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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Mente

De Enciclopedia Católica

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Introducción

(Griego, nous; latín, mens; alemán, Geist, Seele; francés, ame esprit).

La palabra mente ha sido usada con una variedad de significados, y encontramos una falta de fijeza en la connotación de los términos correspondientes en otros idiomas. Aristóteles nos dice que Anaxágoras, comparado con otros primeros filósofos griegos, apareció como un sobrio entre borrachos cuando introdujo nous, mente, como causa eficiente del orden general en el universo. Al tratar el tema del alma, el propio Aristóteles identifica nous con la facultad intelectual, que él concibe como en parte activa, en parte pasiva (Vea INTELECTO). Es el principio pensante, la energía más alta y más espiritual del alma, separable del cuerpo, e inmortal. La palabra latina, mens, fue empleada mucho en el mismo sentido.

Santo Tomás, que representa el uso escolástico general, deriva mens de metior (medir). Identifica mens con el alma humana vista como intelectual y haciendo abstracción desde las facultades orgánicas inferiores. Los [[[ángeles]] o espíritus puros, pueden así ser llamados mentes (De Veritate, X, a. 1). Para Descartes el alma humana es simplemente mens, rescogitans, mente. Se halla en completa oposición al cuerpo y a la materia en general. Él rechaza las facultades vegetativas asignadas al alma por Aristóteles y los escolásticos, y explica mecánicamente esas funciones vitales. Los animales inferiores no poseen mente en ningún sentido; son para él meras máquinas.

Un uso temprano en inglés relaciona cercanamente la palabra mente con memoria, como en la frase "tener en mente". Una vez más se ha asociado con el lado volitivo de nuestra naturaleza, como en las frases "preocuparse por" y "tener mente para efectuar algo". No obstante, cuando se le restringe a una facultad particular, la tendencia general ha sido la de identificar la mente con el poder cognitivo y más especialmente con las facultades intelectuales. En este uso corresponde más estrechamente con el significado primario del latín mens, entendido como el principio pensante o juzgador. La mente también se concibe como un ser substancial, equivalente al mens escolástico, parcialmente identificado con, parcialmente distinguido del alma. Si definimos el alma como el principio dentro de mí, por el cual siento, pienso, deseo, y por el que mi cuerpo es animado, podemos proporcionar una definición de “mente” de aceptación bastante amplia simplemente omitiendo la última cláusula. Es decir, en este uso la mente designa el alma como la fuente de la vida, sentimientos, pensamiento y volición conscientes, siendo la abstracción hecha a partir las funciones vegetativas. Por otra parte el término “alma” enfatiza la nota de sustancialidad y la propiedad del principio vivificante.

En la literatura psicológica inglesa del siglo XIX de hecho ha mostrado una notable timidez respecto al uso del término "alma". Mientras que en el alemán en todo caso la palabra seele ha estado en la aceptación general entre los psicólogos, la gran mayoría de los escritores ingleses sobre la vida mental evitan por completo el uso de la palabra inglesa correspondiente, como aparentemente peligrosa para su reputación filosófica. Incluso los representantes más ortodoxos de la escuela escocesa boicotearon rigurosamente la palabra, de modo que "la naturaleza y atributos de la mente humana" llegase a ser reconocida como la designación correcta de la materia objeto de la psicología, incluso entre aquellos que creían en la realidad de un principio inmaterial, como la fuente de la vida consciente del hombre. Sin embargo, la propagación de la visión positivista o fenomenalista de la ciencia de la psicología ha resultado en una muy ampliamente adoptada identificación de la mente simplemente con los estados conscientes, haciendo caso omiso de cualquier principio o sujeto a los que estos estados pertenecen. En este sentido la mente es sólo la suma de los procesos conscientes o actividades del individuo con sus modos especiales de operación. Esto, sin embargo, es una concepción totalmente insuficiente de la mente.

Por supuesto, puede ser conveniente y bastante legítimo para algunos propósitos el investigar ciertas actividades u operaciones de esta mente o alma, sin plantear la cuestión fundamental de la naturaleza metafísica del principio o substancia que es la base y el origen de estos fenómenos; y también puede servir como una útil economía de lenguaje emplear el término “mente” simplemente para designar la vida mental como una corriente de la conciencia. Sin embargo, la adopción de esta fraseología no debe hacernos perder de vista el hecho de que junto con la acción está el agente, que subyacente a las formas de comportamiento mental está el ser que se comporta. La conexión de nuestra identidad personal permanente, o mejor dicho el ejercicio más simple de la memoria auto-consciente, nos obliga a reconocer la realidad de un principio permanente, el sujeto y el enlace que conecta los estados transitorios. La mente adecuadamente concebida debe hacer que incluya el sujeto o agente, junto con los estados o actividades, y debe ser el quehacer de una ciencia completa de la mente para investigar ambos.

Todo nuestro conocimiento racional de la naturaleza de la mente debe derivarse a partir del estudio de sus operaciones. En consecuencia la psicología metafísica o racional lógicamente sigue a la psicología empírica o fenomenal. La descripción, análisis y observación cuidadosa de las actividades de la mente conducen a nuestras conclusiones filosóficas sobre la naturaleza íntima de la materia y la fuente de esas actividades. Las principales propuestas respecto a la mente humana vista como un principio substancial que los filósofos católicos pretenden establecer a la luz de la razón son: su unidad permanente, su individualidad, su libertad, su simplicidad y su espiritualidad (Vea los artículos CONCIENCIA, INDIVIDUALIDAD, INTELECTO, ALMA.

Mente y Conciencia

Origen de la Vida Mental

Mente y Materia

Mente y Mecanismo

Fuente: Maher, Michael. "Mind." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. 5 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/10321a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.