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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Marfil

De Enciclopedia Católica

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(Francés, ivoire; italiano, avorio; latín ebur).

Dentina, los colmillos del elefante, hipopótamo, morsa y otros animales; una sustancia dura y elástica, de un blanco cremoso que toma un pulido duradero, usado ampliamente en las artes desde los tiempos prehistóricos. Los cristianos primitivos y medievales lo usaban extensamente en la fabricación o el adorno de objetos eclesiásticos. En los museos de Europa hay ejemplos de marfiles prehistóricos cortados y tallados, y también muchos ejemplares de bajorrelieves, estatuas, dípticos, placas y ataúdes egipcios, asirios, griegos y romanos. Los autores clásicos con frecuencia aluden al marfil, y el Antiguo Testamento está repleto de referencias a su uso, incluso utilizando sus atributos como cualificaciones poéticas, del mismo modo que hace hoy la Iglesia en la Letanía de Loreto ("Torre de marfil").

Tan pronto como los cristianos estuvieron libres para mostrar los símbolos de su fe e ilustrar su historia gráficamente, adoptaron el arte en boga para este fin; y entre sus primeras expresiones estéticas, las más importantes fueron los dípticos de marfil tallado; éstos seguían de cerca los diseños utilizados en los dípticos consulares, excepto que el simbolismo y las imágenes poéticas tomaron el lugar de las representaciones de temas mitológicos. Consistían de dos placas de marfil, engoznadas de modo que se doblasen juntas como un libro. El interior de cada hoja era un poco fresada, con un margen estrecho elevado, con el fin de mantener la cera que recibía el escrito, mientras que el exterior de las hojas estaba profusamente adornado con talladuras. Se utilizaban para diversos fines, tales como para listar los nombres de los bautizados, obispos, mártires, santos y benefactores, y de los vivos y los muertos por los que había que orar. (vea el artículo díptico).

Es obvio que estos dípticos sugerían placas de marfil para portadas de libros, puertas de relicarios y urnas trípticas. Existen cientos de placas que datan desde el tiempo de Constantino hasta el siglo XVI, y muchas de ellos son exquisitas obras de arte. En el Museo Británico hay una, de seis por cuatro pulgadas, dividida en treinta paneles, de menos de una pulgada cuadrada, y cada compartimento contiene una escena de la vida de la Santísima Virgen, todos los cuales son bellos ejemplos de escultura en marfil.

Otro uso que los primeros cristianos le encontraron al marfil fue la fabricación de píxides cilíndricas de una parte transversal del colmillo del elefante; sobre las cubiertas, tallaban figuras de Nuestro Señor, San Pedro y San Pablo, y al lado de los Apóstoles y temas bíblicos. Una vez más, algo más tarde, sin duda recordando que Salomón hizo "un gran trono de marfil" (1 Ry. 10,18, que recubrieron sus sillas episcopales con tablillas de marfil tallado, como puede verse en Rávena en el trono de San Maximiano, arzobispo de esa ciudad (546). Después del siglo V, posiblemente antes, estaban en uso los báculos de marfil; existen todavía ochenta o más de ellos, incluyendo los que se dice que pertenecieron a un número de los santos. Al mismo tiempo, estaban en uso los peines de marfil litúrgico, un bello ejemplo del cual es el peine de San Lupo (623), el cual está en el tesoro de San Etienne en Lens. También eran comunes las representaciones de la Crucifixión en marfil sobre varios objetos, pero no el crucifijo. La mayoría de los crucifijos datan del siglo XVII, y de éstos hay muchos, pero de los primeros sólo han sobrevivido cinco a la acción del tiempo y al fanatismo de los reformadores. Durante toda la Edad Media se usó extensamente el marfil para paxes [1] (instrumenta pacis), tabernáculos, altares portátiles, ataúdes, envases para agua bendita, estatuillas, cuentas de rosarios, sellos y para la decoración de muebles eclesiásticos.


Fuente: Coleman, Caryl. "Ivory." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08257b.htm>.

Traducido por L H M.

NOTA:

[1] Paxes: una pequeña placa de metal o marfil, a menudo con una reprsentación de la Crucifixión, que antes se usaba para transmitir el beso de la paz desde el celebrante de la Misa a los asistentes, quienes a su vez besaban la placa.