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Sábado, 23 de noviembre de 2024

San Edmundo Campion

De Enciclopedia Católica

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Mártir y jesuita inglés, hijo y homónimo de un librero católico. Nació en Londres el 25 de enero de 1540 y fue ejecutado en Tyburn el 1 de diciembre de 1581. Una compañía de la ciudad envió al prometedor niño a una escuela de gramática y al Hospital de la Iglesia de Cristo. Cuando María Tudor hizo su entrada a Londres con gran ceremonia como una reina, él fue el colegial escogido para dar el discurso en latín a su majestad. Sir Tomás White, alcalde, quien construyó y dotó al San Juan College de Oxford, aceptó a Campion como uno de sus primeros alumnos, le nombró hermano menor a los diecisiete años, y, en su agonía, le dio su último mensaje para la familia académica. Campion brilló en Oxford en 1560, especialmente cuando pronunció un elogio fúnebre en el segundo entierro de Amy Robsart, y otro en el funeral del fundador de su colegio; y durante los siguientes doce años él fue seguido e imitado como ningún otro hombre lo había sido en una universidad inglesa, excepto él mismo y Newman. Se graduó con dos carreras, llegó a ser un tutor famoso y en 1568, censor menor. La reina Isabel había visitado Oxford dos años antes, ella y Dudley, entonces canciller, conquistados por la conducta, belleza e ingenio de Campion le rogaron que pidiera lo que quisiera. Los éxitos, responsabilidades locales, tentaciones, su natural facilidad de carácter, los razonamientos, sobre todo de su amigo el Obispo Cheyney de Gloucester, cegaron a Campion sobre su trayectoria como católico: tomó el Juramento de Supremacía y órdenes de diácono de acuerdo al nuevo rito.

Sus pensamientos subsiguientes se tornaron en escrúpulos, los escrúpulos en angustia, cortó con su feliz vida en Oxford cuando su cargo de censor terminó, y se trasladó a Irlanda, a esperar la reapertura de la Universidad de Dublín, una antigua fundación papal temporalmente suprimida. Sir Henry Sydney, un agregado de lord, estuvo interesado en el futuro de Campion tanto como en el nuevo fervor religioso, el cual, sin embargo, fracasó. Con Felipe Sydney, quien en ese entonces era un muchacho, Campion tendría una conmovedora entrevista en 1577. Como demasiado católico mirado como anglicano, Campion se volvió sospechoso y estaba expuesto al peligro. Escondido en casa de sus amigos, compuso su tratado llamado “Una Historia de Irlanda”. Lo escribió desde el punto de vista inglés, y los nativos irlandeses se sintieron ofendidos; y en el siguiente siglo Geoffrey Keating lo criticó severamente en su “Historia Irlandesa de Irlanda”.

Impulsado a un esfuerzo adicional por el celo de Gregory Martin, cruzó a Inglaterra disfrazado y con un nombre falso y llegó a Londres a tiempo para ser testigo del juicio de uno de los primeros mártires oxonienses: Dr. John Storey. Campion entonces reconoció su vocación y se apresuró a entrar al seminario en Douai. Cecil lamentó ante Richard Stanihurst, lo que llamó la expatriación de uno de los “diamantes de Inglaterra”. En Douai, Campion continuó sus cursos teológicos (v. teología) y su grado menor, pero entonces se fue como peregrino descalzo a Roma, arribando allí justo antes de la muerte de San Francisco Borja;. “porque eso pretendo”, como lo dijo en su examen “a entrar a la Compañía de Jesús, de eso hacer voto y ser profeso.”. Esto realizó enseguida en abril (1573), siendo el primer novicio en ser recibido por Mercurianus, el cuarto general. Como la provincia inglesa aún no existía, fue designado a la de Bohemia, entrando en el noviciado de Praga y pasando su año de probación en Brunn, en Moravia. Al regresar a Praga, enseñó en el colegio y escribió un par de dramas sagrados, siendo ordenado (v. Orden Sagrado) allí en 1578. Mientras tanto, el Dr. Allen estaba organizando el trabajo apostólico en la misión inglesa, y se alegró de lograr que fueran los padres Robert Parsons y Edmund Campion sus primeros asistentes jesuitas. En el jardín en Brunn, Campion había tenido una visión, en la cual Nuestra Señora le predijo su martirio. Sus compañeros de Praga deciden hacer un pergamino para P. Edmundo Campion, mártir y a pintar una guirnalda de rosas profética en su celda. Parsons y Campion salen de Roma, tuvieron muchas aventuras, y fueron reclamados por San Carlos Borromeo en Milán y por Beza en Génova.

Campion se encontró en Londres con un fiel amigo recién convertido, el cual le proveyó ropa adecuada, armas y caballo. Su función principal era recuperar los católicos que estaban vacilantes o contemporizando bajo la tiranía gubernamental, pero su celo por ganar protestantes, sus prédicas, su total personalidad santa y soldadesca, dejaron una profunda y general impresión. Se produjo una alarma y él huyó al norte, donde de nuevo comenzó a escribir y produjo su famoso panfleto “Diez Razones”. Regresó a Londres, sólo para retirarse de nuevo, esta vez a Norfolk. Un espía, antiguo mayordomo de la familia Roper, George Eliot, estaba tras sus huellas, y lo capturó, junto con otros, el 17 de julio de 1581 en Lyford Grange, cerca de Wantage.

