Casulla
De Enciclopedia Católica
“Cabeza azolada [esta es una alusión a la forma de tonsura peculiar irlandesa] vendrá con un bastón de cabeza encorvada; en su casa con un hueco para la cabeza [in suâ domu capiti perforatâ, es decir, casulla] cantará impiedad desde su mesa [es decir, el altar]; desde la parte del frente [es decir, oriental] de su casa toda su familia [clérigos ayudantes] responderán, ¡Así sea! ¡Así sea!”
El hecho de que en una fecha temprana la palabra “casal” se estableció en el lenguaje céltico, y que el “casal” de San Patricio en particular se volvió famoso, hace casi certera la alusión a la “casa con hueco para la cabeza”. Difícilmente podemos evitar recordar la definición de “casula” de San Isidoro de Sevilla como “vestimenta con una caperuza, la cual es una “casa” diminuta, una cabaña, como una pequeña choza o cabaña, que cubre a la persona completa”. En las crónicas antiguas parece haberse realizado alguna modificación en la concepción primitiva de un hueco en una pieza redonda de tela. Las primeras casullas medievales estaban hechas de un pedazo de tela semicircular, con su borde recto doblado en el medio y los dos bordes cocidos juntos, dejando una abertura para la cabeza. De aquí se puede ver que la casulla es sólo una capa con las orillas frontales cocidas juntas. La inconveniencia de la casulla primitiva se apreciará fácilmente. Era imposible usar los brazos o manos sin levantar toda la parte frontal de la vestimenta. Para remediar esto, se recurrió a más de un medio. Se recortó gradualmente los lados mientras que el largo del frente y detrás permaneció inalterado. Así, después de ser primero reducida a los lados hasta alcanzar poco por debajo de los codos, en el siglo XVI fue eventualmente recortada aún más, hasta ahora que apenas se extiende por debajo de los hombros y deja los brazos totalmente libres.
Mientras este acortamiento estaba todavía en proceso, se convirtió en deber del diácono y subdiácono el ayudar al celebrante a enrollar la casulla y aliviar hasta donde fuese posible el peso sobre los brazos. Todavía se dan instrucciones a este respecto en el "Cæremoniale Episcoporum", donde habla de la vestimenta del obispo (Cæremon. Episc., lib. II, cap. VIII, n. 19). Para remediar el inconveniente causado por el enrollamiento de la vestimenta sobre los brazos, se adoptó otro artificio en algunas casullas medievales, el cual consistió en insertar una cuerda a través de anillos a los lados de la casulla con la que podía ser retirada hasta los hombres y asegurarla allí. Sin embargo, esto fue raro. Aunque la casulla se consideraba la vestimenta sacerdotal por excelencia, en los primeros siglos fue usada por todos los rangos menores del clero. Todavía se prescribe para los diáconos y subdiáconos “casullas dobladas” (planetæ plicatæ), en lugar de dalmáticas, para el uso en la Misa mayor durante temporadas penitenciales. Todavía es obscuro el origen preciso de este recogimiento de la casulla, pero, al igual que el uso del diácono de la estola ancha (stolone)---que representa la casulla enrollada y colgada sobre el hombro como un capote de soldado---durante la parte activa de sus funciones en la Misa, probablemente tuvo algo que ver con la inconveniencia causada por el impedimento de la casulla medieval del libre uso de los brazos.
De las casullas de uso común en la Iglesia Latina aparecen dos tipos principales, que por conveniencia se pueden llamar la romana y la francesa. La romana es como de 46 pulgadas de largo atrás y 30 pulgadas de ancho. Está ornamentada con orfebrerías que forman un pilar detrás y una cruz ancha al frente, mientras que la abertura para el cuello es larga y se reduce gradualmente hacia abajo. El tipo francés, también común en Alemania y en una forma más alterada en España, es menos amplia y a menudo endurecida artificialmente. Tiene una cruz atrás y un pilar al frente. En las casullas medievales esta cruces en orfebrería a menudo asumían forma de Y, y las cruces mismas parece realmente que se originaron menos con un propósito simbólico que por razones sartorias conectadas con el corte y ajuste.
Como las otras vestimentas sagradas, la casulla requiere que un sacerdote facultado para ese propósito la bendiga antes de su uso. Cuando se asume en la vestimenta para la Misa, se acompaña el acto con una oración que habla de la casulla como el “yugo de Cristo”. Pero se indica otro simbolismo por la forma adjudicada a la imposición de la casulla en los servicios de ordenación: “Recibe”, dice el obispo, “la vestimenta sacerdotal que simboliza la caridad.”
Bibliografía: BRAUN, Die liturgische Gewandung (Friburgo, 1907), págs. 149-239; ROHAULT DE FLEURY, La Messe (París, 1886), VII; BOCK, Geschichte der liturgischen Gewänder (Bonn, 1856-71), II-III; THALHOFER, Liturgik (Friburgo, 1883), I; DE VERT, Explication des cérémonies de l'église (París, 1706-8); ROCK, La Iglesia de Nuestros Padres (Londres, 1903), II; BARBIER DE MONTAULT, Les costumes et les usages ecclésiastiques (París, 1901), II; VAN DER STAPPEN, Sacra Liturgia (Mechlin, 1902), IV, 124-188; THURSTON, en EL MES (Dic., 1898) y en La Tabla (Dic. 28, 1907); HEFELE, Beiträge (Tübingen, 1864), II, 150-223.
Fuente: Thurston, Herbert. "Chasuble." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03639a.htm>.
Traducido por L H M.