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Martes, 3 de diciembre de 2024

Antioquía

De Enciclopedia Católica

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Antioquía de Siria

Es difícil darse cuenta de que en el moderno Antakiah (en 2010, 145,000 habs.), tenemos la otrora famosa "Reina de Oriente", que, con una población de más de medio millón, su hermoso sitio, su comercio y cultura y su importante posición militar, era un rival digno de Alejandría, la segunda ciudad del imperio romano (cf. Josefo, Bel. Jud., III, 2, 4). Fundada en el año 300 a.C. por Seleuco I (Nicátor), rey de Siria, Antioquía estaba localizada en el Orontes (Nahr el Asi), en el punto de unión del Líbano y las cordilleras de Tauro. Su puerto, distante unas quince millas, fue Seleucia (cf. Hch. 13,4). El nombre por el cual se distinguió [’Antiochía ‘e pròs (o ’epi) dáphne, ahora, Bet el ma, a cinco millas al oeste de Antioquía] procede del bosquecillo sagrado de mala fama, que, dotado con el derecho de asilo, y así, por “una rara oportunidad”, el refugio de la inocencia (cf. 2 Mac. 4,33s.), se había convertido en guarida de toda inmundicia, de ahí la expresión Daphnici mores. Sin embargo, la vívida descripción de la inmoralidad de Antioquía, en gran parte el resultado de la gran mezcla de razas y civilizaciones, puede ser exagerada; como se ha dicho en otro respecto [cf. Lepin, Jesus Messie, etc. (2da. ed., París, 1905), 54, nota], les braves gens n'ont pas d'histoire, y de esa clase tiene que haber habido un buen número (Josefo, Bel. Jud., VII, 33, Hch. 11,21).

Los judíos habían estado entre los pobladores originales, y, como tales, el fundador les había concedido, como en otras ciudades construidas por él, la igualdad de derechos con los macedonios y los griegos (Jos. Ant., XII, III, 1; Ap Contra., II, IV). Fue muy grande la influencia de los judíos antioquenos, que vivían, como en Alejandría, bajo un gobierno propio y que formaban un gran porcentaje de la población (Flavio Josefo, Ant.. Rom., XII, III, 1; Bel. Jud., VII, III, 3, VII, V, 2; Harnack, Misión u. Ausbreitung d. Christenthums, p. 5, nota 2). Discípulos desconocidos, dispersados por la persecución en la que Esteban fue condenado a muerte, llevaron el cristianismo a Antioquía (Hch. 11, 19), cf. Hechos 6,5, donde el autor menciona característicamente el lugar de origen de Nicolás, uno de los siete diáconos. En Antioquía la nueva fe fue predicada a y aceptada por los griegos con tal éxito que el cristianismo recibió allí su nombre, tal vez originalmente destinado como un apodo por los ingeniosos antioquenos (Hch. 11,26). La nueva comunidad, una vez reconocida por la iglesia madre de Jerusalén (Hch. 11,22s), pronto manifestó su vitalidad y su inteligencia de la fe por su acto espontáneo de generosidad hacia los hermanos de Jerusalén. El lugar de aprendizaje del Apóstol de los gentiles (Hch. 11,26), Antioquía, se convirtió en la sede de los grandes misioneros Pablo y Bernabé, primero juntos, más tarde, Pablo solo. Partiendo desde allí en sus viajes apostólicos, regresaban con el informe de su trabajo (Hch. 13,2s; 14,25-27; 15,35s; 18,22-23). Hechos 15 (cf. Gál. 2,1-10) Evidencia claramente la importancia de la Iglesia antioquena. Allí surgió la gran disputa sobre la circuncisión, y su acción decidida ocasionó el reconocimiento de la "catolicidad" del cristianismo.

Antioquía de Pisidia

Al igual que su homónima en Siria, fue fundada por Seleuco Nicátor y estaba situada en la carretera Sebaste. Este camino real desde Éfeso hacia el este de Apamea, iba hasta Iconio y luego al sureste a través de las Puertas de Cilicia hasta Siria (cf. Hch. 18,23). La ciudad se extendía al sur del sultán Dagh, en los confines de Pisidia, de ahí su nombre de "Antioquía-hacia-Pisidia" (Estrabón, XII, 8). Definitivamente una posesión romana desde la muerte de Amytas (25 a.C.), Augusto la había convertido en una colonia (6 a.C.), con el fin de vigilar a los bandidos de las montañas Tauro (2 Cor. 11,26). Al lado de sus habitantes y la antigua población de griegos y frigios, Antioquía tenía una próspera colonia judía, cuyo origen probablemente se remontaba a Antíoco el Grande (223-178 a.C.) (cf. Josefo, Ant., XII, III, 3s.), y cuya influencia parece haber sido considerable (cf. Hch. 13,45.50; 14,20s; Harnack, Die Mission", etc, p. 2, nota 2 y ref.). Hechos 13,14-52 describe en detalle la estancia de San Pablo en Antioquía. El episodio, sin duda importante para el escritor, ha sido justamente comparado con Lucas 4,16-30; es una especie de programa-escena donde se describe el Evangelio de Pablo. En Hch. 13,49 se implica una estancia más larga de los misioneros. A su regreso de Derbe, St. Paul revisó Antioquía (Hch. 14,20). En Hch. 16,4-6 y 18,23 parece implicarse otras dos visitas.


Bibliografía: BLASS, H. WENDT, HORTZMANN, KNOWLING, KNABENBAUER, RACKHAM, KNOPF, Com. on Acts; STRABO (Paris, 1880), 477-487-494, 638-639. The lives of St. Paul or works on the Apostles by CONYBEARE and HOWSON, FARRAR; RAMSAY, St. Paul the Traveller (New York, 1903), 40-69; FOUARD, LE CAMUS, CLEMEN (Giessen, 1904), II, 126; SEMERIA, Venticinque anni di storia del cristianismo nascente (Rome, 1905), 292 sqq.; BÄDEKER-BENZINGER, Palästina u Syrien (6th ed., Leipzig, 1904), 340-346; SMITH, Hist. Geog. of the Holy Land (New York, 1906), 37, 46, 647; DUCHESNE, Histoire ancienne de l'église; SCHÜRER, The Jewish People in the Time of Jesus Christ; HARNACK, Die Mission u Ausbreitung der Christenthums in den ersten drei Jahrhunderten (Leipzig, 1902).

Fuente: Arbez, Edward. "Antioch." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01570a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.