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Domingo, 22 de diciembre de 2024

Representación de las Sirenas en el Sur Andino

De Enciclopedia Católica

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Todos somos peregrinos en esta tierra, y navegantes de todo mar. Como hombres de Fe, imitamos a Abraham, yendo donde Dios quiere que vayamos. Como discípulos de Cristo, remamos mar adentro, y en la tempestad no tenemos miedo. La tierra es un Valle de Lágrimas, una mala noche en mala posada, decía Santa Teresa. Somos marineros de la Nave de la Iglesia, que navega en mar proceloso: vemos a los demonios encrespar el mar, pero nunca olvidamos que Cristo reposa impasible en el Sagrario del Arca de Salvación. Casi sin darnos cuenta, ¡ha quedado dicho todo! Queda fijado pues el eje temático.

Se ha especulado mucho sobre la presencia de sirenas en las portadas barrocas de los Andes del Perú. Homero narra en la Odisea que Ulises, y sus compañeros pasan ante ellas. Como Ulises sabe que ellas seducen a los marineros con sus cantos para matarlos después, idea un plan. Pide a sus compañeros que lo aten al mástil del barco y que ellos se taponen los oídos para que no puedan sucumbir ante sus cantos seductores. Cuando están todos preparados, pasan ante ellas. Ulises pide desesperado que lo suelten, que quiere ir con ellas, pero los compañeros no lo oyen porque sus oídos están taponados. De esta manera, consigue oír los cantos. La moraleja del barroco es simple y fácil de percibir: los cantos de sirena son las seducciones del mundo y las tentaciones del demonio, que mediante mentiras busca apartar al viador del buen camino, para que el nauta cristiano se estrelle en los arrecifes del pecado. Se vence la tentación de dos maneras: estando firmemente abrazado a la cruz (mástil) y al evitar inteligentemente las ocasiones de pecar, haciendo oídos sordos a las inspiraciones del Maligno (cera en los oídos), porque con la tentación no se dialoga. Las portadas son los Arcos Triunfales de Cristo y su de su Iglesia. Los pináculos marcan el fin del imperio del pecado y de la muerte. Las sirenas, colocadas a cada lado de los pináculos, están excluidas del Monumento, es decir de la Vida Eterna. Apartadas de Dios, están eternamente condenadas.

Por lo tanto, los pináculos proclaman que se ha cumplido la Profecía de Cristo: “Las puertas del infierno no prevalecerán". Su mensaje es esperanzador porque recuerda al hombre que no será tentado más allá de sus fuerzas. Por otro lado, simbolizan la Fe de bases sólidas, que anhela y se enrumba hacia Eterna Beatitud. Son conmemorativos de la paz del alma que nace de la amistad eterna con Dios

Figurar a Satanás, la Serpiente antigua como Sirena y a veces como Dagón, es relativamente sencillo. Usualmente se las representa tocando una guitarra. Pero también hay representaciones barrocas de la sirena con arpa y viola de gamba. Queremos destacar que hablamos de instrumentos de cuerda. Es un tema muy relevante en el discurso de Cardiomorfosis, en el que concurren y se articulan muchos conceptos. Digamos de la guitarra lo mismo que dice un soneto:

Yo soy aquella que todo lo canto

Soy reina de tonos delicados

Soy la que alegro a todos los estados

y soy la que condena a triste llanto.'


Se entiende entonces que al deleite de la tentación sigue la tristeza de la culpa. En el mismo sentido lo expresa Jorge Manrique: <<Cuán presto se va el placer, cuando después de acordado, da dolor>>. O como dice el gemebundo vals criollo: <<Llora guitarra porque eres mi voz de dolor>> La entraña viciosa de la alegoría se constata en los emblemas morales


Comienza el vicio siempre con blandura

Prometiendo contento, y admitido

Cumple con dar disgusto y amargura

Quedando en todo falso y fementido:

Oh Canto de Sirena y hermosura

Que al cabo eres un monstruo tan temido,

Quan seguro podrá estar de tu daño,

Quien mirare tu fin con desengaño


'El vicio de la carne, es una dama

De medio cuerpo arriba muy hermosa

Del medio abajo, pez, de dura escama

Horrenda, abominable y espantosa:

Con halagos os llama y con su llama

Abrasa y quema, aquella semidiosa

Por tal tenida entre los carnales

Princesa de las furias infernales.'

No cabe duda de que se alude al Demonio, al pecado y a la condenación. El instrumento del que se vale el demonio es el deleite sensual. Ya lo dice el Evangelio: el ojo no se cansa de ver, ni el oído de oír. Dicho en otras palabras, la incontinencia. El hijo pródigo que derrochó su riqueza en banquetes, borracheras y prostitutas, tipifica al pecador: Su fortuna devino en hambruna; el mundo, don de Dios, se transformó en castigo misericordioso, para su conversión. El pródigo alienado termina por disgustarse de vivir fuera de sí mismo, absorbido por las criaturas, por sus pasiones, por su orgullo. Vuelve a sí mismo para regresar al Padre, mediante el examen de conciencia.

La melodía de la sirena seduce al oído que no se cansa de oír. Estamos en presencia de un tema importante: La sensualidad barroca. La Pedagogía Barroca es gustosa, sonorosa, sabrosa, vistosa, lujosa. Enseña deleitando. Aquí el deleite es lícito, honesto y decoroso. Lo constatamos en el Pintura, la Literatura, la Música y en la Arquitectura religiosa, civil, y militar. Todo está ordenado y encaminado hacia la salvación personal, corporativa, para la Mayor Gloria de Dios. Los sentidos son las vías que despiertan la imaginación de todo lo Bello, lo Bueno y lo Santo.

La sirena, y su canto melodioso apuntan a esta sentencia: Si la sensualidad te arrebata el señorío de tu voluntad, perecerás. Serás juguete del demonio, una nave sin timón, remos ni ancla. Estarás a merced del mar proceloso del pecado, en el que te hundirás irremisiblemente.

El Infierno existe, es Dogma de Fe. Cristo lo menciona al menos 15 veces. La Sagrada Teología nos enseña que es un estado espiritual, no es lugar. Sin embargo, se usan categoria materiales y sensoriales para poder predicar lo inefable. En el mismo contexto sur andino, abundan las representaciones de la Gloria y la Condenación: Hemos dicho que la guitarra de la sirena alude a los lamentos de los condenados. En las llamadas capillas sixtinas andinas, mediante logografías el ama condenada exclama:

Ay de mi que ardiendo quedo. Ay de mi que pude y ya no puedo. Ay de mi que siempre he de arder, Ay de mi que a mi Dios nunca podre ver. Aquí está presente el mencionado tema de “fuego”. El alma santa se abrasa en el fuego del Amor divino, pero el alma pecadora es abrasada por el pecado que tanto amó. Para no salir de la alegoría musical veamos ejemplos del castigo del deleite vocal y sonoro.

El tritono diabólico del grabado advierte, en el cetro del demonio: Después de la risa, el llanto. Queda demostrado, de esta manera, que hay trabazón lógica, discursiva, pedagógica, alegórica y teológica con el simbolismo de las portadas del sur andino. Kauffman Doig, en recientes estudios sobre la religión prehispánica afirma tajantemente:

La religión de los antiguos peruanos giraba en torno a un eje distinto al bíblico, que centra su atención en el campo de la moral. Su brújula apuntaba casi exclusivamente a la búsqueda de contar con la cuota necesaria de alimentos, algo que era difícil de alcanzar debido a la limitación de tierras aptas para el cultivo y a las catástrofes de orden atmosférico a los que está expuesta la región andina de costa, sierra y la Amazonía cordillerana.

La descripción que el Arqueólogo peruano hace del dios del agua, no puede ser reducida a una alegorización clásica. Las tesis antropológicas conocidas, de sincretismo religioso, se pulverizan cuando se estrellan contra las murallas de la Cultura Clásica, la Patrística y la purificación cristiana de las intuiciones de los divino que nos ha legado la Antigüedad. Comenzamos esta exposición, presentando las portadas de las iglesias como figurativas de la Puerta del Reino de los Cielos, y hemos terminado presentando las puertas del infierno, sin saltarnos ningún eslabón de la cadena alegórica del Barroco.

Volvamos a la portada de la Iglesia de San Lorenzo:

El demonio, que quiso usurpar el lugar de Dios es contemplado desde lo alto por San Miguel Arcángel, que lo humilla diciendo: Quis sicut Deus? La espada en posición de descanso indica que la lucha ha terminado. El soberbio Luzbel se ha vuelto polvo de sí mismo, dice el el villancico de batalla.


José Gálvez Krüger

Voces afines: cosmovisión andina, elemento estético, memoria, identidad, religiosidad andina, arcángeles arcabuceros, Teresa Gisbert.

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