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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Ezequías

De Enciclopedia Católica

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Ezequías (hebreo, “El Señor fortalece”; Setenta Ezekias; en las inscripciones cuneiformes Ha-za-qi-ya-hu ).

Rey de Judá, hijo y sucesor de Ajaz. A partir de 2 Reyes 18 aprendemos que comenzó a reinar en el tercer año de Oseas, rey de Israel, que entonces tenía veinticinco años de edad, que su reinado duró veinte y nueve años, y que su madre fue Abía, hija de Zacarías. El relato de su reinado está plagado de dificultades cronológicas sin resolver, y existe una diferencia de opinión entre los estudiosos en cuanto al año en que ascendió al trono. El cálculo comúnmente aceptado reconoce su reinado desde 726 a 697 a.C. En su carácter y en política, Ezequías fue piadoso y agradable a Dios. Fue un reformador civil y religioso enérgico, y por esto el escritor sagrado lo compara con el rey David. Los acontecimientos de su reinado se narran en el segundo Libro de los Reyes, y también en el relato paralelo en el Segundo Libro de las Crónicas, pero en éste, como era de esperar, se hace hincapié principalmente en las reformas religiosas que realizó, mientras que el primer relato sólo las menciona brevemente, y narra más detalladamente los aspectos civiles y políticos de su reinado.

Entre las reformas religiosas se menciona la purificación del Templo, que había sido cerrado por Ajaz, su impío predecesor (2 Crón. 28 - 29), la reanudación y correcta celebración de la fiesta de la Pascua que se habían descuidado (2 Crón. 30), y, en general, la erradicación de la idolatría, y la reorganización del culto hebreo (2 Sam. 18, 2 Crón. 31). En un título prefijado en el capítulo 25 de los Proverbios, se afirma que los dichos contenidos en la siguiente colección (25 - 29) fueron copiados por los "hombres de Ezequías". Esto parece indicar algún interés y actividad literaria por parte del rey, y en la tradición talmúdica a estos "hombres de Ezequías" se les atribuye la composición de varios libros del Antiguo Testamento. Poco después de su ascenso al trono Ezequías se liberó del yugo de los asirios, de quienes su padre se había convertido en vasallo (2 Sam. 18). Otros acontecimientos notables durante su reinado fueron su enfermedad y la curación milagrosa, la embajada de Merodak Baladán y la invasión de Senaquerib. La historia de la enfermedad de Ezequías aparece narrada en 2 Reyes 20 e Isaías 38.

El rey fue atacado por alguna enfermedad mortal, y el profeta Isaías viene en nombre de Yahveh para advertirle que ponga en orden sus asuntos, pues está a punto de morir. Pero Ezequías ora al Señor, quien le dice al profeta que regrese a anunciarle que se recuperará, y que vivirá quince años adicionales. Como una señal del cumplimiento de esta promesa, Isaías hace que la sombra retroceda diez gradas en el reloj de sol. Relacionado con este evento es el envío de una embajada por Merodak Baladán, rey de Babilonia, que habiendo oído hablar de la enfermedad de Ezequías, le envió mensajeros con regalos. El motivo de esta acción por parte del rey de Babilonia era probablemente el de contratar los servicios de Ezequías en una liga contra Senaquerib, rey de Asiria. Ezequías recibió a los enviados con gran honor, y les mostró sus varios tesoros y armamentos de guerra. Este espíritu de ostentación desagradó al Señor, el cual le envió a Isaías para anunciarle que los tesoros, en los que el rey parecía poner su confianza, serían llevados como botín a a Babilonia. Poco tiempo después (según las inscripciones cuneiformes, en el año 701), Senaquerib llevó a cabo una gran campaña contra Siria y Egipto. La historia de esta expedición está narrada, desde el punto de vista asirio, en la inscripción cuneiforme oficial conocida como el prisma de Taylor. El plan de Senaquerib era, primero, vencer a los reyes de Ascalón, Sidón y Judá que habían formado una coalición contra él, y luego tornar su atención a la tierra de los faraones.

Después de someter a Ascalon y Accarón, el invasor asirio tomó y saqueó todas las ciudades fortificadas de Judá, y llevó a sus habitantes al exilio. Luego sitiaron a Jerusalén y Ezequías, al verse encerrado "como un pájaro en una jaula", resolvió llegar a un acuerdo con su enemigo. Senaquerib exigió treinta talentos de oro y trescientos talentos de plata, y, para suplirlos, Ezequías se vio obligado a entregar no sólo el contenido del tesoro real, sino también la plata del Templo, y las láminas de oro que estaban en las puertas del mismo (2 Rey. 18). Pero cuando además de esto, los asirios exigieron la rendición de Jerusalén con miras a llevar a sus habitantes al exilio, el valor de Ezequías revivió, y se preparó para una vigorosa resistencia. Rechazó las altivas exigencias de rendición, y el rey, aconsejado por el profeta Isaías, se volvió suplicante al Señor, quien dio garantía de que el enemigo pronto abandonaría el sitio sin hacer daño a la ciudad. Esta profecía se verificó en breve cuando el ángel del Señor exterminó por la noche a 185,000 de las fuerzas de asedio, y el resto huyó con Senaquerib y regresó a Asiria. Ezequías sobrevivió a esta liberación sólo unos pocos años, y fue enterrado con gran pompa en la tumba de los hijos de David (2 Rey. 20,21; 2 Crón. 32,33).


Fuente: Driscoll, James F. "Ezechias." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05737a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.