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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Beato Novello»

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(Matteo Di Termini)  
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Agostino Novello (Matteo Di Termini) nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de [[Sicilia]], de donde se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la [[Arquidiócesis de Palermo]], algunas veces él es llamado Panormitano. El [[Breviario]] dice de él quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y [[virtud]].  Sus [[padres]], procedentes de  una familia noble  de [[Cataluña]], [[España]], lo educaron  (v. [[educación]]) de manera cuidadosa y le instruyeron en las [[ciencias]] conocidas, primero en el hogar y luego en la ciudad de Bolonia, donde consiguió altos [[honores]] especialmente en ley civil y canónica.
Nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de Sicilia, situación de la cual se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la Arquidiócesis de Palermo, algunas veces este personaje es llamado también como Panormitano. El Breviario se expresa de él en términos de quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y virtud.
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Al regreso a su tierra nativa, ocupó muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las [[deberes]] de sus puestos con tanta [[prudencia]] y exactitud  que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus consejeros.  En este carácter, acompañó al rey en su [[guerra]] contra Carlos de Anjou, quien le disputaba a Manfredo su [[derecho]] a la corona de Sicilia.  En la batalla en la cual murió Manfredo, el propio Agostino, dado por muerto, quedó en el campo de batalla en medio de los cadáveres de otros soldados.  Al volver en sí pudo llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con la frivolidad y fugacidad  de la [[gloria]] terrenal, se determinó a servir al Rey de Reyes, [[Jesucristo]], desdeñando todos los honores y dignidades del mundo. 
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Siguiendo estas inspiraciones celestiales (v. [[cielo]]), pidió ser admitido como converso en la Orden de San Agustín y fue recibido en un [[Convento]] de [[Toscana]], donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí, dedicado a  ejercicios piadosos, vivó tranquilamente hasta que un incidente imprevisto le llevó de nuevo ante el  mundo:  Jacobo Pallares, un rico e instruido abogado de Siena,  reclamaba el título de una [[propiedad]]  perteneciente al convento.  Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la congregación. Pallares, quien se percató enseguida que el humilde (v. [[humildad]]) hábito de de un hermano lego ocultaba al más notable jurista, le solicitó verlo y, para su sorpresa, reconoció en él  a su ex-compañero de estudios en la [[Universidad de Bolonia]], Mateo di Termini.  No perdió [[tiempo]] en informar a las [[autoridades eclesiásticas]], rogándoles que no mantuvieran más en la oscuridad a tal caudal de conocimientos.  Cuando Clemente de [[Ósimo]], General de la Orden, se enteró de esto obligó a  Agostino, bajo obediencia, a recibir el [[Sagrado Orden]]  y, lo que es más,  lo nombró uno de sus asociados.  Agostino reformó las Constituciones y dio  gran esplendor a su Orden, de la cual llegó a ser General,  cargo al cual  renunció luego para vivir en retiro, dedicando todo su tiempo al estudio, [[oración]] y penitencia, mediante lo cual  alcanzó un alto grado de perfección.  Antes de ser nombrado General,  [[Nicolás IV]] lo designó su Confesor y Gran Penitenciario, cargos que aceptó sólo por obediencia y con tanta aversión manifiesta y tantas protestas sobre su indignidad, que el [[Papa]] y los [[Cardenales]] quedaron visiblemente impresionados.
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En su [[retiro]] en el [[convento]] de [[San Leonardo]], cerca de Siena,  no sólo se dedicó a la práctica de las virtudes propias de su estado, las cuales realizó en grado heroico, sino que llevado por una ardiente y agotadora caridad, comenzó a recaudar [[limosnas]] y pudo prácticamente reconstruir un excelente [[orfanato]] y [[hospital]] para enfermos y ancianos, que no tenían ni medios para cuidar de si mismos durante la  enfermedad ni un lugar para pasar sus últimos días. Muchos de los [[milagros]] realizados por  la [[intercesión]] del beato Agostino han sido verificados y autenticados. [[Clemente XIII]] lo beatificó (v. [[beatificación y canonización]]) solemnemente y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770.  
  
Sus padres pertenecían a una familia noble que originalmente había venido de Cataluña, España, lo educaron de manera cuidadosa y le instruyeron en las ciencias conocidas. Primero la educación la recibió en casa, y luego en la ciudad de Boloña, donde en sus estudios consiguió altos honores especialmente en las ramas de ley civil y canónica. Al regreso a su tierra nativa, tuvo muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las tareas que imponían los diferentes cargos con prudencia y exactitud, a tal grado, que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus asesores.
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Fuente:  López Bardón, T. (1907). Bl. Agostino Novello. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved from New Advent
 
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Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
Fue de esta manera como acompañó al rey en su guerra contra Carlos de Anjou, quien le disputaba a Manfredo su derecho a la corona de Sicilia. En la batalla en la cual Manfredo fue muerto, el propio Agostino quedó en el campo de batalla en medio de los cuerpos de otros soldados. Permaneció inconsciente, pero después fue capaz de llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con lo efímero de la gloria terrestre, se determinó a servir al Rey de Reyes, Jesucristo, desdeñando todos los honores y dignidades del mundo, al seguir la inspiración celestial.
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Revisado y corregido por Luz María  Hernández Medina
 
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Pidió ser admitido como hermano laico en la Orden de San Agustín, y fue recibido en el Convento de Tuscana, donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí se dedicó a los ejercicios de piedad y vivó tranquilamente, hasta que un imprevisto accidente le llevó de vuelta al mundo.
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Lo que ocurrió fue que algunas propiedades que pertenecían al convento fueron reclamadas como propias por un diestro e instruido abogado de Siena, Giacomo Pallares. Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la hermandad. Pallares sospechó que debajo del hábito de un hermano laico, se escondía quizá un jurista, de manera que le indicó que deseaba verlo. Para su sorpresa, reconoció en el religioso a su ex compañero de estudios de abogacía en la Universidad de Boloña, Mateo di Termini.
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Una vez que lo hubo reconocido, Pallares no perdió tiempo en hacerle ver a los monjes a la persona y la preparación que tenían entre ellos. Cuando el General de la Orden, Clemente de Osimo se enteró de esto, hizo que Agostino, bajo los votos de obediencia, recibiera las Santas Ordenes y lo nombró como uno de sus asociados. Agostino reformó las Constituciones y coadyuvó a dar mayor esplendor a la Orden, de la cual llegó a ser General, un cargo al cual después renunció para vivir en retiro, dedicando así todo su tiempo al estudio, oración y penitencia. Por esos medios alcanzó un alto grado de perfección.
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Antes de esa etapa final, fue nombrado General por Nicolás IV, con el cargo de Confesor y Gran Penitenciario. Una posición que aceptó en nombre de la obediencia, y con tanta reticencia y protestas, dado que se consideraba no merecedor de ello, que llegó a afectar visiblemente, al Papa y a los Cardenales.
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En su retiro del convento de San Leonardo, cerca de Siena, se dedicó a la práctica de las virtudes propias del estado religioso, lo que llevó en grado heroico, pero también consumido por un ardiente sentido de la caridad. Debido a ello recolectó medios y fue capaz de prácticamente reconstruir un excelente hospicio y hospital para los enfermos y personas de avanzada edad, que no tenían medios para cuidar de si mismos durante los períodos de enfermedad, ni tenían un lugar para pasar sus últimos días.
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Muchos milagros se han conseguido por medio de la intersección del Bendito Agostino, los que fueron confirmados y autenticados. Clemente XIII solemnemente lo beatificó, y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770.
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Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
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Última revisión de 16:50 3 sep 2008

