Memoria
De Enciclopedia Católica
Memoria (Latín memoria) es la capacidad de la mente de almacenar procesos conscientes y reproducirlos luego con algún grado de fidelidad. Estrictamente hablando, sin embargo, un proceso consciente de reavivamiento no es recordado, a menos que sea, al mismo tiempo, reconocido como algo que ocurrió antes. La memoria, por lo tanto, implica un proceso de reconocimiento. A la reproducción voluntaria de los procesos mentales con frecuencia se le llama evocación, a la involuntaria, recuerdo.
Contenido
Divisiones de la Memoria
Santo Tomás distingue dos clases de memoria, la sensorial y la intelectual. Sin embargo, excluye de la primera la función de simplemente almacenar la imagen mental; esto se lo asigna a la imaginación. La memoria sensorial se reserva aquello que no puede ser recibido por los sentidos especiales y sin embargo es individual, y por lo tanto no pertenece a la memoria intelectual, que no tiene conocimiento de nada excepto lo universal. Por ejemplo, la utilidad de un objeto y su entorno en el tiempo pasado; por la utilidad de un objeto no debe entenderse cualquier concepto abstracto de su propósito, sino la experiencia sensorial que todos los animales adquieren de que ciertas cosas son beneficiosos o perjudiciales. Santo Tomás localiza la memoria sensorial en el organismo corporal (1, LXXVIII, a. 4). La memoria intelectual recibe y almacena lo abstracto y universal. Su asiento es el intelecto pasivo, una división, o tal vez sólo un aspecto de la facultad de entender. El complemento del intelecto pasivo es el intellectus agens, que se concibe como trabajando activamente en los datos de los sentidos, abstrayendo de ellos lo universal (especies intelligibilis) que contienen e imprimiéndolo en el intelecto pasivo. Santo Tomás sostiene que debe haber una memoria intelectual, porque aquello sobre lo que se actúa debe conservar el efecto del agente tanto más perfectamente en proporción a su propia estabilidad. Dado que las impresiones de los sentidos dejan rastros duraderos en el cuerpo que está sujeto a la descomposición, --- a fortiori, lo universal debe, de alguna manera, ser almacenado en el intelecto pasivo, que es una facultad espiritual permanente como el alma misma (I, P., LXXIX, una, 6-7).
Este argumento asume que ellos son procesos cognitivos específicamente diferentes a los de la sensación, una doctrina que ha recibido escaso reconocimiento en la psicología moderna hasta hace poco. La suposición tácita o expresa de muchos psicólogos experimentales ha sido todo lo contrario, a saber, que todos nuestros procesos cognitivos son sensaciones o complejos sensoriales. Recientemente, sin embargo, se ha hecho el intento de demostrar experimentalmente la existencia del pensamiento abstracto, totalmente distinta de las imágenes mentales (phantasmas). Junto con este reconocimiento de una diferencia entre la sensación y el pensamiento, la psicología está comenzando a enfatizar la distinción entre la memoria sensorial y la intelectual.
Durante mucho tiempo los psicólogos han dividido la memoria sensorial en varios “tipos”, entre los principales están el auditivo, visual y motor. Cualquier persona puede recordar a veces por imágenes visuales, auditivas o de otro tipo; pero el carácter predominante de su imaginería determina su tipo de memoria. Hasta cierto punto el tipo depende del adiestramiento; pero hay evidencia que muestra que es en parte determinada por condiciones anatómicas o fisiológicas del cerebro. Esto, sin embargo, no excluye la modificación de imágenes por cualquier ejercicio de memoria en las que funcionan; pues el tipo es bastante elástico (Watt, "Experimentelle Beiträge zu einer Theorie des Denkens" in "Archiv für die Ges. Psychol.", 1905, IV, 367-8).
Además de la memoria sensorial e intelectual, a veces se menciona una tercera división: la memoria afectiva. Meumann (Vorlesungen zur Einfurhung in die experimentelle Pädagogik, I, 174) la reconoce como una forma distinta, porque en niños de menos de trece años, está poco desarrollada; mientras que otras formas de memoria están ya muy avanzadas. El punto de vista de Meumann se basa en los experimentos de Netschajeff y Lobsien. Ribot, quien fue el primero en hacer un estudio especial de la memoria afectiva, afirmó que a los tipos visual, auditiva y motora, debemos añadir otro, el cual está igual de bien definido, es decir, el tipo afectivo ("Affective La Psychologie des sentiments, 166). Titchener ("Affective Memory" en "Philos. Review", IV, 1895) objetó la teoría del tipo de la memoria afectiva, basado en que los afectos, a diferencia de las imágenes mentales se recuerdan en compañía de los procesos mentales relativos a la ideación. No son procesos mentales independientes sino dependientes, y sólo pueden ser atendidos o evocados en compañía de los procesos mentales relativos a la ideación, de los cuales no son más que las cualidades o tonos. Al presente falta prueba concluyente para decidir si los sentimientos son procesos dependientes o independientes. Pero la solución de este problema no es necesaria para el reconocimiento de una memoria afectiva de algún tipo. La expresión "memoria afectiva" se justifica porque los procesos afectivos son distintos de los sensoriales e intelectuales.
El Desarrollo de la Memoria
El crecimiento de la memoria desde la infancia hasta la madurez depende del desarrollo de muchas facultades mentales, es por lo tanto un asunto muy complejo. Es un crecimiento de muchas memorias, en lugar de una sola facultad. Para los fines de experimentación, se han distinguido las siguientes formas de memoria: (1) la memoria para sensaciones especiales, (2) para impresiones de espacio y tiempo, (3) para las cosas y acontecimientos del mundo exterior, (4) para los números y conceptos abstractos, (5) para los estados emocionales de la mente. Cada uno muestra un período de crecimiento rápido, seguido por un punto muerto o incluso un retraso. Los años decimocuarto y decimoquinto de la infancia son especialmente desfavorables para el desarrollo de todos los tipos de memoria. El orden en el que estas formas de memoria experimentan su período de rápido desarrollo, es, para los niños: (1) los objetos externos, (2) palabras de contenido visual, (3) palabras de contenido auditivo, (4) tonos, (5) toque y sensaciones de movimiento, (6) números y las ideas abstractas, (7) emociones (cf. Meumann, Vorlesungen zur Einfahrung in die experimentelle Pädagogik", I, 178).
