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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Alogi»

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(a, privativo, y logos, "palabra", es decir, "Negadores de la Palabra"). 
  
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[[San Ireneo]] (Adv. Haer., III, II, 9) hace una breve referencia a las [[persona]]s que negaban la manifestación del [[Espíritu Santo|Paráclito]] y rehusaban, por tanto, admitir el evangelio de [[San Juan]], donde se anuncia. No da el nombre de este grupo. [[San Hiopólito]] combatió tal [[error]] en su Sintagma y en una obra especial titulada "En defensa del Evangelio de Juan y del [[Apocalipsis]]". Estas obras se han perdido pero una buena parte de su contenido parece haber sido preservado por [[San Epifanio de Salamina|San Epifanio]].  San Epifanio (Haer. LI) da un largo relato del grupo de [[Herejía|herejes]] que surgió después de los catafrigios, cuartodecimanos y otros que no aceptaban ni el evangelio de Juan ni el Apocalipsis. Él los llama Alogi (negadores de la Palabra) porque al rechazar el evangelio de Juan, rechazaban al Logos que se revelaba en él. Jugando con el término, él observa, con un toque de sarcasmo, que están bien llamados, "alogi”, es decir, "sin razón" . Estos herejes parecen responder a la descripción de las [[persona]]s obscuras que menciona San Ireneo, y ésa es la opinión general sobre ellos. 
  
(a privativa y logos, "palabra", i e. "Negadores de la Palabra").S. Ireneo (Adv. Haer., III, ii, 9) hace una breve referencia a personas que negaban la manifestación del paráclito y rehusaban , por tanto, admitir el evangelio de S. Juan, donde se anuncia. No da el nombre de este grupo. S. Hiopólito combatió tal error en su Syntagma y en una obra especial titulada "En defensa del Evangelio de Juan y del Apocalipsis". Estas obras se han perdido pero una buena parte de su contenido parece haber sido preservado por S. Epifanio, (Haer. LI) que informa ampliamente del ese grupo de herejes que surgió después de los Catafrigios, Cuartodecimanos  y otros que no aceptaban ni el evangelio de Juan ni su Apocalipsis. Los llama Alogi (negadores de la Palabra) porque al rechazar el evangelio de Juan rechazaban al Logos que se revelaba en él. Comentando el texto, observa con sarcasmo que se les llamaba "Alogi”, es decir, "sin razón" . Estos herejes parece ser los que describe Ireneo como personas oscuras, y esa es la opinión general sobre ellos.
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Los Alogi, por consiguiente pueden ser descritos como un grupo que surgió en Asia Menor a finales del siglo II. Evidentemente expresaban una protesta radical contra el abuso que los [[montanistas]] hicieron del prometido Paráclito, y de la efusión del Paráclito en visiones y profecías.  Esto puede explicar por qué llegaron a negar el Evangelio de San Juan, que predecía la venida del Espíritu Santo y por qué negaban todo crédito al Apocalipsis que en su descripción de la [[Jerusalén]] celestial y del reino de mil años, alimentaba la [[imaginación]] de los entusiastas de Frigia. Los Alogi le atribuían esos dos libros a Cerinto. No está claro si además negaban la divinidad del Hijo y su generación eterna. San Epifanio dice que negaban el Logos que predicaba San Juan, pero está perplejo por la estupidez de atribuir a Cerinto un evangelio que estaba escrito contra él. Pues Cerinto enseñaba que Cristo era sólo un hombre, mientras que Juan en ese mismo libro predicaba su divinidad. Por lo tanto, puede ser que los Alogi no rechazaran la [[doctrina]] misma sino sólo el Logos bajo el que la doctrina se presentaba en el Evangelio.  Eso parece implicar San Epifanio “porque”, dice él, “ellos mismos parece que creen lo que nosotros” 
  
