San Martín de Tours:
obispo; nació en Sabaria (hoy
Steinamanger en
Alemania, o Szombathely en
Hungría), Panonia (Hungría), alrededor de 316; murió en Candes, Touraine, probablemente en el 397. En sus años tempranos, cuando su
padre, un tribuno militar, fue transferido a
Pavía en
Italia, Martín lo acompaño hasta allí, y cuando llegó a la adolescencia, de acuerdo con las
leyes de reclutamiento, se alistó en el ejército
romano.
Tocado por la
gracia a temprana edad, desde el principio se sintió atraído hacia el
cristianismo, cual era favorecido en el servicio militar desde la
conversión del emperador
Constantino. Su regimiento pronto fue enviado a
Amiens en
la Galia, y esta ciudad se convirtió en la escena de la famosa
leyenda del manto. Un día muy frío Martín se encontró a las puertas de la ciudad a un pordiosero tembloroso y semidesnudo.
Movido por la compasión, dividió su manto en dos partes y le dio una de ellas al
pobre hombre. La parte con la que se quedó fue luego la famosa
reliquia preservada en el
oratorio de los reyes
francos bajo el nombre de “Manto de San Martín”.
Martín, quien era aún solo un
catecúmeno, recibió prontamente el
bautismo, y poco después finalmente fue liberado del servicio militar en Worms en el Rin. Tan pronto estuvo libre, se apresuró a
Poitiers para hacerse
discípulo de
San Hilario, el sabio y
piadoso obispo cuya
reputación como
teólogo ya estaba pasando más allá de las fronteras de
la Galia. Sin embargo, dado que deseaba volver a ver a sus
padres, regresó a
Lombardía a través de los Alpes. Los habitantes de la región, infestados de
arrianismo, eran agriamente hostiles hacia el
catolicismo, por lo que Martín, que no ocultaba su
fe, fue muy maltratado por orden del obispo
Aujencio de Milán, el líder de la
secta herética en
Italia. Martin estaba deseoso de regresar a la Galia, pero, al enterarse de que los arrianos perturbaban ese país también y que habían logrado exiliar a Hilario a Oriente, decidió buscar abrigo en la Isla Gallinaria (ahora Isola d´Albega) en medio del Mar Tirreno.
Tan pronto como Martín aprendió que el decreto imperial autorizo a Hilario a retornar a Galia, el se movió rápidamente al lado de su elegido maestro en Poitiers en 361, y obtuvo permiso para estar a alguna distancia, en una región desértica (ahora llamada Liguge), donde el adopto una solitaria vida en Gallinaria. Su ejemplo fue rápidamente seguido, y un gran numero de monjes se congregaron a su alrededor. De ese modo fue formada en Thebaid Galicas una legitima laura, desde la cual luego se desarrollo la celebrada Abadía Benedictina de Liguge. Martín permaneció cerca de diez años en esta soledad pero frecuentemente la dejo para orar el Evangelio en las regiones centrales y orientales de la Galia, donde los habitantes rurales se hundían en la oscuridad de la idolatría y daban muestras de todo tipo de supersticiones. La memoria de estas jornadas apostólicas sobreviven hasta nuestros días en las numerosas leyendas locales de las cuales Martín es el héroe y la cual indica groseramente las rutas que el siguió. Cuando San Lidorio, segundo obispo de Tours, murió en 371 o 372, el clero de esta ciudad deseo reemplazarlo por la famosa ermita de Liguge. Pero, como Martín permaneció sordo a las plegarias de los diputados quienes traen su mensaje, fue necesario recurrir a una estratagema para vencer su resistencia. Un cierto, Rusticius, un rico ciudadano de Tours, vino y le suplico que fuera a ver a su esposa, quien estaba en las ultimas, para prepararla para su muerte.
Sin sospechar, Martín lo siguió con prisa, pero fuertemente cuando entro a la ciudad, sin importar la oposición de unos pocos dignatarios eclesiásticos, la aclamación popular lo forzó a ser el Obispo de la Iglesia de Tours,. Consagrado el 4 de Julio, Martín logro el cumplimiento de los derechos de su nuevo ministerio, con toda la energía y la actividad de la cual el había siempre dado muchas pruebas. El no cambio además su modo de vida, escapándose de las distracciones de las grandes ciudades; se acomodo en una pequeña célula a corta distancia de Tours, mas allá del Loire. Algunas otras ermitas, se unieron a el allí, y así fue gradualmente formando un nuevo monasterio, el cual sobrepaso aquel de Liguge, como lo indica su nombre, Marmoutier(Majus Monasterium), el cual se ha mantenido hasta nuestro días. De ese modo con un incansable celo Martín sumo la gran simplicidad, y esto explica como su administración pastoral admirablemente tuvo éxito en cimentar la Cristiandad a través de Touraine. Ni fue esta una rara ocurrencia para que el deje su diócesis cuando el pensó que su aparición en algún distante punto de su localidad, podría provocar algún bien.