No es cierto que la memoria de los niños sea mejor que la de los adultos. A excepción de un retraso en la edad de catorce y quince años, la memoria crece continuamente, llegando a un máximo de veinte a veinticinco años. Después de eso, para aquellos en actividades de aprendizaje disminuye muy lentamente, hasta aproximadamente los cincuenta años, cuando comienza a caer más rápidamente. Ebbinghaus, que hizo pruebas continuas de su poder de retención, pudo decir a la edad de cincuenta y dos años que durante veinte años su memoria se mantuvo casi constante. Por analogía con la ley de ejercicio biológica general, Merman concluye que la memoria falla más lentamente cuanto más frecuentemente se utiliza.
Método de Memorizar
El estudio experimental de la memoria no ha sido estéril en resultados de valor práctico. Ahora es posible dar sugerencias para el trabajo práctico de memorización que se basan en datos muy definidos. Estas sugerencias se refieren principalmente a la parte mecánica de la memoria. La experiencia práctica nos dice que si queremos memorizar cualquier clase de narrativa conectada nos ayuda enormemente si analizamos primero su secuencia lógica de pensamiento. Los sistemas de memoria para traducir fechas en palabras y memorizar las palabras que puedan ser reconvertidas a las fechas, son tan engorrosos que su valor es dudoso. Los resultados del trabajo experimental nos ayudan principalmente en el trabajo grande y penoso de la memorización ---justo donde es probable que falle la conjetura sobre el mejor método. En el aprendizaje de un poema de memoria, el método usual sería leer las primeras líneas varias veces, después leer desde el principio unas pocas líneas más y así, poco a poco, depositar todo en la memoria. Otro método sería leerlo cada vez de principio a fin hasta memorizarlo perfectamente. Aunque hay un prejuicio a favor del primer método, es el que consume la mayor cantidad de tiempo.
Varias piezas de trabajo experimental han demostrado que la memorización mediante la lectura de principio a fin es el método más rápido y más permanente. La razón hay que buscarla en la mecánica de la asociación, por la cual una parte de la pieza memorizada se une a la otra. Cuando se memoriza una serie de palabras, se puede demostrar que una palabra no se asocia simplemente con la que la precede y con la que la sigue, sino también con cada palabra de la serie. En consecuencia el método “total” evita el trabajo de conectas las secciones separadas del método parcial, hace más segura la unión entre las divisiones y le da a todas las partes cierta igualdad de valor por el cual el todo se une mejor (Steffens, "Experimentelle Beiträge, etc.", Ch. III).
Por supuesto, uno a veces combinará los dos métodos. Cuando ciertas partes de una pieza presentan dificultades especiales, estas partes serán impresas más profundamente mediante unas pocas lecturas especiales. También se ha encontrado que, al memorizar, es mejor leer en voz un poco alta que completamente para uno mismo. Al memorizar una poesía, debe leerse con la oscilación rítmica de la métrica. En cuanto a la velocidad de lectura, se ha encontrado que si uno quiere aprender una pieza para poder repetirla, tan pronto como la haya memorizado, ahorrará tiempo mediante la lectura rápida. Pero la olvidará más rápidamente que si la lee pausadamente. Ya que generalmente uno quiere recordar al menos por algunas horas lo que ha aprendido, es mejor leer todo el material a una velocidad pausada. Meumann recomienda que en la primera parte de la memorización uno debe leer rápidamente y más despacio luego, según el material se vuelva más familiar.
Teoría de la Memoria
Bibliografía: Sto. Tomás de Aquino, I, Q, LXXVIII, a. 4; LXXIX, a, VI-VII; Expositio in librum Aristotlis De Memoria et Reminiscentia; Dubray, The theory of Psychical dispositions, Diss. (Washington, 1905); Lobsien, Experimentelle Untersuchungen uber die Gedachtnissentwickelung bei Schulkindern in Zeitschrift fur Psychol. (1902), XXVII, 34-76; Loeb, Comparative Physiology of the Brain (Nueva York, 1900); Meumann, Vorlesungenzur Einuhrung in die experimentelle Pädagogik (2 vols., Leipzig, 1907); Netsschajeff, Experimentelle Untersuchungen uber die Gedachtnissentwickelung bei Schulkindern in Zeitschrift fur Psychol. (1900) XXIV, 321-351; Ribot, La Psychologie des Sentiments (3ra. ed., París, 1899), ch., xi; Robertson, Wur la dynamique chimique du systeme nerveux central in Arch. Internationales de physiologie (1908), VI, 388-454; A biochemical conception of the Phenomena of Memory and Sensation in The Monist (1909), XIX, 367-386; Steffens, Experimentelle Beitrage zur Lehre vom okonomichen Lernen. Diss. (Gottingen, Leipzig, 1900); Titchener, Affective Memory in Philos. Review (1895), IV, 65-76; Watt, Experimentelle Beitrage zu einer Theorie des Denkens in Archiv. Fur die Ges. Psychol. (1905), IV, 289-436.
Fuente: Moore, Thomas. "Memory." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pp. 174-176. New York: Robert Appleton Company, 1911. 6 Sept. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/10174a.htm>.
Esta siendo traducido por Luz María Hernández Medina