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Sábado, 23 de noviembre de 2024

San Lorenzo de Brindis

De Enciclopedia Católica

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(También: Lorenzo o Laurencio de Brindis).

Nació en Brindis en 1559; murió en Lisboa el 22 de julio, de 1619. En el bautismo recibió el nombre de Julio César. Guillermo de Rossi---o Guillermo Russi, de acuerdo a escritores contemporáneos---fue el nombre de su padre; su madre fue Elizabeth Masella. Ambos fueron excelentes cristianos. De una precoz devoción, Lorenzo dio evidencias tempranas de vocación religiosa. Recibió su educación en el convento de Brindis, y el progreso en sus estudios fue muy rápido, y, con apenas seis años, daba indicios de su futuro éxito en la oratoria. Por lo tanto, fue siempre el elegido, de acuerdo con una tradición italiana, para dar un corto sermón a sus compañeros del Niño Jesús durante las festividades de Navidad.

Cuando tuvo doce años de edad su padre falleció. Continuó sus estudios en Venecia con los clérigos de San Marcos y bajo la supervisión de uno de sus tíos. En 1575, fue recibido en la Orden de los Capuchinos bajo el nombre de Hermano Lorenzo, y, luego de su carrera, hizo sus estudios filosóficos y teológicos en la Universidad de Padua.

Debido a su prodigiosa memoria aprendió no solo los principales lenguajes europeos, sino que además la mayoría de las lenguas semíticas. Se dijo que conocía el texto original entero de la Biblia; este conocimiento, a los ojos de algunos, podía explicarse solo por asistencia supernatural, y, durante el proceso de beatificación los examinadores de los textos santos suministraron el siguiente juicio: “Vere inter sanctos Ecclesiae doctores adnumerari potest."

Estos talentos inusuales, agregan una rara virtud, adaptado al Hermano Lorenzo para las más diversas misiones. Cuando aun era un diácono predicó el sermón cuaresmal en Venecia, y su éxito fue tan grande que fue sucesivamente llamado a todas las principales ciudades de la península.

Con posterioridad, por felicitaciones de numerosos diarios, fue facultado para evangelizar en diferentes períodos a la mayoría de los países de Europa. El sermón que dejó llenó no menos de ocho volúmenes de folios. Adoptó el método de predicar en relación con los grandes misionarios franciscanos, o mas bien dicho con trabajadores apostólicos de todos los tiempos, quienes, tenían como objetivo primario alcanzar el corazón de los hombres y convertirlos, siempre adaptado al estilo de discurso de las necesidades espirituales de sus oyentes. El Hermano Lorenzo tuvo sucesivamente todos los cargos de su orden. Desde 1596 a 1602, estuvo como decisor general al fijar su residencia en Roma. Clemente VIII le asigno la tarea de instruir a los judíos; gracias a su conocimiento del hebreo y a su poderoso razonamiento, trajo un gran número de ellos a reconocer la verdad de la religión Cristiana.

Su santidad, combinada con su gran bondad, completaba la preparación del camino para la gracia de la conversión. Su éxito en Roma, le causó que fuera llamado de varias ciudades, donde bautizó a numerosos judíos. Al mismo tiempo fue comisionado para establecer casas de su orden en Alemania y Austria. Entre las grandes dificultades creadas por los herejes, fundó los conventos de Viena, Praga y Gratz, el núcleo de tres provincias. En la subsidiaria de 1602 fue elegido vicario general. (En ese tiempo la Orden de los Capuchinos, la cual fue separada de los Observantes en 1528 y tuvo una constitución independiente, dada que su primer superior tenía el titulo de vicario general solo. No fue hasta 1618 que el Papa Pablo V lo cambió a esto como ministro general). El mismo año de su elección el nuevo superior comenzó la visitación de las provincias. Milán, París, Marsella, España, lo recibieron a su turno. Como su llegada fue precedida por una gran reputación de santidad, la gente se atestaba para escucharlo predicar y recibir su bendición. Su administración se caracterizó por su firmeza y paternal cariño, que fue de gran beneficio para la orden. En 1605 rechazó el tomar por un segundo término el gobierno de sus hermanos, pero hasta su muerte fue el principal consejero de sus sucesores.

Fue en ocasión de la fundación del convento de Praga (1601), que San Lorenzo fue nombrado capellán de la armada Imperial, luego de lo cual marchó contra los turcos. La victoria de Lepanto (1571) había solo temporalmente controlado la invasión musulmana y varias batallas fueron aún necesarias para asegurar el triunfo final de las armas cristianas. Mahoma III tuvo, desde su accesión (1595) que conquistar a gran parte de Hungría. Para prevenir futuros avances, el emperador determinó enviar a Lorenzo de Brindis como delegado ante los príncipes germanos para obtener su cooperación. Ellos respondieron su apelación, y además el Duque de Mercœur, Gobernador de Bretaña, reunió la armada imperial, de la cual el recibió el comando efectivo. El ataque sobre Albe – Royal (ahora Stulweissenburg) fue contemplado. Para llevar al reñidero 18.000 hombres contra 80.000 turcos fue un emprendimiento atrevido y los generales, titubeantes de intentarlo apelaron al consejo de Lorenzo. Sintiéndose responsable por la victoria, el comunicó a toda la armada en un encendido discurso el ardor y confianza con la cual el mismo se encontraba animado. Como su debilidad lo prevenía de marchar, el se montó en su caballo, y crucificando su mano, tomo el mando de la armada, lo cual dio como resultado que lo siguieran irresistiblemente. Tres otros capuchinos tuvieron además rangos en la armada. Aunque la mayoría expuso sus temores, Lorenzo no fue herido, lo cual fue universalmente reconocido como asociado a una protección milagrosa. La ciudad fue finalmente tomada, y los turcos perdieron 30.000 hombres. Sin embargo como ellos aun excedían en número a la armada cristiana, formaron sus líneas nuevamente, y pocos días después otra batalla fue librada. Siempre el capellán fue quien encabezó la armada.

“Adelante” les grito, mostrándoles el crucifijo, “la Victoria es nuestra.” Los turcos nuevamente fueron vencidos, y el honor de su doble victoria fue atribuido por el general y la armada entera a Lorenzo.

Habiendo renunciado a su puesto de vicario general en 1605, fue enviado por el Papa para evangelizar Alemania. Confirmó la fe de los católicos, atrayendo gran cantidad a la práctica de la virtud, y convirtiendo varios herejes. En controversias con sus vastas lecturas siempre dio el la ventaja, y, una vez que ganó las mentes de sus oyentes, su santidad y numerosos milagros completaron su conversión. Para proteger la fe más eficazmente en sus estados, los príncipes católicos de Alemania formaron la alianza llamada la “Liga Católica”. El emperador Rodolfo envió a Lorenzo a Felipe III de España para persuadirlo de unirse a la Liga. Habiendo completado su misión exitosamente, el santo embajador recibió el doble mandato por virtud del cual tuvo que representar los intereses del Papa y de Madrid en la corte de Maximiliano de Bavaria, cabeza de la Liga. El fue así, en contra de sus deseos, compelido a acordar en Munich cerca de Maximiliano.

Además de nuncio y embajador, Lorenzo fue además comisario general de su orden para las provincias del Tirol y Bavaria, y director espiritual de la armada de Bavaria. El fue elegido como mediador en la disputa que surgió entre los príncipes, y fue en cumplimiento de su tarea que, a pedido del emperador, restauró la armonía entre el Duque de Mantova y la nobleza alemana. Además de todas estas ocupaciones tomó parte con la asistencia de varios capuchinos, de una campaña misionera a través de Alemania, y por ocho meses viajó por Baviera, Sajonia y Palatinate.

Entre algunos de las varias empresas Lorenzo encontró tiempo para la práctica de la santificación personal. Por cierto esto es de lo más maravilloso de su vida el haber combinado sus múltiples obligaciones una inusualmente intensa vida interior. En la práctica de las virtudes religiosas San Lorenzo igualó a los grandes santos. Llegó al más alto grado de contemplación, y muy raramente celebró la Santa Misa sin caer en éxtasis. Luego del Santo Sacrificio su gran devoción fue el Rosario y la Santa María Virgen. Como en el caso de San Francisco de Asís, fue rodeado de algo poético alrededor de su bondad, la cual fue frecuentemente volcada en cánticos a Santa María Virgen. Fue en el nombre de María que obró sus milagros, y su favorita bendición fue: “Nos cum prole pia benedicat Virgo Maria.".

Habiéndose retirado al monasterio de Caserta e 1618, Lorenzo esperaba disfrutar unos pocos días de reclusión, cuando se le llamó para liderar los hombres de Nápoles para ir a España y dar parte a Felipe III de la conducta del virrey Ossuna. Más allá de algunos obstáculos aparecidos a lo último, el santo embarcó para Génova y llevó adelante su misión con éxito. Pero la fatiga de las jornadas achacó sus debilitadas fuerzas. Fue incapaz de viajar en dirección a casa, y luego de pocos días de gran sufrimiento murió en Lisboa en la tierra nativa de San Antonio (22 de julio de 1619), como lo había predicho cuando el partió en esa jornada. Fue sepultado en el cementerio de Pobres Claras de Villafranca.

El proceso de beatificación, varias veces interrumpido por varias circunstancias, fue concluido en 1783. La canonización tuvo lugar el 8 de diciembre de 1881. Con San Antonio, San Buenaventura y el Beato Juan Duns Scotus, el es Doctor de la Orden Franciscana.

Los trabajos conocidos de San Lorenzo de Brindis, comprenden ocho volúmenes de sermones, dos tratados didácticos de oratoria, un comentario sobre el Génesis, otro sobre Ezequiel, y tres volúmenes de argumentos religiosos. La mayoría de los sermones fueron escritos en italiano, los otros trabajos están en latín. Los tres volúmenes de controversias tienen notas en griego, y hebreo. [Nota: en 1959 el Papa Juan XXIII proclamo a Lorenzo de Brindis como Doctor de la Iglesia Universal. Su fiesta religiosa se celebra el 6 de julio.)


Fuente: Candide, Henri. "St. Lorenzo da Brindisi." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09359a.htm>.

Traducido por Juan Ramón Cifre.]