El fue aun varias veces a Trier, donde los emperadores habían establecido su residencia, para defender el interés de la Iglesia o para pedir perdón por algunas personas condenadas. Su rol en la materia de los Prisicillianistas y los Ithacians fue especialmente remarcable. Contra Prisicillian, los herejes españoles y sus partisanos, quienes han sido justamente condenadas por el Consejo de Zaragoza, furiosos cargos fueron traídos ante el emperador Maximus por algunos obispos ortodoxos de España, liderados por el Obispo Ithacius. Martín se apresuro a ir a Trier, no verdaderamente para defender a las doctrinas de los Agnósticos y Maniqueos de Prisicillian, sino para remover de la jurisdicción secular del emperador. Maximus el primero que accedió a su advocación, pero, cuando Martín emprendio el viaje, siendo flexible a las solicitudes de Ithacius y ordenado por Priscillians y sus seguidores que sean decapitados. Profundamente acongojado Martín rehusó comunicarse con Ithacius.
Además cuando el vino otra vez a Trier poco después para pedir perdón por los dos rebeldes, Narres y Leucadius, Maximus podía solo prometer a ellos una condición que podría hacer la paz con Ithaeius. Para salvar las vidas de sus clientes, el consintió la reconciliación, pero luego se reprocho a si mismo agriamente por sus actos de debilidad.
Luego de la ultima visita a Roma, Martín fue a Candes, uno de los centros religiosos creados por el en su diócesis, cuando el fue atacado por la dolencia que termino con su vida. Ordenando a si mismo ser llevado al prebisterio de la Iglesia, el murió en 400(de acuerdo a algunas autoridades, mas probablemente en 397) a la edad de alrededor de 81 años, evidenciando hasta el ultimo espíritu ejemplar de humildad y mortificación el cual el ha sido mostrado. La Iglesia de Francia siempre considero a Martín uno de sus mayores santos, y los hagiógrafos han grabado un gran numero de milagros asociados a su intercesión mientras el estaba viviendo y luego de su muerte. Su culto fue muy popular a través de la Edad Media, en una multitud de iglesias y capillas fueron dedicadas a el, y un gran numero de lugares han sido llamados con su nombre. Su cuerpo, llevado a Tours, fue encerrado en un sarcófago de piedra, encima de la cual sus sucesores, San Britius y San Perpetuo, construyeron la primera y simple capilla, y por ultimo una basílica(470). San Eufronio, Obispo de Autun y amigo de San Perpetuo, le envió una escultura en tabla de mármol para cubrir su tumba. Una gran basílica fue construida en 1014 la cual se quemo por completo en 1230 y fue reconstruida rápidamente en una gran escala. Este santuario fue el centro de grandes peregrinajes nacionales hasta 1562, el año fatal cuando los protestantes saquearon este de techo a piso, destruyendo la sepultura y las reliquias del maravilloso gran trabajador, el objeto de su odio. La desesperanzada iglesia colegiada fue restaurada por sus nuevos canónigos, pero un nuevo y mas terrible infortunio la esperaba. El martillo revolucionario de 1793 fue el sujeto de esta ultima devastación. Fue enteramente demolida con la excepción de dos torres las cuales están aun de pie y, su reconstrucción podría ser imposible, la municipalidad ateística dio pie a dos calles abiertas en el sitio.
En Diciembre, 1860, hábilmente ejecutaron excavaciones localizadas en el sitio de la tumba de San Martín, de la cual algunos fragmentos fueron descubiertos. Estas preciadas piezas permanecen en el presente protegidas en una basílica construida por Monseñor Meignan, Arzobispo de Tours, el cual es desafortunadamente de muy pequeña dimensión y recuerda solo débilmente el antiguo y magnifico claustro de San Martín. El 11 de Noviembre cada año la fiesta de San Martín es solemnemente celebrada en su iglesia en presencia de un gran numero de fieles a Tours y otras ciudades o villas de la diócesis.
LÉON CLUGNET
Transcripto por Miguel C. Tinkler
En honor de la Societas Sancti Martini Episcopi Turonensis de la Universidad Emory
Traducido por Juan Ramon Cifre.