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Martes, 3 de diciembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Sábado Santo»

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En la Iglesia primitiva el Sábado Santo era conocido como el Grandioso o Gran Sábado, Sábado Santo, la Noche Angélica, la Vigilia de Pascua, etc., No era más que, como el Jueves Santo, un día de alegría, pero uno de alegría y tristeza entremezcladas; es el final del tiempo de periodo Cuaresma y penitencia y el principio del Tiempo Pascual que es un gozo. Por una rarísima excepción, en la Iglesia primitiva éste era el único sábado en que se permitía ayunar (Constit. Apost., VII, 23) y el ayuno era una de severidad especial. En tiempo de San Ireneo, se observaba un ayuno absoluto de todo tipo de comida durante las cuarenta horas que precedían a la fiesta de Pascua y aunque el momento asignado para romper el ayuno, al alba el domingo, varió según el tiempo y el país, la abstinencia de comida el Sábado Santo era general.
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'''(NOTA: Este artículo fue escrito en 1908 y está en proceso de ser actualizado.)'''
  
La noche de la vigilia de Pascua ha sufrido un desplazamiento extraño. Durante los primeros seis o siete siglos, la celebración duraba toda la noche, para que el Aleluya coincidiera con el día y momento de la Resurrección. En el siglo octavo esta misma celebración tenía lugar la tarde del sábado y, por un anacronismo singular, se desplazó después al sábado por la mañana, así el momento de la celebración de la solemnidad fue adelantado casi un día entero. Gracias a este cambio, se asignaron ahora oficios especiales al sábado Santo considerando que anteriormente no había tenido lugar ninguno hasta la tardía hora de la vigilia.  
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En [[la Iglesia]] primitiva el '''Sábado Santo''' era conocido como el Sábado Grande o Grandioso, Sábado Santo, la Noche Angélica, la [[vigilia|Vigilia]] de [[Pascua]], etc. Ya no es, al igual que el [[Jueves Santo]], un día de alegría, sino uno de [[felicidad|alegría]] y tristeza entremezcladas; es el final de la temporada de [[Cuaresma]] y [[penitencia]] y el principio del [[tiempo pascual]], que es uno de regocijo.
  
Esta vigilia, se inicia con la bendición del nuevo fuego, la iluminación de lámparas y velas y del cirio pascual, ceremonias que perdieron gran parte de su simbolismo al ser anticipadas y adelantadas del crepúsculo a la plena luz del día. San Cirilo de Jerusalén decía de esta noche que era tan luminosa como el día, y Constantino el Grande le añadió un esplendor inaudito agregando a su brillo, una profusión de lámparas y grandes antorchas, para que no sólo las basílicas, sino las casas, calles y plazas públicas estuvieran resplandecientes con la luz que era el  símbolo de Cristo Resucitado. La asamblea de los creyentes se dedicaba a la oración común, el canto de salmos e himnos, y la lectura de las Escrituras comentadas por el obispo o el presbítero. La vigilia de Pascua se consagró especialmente al bautismo de los catecúmenos que, en las iglesias más importantes, era muy numeroso. En el sábado Santo siguiente a la deposición de San Juan Crisóstomo de la Sede de Constantinopla, había, solamente en esta iglesia, 3000 catecúmenos. Tales números, es claro, sólo se encontraban en las grandes ciudades; no obstante, como el Sábado Santo y la vigilia de Pentecostés eran los únicos días en que se administraba el Bautismo había siempre, incluso en las iglesias menores un número gozoso de catecúmenos. Esta reunión de personas en la oscuridad de la noche ocasionó a menudo abusos que el clero se sintió impotente de prevenir sin una activa vigilancia anticipando por ello las ceremonias de modo que todas ellas pudieran tener lugar a la luz del día. Rabanus Maurus, escritor eclesiástico del siglo noveno (De cleric. Instit., II, 28), hace un relato detallado de la celebración del Sábado Santo. La asamblea permanecía silenciosa en el templo esperando el alba de la Resurrección, intercalando salmodias y cantos y escuchando la lectura de las lecciones. Estos ritos eran idénticos que los de la Iglesia primitiva y se celebraban a las mismas horas, los fieles a lo largo del mundo no habían consentido todavía anticipar la vigilia de Pascua  y fue durante la Edad Media cuando se estableció la uniformidad en este punto.
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Por una rarísima excepción, en la Iglesia primitiva éste era el único sábado en que se permitía ayunar ([[Constituciones Apostólicas]], VII, 23) y el [[ayuno]] era uno de especial severidad. Desde la época de [[San Ireneo]], se observaba un ayuno absoluto de todo tipo de comida durante las cuarenta horas que precedían a la [[fiestas eclesiásticas|fiesta]] de Pascua y aunque el momento asignado para romper el ayuno, al alba del [[domingo]], variaba según el [[tiempo]] y el país, la [[abstinencia]] de comida el Sábado Santo era general.
  
(Nota del Traductor: Pío XII en el año 1951 recuperó la celebración de la Vigilia Pascual y en 1955 todo el Triduo Pascual recuperó su antigua unidad. La reforma del Concilio Vaticano II dio unidad a la celebración completa del Triduo Pascual y la enriqueció de contenido bíblico y de sencillez. Actualmente el Triduo Pascual inicia en la tarde del jueves santo con la celebración de lacena del Señor, continúa el viernes santo con ¡a conmemoración de la muerte y el sábado santo la preparación y la celebración de la Vigilia Pascual, que es el centro de toda la semana santa)
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La noche de la vigilia de Pascua ha sufrido un desplazamiento extraño. Durante los primeros seis o siete siglos, las [[ceremonia]]s duraban toda la noche, para que el [[Aleluya]] coincidiera con el día y momento de la [[Resurrección de Jesucristo|Resurrección]].   En el siglo VIII estas mismas ceremonias se celebraban la tarde del sábado y, por un anacronismo singular, se desplazaron después al sábado por la mañana; así el momento de la celebración de la [[solemnidad]] fue adelantado casi un día entero. Gracias a este cambio, ahora se asignaron servicios especiales al Sábado Santo considerando que anteriormente no había tenido ninguno hasta la hora tardía de la vigilia.
  
El Catecismo actual dice: 624 "Por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15, 3), sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que El expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (472) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (473) después de realizar(474) la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero (475).
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Esta [[vigilia]] se iniciaba con la [[bendición]] del fuego nuevo, la iluminación de [[lámpara de altar|lámparas]] y [[velas]] y del [[cirio pascual]], ceremonias que perdieron gran parte de su [[simbolismo]] al ser anticipadas y adelantadas del crepúsculo a la plena luz del día.  [[San Cirilo de Jerusalén]] decía que esta noche era tan luminosa como el día, y [[Constantino el Grande]] le añadió un esplendor inaudito a su brillo, con una profusión de lámparas y grandes antorchas, de modo que no sólo las [[basílica]]s, sino las casas particulares, calles y plazas públicas estuvieran resplandecientes con la [[luces|luz]] que era el [[simbolismo|símbolo]] de [[Jesucristo|Cristo]] [[Resurrección de Jesucristo|Resucitado]].   La asamblea de los [[fieles]] se dedicaba a la [[oración]] común, al [[canto litúrtgico|canto]] de [[Salmos|salmos]] e [[himno]]s, y a la lectura de las [[Biblia|Escrituras]] comentadas por el [[obispo]] o los [[sacerdote]]s.  
  