Los Alogi, por consiguiente pueden ser descritos como un grupo que surgió en Asia Menor a finales del siglo segundo. Evidentemente expresaban una protesta radical contra los abusos de los montanistas y de sus efusiones en visiones y profecías sobre el Paráclito prometido. Esto puede explicar porque llegaron a negar el Evangelio de S. Juan que predecía ala llegada del Espíritu Santo y porqué negaban todo crédito al Apocalipsis que en sus descripciones de la Jerusalén celeste y del reino de mil años alimentaba la imaginación de los entusiastas de Frigia. Los Alogi atribuían esos dos libros Cerinto. No está claro si además negaban la divinidad del Hijo y su generación eterna. S. Epifanio dice que negaban el Logos que predicaba Juan, pero está perplejo por la estupidez de atribuir a Cerinto un evangelio que estaba escrito contra él, ya que Cerinto enseñaba que Cristo era solo un hombre, mientras que Juan, en este mismo libro, predica su divinidad. Puede pues ser que los Alogi no rechazaran la doctrina misma sino sólo el Logos bajo el que la doctrina se presentaba en el Evangelio. Eso parece implicar S. Epifanio “porque “, dice, “ellos mismos parece que creen lo que nosotros”
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Sea lo que sea, los eruditos no están tan interesados en su [[Cristología]], sino en el criticismo bíblico que desarrollaron. Sin [[duda]] fue una predisposición lo que les impelió a rechazar el Evangelio de San Juan y el Apocalipsis. Pero trataron de mantener su punto de vista con argumentos sacados del examen de esos mismos libros. El evangelio de S. Juan, decían, contiene lo que no es [[verdad]]; según ellos no estaba de acuerdo con los otros evangelios, mezclaba el orden de los acontecimientos y además era docético en su doctrina (N. T.: Docetismo: antigua [[herejía]] que afirmaba que el cuerpo de Cristo era sólo un fantasma o aparición).  Aún hacían menos caso al Apocalipsis porque, afirmaban, era ininteligible con frecuencia, por no decir pueril y [[Falsedad|falso]]. A propósito de Apocalipsis 2,18, afirmaban que no había una iglesia [[Cristianismo|cristiana]] en Tiátira en ese momento.  Este movimiento anticatólico ha sido estudiado cuidadosamente desde que en el siglo XIX se planteó la cuestión “juanina” buscando más información sobre la posición y autoridad del Cuarto Evangelio en la [[Iglesia]] primitiva.  
  
Sea lo que fuere, el interés de los especialistas por ellos no va sobre su cristología sino por el criticismo bíblico que desarrollaron. Era sin duda una postura doctrinal previa que les impelió a rechazar el Evangelio de S. Juan  y el Apocalipsis. Pero trataron de mantener su ponto de vista con argumentos sacados del examen de esos mismos libros. El evangelio de S. Juan, decían,  contiene lo que no es verdad; según ellos no estaba de acuerdo con los otros evangelios, según el orden de los acontecimientos mostrado por los sinópticos y pro consiguiente reflejaba una doctrina docético. Aún hacían menos caso al Apocalipsis porque, afirmaban, era ininteligible con frecuencia, por no decir pueril y falso. A propósito de Apoc. ii, 18, afirmaban que no había una iglesia cristiana en Tiatira en ese momento.
 
  
Ese movimiento anticatólico ha sido estudiado cuidadosamente desde que en el siglo diecinueve se planteó la cuestión “juanina” buscando más información sobre la posición y autoridad del cuarto evangelio en la Iglesia primitiva.
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'''Bibliografía''':  SAN IRENEO, Adv. Haer.,III, II, 9; FILASTRIO, HAER., LX; ST. EPIPH., Haer., LI; KOERNER, De auct. Can. Apoc. Joh. ab Alogis impugnata (Leipzig, 1751); EUSEBIO, Hist. Eccl., III, 28, I. DRUMMOND, Carácter y Autoría del Cuarto Evangelio (Londres, 1903); ROSE, Aloges, asiates et romains, in Rev. Biblique, VI, 1897; ZAHN, Geschichte des neutestamentl. Kanons, I, 220-262; CORSSEN, Monarchianische Prologe zu den vier Evangelien (Leipzig, 1896; HARNACK, Historia del Dogma, III, 14-20.  
  
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'''Fuente:'''  Havey, Francis. "Alogi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.  <http://www.newadvent.org/cathen/01331b.htm>.
  
===Bibliografía===
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Traducido por Pedro Royo. En memoria de Magdalena Zalamea.
 
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L H M.
 
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ST. IREN., Adv. Haer.,III, ii, 9; PHILASTRIUS, HAER., LX; ST. EPIPH., Haer., LI; KOERNER, De auct. Can. Apoc. Joh. ab Alogis impugnata (Leipzig, 1751); EUS., Hist. Eccl., III, 28, I. DRUMMOND, The Character and Authorship of the Fourth Gospel (London, 1903); ROSE, Aloges, asiates et romains, in Rev. Biblique, VI, 1897; ZAHN, Geschichte des neutestamentl. Kanons, I, 220-262; CORSSEN, Monarchianische Prologe zu den vier Evangelien (Leipzig, 1896; HARNACK, History of Dogma, III, 14-20.
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Francis P. Havey.
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Transcrito por John Fobian. En memoria  de Helen L. Johnson.
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Traducido por Pedro Royo. En memoria de Magdalena Zalamea.
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Revisión de 12:03 30 nov 2008

(a, privativo, y logos, "palabra", es decir, "Negadores de la Palabra").

