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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Piedra Angular

De Enciclopedia Católica

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Piedra Angular (piedra fundamental) es un rito, que aparece en el Pontifical Romano, titulado "De benedictione et impositione Primarii Lapidis pro ecclesia aedificanda" (De la bendición y colocación de la primera piedra para la construcción de una iglesia). Dado que aparece en la misma forma en el "Giunta Pontificale" de 1520, es probablemente al menos tan antiguo como la época de Patricio Piccolomini (siglo XV), y en esencia puede remontarse dos siglos más atrás a la época de Durando, de Mende (ver Catalani, "Pont. Rom.", II, 31).

El rito en sí es bastante simple. Antes de que se inicie el trabajo de construcción de una iglesia, la rúbrica indica que se deben tomar las medidas adecuadas para su mantenimiento, también se deben delimitar los cimientos, sujeto a la aprobación del obispo o su delegado, y se debe colocar una cruz de madera para indicar el lugar donde se ubicará el altar. En la función que sigue, el obispo bendice primero el agua con las formas ordinarias, luego rocía el lugar donde se encuentra la cruz y luego la primera piedra. Se le indica que sobre la piedra misma grabe cruces a cada lado con un cuchillo, y luego pronuncie la siguiente oración: «Bendice, oh, Señor, a esta criatura de piedra [creaturam istam lapidis] y concede, mediante la invocación de tu Santo Nombre, que todos los que con una mente pura ayuden a la edificación de esta iglesia puedan obtener la salud del cuerpo y la curación de sus almas. Por Cristo Nuestro Señor, amén

Después de la Letanía de los Santos, seguida de una antífona apropiada y el Salmo 127(126), "Si Yahveh no construye la casa…” etc., la piedra se baja a su lugar con otra oración y nuevamente se rocía con agua bendita. Siguen más antífonas y salmos, mientras el obispo de nuevo visita y rocía los demás cimientos, dividiéndolos en tres secciones y terminando cada pequeño recorrido con una oración especial. Finalmente se canta el "Veni Creator Spiritus" y dos breves oraciones. Entonces el obispo, si lo considera oportuno, se sienta y exhorta a la gente a contribuir a la fábrica, tras lo cual los despide con su bendición y la proclamación de una indulgencia.

En la Edad Media, se conocía este o algún rito análogo, pero el número de pontificales que contienen algo por el estilo es comparativamente pequeño (Martene, por ejemplo, en su "De ritibus" no da ninguna muestra de las formas usadas en tal función.) Uno de los pocos que proporciona tal rito es el Pontifical del arzobispo Chichele, que representa, sin duda, el uso de Sarum a principios del siglo XV. La función en sus detalles difiere considerablemente de la antes descrita. La única característica que es bastante idéntica es la oración citada anteriormente, "Benedic, Domine, creaturam istam lapidis", para bendecir la piedra, pero se complementa en el rito inglés con otra oración mucho más larga, que contiene muchas alusiones bíblicas, entre las que se encuentran las de “la piedra desechada por los constructores". Además, en Inglaterra se unge la piedra con el crisma mientras se reza una oración que hace referencia a esta ceremonia. De todo esto no hay rastro en el tipo de servicio romano.

No es fácil asignar una fecha al comienzo de esta práctica de bendecir la primera piedra. Sin embargo, un interesante fragmento de evidencia lo proporciona lo que aparentemente es la primera piedra inscrita de la primera iglesia de San Marcos en Venecia. (Vea el artículo de F. Douce en "Archaeologia", XXVI, 217 ss.) Como es de forma aproximadamente circular, entre seis y siete pulgadas de diámetro, y solo media pulgada de grosor, probablemente tengamos que ver con una tableta dejada en la piedra de fundación propiamente dicha. Lleva una cabeza rudamente raspada (¿de San Marcos?) Y la inscripción en caracteres del siglo IX: ECCL. S. MARCI PRIMAM PETRAM POSVIT DUX IO. PARTICI [aco]; el resto está destruido.

