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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Vasos Sagrados

De Enciclopedia Católica

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Vea también los artículos cáliz, patena, custodia, ciborio, píxide.

Cáliz

El cáliz es la copa en que se echan el vino y el agua del sacrificio eucarístico. Debe ser de oro o de plata con doradura en el interior, o puede ser la copa de plata con doradura en el interior; en cuyo caso la base y el tallo pueden ser de cualquier metal, siempre que sea sólido, limpio y adecuado (Mis, Rom., Ritus celebr., tit. I, n. 1). De acuerdo con el misal romano (De Defectibus, tit. X, n. 1) puede ser también de estaño (stannum - una aleación de estaño y plomo), con la doradura en el interior, pero los autores permiten esto sólo de forma excepcional en el caso de pobreza extrema. No se permiten cálices hechos de cristal, madera, cobre o bronce, y no pueden ser consagrados por el obispo (Sag. Cong. Rit., 16 sep. 1865).

La base puede ser redonda, hexagonal u octogonal, y debe ser tan grande de modo que no haya temor de que el cáliz se vire. Cerca de la mitad del tallo, entre la base y la copa, debe haber una perilla, a fin de que el cáliz pueda ser manejado fácilmente, especialmente después de la consagración, cuando el sacerdote tiene sus dedos índice y pulgar unidos. Esta perilla puede ser adornada con piedras preciosas, pero se debe tener cuidado de que no sobresalgan tanto que impidan el fácil manejo del cáliz. La base y la copa puede ser adornadas con imágenes o emblemas, incluso en relieve, pero los de la copa deben estar aproximadamente a una pulgada por debajo del borde del cáliz. La copa debe ser estrecha en la parte inferior, y volverse más amplia gradualmente, según se aproxima a la boca. El labio redondeado o vuelto hacia abajo es muy inútil. La altura no está determinada, pero debe ser de al menos ocho pulgadas.

Patena

La patena es un recipiente del altar en el cual se ofrece el pan en el Santo Sacrificio. Debe estar hecha del mismo material que el cáliz, y si está hecho de cualquier otra cosa que no sea oro, debe ser dorado en el lado cóncavo. Su borde debe ser delgado y afilado, de modo que se puedan recoger fácilmente las partículas sobre el corporal. No debe estar adornado de ninguna manera, al menos en el lado cóncavo; sin embargo, puede llevar una pequeña cruz cerca de su borde para indicar el lugar en que será besada por el celebrante. Cualquier hundimiento agudo en el lado superior impide que sea limpiado fácilmente. Los que tienen una superficie plana con una depresión ligera gradual hacia el centro son los más útiles.

Por un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos (6 dic. 1866), el Papa Pío IX permitió que se usaran cálices y patenas hechos de aluminio mezclado con otros metales en ciertas proporciones indicadas en la "Instructio", siempre y cuando toda la superficie fuese plateada, y la copa dorada en el interior, pero este decreto fue borrado de la última edición de los Decretos.

Antes de que puedan ser utilizados en el Sacrificio de la Misa, tanto el cáliz como la patena deben ser consagrados por el ordinario, o por un obispo designado por él. Un sacerdote sólo puede consagrarlos en casos excepcionales, siempre y cuando la Santa Sede le haya conferido facultades especiales para hacerlo. En virtud de Facultates Extraordinariae C, Fac. VI, los obispos de los Estados Unidos pueden delegar esta función en un simple sacerdote. El mero hecho de celebrar el Santo Sacrificio con un cáliz y una patena no consagrados nunca podrá sustituir ese rito, especialmente ordenado por la Iglesia.

Pérdida de Consagración

El cáliz pierde su consagración cuando se convierte en no apto para el propósito para el cual está destinado. Por lo tanto, pierde su consagración en los siguientes casos:

(1) cuando cerca del fondo de la copa aparece la menor rotura o hendidura. Este no es el caso si la ruptura está cerca de la parte superior, de modo que, se pueda realizar la consagración en él sin temor a derramar su contenido.

(2) Cuando le aparece una rotura notable en cualquier parte, de modo que lo hace inadecuado para su uso.

(3) Cuando la copa se separa del tallo de tal manera que las partes no se puede unir, excepto por un artífice, a menos que la copa estuviese originalmente unida por el tallo, y el tallo a la base, por medio de un dispositivo de atornillar. Sin embargo, si a la parte inferior de la copa hay una varilla firmemente unida, que pasa a través del tallo hasta la base, bajo la cual hay una tuerca usada para unir las diferentes partes juntos, entonces, si esta barra se rompe, tutius videtur para volverlo a consagrar (Van der Stappen, III, qumst. LXXVIII).

(4) Cuando es redorado (Sag. Cong. Rit., 14 jun. 1845). Un cáliz no pierde su consagración por el mero desgaste de la doradura, ya que el cáliz entero está consagrado; pero se vuelve no apto para el propósito de consagrar en él, pues la rúbrica prescribe que sea dorado en el interior. Después de redorarlo, el celebrar la Misa en él no puede suplir su consagración (San Ligorio, Lb. VI, n.380). Está terminantemente prohibida la costumbre de profanar un cáliz, u otro vaso sagrado golpeándolo con la mano o cualquier instrumento, o de alguna otra forma, antes de darlo a un artífice para que lo redore (Sag. Cong. Rit.{, 23 abr. 1822). El cáliz o la patena no pierden su consagración por hacerle reparaciones leves. La Sagrada Congregación del Santo Oficio en 1874 decidió que un cáliz pierde su consagración si lo usan los herejes para cualquier uso profano, por ejemplo, como una copa para tomar en la mesa.

La patena pierde su consagración: (1) Cuando se rompe hasta tal punto que se vuelve no apta para la finalidad para la que se destina, por ejemplo, si la ruptura es tan grande que las partículas se pudiesen caer a través de ella. (2) Cuando está tan maltratada hasta tal punto que sería impropio el usarla. (3) Cuando es redorada.

Un cáliz que se vuelve inútil no se puede vender, sino que debe, si es posible, ser utilizado para un propósito sagrado.

Ciborio

Custodia u ostensorio

Fuente: Schulte, Augustin Joseph. "Altar Vessels." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 29 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01357e.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina