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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Yahveh

De Enciclopedia Católica

Revisión de 14:32 26 feb 2010 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Pronunciación de Yahveh)

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El nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento; de aquí que los judíos lo llamaran el nombre por excelencia, el gran nombre, el único nombre, el nombre glorioso y terrible, el nombre oculto y misterioso, el nombre de la sustancia, el nombre propio, y más frecuentemente shem hammephorash, es decir, el nombre separado o explícito, aunque el significado preciso de esta última expresión es materia de discusión (cf. Buxtorf, "Lexicon", Basilea, 1639, col. 2432 ss.).

Yahveh ocurre más frecuentemente que cualquier otro nombre divino. Las Concordancias de Furst ("Vet, Test. Concordantiae", Leipzig, 1840) y Mandelkern ("Vet, Test. Concordantiae", Leipzig, 1896) no coinciden exactamente en cuanto al número de sus ocurrencias; pero en números redondos se encuentra 6,000 veces en el Antiguo Testamento, ya sea solo o en conjunción con otro nombre divino. La Versión de los Setenta y la Vulgata interpretan generalmente el nombre como "Señor" (Kyrios, Dominus), una traducción de Adonai---usualmente sustituido por Yahveh en la traducción.

Pronunciación de Yahveh

Los Padres y los escritores rabínicos concuerdan en representar a Yahveh como un nombre inefable. En cuanto a los Padres, sólo necesitamos llamar la atención a las siguientes expresiones: onoma arreton, aphraston, alekton, aphthegkton, anekphoneton, aporreton kai hrethenai me dynamenon, mystikon. Leusden no pudo inducir a un cierto judío, a pesar de su pobreza, a pronunciar el verdadero nombre de Dios, aunque le ofreció las más tentadoras promesas. La aceptación de los deseos de Leusden por parte del judío no habría sido en realidad una ventaja verdadera para aquél, pues los judíos modernos están tan inseguros sobre la verdadera pronunciación del Nombre Sagrado como sus contemporáneos cristianos. De acuerdo a la tradición rabínica la verdadera pronunciación de Yahveh cesó de usarse en tiempo de Simeón el Justo quien fue, según Maimónides, un contemporáneo de Alejandro el Grande. En cualquier caso, parece que el nombre ya no fue pronunciado después de la destrucción del Templo. La Mishna hace referencia a nuestra cuestión más de una vez: Berachoth, IX, 5, permite el uso del Nombre Divino a manera de saludo; en Sanhedrin, X, 1, Abba Shaul niega cualquier participación en el mundo futuro a quien lo pronuncie como está escrito; de acuerdo a Tamid, VII, 2, los sacerdotes en el Templo (o tal vez en Jerusalén) podían emplear el verdadero Nombre Divino, mientras que los sacerdotes en el país (fuera de Jerusalén) tenían que contentarse con el nombre Adonai; de acuerdo a Maimónides ("More Neb.", I, 61, y "Yad chasaka", XIV, 10) el verdadero Nombre Divino era usado únicamente en el santuario por los sacerdotes que impartían la bendición y por el sumo sacerdote el Día de la Expiación. Phil ["De mut.nom.", n.2 (ed.Marg., I, 580); "Vita Mos.", III, 25 (II, 166)] parece sostener que aun en esas ocasiones los sacerdotes tenían que hablar en voz baja. Hasta aquí hemos seguido la tradición judía post-cristiana concerniente a la actitud de los judíos hasta antes de Simeón el Justo.

En cuanto a la tradición temprana, Josefo (Antiq., II, XII, 4) declara que no le está permitido tratar del Nombre Divino; en otro lugar (Antiq., XII, V, 5) dice que los samaritanos erigieron en el Monte Garizim un anonymon ieron. Esta veneración extrema por el Nombre Divino debe haber prevalecido en el tiempo cuando se estaba haciendo la Versión de los Setenta, pues los traductores siempre sustituyen Yahveh por Kyrios (Señor). Eclesiástico 23,10 parece prohibir únicamente el uso irreverente del Nombre Divino, aunque no puede negarse que Yahveh no es empleado tan frecuentemente en los libros canónicos más recientes del Antiguo Testamento como en los libros más antiguos.

Sería difícil determinar en qué momento se originó esta reverencia por el Nombre Divino entre los hebreos. Los escritores rabínicos derivan la prohibición de pronunciar el Tetragrammaton, como se le llama al nombre de Yahveh, de Lev. 24,16: "Quien blasfeme el nombre del Señor, morirá.”. El participio hebreo noqedh, aquí interpretado como "blasfemar", es traducido como honomazon en los Setenta y parece tener el significado de "determinar", "denotar" (a través de sus vocales propias) en Gén. 30,28; Núm. 1,17; Isaías 62,2. Sin embargo, el contexto de Levítico 34,16 (cf. v. 11 y 15), favorece el significado de "blasfemar". Los exégetas rabínicos derivan también la prohibición de Éxodo 3,15; pero este argumento no puede soportar la prueba de las leyes de la hermenéutica sensata (cf. Drusius, "Tetragammaton", 8-10, en "Critici Sacri", Amsterdam, 1698, I, p. II, col. 339-42; "De nomine divino", ibid., 512-16; Drach, "Harmonic entre l'Eglise et la Synagogue", I, Paris, 1844, pp. 350-53 y nota 30, págs. 512-16).

Lo que ha sido dicho explica la llamada qeri perpetuum, de acuerdo a la cual las consonantes de Yahveh en el texto hebreo van siempre acompañadas por las vocales de Adonai excepto en los casos en los que Adonai está en aposición a Yahveh; en estos casos son sustituidas con las vocales de Elohim. El uso de una simple shewa en la primera sílaba de Yahveh, en lugar de la shewa compuesta en la correspondiente sílaba de Adonai y Elohim, es requerida por las reglas de la gramática hebrea que gobiernan la utilización de la shewa. De allí la pregunta: ¿Cuáles son las verdaderas vocales de la palabra Yahveh?

Algunos eruditos han sostenido que la palabra “Jehová” data sólo del año 1520 (cf. Hastings, "Dictionary of the Bible”, II, 1899, p.199; Gesenius-Buhl, "Handwörterbuch", 13ra. ed., 1899, p. 311). Drusio (loc.cit., 344) pone a Pedro Galatino como el inventor de la palabra Jehová, y a Fagio como su propagador en el mundo de los eruditos y comentadores. Pero los escritores del siglo XVI, católicos y protestantes (e.g. Cajetan y Théodore de Bèze), están perfectamente familiarizados con la palabra. Galatino mismo ("Areana cathol. veritatis", I, Bari, 1516, a, p.77) pone la forma como conocida y aceptada en su tiempo. Además, Drusio (loc.cit., 351) la descubrió en Porcheto, un teólogo del siglo XIV. Finalmente la palabra se encuentra incluso en la "Pugio fidei" de Raymund Martin, una obra escrita cerca de 1270 (ed. Paris, 1651, pt. III, dist. II, cap. III, p.448, y Note, p.745). Probablemente la introducción del nombre de Jehová es anterior incluso a R. Martin.

No sorprende entonces que esta forma haya sido considerada como la verdadera pronunciación del Nombre Divino por eruditos como Michaelis ("Supplementa ad lexica hebraica", I, 1792, p.524), Drach (loc.cit., I, 469-98), Sier (Lehrgebäude der hebr. Sprache, 327) y otros.

  • Jehová está compuesto de las formas abreviadas del imperfecto, el participio y el perfecto del verbo hebreo "ser" (ye=yehi; ho=howeh; wa=hawah). De acuerdo a esta explicación, el significado de Jehová sería "el que será, es y ha sido". Pero tal formación de palabras no tiene analogía en el idioma hebreo.
  • La forma abreviada de Jeho supone la forma completa Jehová. Pero la forma Jehová no puede explicar las abreviaturas Jahu y Ja, en tanto que la abreviatura Jeho pudiera ser derivada de otra palabra.
  • Se dice que el Nombre Divino está parafraseado en Apocalipsis 1,4, y 4,8, por la expresión ho on kai ho en kai ho erchomenos, en la cual ho erchomenos se considera equivalente a ho eromenos, "el que será"; pero realmente significa "el que viene", así que después de la venida del Señor, Apoc. 11,17, retiene solamente ho on kai ho en.
  • La comparación de Jehová con el latín Jupiter, Jovis. Pero esto ignora por completo las formas más completas de los nombres latinos Diespiter, Diovis. Cualquier conexión de Yahveh con el nombre divino egipcio consistente en las siete vocales griegas ha sido rechazado por Hengstenberg (Beitrage sur Einleiung ins Alte Testament, II, 204 ss.) y Tholuck (Vermischte Schriften, I, 349 ss.).

Para tomar los escritores antiguos:

  • Diodoro Sículo escribe Jao (I, 94);
  • San Ireneo ("Adv. haer.", II, XXXV, 3, en P.G., VII, col. 840), Jaoth;
  • los herejes valentinianos (Ir., "Adv. hr.", I, IV, 1, en P.G., VII, col. 481), Jao;
  • Clemente de Alejandría ("Strom.", V, 6, en P.G., IX, col. 60), Jaou;
  • Orígenes ("In Joh.", II, 1, en P.G., XIV, col. 105), Jao;
  • Porfirio (Eus., "Praep. evang", I, IX, en P.G., XXI, col. 72), Jeuo;
  • San Epifanio ("Adv. hr.", I, III, 40, en P.G., XLI, col. 685), Ja o Jabe;
  • Pseudo-Jerónimo ("Breviarium in Pss.", en P.L., XXVI, 828), Jaho;
  • the Samaritans (Theodoret, in "Ex. qust.", XV, en P.G., LXXX, col. 244), Jabe;
  • Santiago de Edesa (cf. Lamy, "La science catholique", 1891, p. 196), Jehjeh;
  • San Jerónimo ("Ep. XXV ad Marcell.", en . P.L., XXII, col. 429) habla de ciertos escritores griegos ignorantes que transcribían el Nombre Divino en hebreo como II I II I.

El lector juicioso percibirá que la pronunciación samaritana Jabe probablemente es la que más se acerca al sonido verdadero del Nombre Divino; los otros escritos primitivos transmiten únicamente abreviaturas o corrupciones del nombre sagrado. Al insertar las vocales de Jabe en el texto consonántico hebreo original, obtenemos la forma Jahveh (Yahveh), que ha sido generalmente aceptada por los eruditos modernos como la verdadera pronunciación del Nombre Divino. No meramente está estrechamente conectada con la pronunciación de la antigua sinagoga por medio de la tradición samaritana, sino que permite la legítima derivación de todas las abreviaturas del nombre sagrado en el Antiguo Testamento.

Significado del Nombre Divino

Origen del Nombre Yahveh (Jehová)

Bibliografía: Además de las obras mencionadas en el texto, el lector debe consultar: RELAND, Deeds Excreitationum (Utrecht, 1707); SCHRADER en SCHENKEL'S Bibel Lexicon, s.v. Jahve; PHAT, Dict. de la Bible, s.v. Jehovah; ROBERTSON SMITH en Brit. and Foreign Evan. Review (enero 1876), da un resumen de discusión reciente sobre el asunto; OEHLER, Real-Encyclopadie, S.V. Jehova.

Fuente: Maas, Anthony. "Jehovah (Yahweh)." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08329a.htm>.

Traducido por Eduardo Torres. L H M.