En medio de escenas de violenta excitación, Campion fue burlonamente paseado por las calles de su ciudad natal, atado de pies y manos, cabalgando de espaldas y con un cartel en su sombrero señalando al “jesuita sedicioso”. Primero fue tirado al calabozo Little Ease en la Torre, luego fue llevado privadamente a la casa de su ex patrón, Leicester; allí se encontró con la propia reina, y recibió serias promesas de libertad si renunciaba a su papismo. Habiendo Hopton tratado en vano las mismas lisonjas, fue llevado de regreso a la Torre y examinado bajo tortura, y se informó que había traicionado a quienes lo habían protegido. Se realizaron varios arrestos fundados en mentiras. El había solicitado un debate público. Pero cuando se le concedió, en la capilla normanda de la Torre, ante el Decano de San Pablo y otros teólogos, a Campion se le había negado la oportunidad de preparar su disertación, y había sido torturado severamente. Debilitado, estuvo presente en las cuatro largas conferencias sin contar con una silla, mesa o notas, y se mantuvo de pie invicto. A consecuencia de esto, Felipe Howard, conde de Arendel, quien observaba lleno del orgullo mundano, tuvo la inspiración de retornar al servicio de Dios. El consejo privado, no sabiendo qué hacer o decir sobre un traidor puramente “espiritual”, tramaron un complot para poner en tela de juicio la lealtad de Campion, y llamaron a los asalariados Eliot y Munday como acusadores. Un juicio ridículo se realizó en la alcaldía de Westminster el 20 de noviembre de 1581. Campion, declarándose no culpable, le era completamente imposible mantener en alto su tantas veces retorcido brazo derecho; viendo esto un compañero prisionero, quien primero le besó, le levantó el brazo. Campion presentó una magnífica defensa. Pero la sentencia fue a muerte, serían ahorcados, destripados y descuartizados: una sentencia recibida por los mártires con un grito jubiloso de Haec Dies y Te Deum. Campion, con Sherwin y Briant, quienes estaban en un cañizo separado, fueron llevados en una rastra tirada por caballos a Tyburn el 1 de diciembre. Al pasar el arco de Newgate, se levantó tanto como pudo para saludar una imagen de Nuestra Señora, que se hallaba in situ.

En el cadalso, interrumpido y provocado a expresar su opinión sobre la Bula de Pío V por medio de la cual excomulgaba a la reina Isabel, él respondió sólo con una oración por ella “vuestra reina y mi reina”. El fue un inglés católico con opiniones políticas que no eran las de Allen, sin embargo él murió, lo mismo que hizo Felton alguna vez, por la supremacía de la Santa Sede. El pueblo lamentó su destino a gritos y comenzó una nueva cosecha de conversiones. A un joven impetuoso y de corazón generoso, Henry Walpole, que estaba cerca, se le manchó su jubón blanco con la sangre de Campion.

Este incidente lo convirtió también, con el tiempo, en un jesuita y mártir. Historiadores de todas las escuelas están de acuerdo que los cargos contra Campion fueron un simulacro al por mayor. Ellos alaban su gran inteligencia, su bella jovialidad, su fogosa energía, su muy caballerosa gentileza. Había renunciado a toda oportunidad de una deslumbrante carrera en un mundo de hombres magistrales. Cada tradición de Edmundo Campion, cada fragmento de sus palabras escritas, y no menos en sus cartas doradas no estudiadas, nos muestran que él fue nada menos que un hombre de genio, uno de los grandes isabelinos, pero santo como ninguno de ellos.

Fue beatificado por el Papa León XIII el 9 de diciembre de 1886 y canonizado por el Papa Paulo VI en 1970. Sus reliquias se conservan en Roma y Praga, en Londres, Oxford, Stonyhurst y Roehampton. Un retrato no muy convincente fue hecho muy pronto luego de su muerte por Gesu en Roma, bajo la supervisión de muchos que le habían conocido. De esto hay una copia en óleo en Stonyhurst, y una grabada brillantemente en Hazart’s, “Kerckelycke Historie” (Antwep, 1669), Vol. III (Enghelandt, etc).


Bibliografía: CAMPION, Historia de Irlanda, primero publicado por STANIHURST en HOLINSHED, Chronicles (1587), luego en el libro de WARE (1633). Hibernia Press (Dublin, 1809); Edmundi Campiani, Decem Rationes et alia Opuscula, editado por Antwerp, 1631; Narratio Divortii Henrici VIII, Regis Angliae, ab Uzore et ab Ecclesia, HARPESFIELD. SIMPSON, Edmund Campion, Jesuit Protomartyr of England (London, 1866; reissued, London, 1907). CHALLONER, Memoirs of Missionary Priests; FOLEY, Records of the English Province of the Society of Jesus, and STANTON, Menology of England and Wales.

Fuente: Guiney, Louise Imogen. "St. Edmund Campion." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05293c.htm>.

Traducido al español por Giovanni E. Reyes. lhm