El dux, Juan Particiaco, dedicó la primera iglesia de San Marcos en el año 828 d.C. Por supuesto, esta inscripción no hace referencia a ninguna ceremonia religiosa, pero, como las formas para la dedicación de una iglesia se emplearon mucho antes de esta fecha, parece poco probable que tal función no hubiese sido acompañada por al menos alguna forma simple de bendición eclesiástica. Además, en el siglo XII el liturgista inglés Beletbus estaba evidentemente familiarizado con un rito de este tipo. «Cuando se hayan cavado los cimientos», dice, «es necesario que el obispo rocíe el lugar con agua bendita y que él mismo, o algún sacerdote a su voluntad, coloque la primera piedra del cimiento, que debe tener una cruz grabada en ella. Y es absolutamente necesario que la iglesia se construya hacia el este» (Belethus, II; PL, CCII, 10). Sicardos (P.L., CCXIII, 17 y 20) y Durando (Rationale, II, 7) utilizan un lenguaje similar menos de un siglo después.

Surge una pregunta relacionada con la práctica (1) de poner dinero sobre la piedra como contribución a la fábrica de la iglesia y (2) de encerrar monedas dentro o debajo de ella como evidencia de la fecha. Es probable que la primera costumbre se remonte a los términos de la oración citada arriba, que, al bendecir la primera piedra, en particular invoca favores especiales sobre todos "quienes con mente pura prestan su ayuda a la edificación de esta iglesia". Sin embargo, es curioso que en la descripción detallada que poseemos de una ceremonia pagana del mismo tipo —a saber, la que precedió a la restauración del templo romano de Júpiter sobre el Capitolio en la época de Vespasiano (Tácito, " Hist., "IV, 53)— encontramos no sólo que los cimientos fueron lavados con agua lustral, sino que la atención se centró especialmente en la gran piedra (ingens saxum) que fue arrastrada a su lugar por un grupo de personas y magistrados. Además, sobre los cimientos se esparcieron oro y plata en estado virgen y en bruto. Más extraño aún, una ceremonia similar parece haber prevalecido en la antigua Asiria, donde una inscripción de Nabopolasar (604 a.C.) describe cómo ese monarca, al construir un templo para Merodach, fundió oro y plata sobre los cimientos (Schrader, "Keilinschriftliche Bibliothek", pág. III, II, 5). Además, el rito ceremonial de colocar una primera piedra parece remontarse a la época de Sargón, c. 3800 a.C. (ibíd., págs. 85-93).

La costumbre de colocar monedas dentro o debajo de la primera piedra, ahora muy generalizada, necesita mayor aclaración. El ejemplo definitivo más temprano que se puede descubrir hasta el momento es una entrada en un libro de cuentas en Brujas, que registra que, cuando se reconstruyó (1519) el palacio de los magistrados de los francos, se colocó un ángel (moneda) debajo de la primera piedra (W. H.J. Weale en "Notes and Queries", 27 de agosto de 1870, p. 184). Es concebible que este entierro de oro y plata pueda representar una forma más primitiva de sacrificio en el que una víctima humana era inmolada y enterrada bajo la mampostería; pero la evidencia de cualquier costumbre generalizada de este tipo bárbaro no es en modo alguno tan concluyente como sostienen escritores como Tylor (Primitive Culture, 1903, I, p. 104 ss.) y Trumbull (The Threshold Covenant, págs. 57).


Bibliografía: Para la función eclesiástica vea CATALANI, Commentary on the Pontificale Romanum, II (Roma, 1739), 1-32; SAUER, Symbolik (Ratisbona, 1902), 114 ss. Cf. también DOUCE en Archoelogia, XXVI (Londres, 1836), 217 ss.; TRUMBULL, The Threshold Covenant (Edimburgo, 1896), 45-57.

Fuente: Thurston, Herbert. "Corner Stone." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14, págs. 303-304. New York: Robert Appleton Company, 1912. 29 sept. 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/14303a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina