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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Antífona»

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Antífona
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ANTÍFONA:  (Del Griego antiphonon, sonar contra, sonido responsivo, canto responsivo, cantar lo opuesto,  [[canto]] alternativo; del Latín, antiphona; del Francés, antienne) Tal como comúnmente se concibe en la actualidad, una antífona consta de una o más oraciones o versos de un [[Salmo]] de la [[Sagrada Escritura]] que se cantan o se recitan antes y después de cada Salmo y el  [[Magníficat]] durante [[Maitines]] y [[Vísperas]]. El verso que sirve como texto de la  antífona contiene la idea principal del Salmo que se canta, e indica el punto de vista a partir del cual éste se comprenderá. En otras palabras, da la llave al  significado litúrgico (v. [[liturgia]] y místico (v. [[misticismo]]) del Salmo con respecto a la [[fiesta]] en la cual se recita. En un sentido más amplio, el nombre antífona también se le aplicaba al [[Introito]], [[Ofertorio]] y [[Comunión]] de la Misa en la Iglesia antigua. Antiphona ad Introitum, es decir:   la antífona cantada por  el Schola Cantorum mientras el celebrante se preparaba el [[Santo Sacrificio]] y durante su entrada solemne al [[santuario]], se ha transformado en nuestro [[Introito]] actual.   Se afirma que se originó con el [[Papa Celestino I]] (432),  quien ordenó que los [[Salmos de David]] se cantasen antifonalmente antes de comenzar  la Misa. El verso que se utilizaría como texto antifonal sería repetido sobre una melodía independiente después de cada verso del Salmo, el cual  sería cantado de la misma forma hasta el final, a menos que el [[celebrante]] diese la señal al prior chorae para entonar la [[doxología]], con la cual el Salmo terminaría y luego le seguiría la [[letanía]] o el Kirie. Posteriormente, según  las [[ceremonias]] preliminares a las cuales esta ejecución debía acompañar acortaron, la antífona se repetiría después de cada segundo, tercero o cuarto verso del Salmo, antes y después del Gloria Patri y después del Sicut erat.   Desde el [[Concilio de Trento]] la antífona se ha cantado como se acostumbra hoy, es decir, antes y después del Salmo.   Del  Salmo en sí, originalmente cantado completo, sólo se ha  retenido un verso y la doxología para cualquier Introito, de modo que en lugar de ser el Salmo lo más notable, la antífona es ahora de suprema importancia. El actual "Graduale Romanum" contiene sólo algunos ejemplos de la manera antigua en que se cantaba el Introito. Uno de éstos es el modo en el que el Nunc Dimittis es cantado durante la ceremonia de distribución de [[velas benditas]] en la [[Fiesta de Purificación de la Santa Virgen María]]. El verso, Lumen ad revelationem gentium… se escoge como texto de la antífona y se repite después de cada verso hasta el final.   Las melodías sobre las cuales se cantan las antífonas, especialmente las que preceden a los Salmos de Vísperas, son generalmente simples.   Rara vez tienen alguna palabra de dos o tres notas. Muchas de las melodías son completamente silábicas. Su importancia melódica consiste en que preparan la mente para el siguiente tono del Salmo, para el cual constituyen una especie de preludio y de cuyo [[carácter]] participan. Se ha establecido que sólo existen cuarenta y siete melodías típicas, cada una de las cuales, con leves modificaciones melódicas, sirve para muchos textos diferentes. Un vestigio de aquella costumbre que consistía en repetir la antífona después de cada verso del Salmo se encuentra en los diferentes finales de los tonos de un Salmo. A veces una y a veces otra de las cuarenta y siete melodías típicas que conforman la antífona preceden a cualquier otra melodía de un Salmo en particular, de acuerdo con la Fiesta y el Tiempo. Los diferentes finales de las melodías de un Salmo se destinaron a facilitar la entrada de los cantantes en la nota inicial de la antífona, después de haber cantado un verso del mismo. Las llamadas antífonas de la [[Santa Virgen María]]: "Alma Redemptoris Mater", “Salve Regina”, “Ave Regina Coelorum" y "Regina Coeli", aunque originalmente cantadas en relación con los Salmos, de los cuales deriva su nombre, se han cantado como cantos independientes desde el año 1239, cuando el [[Papa Gregorio IX]] ordenó que cada uno de ellas, de acuerdo con el Tiempo, se cantara al final del Oficio. En un manuscrito de [[San Galo]] del siglo XIII el "Alma Redemptoris" y la "Salve [[Regina]]" forman parte del Oficio para la [[fiesta de la Anunciación de la Santa Virgen María]]. Un manuscrito de París del siglo XII asigna el "Alma Redemptoris" y la "Ave Regina " al Oficio o a la [[Fiesta de la Asunción]]. En un [[antifonario]] del siglo XII que se encuentra en la [[Basílica de  San Pedro en Roma]], la "Regina Coeli" se le asignó a la Octava de [[Pascua]]. Las melodías para estos textos están entre las más hermosas dentro del amplio repertorio Gregoriano. Como se destinaron para que la congregación las cantase, su construcción es sencilla y clara. Susurran un espíritu profundamente religioso y se constituyen en medios eficaces para revelarle al cantor los contenidos místicos de los textos que musicalmente interpretan. Mientras que las cuatro antífonas en honor a la Santa Virgen María y aquellas ejecutadas en la Misa han sido textos prolíficos en versiones producidas tanto con los maestros de la polifonía clásica y con los autores modernos, aquellas que preceden a los Salmos de Vísperas son casi universalmente interpretadas mediante melodías Gregorianas.
(Del Griego antiphonon, el que responde, sonido responsorial, canto responsorial, canto alternativo; del Latín, antiphona; del Francés, antienne) Tal como comúnmente se concibe en la actualidad, una antífona consta de uno o más versos de un Salmo u oraciones de la Sagrada Escritura que se cantan o sólo se recitan antes y después de cada Salmo o Magníficat durante Maitines y Vísperas. El verso que sirve de antífona contiene la idea principal del Salmo que se canta e indica el punto de vista a partir del cual éste se comprenderá. En otras palabras, permite comprender mejor el significado litúrgico y místico del Salmo con respecto a la Fiesta en la cual se recita. En un sentido más amplio el nombre antífona también se le aplicaba al Introito, Ofertorio y Comunión de la Misa en la Iglesia antigua. Antiphona ad Introitum, por ejemplo: La antífona que interpretaba el Schola Cantorum mientras el celebrante preparaba el Santo Sacrificio y durante su entrada solemne al santuario se ha transformado en nuestro actual Introito. Se afirma que se originó durante el pontificado del Papa Celestino I (432) que ordenó que se cantaran los Salmos de David antifonalmente antes del comienzo de la Misa. El verso que se utilizaría como antífona sería recitado sobre una melodía independiente después de cada verso del Salmo y sería cantado de esa misma forma hasta el final, al menos que el celebrante diese la señal al prior chorae para que se entonase la doxología, con la cual el Salmo terminaría y luego le seguiría la letanía o el Kirie. Posteriormente, cuando las ceremonias preliminares acompañadas por esta ejecución se acortaron, la antífona se repetía después de cada segundo, tercero o cuarto verso del Salmo, antes y después del Gloria Patri y después del Sicut erat. Desde el Concilio de Trento, la antífona se ha cantado como se acostumbra hoy, es decir antes y después del Salmo. En lo que respecta al propio Salmo, originalmente se cantaba completo, pero actualmente solo un verso y la doxología se conservan para cualquier Introito, de modo que el Salmo en lugar de ser el aspecto principal, es la antífona la que ahora ocupa ese lugar. El actual "Graduale Romanum" contiene solo algunos ejemplos de la manera antigua en que se cantaba el Introito. Uno de éstos es el modo en el que el Nunc Dimittis se canta durante la ceremonia de distribución de velas benditas en la Fiesta de Purificación de la Santa Virgen María. El verso, Lumen ad revelationem gentium… se escoge como antífona y se repite hasta el final después de cada verso.  
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Las melodías sobre las cuales se cantan las antífonas, especialmente las que preceden a los Salmos de Vísperas, son generalmente simples. Rara vez tienen alguna palabra de dos o tres notas. Muchas de las melodías son completamente silábicas. Su importancia melódica consiste en como preparan la mente para la siguiente melodía del Salmo, para la cual constituyen una especie de preludio y comparten las mismas características. Investigaciones arrojan que solo existen cuarenta y siete melodías típicas, cada una de las cuales, con leves modificaciones melódicas, sirve para diferentes textos. Un vestigio de aquella costumbre que consistía en repetir la antífona después de cada verso del Salmo se puede encontrar en los diferentes finales de las melodías de un Salmo. A veces una y otra de las cuarenta y siete melodías típicas que conforman la antífona preceden a cualquier otra melodía de un Salmo en particular, de acuerdo con la Fiesta y el Tiempo. Los diferentes finales de las melodías de un Salmo se destinaron a facilitar la entrada de los cantantes en la nota inicial de la antífona, después de haber cantado un verso del mismo. Las llamadas antífonas de la Santa Virgen María: "Alma Redemptoris Mater", “Salve Regina”, ”Ave Regina Coelorum" y "Regina Coeli", aunque originalmente cantadas en relación con los Salmos, de los cuales deriva su nombre, se han cantado como cantos independientes desde el año 1239, cuando el Papa Gregorio IX ordenó que cada uno de ellas, de acuerdo con el Tiempo, se cantara al final del Oficio. En un manuscrito de San Galo del siglo XIII el "Alma Redemptoris" y la "Salve Regina" forman parte del Oficio para la fiesta de la Anunciación de la Santa Virgen María. Un manuscrito de París del siglo XII asigna el "Alma Redemptoris" y la "Ave Regina " al Oficio o a la Fiesta de la Asunción. En un antifonario del siglo XII que se encuentra en la Basílica de  San Pedro en Roma, la "Regina Coeli" se le asignó a la Octava de Pascua. Las melodías para estos textos están entre las más hermosas dentro del repertorio Gregoriano. Como se destinaron para que la congregación las cantase, su construcción es sencilla y clara. Susurran un espíritu profundamente religioso y se constituyen en medios eficaces para revelarle a quien canta los contenidos místicos de los textos que musicalmente se interpretan. Mientras las cuatro antífonas en honor a la Santa Virgen María y aquellas ejecutadas en la misa han sido textos prolíficos en versiones producidas tanto como por los maestros de la polifonía clásica como por los autores modernos, aquellas que preceden a los Salmos de Vísperas son casi universalmente interpretadas mediante melodías Gregorianas.
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Fuentes:  WAGNER, Einfuhrung in die gregorianischen Melodien (Freiburg, 1901); Id., Neumenkunde(Freiburg, 1905); GEVAERT, Les origines du chant liturgique (Ghent, 1890); DUCHESNE, Christian Worship (2d Eng. Ed., London, 1904); KIENLE Choralschule (Freiburg, 1884).
Fuentes
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Otten, J. (1907). Antiphon. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved from New Advent:  
WAGNER, Einfuhrung in die gregorianischen Melodien (Freiburg, 1901); Id., Neumenkunde(Freiburg, 1905); GEVAERT, Les origines du chant liturgique (Ghent, 1890); DUCHESNE, Christian Worship (2d Eng. Ed., London, 1904); KIENLE Choralschule (Freiburg, 1884).
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Cita APA. Otten, J. (1907). Antiphon. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved August 13, 2008 from New Advent:  
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Transcrito por Steve GambinoTraducido por José Nicomedes Ramírez Hernández.
http://www.newadvent.org/cathen/01575b.htm
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Cita MLA. Otten, Joseph. "Antiphon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 13 Aug. 2008
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http://www.newadvent.org/cathen/01575b.htm
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Transcrito por Steve Gambino
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Traducido por José Nicomedes Ramírez Hernández
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Revisión de 19:50 31 ago 2008

ANTÍFONA: (Del Griego antiphonon, sonar contra, sonido responsivo, canto responsivo, cantar lo opuesto, canto alternativo; del Latín, antiphona; del Francés, antienne) Tal como comúnmente se concibe en la actualidad, una antífona consta de una o más oraciones o versos de un Salmo de la Sagrada Escritura que se cantan o se recitan antes y después de cada Salmo y el Magníficat durante Maitines y Vísperas. El verso que sirve como texto de la antífona contiene la idea principal del Salmo que se canta, e indica el punto de vista a partir del cual éste se comprenderá. En otras palabras, da la llave al significado litúrgico (v. liturgia y místico (v. misticismo) del Salmo con respecto a la fiesta en la cual se recita. En un sentido más amplio, el nombre antífona también se le aplicaba al Introito, Ofertorio y Comunión de la Misa en la Iglesia antigua. Antiphona ad Introitum, es decir: la antífona cantada por el Schola Cantorum mientras el celebrante se preparaba el Santo Sacrificio y durante su entrada solemne al santuario, se ha transformado en nuestro Introito actual. Se afirma que se originó con el Papa Celestino I (432), quien ordenó que los Salmos de David se cantasen antifonalmente antes de comenzar la Misa. El verso que se utilizaría como texto antifonal sería repetido sobre una melodía independiente después de cada verso del Salmo, el cual sería cantado de la misma forma hasta el final, a menos que el celebrante diese la señal al prior chorae para entonar la doxología, con la cual el Salmo terminaría y luego le seguiría la letanía o el Kirie. Posteriormente, según las ceremonias preliminares a las cuales esta ejecución debía acompañar acortaron, la antífona se repetiría después de cada segundo, tercero o cuarto verso del Salmo, antes y después del Gloria Patri y después del Sicut erat. Desde el Concilio de Trento la antífona se ha cantado como se acostumbra hoy, es decir, antes y después del Salmo. Del Salmo en sí, originalmente cantado completo, sólo se ha retenido un verso y la doxología para cualquier Introito, de modo que en lugar de ser el Salmo lo más notable, la antífona es ahora de suprema importancia. El actual "Graduale Romanum" contiene sólo algunos ejemplos de la manera antigua en que se cantaba el Introito. Uno de éstos es el modo en el que el Nunc Dimittis es cantado durante la ceremonia de distribución de velas benditas en la Fiesta de Purificación de la Santa Virgen María. El verso, Lumen ad revelationem gentium… se escoge como texto de la antífona y se repite después de cada verso hasta el final. Las melodías sobre las cuales se cantan las antífonas, especialmente las que preceden a los Salmos de Vísperas, son generalmente simples. Rara vez tienen alguna palabra de dos o tres notas. Muchas de las melodías son completamente silábicas. Su importancia melódica consiste en que preparan la mente para el siguiente tono del Salmo, para el cual constituyen una especie de preludio y de cuyo carácter participan. Se ha establecido que sólo existen cuarenta y siete melodías típicas, cada una de las cuales, con leves modificaciones melódicas, sirve para muchos textos diferentes. Un vestigio de aquella costumbre que consistía en repetir la antífona después de cada verso del Salmo se encuentra en los diferentes finales de los tonos de un Salmo. A veces una y a veces otra de las cuarenta y siete melodías típicas que conforman la antífona preceden a cualquier otra melodía de un Salmo en particular, de acuerdo con la Fiesta y el Tiempo. Los diferentes finales de las melodías de un Salmo se destinaron a facilitar la entrada de los cantantes en la nota inicial de la antífona, después de haber cantado un verso del mismo. Las llamadas antífonas de la Santa Virgen María: "Alma Redemptoris Mater", “Salve Regina”, “Ave Regina Coelorum" y "Regina Coeli", aunque originalmente cantadas en relación con los Salmos, de los cuales deriva su nombre, se han cantado como cantos independientes desde el año 1239, cuando el Papa Gregorio IX ordenó que cada uno de ellas, de acuerdo con el Tiempo, se cantara al final del Oficio. En un manuscrito de San Galo del siglo XIII el "Alma Redemptoris" y la "Salve Regina" forman parte del Oficio para la fiesta de la Anunciación de la Santa Virgen María. Un manuscrito de París del siglo XII asigna el "Alma Redemptoris" y la "Ave Regina " al Oficio o a la Fiesta de la Asunción. En un antifonario del siglo XII que se encuentra en la Basílica de San Pedro en Roma, la "Regina Coeli" se le asignó a la Octava de Pascua. Las melodías para estos textos están entre las más hermosas dentro del amplio repertorio Gregoriano. Como se destinaron para que la congregación las cantase, su construcción es sencilla y clara. Susurran un espíritu profundamente religioso y se constituyen en medios eficaces para revelarle al cantor los contenidos místicos de los textos que musicalmente interpretan. Mientras que las cuatro antífonas en honor a la Santa Virgen María y aquellas ejecutadas en la Misa han sido textos prolíficos en versiones producidas tanto con los maestros de la polifonía clásica y con los autores modernos, aquellas que preceden a los Salmos de Vísperas son casi universalmente interpretadas mediante melodías Gregorianas.

Fuentes: WAGNER, Einfuhrung in die gregorianischen Melodien (Freiburg, 1901); Id., Neumenkunde(Freiburg, 1905); GEVAERT, Les origines du chant liturgique (Ghent, 1890); DUCHESNE, Christian Worship (2d Eng. Ed., London, 1904); KIENLE Choralschule (Freiburg, 1884). Otten, J. (1907). Antiphon. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved from New Advent:

Transcrito por Steve Gambino. Traducido por José Nicomedes Ramírez Hernández.