Nona
De Enciclopedia Católica
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Origen de nona
De acuerdo con una antigua costumbre griega y romana, el día, al igual que la noche, se dividía en cuatro partes, cada una compuesta de tres horas. Como la última hora de cada división dio su nombre al trimestre cuarto de la jornada, la tercera división (desde las 12:00 m. hasta cerca de las 3:00 p.m.) fue llamada la Nona (latín Nonus, nona, noveno). Para esta explicación, que está abierto a la objeción, pero que es la única probable, vea Francolino, "De tempor.. Canonicar horar.", Roma, 1571, XXI; Bona, "De divina Psalmodia", III (vea también maitines y vigilia). Esta división del día estuvo en boga también entre los judíos, de quienes la tomó prestada la Iglesia (vea San Jerónimo, "In Daniel," VI, 10). Además, los siguientes textos favorecen este punto de vista: "Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona" (Hechos 3,1); "Cornelio contestó: ‘Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo haciendo la oración de nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de mí un varón…’” (Hch. 10,30); "Pedro subió al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración” (Hch. 10,9). El testimonio más antiguo se refiere a esta costumbre de tercia, sexta y nona, por ejemplo, Tertuliano, Clemente de Alejandría, los Cánones de Hipólito, e incluso la "Enseñanza de los Apóstoles". Esta última prescribía la oración para tres veces al día, sin embargo, sin especificar las horas (Didache ton Apostolon, n. VIII).
Clemente de Alejandría y también Tertuliano, ya a finales del siglo II, mencionan expresamente las horas de tercia, sexta y nona, como especialmente designadas para la oración (Clemente, "Strom.", VII, VII, en PG, IX, 455-8). Tertuliano dice explícitamente que debemos orar siempre, y que no hay tiempo prescrito para la oración; añade, sin embargo, estas significativas palabras: "En cuanto al tiempo, no debe haber ninguna observación laxa de determinadas horas ---quiero decir de esas horas comunes que durante mucho tiempo marcaron las divisiones del día, la tercera, la sexta y la novena, y que podemos observar en las Escrituras que son más solemnes que el resto" ("De Oratione ", XXIII, XXV, en PL, I, 1191-3).
Clemente y Tertuliano en estos pasajes se refieren sólo a la oración privada en estas horas. Los Cánones de Hipólito también hablan de tercia, sexta y nona, como horas adecuadas para la oración privada; sin embargo, en los dos días de estación, miércoles y viernes, cuando los fieles se reunían en la iglesia, y tal vez los domingos, estas horas se recitaban sucesivamente en público (can. XX, XXVI). San Cipriano menciona que las mismas horas se observaban bajo la Antigua Ley, y aduce razones para que los cristianos las observen también (“De Oratione”, XXXIV, en P.L., IV, 541). En el siglo IV hay evidencia que demuestra que la práctica se había convertido en [[obligación|obligatoria], al menos para los monjes (véase el texto de las Constituciones Apostólicas, San Efrén, San Basilio, el autor de "De virginitate" en Baumer-Biron , op. cit. en la bibliografía, págs. 116, 121, 123, 129, 186). La oración de prima, a las 6:00 a.m., no se agregó hasta una fecha posterior, pero las vísperas se remonta a los primeros días. Los textos que hemos citado no dan ninguna información sobre el contenido de estas oraciones. Es evidente que contenían los mismos elementos que todas las demás oraciones de la época: Salmos recitados o cantados, cánticos o himnos, ya sea compuestos de forma privada o extraídos de las Sagradas Escrituras, y letanía u oraciones propiamente dichas.
La hora de nona desde el siglo IV hasta el VII
La nona en la liturgia romana y otras desde el siglo VII
Significado y simbolismo de nona
Bibliografía: FRANCOLINO, De temp. horar. canonicar. (Roma, 1571), XXI; AMALARIO, De eccles. officiis, IV, VI; DURANDO, Rationale, V, I ss.; BONA, De divina psalmodia, IX; DUCANGE, Glossarium infimoe Lutinitatis, s.v. Horoe canonicoe; IDEM, Glossarium medioe Groecitatis, s.v. Orai; MARTENE, De monach. rit., IV, 12, 27, 28, etc.; HAEFTEN, Disquisit. Monasticoe, tract. II, IX, etc.; PROBST, Brevier u. Breviergebet (Tubinga, 1868, 22 etc.; BAUMER-BIRON, Hist. du Breviaire, I, 63, 73, 116, etc.; CABROL Y LECLERCQ, Monum. Liturg. (París, 1902), da los textos de los Padres hasta el siglo IV; TALHOFER, Handbuch der kathol. Liturg., II (1893), 458.
Fuente: Cabrol, Fernand. "None." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/11097a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina. rc