Eclesiástico
De Enciclopedia Católica
Eclesiástico (Abrev. Eclo.; también conocido como el Libro de Sirácida) es el más extenso de los libros deuterocanónicos de la Biblia, y el último de los escritos sapienciales en la Vulgata del Antiguo Testamento.
Contenido
Título
El título habitual del libro en los manuscritos griegos y Padres es Sophia Iesou huiou Seirach, "la sabiduría de Jesús, el hijo de Sirá", o simplemente Sophia Seirach, “la Sabiduría de Sirá". Está manifiestamente conectado con y posiblemente derivado de la siguiente suscripción que aparece al final de los recientemente descubiertos fragmentos hebreos del Eclesiástico: "Sabiduría [Hó khmâ] de Simeón, el hijo de Yeshua, el hijo de Eleazar, el hijo de Sirá". De hecho, su forma completa nos llevaría naturalmente a considerarlo como una traducción directa del título hebreo: Hokhmath Yeshua ben Sira, si no fuera porque San Jerónimo, en su prólogo a los escritos salomónicos, establece que el título hebreo del Eclesiástico era Míshlé (Parabolae) de Jesús de Sirá. Tal vez en el original hebreo el libro llevó títulos diferentes en diferentes momentos: de hecho, en el Talmud se le aplica el nombre simple, Hokhma "Sabiduría", mientras que los escritores rabínicos comúnmente citan el Eclesiástico como Ben Sirá. Entre los otros nombres griegos que se le dan al Eclesiástico en la literatura patrística, se puede mencionar el simple título de Sophia, "Sabiduría", y la designación honoraria he panaretos sophia, "la toda virtuosa Sabiduría".
Como bien podría esperarse, los escritores latinos le han aplicado al Eclesiástico títulos que se derivan de sus nombres griegos, como "Sapientia Sirach" ( Rufino); "Jesu, filii Sirach" (Junilius), "Sapienta Jesu" ( Códice Claromontano); "Liber Sapientiae" ( Misal Romano). Sin embargo, difícilmente se puede dudar que el título "Parabolae Salomonis", que se antepone a veces en el Breviario Romano a las secciones del Eclesiástico, se remonta al título hebreo del que habla San Jerónimo en su prólogo a los escritos salomónicos. Sea como fuere, la Iglesia Latina designa el libro con mayor frecuencia como "Eclesiástico", en sí misma una palabra griega con un final en latín. Este último título ---que no se debe confundir con “Eclesiastés" (Ecl.)--- es el utilizado por el Concilio de Trento en su decreto solemne referente a los libros a ser considerados como sagrados y canónicos. Señala la muy especial estima en la que se tenía anteriormente a esta obra didáctica con el propósito de lectura general e instrucción en las reuniones eclesiales: sólo este libro, de todos los escritos deuterocanónicos, a los que Rufino también llama Eclesiásticos, ha conservado a modo de pre-eminencia el nombre de Eclesiástico (Liber), o sea, "un libro para leerse en la iglesia".