San Ireneo (Adv. Haer., III, II, 9) hace una breve referencia a las personas que negaban la manifestación del Paráclito y rehusaban, por tanto, admitir el evangelio de San Juan, donde se anuncia. No da el nombre de este grupo. San Hiopólito combatió tal error en su Sintagma y en una obra especial titulada "En defensa del Evangelio de Juan y del Apocalipsis". Estas obras se han perdido pero una buena parte de su contenido parece haber sido preservado por San Epifanio. San Epifanio (Haer. LI) da un largo relato del grupo de herejes que surgió después de los catafrigios, cuartodecimanos y otros que no aceptaban ni el evangelio de Juan ni el Apocalipsis. Él los llama Alogi (negadores de la Palabra) porque al rechazar el evangelio de Juan, rechazaban al Logos que se revelaba en él. Jugando con el término, él observa, con un toque de sarcasmo, que están bien llamados, "alogi”, es decir, "sin razón" . Estos herejes parecen responder a la descripción de las personas obscuras que menciona San Ireneo, y ésa es la opinión general sobre ellos.

Los Alogi, por consiguiente pueden ser descritos como un grupo que surgió en Asia Menor a finales del siglo II. Evidentemente expresaban una protesta radical contra el abuso que los montanistas hicieron del prometido Paráclito, y de la efusión del Paráclito en visiones y profecías. Esto puede explicar por qué llegaron a negar el Evangelio de San Juan, que predecía la venida del Espíritu Santo y por qué negaban todo crédito al Apocalipsis que en su descripción de la Jerusalén celestial y del reino de mil años, alimentaba la imaginación de los entusiastas de Frigia. Los Alogi le atribuían esos dos libros a Cerinto. No está claro si además negaban la divinidad del Hijo y su generación eterna. San Epifanio dice que negaban el Logos que predicaba San Juan, pero está perplejo por la estupidez de atribuir a Cerinto un evangelio que estaba escrito contra él. Pues Cerinto enseñaba que Cristo era sólo un hombre, mientras que Juan en ese mismo libro predicaba su divinidad. Por lo tanto, puede ser que los Alogi no rechazaran la doctrina misma sino sólo el Logos bajo el que la doctrina se presentaba en el Evangelio. Eso parece implicar San Epifanio “porque”, dice él, “ellos mismos parece que creen lo que nosotros”

Sea lo que sea, los eruditos no están tan interesados en su Cristología, sino en el criticismo bíblico que desarrollaron. Sin duda fue una predisposición lo que les impelió a rechazar el Evangelio de San Juan y el Apocalipsis. Pero trataron de mantener su punto de vista con argumentos sacados del examen de esos mismos libros. El evangelio de S. Juan, decían, contiene lo que no es verdad; según ellos no estaba de acuerdo con los otros evangelios, mezclaba el orden de los acontecimientos y además era docético en su doctrina (N. T.: Docetismo: antigua herejía que afirmaba que el cuerpo de Cristo era sólo un fantasma o aparición). Aún hacían menos caso al Apocalipsis porque, afirmaban, era ininteligible con frecuencia, por no decir pueril y falso. A propósito de Apocalipsis 2,18, afirmaban que no había una iglesia cristiana en Tiátira en ese momento. Este movimiento anticatólico ha sido estudiado cuidadosamente desde que en el siglo XIX se planteó la cuestión “juanina” buscando más información sobre la posición y autoridad del Cuarto Evangelio en la Iglesia primitiva.


Bibliografía: SAN IRENEO, Adv. Haer.,III, II, 9; FILASTRIO, HAER., LX; ST. EPIPH., Haer., LI; KOERNER, De auct. Can. Apoc. Joh. ab Alogis impugnata (Leipzig, 1751); EUSEBIO, Hist. Eccl., III, 28, I. DRUMMOND, Carácter y Autoría del Cuarto Evangelio (Londres, 1903); ROSE, Aloges, asiates et romains, in Rev. Biblique, VI, 1897; ZAHN, Geschichte des neutestamentl. Kanons, I, 220-262; CORSSEN, Monarchianische Prologe zu den vier Evangelien (Leipzig, 1896; HARNACK, Historia del Dogma, III, 14-20.

Fuente: Havey, Francis. "Alogi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01331b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. En memoria de Magdalena Zalamea. L H M.