H. LECLERCQ
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La vigilia de [[Pascua]] se consagró especialmente al [[bautismo]] de los [[catecúmeno]]s que, en las [[edificaciones eclesiásticas|iglesias]] más importantes, era muy numerosos.   En el Sábado Santo siguiente a la [[deposición]] de [[San Juan Crisóstomo]] de la [[diócesis|Sede]] de [[Constantinopla]], había, solamente en esa iglesia, tres mil catecúmenos. Tales números, por supuesto, sólo se encontraban en las grandes ciudades; no obstante, como el Sábado Santo y la vigilia de [[Pentecostés]] eran los únicos días en que se administraba el bautismo había siempre, incluso en las iglesias más pequeñas, un número considerable de catecúmenos.
Transcrito por Robert B. Olson
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Ofrecido al Omnipotente Dios por los dones de piedad y devoción para todos los miembros de Su Una, Santa, Católica, y Apostólica Iglesia.
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Esta reunión de personas en la oscuridad de la noche ocasionó a menudo abusos que el [[clero secular|clero]] se sintió impotente de prevenir mediante una vigilancia activa, y por ello anticiparon las [[ceremonia]]s de modo que todas ellas pudieran tener lugar a la luz del día.  [[Mauro Magnencio Rábano|Rábano Mauro]], escritor [[la Iglesia|eclesiástico]] del siglo IX (De cleric. Instit., II, 28), da una descripción detallada de la celebración del Sábado Santo.  La asamblea permanecía [[silencio]]sa en el [[templo]] esperando el alba de la [[Resurrección de Jesucristo|Resurrección]], y se unían a intervalos en salmodias y cantos y en la escucha de la lectura de las lecciones.  Estos [[ritos]] eran idénticos a los de [[la Iglesia]] primitiva y se celebraban a las mismas horas, puesto que los [[fieles]] a lo largo del mundo todavía no habían dado su consentimiento para anticipar la [[vigilia]] de [[Pascua]]  y fue solo durante la [[Edad Media]] cuando se estableció la uniformidad sobre este punto.
Traducido por Quique Sancho
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'''Fuente''':  Leclercq, Henri. "Holy Saturday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 4 Apr. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/07424a.htm>.
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Traducido por Quique Sancho.  rc
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(Nota del Traductor: Pío XII en el año 1951 recuperó la celebración de la Vigilia Pascual y en 1955 todo el Triduo Pascual recuperó su antigua unidad. La reforma del Concilio Vaticano II dio unidad a la celebración completa del Triduo Pascual y la enriqueció de contenido bíblico y de sencillez. Actualmente el Triduo Pascual inicia en la tarde del Jueves Santo con la celebración de la Cena del Señor, continúa el Viernes Santo con la conmemoración de la muerte y el Sábado Santo la preparación y la celebración de la Vigilia Pascual, que es el centro de toda la Semana Santa.  El Catecismo actual dice: 624 "Por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15, 3), sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que El expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (472) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (473) después de realizar (474) la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero (475).”)

Última revisión de 22:32 21 mar 2018

(NOTA: Este artículo fue escrito en 1908 y está en proceso de ser actualizado.)

En la Iglesia primitiva el Sábado Santo era conocido como el Sábado Grande o Grandioso, Sábado Santo, la Noche Angélica, la Vigilia de Pascua, etc. Ya no es, al igual que el Jueves Santo, un día de alegría, sino uno de alegría y tristeza entremezcladas; es el final de la temporada de Cuaresma y penitencia y el principio del tiempo pascual, que es uno de regocijo.

Por una rarísima excepción, en la Iglesia primitiva éste era el único sábado en que se permitía ayunar (Constituciones Apostólicas, VII, 23) y el ayuno era uno de especial severidad. Desde la época de San Ireneo, se observaba un ayuno absoluto de todo tipo de comida durante las cuarenta horas que precedían a la fiesta de Pascua y aunque el momento asignado para romper el ayuno, al alba del domingo, variaba según el tiempo y el país, la abstinencia de comida el Sábado Santo era general.

La noche de la vigilia de Pascua ha sufrido un desplazamiento extraño. Durante los primeros seis o siete siglos, las ceremonias duraban toda la noche, para que el Aleluya coincidiera con el día y momento de la Resurrección. En el siglo VIII estas mismas ceremonias se celebraban la tarde del sábado y, por un anacronismo singular, se desplazaron después al sábado por la mañana; así el momento de la celebración de la solemnidad fue adelantado casi un día entero. Gracias a este cambio, ahora se asignaron servicios especiales al Sábado Santo considerando que anteriormente no había tenido ninguno hasta la hora tardía de la vigilia.

Esta vigilia se iniciaba con la bendición del fuego nuevo, la iluminación de lámparas y velas y del cirio pascual, ceremonias que perdieron gran parte de su simbolismo al ser anticipadas y adelantadas del crepúsculo a la plena luz del día. San Cirilo de Jerusalén decía que esta noche era tan luminosa como el día, y Constantino el Grande le añadió un esplendor inaudito a su brillo, con una profusión de lámparas y grandes antorchas, de modo que no sólo las basílicas, sino las casas particulares, calles y plazas públicas estuvieran resplandecientes con la luz que era el símbolo de Cristo Resucitado. La asamblea de los fieles se dedicaba a la oración común, al canto de salmos e himnos, y a la lectura de las Escrituras comentadas por el obispo o los sacerdotes.

La vigilia de Pascua se consagró especialmente al bautismo de los catecúmenos que, en las iglesias más importantes, era muy numerosos. En el Sábado Santo siguiente a la deposición de San Juan Crisóstomo de la Sede de Constantinopla, había, solamente en esa iglesia, tres mil catecúmenos. Tales números, por supuesto, sólo se encontraban en las grandes ciudades; no obstante, como el Sábado Santo y la vigilia de Pentecostés eran los únicos días en que se administraba el bautismo había siempre, incluso en las iglesias más pequeñas, un número considerable de catecúmenos.

Esta reunión de personas en la oscuridad de la noche ocasionó a menudo abusos que el clero se sintió impotente de prevenir mediante una vigilancia activa, y por ello anticiparon las ceremonias de modo que todas ellas pudieran tener lugar a la luz del día. Rábano Mauro, escritor eclesiástico del siglo IX (De cleric. Instit., II, 28), da una descripción detallada de la celebración del Sábado Santo. La asamblea permanecía silenciosa en el templo esperando el alba de la Resurrección, y se unían a intervalos en salmodias y cantos y en la escucha de la lectura de las lecciones. Estos ritos eran idénticos a los de la Iglesia primitiva y se celebraban a las mismas horas, puesto que los fieles a lo largo del mundo todavía no habían dado su consentimiento para anticipar la vigilia de Pascua y fue solo durante la Edad Media cuando se estableció la uniformidad sobre este punto.


Fuente: Leclercq, Henri. "Holy Saturday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 4 Apr. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/07424a.htm>.

Traducido por Quique Sancho. rc


(Nota del Traductor: Pío XII en el año 1951 recuperó la celebración de la Vigilia Pascual y en 1955 todo el Triduo Pascual recuperó su antigua unidad. La reforma del Concilio Vaticano II dio unidad a la celebración completa del Triduo Pascual y la enriqueció de contenido bíblico y de sencillez. Actualmente el Triduo Pascual inicia en la tarde del Jueves Santo con la celebración de la Cena del Señor, continúa el Viernes Santo con la conmemoración de la muerte y el Sábado Santo la preparación y la celebración de la Vigilia Pascual, que es el centro de toda la Semana Santa. El Catecismo actual dice: 624 "Por la gracia de Dios, gustó la muerte para bien de todos" (Hb 2, 9). En su designio de salvación, Dios dispuso que su Hijo no solamente "muriese por nuestros pecados" (1 Co 15, 3), sino también que "gustase la muerte", es decir, que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que El expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba (472) manifiesta el gran reposo sabático de Dios (473) después de realizar (474) la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero (475).”)