Agostino Novello (Matteo Di Termini) nació en la primera mitad del Siglo XIII en Termini, una villa de Sicilia, de donde se deriva su nombre. Debido a que esa villa perteneció a la Arquidiócesis de Palermo, algunas veces él es llamado Panormitano. El Breviario dice de él quem Thermenses at Panormitani civem suum esse dicunt. Al entrar a la religión cambió su nombre por el de Agostino, y más tarde agregó el de Novello, un título sugerido por su gran erudición y virtud. Sus padres, procedentes de una familia noble de Cataluña, España, lo educaron (v. educación) de manera cuidadosa y le instruyeron en las ciencias conocidas, primero en el hogar y luego en la ciudad de Bolonia, donde consiguió altos honores especialmente en ley civil y canónica. Al regreso a su tierra nativa, ocupó muchas posiciones de honor en la magistratura, realizando las deberes de sus puestos con tanta prudencia y exactitud que el rey de Sicilia, Manfredo, lo nombró como uno de sus consejeros. En este carácter, acompañó al rey en su guerra contra Carlos de Anjou, quien le disputaba a Manfredo su derecho a la corona de Sicilia. En la batalla en la cual murió Manfredo, el propio Agostino, dado por muerto, quedó en el campo de batalla en medio de los cadáveres de otros soldados. Al volver en sí pudo llegar a casa, y desilusionado con el mundo y con la frivolidad y fugacidad de la gloria terrenal, se determinó a servir al Rey de Reyes, Jesucristo, desdeñando todos los honores y dignidades del mundo. Siguiendo estas inspiraciones celestiales (v. cielo), pidió ser admitido como converso en la Orden de San Agustín y fue recibido en un Convento de Toscana, donde vivió desconocido para el mundo, lejos de su hogar y de su gente. Aquí, dedicado a ejercicios piadosos, vivó tranquilamente hasta que un incidente imprevisto le llevó de nuevo ante el mundo: Jacobo Pallares, un rico e instruido abogado de Siena, reclamaba el título de una propiedad perteneciente al convento. Agostino, en un documento escrito, defendió los derechos de la congregación. Pallares, quien se percató enseguida que el humilde (v. humildad) hábito de de un hermano lego ocultaba al más notable jurista, le solicitó verlo y, para su sorpresa, reconoció en él a su ex-compañero de estudios en la Universidad de Bolonia, Mateo di Termini. No perdió tiempo en informar a las autoridades eclesiásticas, rogándoles que no mantuvieran más en la oscuridad a tal caudal de conocimientos. Cuando Clemente de Ósimo, General de la Orden, se enteró de esto obligó a Agostino, bajo obediencia, a recibir el Sagrado Orden y, lo que es más, lo nombró uno de sus asociados. Agostino reformó las Constituciones y dio gran esplendor a su Orden, de la cual llegó a ser General, cargo al cual renunció luego para vivir en retiro, dedicando todo su tiempo al estudio, oración y penitencia, mediante lo cual alcanzó un alto grado de perfección. Antes de ser nombrado General, Nicolás IV lo designó su Confesor y Gran Penitenciario, cargos que aceptó sólo por obediencia y con tanta aversión manifiesta y tantas protestas sobre su indignidad, que el Papa y los Cardenales quedaron visiblemente impresionados. En su retiro en el convento de San Leonardo, cerca de Siena, no sólo se dedicó a la práctica de las virtudes propias de su estado, las cuales realizó en grado heroico, sino que llevado por una ardiente y agotadora caridad, comenzó a recaudar limosnas y pudo prácticamente reconstruir un excelente orfanato y hospital para enfermos y ancianos, que no tenían ni medios para cuidar de si mismos durante la enfermedad ni un lugar para pasar sus últimos días. Muchos de los milagros realizados por la intercesión del beato Agostino han sido verificados y autenticados. Clemente XIII lo beatificó (v. beatificación y canonización) solemnemente y Clemente XIV autorizó su culto el 23 de julio de 1770.

Fuente: López Bardón, T. (1907). Bl. Agostino Novello. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved from New Advent Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina