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Martes, 3 de diciembre de 2024

Uso litúrgico del agua

De Enciclopedia Católica

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Además del agua bendita que usa la Iglesia en muchos de sus ritos de bendición, y además del agua utilizada en el lavatorio de pies y manos (Vea lavatorio de pies y manos) y en la fuente bautismal, el agua tiene un lugar reconocido en el ritual de toda Misa y en un cierto número de oficios pontificales y extraordinarios que incluyen alguna forma de lavado.

Respecto al agua mezclada con el vino en la Misa, desde tiempos remotos los primeros Padress han tratado de hallar las razones de por qué la Iglesia usa un cáliz mezclado aunque la narrativa del Evangelio implica que Cristo consagró vino puro. San Cipriano (Ep. LXIII, 13) discutiendo esta cuestión ve una analogía a la unión de Cristo con sus fieles; pero, como señala el Concilio de Trento (Ses. XXII, De Missa, VII), además de esto hay una referencia al flujo de sangre y agua del costado de Cristo, del cual la Iglesia, como dispensadora de los Sacramentos, fue formada, como una nueva Eva del costado del nuevo Adán. Fue probablemente en alusión al anterior simbolismo (es decir, la unión del pueblo con Cristo) que el antiguo “Ordines Romani” dirigió el coro (schola cantorum) a presentar agua en el ofertorio de la Misa. Podemos notar también que por largo tiempo se mantuvo la práctica de la Iglesia Ortodoxa Griega de verter un poquito de agua caliente en el cáliz inmediatamente antes de la Comunión, y aunque parece no haber evidencias confiables de alguna costumbre de ese tipo en los primeros siglos, los griegos hallaron un motivo serio para para reprocharle a los latinos por la ausencia de esta usanza.

En la purificación del cáliz, se usa de nuevo el agua en el segundo lavado, pero no siempre prevaleció en la Edad Media la práctica presente según la cual el sacerdote ingiere la ablución de vino y agua. Por otro lado había una costumbre muy generalizada de proveer agua, o vino y agua, a los comulgantes para que tomaran como una “purificación” luego de la Comunión. De hecho esto está prescrito en las rúbricas existentes del Misal (Rit. Ser., X, 6), aunque el “Caeremoniale Episcoporum” habla de una purificación de vino solo en el día de Pascua. Además, se hace un uso estrictamente litúrgico del agua en oficios tales como la colocación de la primera piedra de una iglesia y la consagración de un cementerio; aunque aquí la bendición consiste sólo de cinco oraciones usadas comúnmente para hacer el agua bendita común.

Sin embargo, en la bendición de una campana y en la dedicación de una iglesia ocurren características especiales. En el caso de una campana, se inserta una oración completamente nueva, “Benedic, Domine, hanc aquam”, y luego se lava completamente la campana por dentro y por fuera con el agua así consagrada. Para la consagración de una iglesia, se prepara un agua lustral especial después que el obispo ha ingresado al edificio, y los diferentes ingredientes (sal, agua, cenizas y vino), antes de ser mezclados entre sí, se bendicen con oraciones que difieren completamente de las utilizadas en el caso del agua bendita para uso común. Esta agua lustral es rociada mientras que el obispo hace siete vueltas alrededor del altar y tres al interior de la iglesia.

En las basílicas romanas y en algunas otras iglesias se realiza con cierta solemnidad el rito de lavar el altar mayor el Jueves Santo, y en la antigüedad fue una función más notable que en el presente. Para este propósito se usaban vino y a veces agua de rosas, así como el elemento puro. Nuevamente en la apertura de las puertas santas en las basílicas romanas al comienzo del año santo del jubileo, los penitenciarios, provistos con esponjas y toallas, lavan y secan el umbral, luego de que la puerta previamente obstruida ha sido abierta.

Menos estrictamente litúrgico es el uso del agua que se bendice con varias fórmulas especiales para propósitos devocionales. El “ Rituale Romanum” oficial contiene cierto número de bendiciones, por ejemplo “Modus benedicendi aquam” con otras fórmulas similares en honor a Santa Adelaida, San Willibrord, San Vicente Ferrer, etc., particularmente. El propósito de esto es generalmente medicinal y hay en particular una extensa bendición del “agua de San Huberto” contra la mordida de un perro rabioso.


Bibliografía: El lector puede referirse a los libros mencionados en el artículo agua bendita; cf. también SCHROD en Kirchenlexikon, s.v. Weihwasser; THALHOFER, Liturgik (Friburgo, 1883-93); y para la Edad Media especialmente FRANZ, Die kirchlichen Benediktionem (Friburgo, 1909). Vea además los comentarios de CATALANI, Pontificale Romanum (París, 1850); y Rituale Romanum (Roma, 1757); y THURSTON, The Laity and the Unconsecrated Chalice in The Month (octubre 1911).

Fuente: Thurston, Herbert. "Liturgical Use of Water." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15564a.htm>.

Traducido por Alonso Teullet. L H M.