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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Teatro: Teatro latino: Los dramas litúrgicos

De Enciclopedia Católica

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1.- Ciclo Pascual (Visitatio sepulchri)

La mayoría de los estudiosos han considerado que en la Edad Media el paso del rito al drama se produjo en los tropos, interpolaciones breves en un texto litúrgico, aprovechando una frase musical sin letra en el canto o con una melodía propia. Estas piezas musicales en latín pronto adquirieron estructura dialogada al alternar en su interpretación las intervenciones del coro y de los solistas y fueron evolucionando hasta convertirse en verdaderas piezas teatrales con vestuario, escenografía y atrezzo. El tropo del Quem Quaeritis de Pascua fue el primero en convertirse en drama en la ceremonia de la Visitatio Sepulchri, aunque no es posible decir a ciencia cierta, con las fuentes fragmentarias de las que disponemos, si el Quem Quaeritis surgió como tropo independiente o lo hizo desde el principio como texto del drama.

En la Península los dramas litúrgicos no fueron desconocidos si bien se aprecia una gran disimetría en el número de textos conservados entre el área catalano-aragonesa, donde los textos son abundantes y variados, y la zona castellana, donde los textos escasean y parecen todos derivados de modelos franceses o catalanes. En Galicia contamos con un único testimonio de drama litúrgico pascual, un Quem Queritis que se representaba en la Catedral de Santiago la noche de Pascua después de maitines. El texto latino, con su correspondiente notación musical a una sola línea, a medio camino entre la neumática y la aquitana, lo encontró el archivero Xesús Carro en la biblioteca catedralicia en un folio suelto de un Antifonario de la primera mitad del siglo XII que había sido utilizado como cubierta en un legajo posterior. La pieza fue transcrita y estudiada por Dom Germán Prado en un trabajo publicado en 1932 en la revista Nos. El texto es el siguiente:

Ad significationem sepulchri

“Ubi est Xristus meus dominus et filius ex/celsi? eamus videre sepulchrum./ -Quem queritis in sepulchro, o Xristicole?/. -Iesum nazarenum crucifixum, o celico/la/ -Non est hic, surrexit sicut predixerat; ite/ nuntiate quia surrexit/. -Alleluia! ad sepulchrum residens angelus/ nuntians surrexisse Xpistum”(1).

Se trata de un breve diálogo entre las Marías que acuden al sepulcro y el ángel que les anuncia que Cristo ha resucitado. Diálogo que cuenta en su estructura con numerosos paralelos en el resto de Europa. Richard Donovan destaca que la fórmula Ubi est christus meus aparece en muy pocas ocasiones (Limoges, Ripoll-Vic, Poitiers y Seo de Urgell) y supone que a Compostela habría llegado a través de Ripoll, monasterio con el que Santiago tuvo estrechos contactos en materia musical. Sin embargo el MS. 105 de Vic en el que aparece la mencionada fórmula y que Donovan creía procedente de Ripoll fue en realidad confeccionado en y para la catedral de Vic, siendo donado por un canónigo apellidado Ripoll, circunstancia que motivó la confusión de Villanueva, Anglés y Donovan. Mª Asunción Gómez Pintor que estudió el tropo compostelano en su tesis de licenciatura concluye la existencia de similitudes con las versiones de St. Gall y Limoges, más que con la de Vic, y postula una transmisión por vía oral dadas las diferencias musicales.

Ante la ausencia de otros textos, la crítica ha mostrado cierta tendencia a considerar la pieza compostelana como una excepción, explicable por contactos puntuales con centros catalanes propiciados por el fenómeno de las peregrinaciones. En todo caso no cabe dudar del arraigo en Compostela de la ceremonia dramático-litúrgica. El denominado Breviario del canónigo Miranda (Archivo de la catedral de Santiago, 1450) recoge (fol. 94) el mismo tropo con indicaciones para su representación que tenía lugar ad altare y corría a cargo de tres niños del coro que representaban a las Marías “tres pueri in similitudine mulierum induti” y otro “in similitudine angeli indutus vestimentis candidis” que hacía el papel del ángel “stans retro altare”. El Breviario compostelano en la edición incunable de 1497 añade dos secuencias (prosas) al texto y datos sobre la vestimenta de las Marías que habrían de aparecer cubiertas con amitos: “coopertis capitibus amictis in similitudinem mulierum”, y todavía a principios del XIX tres niños vestidos de ángeles seguían cantando los versos según testimonio del Maestro de Capilla de la Catedral compostelana Rafael Tafall Abad.

Sea o no un caso aislado, lo evidente es que Compostela incorporó en fecha temprana la ceremonia de la Visitatio y que fue la única sede de la zona occidental de la Península con capacidad para modificar en el siglo XV las formas originales de la ceremonia dramática, circunstancia que para la profesora Eva Castro encuentra su explicación en la temprana adopción del rito romano por la iglesia galaico-lusitana.

Por otra parte, del análisis de la estructura arquitectónica de la catedral compostelana, la dedicación de sus capillas y algunas noticias indirectas, se ha deducido también (Castiñeiras González) la celebración en la misma de las ceremonias de la Adoratio Crucis, la Depositio, la Elevatio y la Visitatio Sepulchri, ceremonias que debieron de existir también en otros lugares de Galicia en la misma época, por ejemplo en el monasterio de San Estevo de Ribas de Sil donde una hendidura en el ábside ha sido interpretada por el profesor Castiñeiras como un posible lugar para la depositio hostiae. A estos datos cabe añadir que en fechas posteriores encontramos en las iglesias gallegas algunos “sagrarios” de piedra que por su ubicación a considerable altura en el muro de fondo del ábside parecen haber sido utilizados como “sepulcros pascuales” (Iglesia de Santa Mariña Dozo de Cambados, siglo XVI).


(1) La traducción podría ser como sigue: [Ante una representación del sepulcro ¿Dónde está Cristo, mi señor, hijo del Altísimo? vayamos a ver la sepultura. -¿A quién buscáis en el sepulcro, oh seguidoras de Cristo? -A Jesús de Nazaret que fue crucificado, oh habitante del cielo -No está aquí, resucitó como predijera. Id, anunciad que resucitó. -Aleluya!, un ángel sentado en el sepulcro anuncia que Cristo ha resucitado].

La ceremonia termina con un Te deum laudamus.


[1] © Julio I. González Montañés 2002-2009.

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