Golpes de Pecho
De Enciclopedia Católica
(NOTA: Este artículo fue escrito en 1907 y está en proceso de ser actualizado.)
En el santo Sacrificio de la Misa se prescribe el golpeo del pecho como un acto litúrgico durante el confíteor, en la frase “Por mi culpa” (tres veces), en el “Nobis Quoque Peccatoribus” (una vez), en el Cordero de Dios (Agnus Dei) (tres veces) y en el “Señor, no soy digno” (Domine, Non Sum Dignus) (tres veces). Con la cabeza inclinada, excepto en el “Peccatoribus Nobis Quoque”, moderadamente y sin ruido, el celebrante se golpea el pecho con la mano derecha, con los dedos juntos y curvados o completamente extendidos, ya que las rúbricas no dicen nada sobre este punto; después de la consagración, sin embargo, con los últimos tres dedos solamente, ya que el pulgar y el dedo índice, que se unen, no deben entrar en contacto con la casulla. En el Cordero de Dios en la Misa de réquiem se omite el golpe de pecho, para mostrar que el celebrante está pensando en los que han partido más que en sí mismo. Los fieles están acostumbrados a esta práctica, así como el sacerdote.
Los primeros cristianos estaban familiarizados con la práctica, como San Agustín y San Jerónimo testifican. "Tan pronto usted oiga la palabra “Confiteor”, dice el primero, "se golpea el pecho. ¿Qué quiere decir esto, excepto que usted desea traer a la luz lo que está oculto en su seno, y por este acto a limpiar sus pecados ocultos?" (Sermo de verbis Domini, 13). "Nos golpeamos el pecho", dice San Jerónimo, "porque el pecho es la sede de los malos pensamientos; queremos disipar estos pensamientos, queremos purificar nuestros corazones" (En Ezequiel, c XVIII). Una garantía para las mismas se encuentra en los Salmos: Un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias (Sal. 51(50),19). El peticionario en el trono de la misericordia castiga su corazón y lo ofrecerlo como sacrificio a Dios, que sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas (Salmo 147(146-147),3). Los antiguos cristianos estaban acostumbrados a golpearse el pecho al oír hablar de los pecados sensuales; al "Perdona nuestras ofensas" del Padre Nuestro, y en aborrecimiento del crimen de los judíos, en las palabras del Evangelio: "Tú tienes un demonio", aplicada a Cristo.
Fuente: Meehan, Andrew. "Striking of the Breast." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 25 Aug. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/02751a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina