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Miércoles, 20 de noviembre de 2024

La verdad sobre Jesús de Nazareth: Libro Primero, Capítulo I

De Enciclopedia Católica

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Libro Primero

Los testigos de Jesús

“Seréis mis testigos hasta las extremidades del la tierra” (Hch 1. 8)


Preámbulo

“Los Testigos de Jesús”. Tomamos aquí el término testigo en el sentido más extenso, para designar las personas que, en el siglo primero, dijeron o escribieron lo que sabían de Jesús o de su Obra. Por otro lado veremos más adelante que, entre ellos, hay testigos oculares. Comenzamos por estudiar los documentos que poseemos. En el capítulo V y VI de este Libro, y en Libro II, estableceremos su valor.

Sumario de Libro I

Capítulo preliminar Capítulo I: El testimonio de los paganos y de los Judíos. Capítulo II: el testimonio de San Pablo. Capítulo III: el testimonio evangélico. El evangelio oral. Capítulo IV: el testimonio de los cuatro evangelistas. Capítulo V: el testimonio de los cuatro evangelistas (continuación). Autenticidad Capítulo VI: El testimonio de los cuatro evangelistas (continuación). Integridad.


Capítulo Preliminar: La figura diáfana de Jesús

La figura de Jesús se destaca claramente sobre ese telón de fondo donde se pierde, con la fuente de religiones opuestas a la suya, la fisonomía de sus fundadores o de sus divinidades. Sin hablar de Orfeo, de Attis, de Krishna, personajes míticos, dioses de fantasía de forma hummana vaga e inconsistente, el indio Sakya Mouni (Buda), el meda Zoroastro, vivieron, aunque el segundo existió, en la noche incierta de los tiempos legendarios; del árabe Mahoma no sabemos nada hasta sus veinticinco años, sino que fue pobre, huérfano y pupilo de sus tíos.

Jesús de Nazareth, por el contrario tiene una verdadera historia

1. Aparece en plena época histórica, en el gran siglo de Augusto, en tiempos de Tito Livio y de Séneca. Un poco después de Virgilio, un poco antes de Tácito.

2. Nace en un pueblo muy conocido, cuyo estado social, político, religioso está perfectamente definido; cuyo largo pasado esta fijado en numerosos libros que nadie ha impugnado, y que incluso se incluso positivamente de acuerdo con los documentos dignos de fe y todos los monumentos antiguos o recientemente descubiertos.

3. Camina sobre rutas bien trazadas, cuyos desvíos Roma conocía bien, en un país cuya geografía tan precisa nos permite seguirlo paso a paso.

4. Habla u actúa en medio de una gran luz, gracias a la cual podemos darnos una idea riquísima y precisa de su persona, de su vida y de su obra.

5. Finalmente, su memoria ha sido conservada en numerosos escritos, “Fuentes” de su historia, cuyo valor incomparable estableceremos.


Capítulo Primero: El testimonio de los paganos y de los judíos

Sumario

1. el testimonio de paganos y judíos es menos abundante y menos contundente. 2. Sin embargo no es despreciable.

I. el testimonio de los paganos romanos y griegos y de los judíos es menos abundante y menos contundente

1. Los escritores paganos romanos y griegos no podían dejar de inrteresarse en la persona de Jesús, muerto afrentosamente sobre una cruz sin haber ejercido ninguna influencia política, filosófica o artística; ni percibir el efecto profundo de su vida en una provincia alejada de los centros intelectuales. Veían cómo su religión ganaba, poco a poco, todo el mundo romano y hasta Roma, pero no se tomaron el trabajo de estudiarlo, no encontrando en él más que un digno objeto de odio para el género humano (Tácito), y despreciándola más tanto cuanto el Estado la perseguía como opuestos a las religiones establecidas y al culto de todos los dioses.

2. En cuanto a los escritores judíos, tenían interés en guardar silencio respecto de aquel que los jefes del pueblo habían excomulgado, condenado y ejecutado; y sobre el prodigioso éxito de su obra, que cambiaba su derrota en victoria. El historiador judío Josepho [1] era de espíritu más libre que sus compatriotas; pero escribía sobre todo para complacer a Roma, y se cuidaba de extenderse sobre hechos que podrían haber sido tomados como una manifestación de independencia respecto del Imperio; además, temía dañar a los Israelitas establecidos en las ciudades; insistir sobre un movimiento cristiano salido de Jerusalén ¿no era exponerse a ser confundidos, por los perseguidores, con los partidarios de Cristo?

II. Este testimonio, sin embargo, no es despreciable

1. Josepho (37-95), por más reticente que sea sobre el conjunto de los hechos, nos habla de Santiago, pariente de Jesús, de Juan Bautista, “hombre excelente”, ejecutado por Herodes, rey adúltero.

2. Suetonio, historiador romano (60-141) nos habla de los cristianos martirizados en Roma por Nerón. (64).

3. Tácito, otro historiador romano (55-120), hace mención de Cristo ejecutado en tiempos de Tiberio por Poncio Pilatos, de la religión de Cristo y de sus progresos en toda la Judea, luego hasta Roma, finalmente, de los cristianos martirizados en tiempos de Nerón.

4. Plinio el Joven, Gobernador de Bitinia, en una carta oficial al Emperador Trajano (hacia 112), pide instrucciones sobre la conducta a seguir frente a los cristianos numerosos e influyentes de su provincia que causan el ausentismo en los templos de los dioses, reuniéndose en la mañana para cantar himnos a Cristo adorado como Dios, y por la tarde para comer en comunidad un alimento inocente y general (la Eucaristía), que por otro lado no hace mal alguno, y que incluso de comprometen bajo juramento a evitar ciertos crímenes; que, finalmente, dejan de llamarse cristianos si reniegan de Cristo.

5. El Emperador Trajano (52-117) respondiendo a Plinio, luego al Emperador Adriano (125), indican la línea a seguir y recomiendan prudencia en la represión. Sólo estos testigos bastarían para confundir a los críticos, por demás rarísimos, que niegan a nuestro evangelio todo fundamento histórico. Pero tenemos testigos más calificados, porque tomaron parte en el hecho evangélico y en sus primeros desarrollos: sus escritos nos ponen en contacto directo, inmediato, con la fuente misma de la tradición. Las Epístolas de san Pablo, los más antiguos de todos nuestros documentos, dan testimonio de la existencia de esta tradición; hacen cuerpo con el testimonio apostólico, cuya sustancia tenemos en los cuatro Evangelios y los Hechos de los Apóstoles . [e]

Notas

[1] Antigüedades judías., Guerra Judía.

[2] Se llama Libros Canónicos a aquellos que fueron reconocidos y autorizados por la Iglesia: los libros cristianos no canónicos no tienen sino una autoridad correspondiente a su valor; y veremos que los más conocidos, llamados Evangelios Apócrifos, pertenecen más a la leyenda que a la historia.

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