Diferencia entre revisiones de «Abstracción»
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− | + | Los argumentos a favor de la [[esencia y existencia | existencia]] de tal facultad no se deducen de un estudio de su operación real, que elude nuestros poderes de introspección , sino del [[análisis]] de sus resultados. Sus defensores se apoyan principalmente en el hecho de que poseemos conceptos definidos universales, como de un triángulo, que transcienden las vagas imágenes flotantes que representan la fusión de nuestras representaciones individuales; y también en el elemento de universalidad y [[necesidad]] en nuestros juicios. Es en conexión con este último punto que la cuestión es de máxima importancia, ya que sistemas filosóficos que rechazan este poder de abstracción directa de la idea universal son, naturalmente, más o menos escépticos sobre la validez objetiva de nuestros juicios universales. | |
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− | + | '''Bibliografía''': Porter, The Human Intellect (Nueva York, 1869), 377-430; Maher, Psychology (Londres y Nueva York, 1900), 294, 307, 310; Spencer, Psychology (Nueva York, 1898), I, VIII; Mill, Logic (Londres y Nueva York, 1898), I, II; IV, II; Mivart, The Origin of Human Reason (Londres, 1889), ii; Van Becelaere, The Philos. Rev., Nov., 1903; Newman, Grammar of Assent (Londres 1898), viii; Bowne, Theory of Thought and Knowledge (Nueva York, 1897), xi; Bain, Education as a Science (Nueva York, 1879), vii; Sully, Teacher's Psychology (Nueva York, 1887), XII, XIII. | |
+ | '''Fuente''': Duffy, Francis. "Abstraction." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01074a.htm>. | ||
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Última revisión de 00:35 2 jun 2010
( Latín abs, de trahere, extraer).
La abstracción es un proceso (o una facultad) por el que la mente selecciona para consideración alguno de los atributos de una cosa con exclusión del resto. Para algunos escritores, incluyendo los escolásticos, dicen que los atributos seleccionados para la atención son los abstraídos; para otros, como Kant y Hamilton, el término se aplica a la exclusión de los atributos que son ignorados; el proceso, sin embargo, es el mismo en ambos casos. Las cosas que parecen más simples, son complejas, es decir, tienen varios atributos; y el proceso de abstracción comienza con la sensación, puesto que la vista percibe ciertas cualidades, el gusto otras, etc. Desde el comienzo de la inteligencia la actividad progresa rápidamente, pues todas nuestras generalizaciones dependen de la abstracción a partir de diferentes objetos de alguna fase, o fases, que tienen en común.
Un paso siguiente y más importante se da cuando la mente llega a la etapa en la que puede manejar sus abstracciones, tales como extensión, movimiento, especies, ente, causa, como base para la ciencia y la filosofía, en las que, al menos hasta cierto punto, los conceptos abstractos son manipulados como los símbolos en álgebra, sin inmediata referencia a lo concreto. Este proceso no carece de peligros de falacias, pero el conocimiento humano no progresaría mucho sin él. Por consiguiente, es evidente que los métodos de guiar a la mente de lo concreto a lo abstracto, así como el desarrollo del poder de manejar las ideas abstractas, son asuntos de gran importancia en la ciencia de la educación.
La mayoría de los filósofos---y todos los que basan el conocimiento en la experiencia--- concurren substancialmente con esta explicación de la importancia de la abstracción en el proceso del conocimiento; aunque difieren ampliamente sobre la naturaleza y validez de los conceptos abstractos en sí mismos. Una visión amplia prevalente, mejor representada por las escuelas asociacionistas, es que las ideas generales se forman por la mezcla o fusión de impresiones individuales. Sin embargo, los escolásticos más eminentes, siguiendo a Aristóteles, le atribuyen a la mente es en su más alto aspecto un poder (llamado intelecto activo) que abstrae de las representaciones de cosas concretas o cualidades, los elementos típicos, ideales y esenciales, dejando atrás aquellos que son materiales y particulares. Los conceptos así formados pueden ser muy limitados en contenido y varían en número y precisión con el conocimiento de particulares; pero la actividad de la facultad es siempre espontánea e inmediata; nunca es un proceso de mezcla de las representaciones particulares en una idea compuesta, y mucho menos una mera agrupación de cosas similares o atributos bajo un nombre común. El concepto así obtenido representa un elemento que se realiza universalmente en todos los miembros de la clase, pero es reconocido formalmente como un universal solamente por medio de más observación y comparación.
Los argumentos a favor de la existencia de tal facultad no se deducen de un estudio de su operación real, que elude nuestros poderes de introspección , sino del análisis de sus resultados. Sus defensores se apoyan principalmente en el hecho de que poseemos conceptos definidos universales, como de un triángulo, que transcienden las vagas imágenes flotantes que representan la fusión de nuestras representaciones individuales; y también en el elemento de universalidad y necesidad en nuestros juicios. Es en conexión con este último punto que la cuestión es de máxima importancia, ya que sistemas filosóficos que rechazan este poder de abstracción directa de la idea universal son, naturalmente, más o menos escépticos sobre la validez objetiva de nuestros juicios universales.
Bibliografía: Porter, The Human Intellect (Nueva York, 1869), 377-430; Maher, Psychology (Londres y Nueva York, 1900), 294, 307, 310; Spencer, Psychology (Nueva York, 1898), I, VIII; Mill, Logic (Londres y Nueva York, 1898), I, II; IV, II; Mivart, The Origin of Human Reason (Londres, 1889), ii; Van Becelaere, The Philos. Rev., Nov., 1903; Newman, Grammar of Assent (Londres 1898), viii; Bowne, Theory of Thought and Knowledge (Nueva York, 1897), xi; Bain, Education as a Science (Nueva York, 1879), vii; Sully, Teacher's Psychology (Nueva York, 1887), XII, XIII.
Fuente: Duffy, Francis. "Abstraction." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01074a.htm>.
Traducido por Pedro Royo. L M H.