro hay tres arcos muy notorios, y cada una de las tres naves abre a tres capillas: las de San Ildefonso, San Juan el Evangelista y San Miguel Arcángel. Uno de los tesoros de la catedral es una custodia (ostensorio), una exquisita obra de arte en estilo gótico ornamentada con innumerables figuras pequeñas, y cuyo pedestal lleva fecha de 1598.
Entre las otras edificaciones eclesiásticas de Zamora que son dignas de mención especial está la de La Magdalena, en estilo románico, la cual perteneció a los Caballeros de San Juan. En el lado del Evangelio hay un bello sepulcro, más fino que cualquiera de la misma clase que se pueda ver en el sur de Francia, según el testimonio de Emile Berteaux. La Iglesia de San Pedro posee las reliquias de San Ildefonso y San Atilano; los sagrarios que contienen sus sagrados restos fueron abiertos por Juan II en 1427, por Carlos V en 1522, Felipe II en 1554 y Felipe III en 1602. El palacio episcopal, reconstruido a fines del siglo XVIII por el obispo Cabanillas, es espacioso y tiene una hermosa vista al río. El seminario conciliar de San Atilano fue fundado por el obispo Ramón Falcón y Salcedo en 1797, e incorporado de inmediato a la Universidad de Salamanca. A principios del siglo XX era independiente y ocupaba el antiguo colegio de los jesuitas
Bibliografía: QUADRADO, Zamora in Esp., sus Mon. y artes (Barcelona, 1885); LA FUENTE, Hist eccles. de Esp. (Barcelona, 1855); FLOREZ, Esp. sagrada, XIV (Madrid, 1786); DAVILA, Episcologio de Zamora, in Teatro eccles. de Z.; DURO, Memorius hist. de Z.; MELIDA in Boletin de la Acad. de la Hist. (julio - sept., 1910).
Fuente: Amadó, Ramón Ruiz. "Diocese of Zamora." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15747c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina