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(Página nueva: (En hebreo hawwah) Nombre de la primera mujer, esposa de Adán, madre de Caín, Abel y Set. El nombre aparece sólo cinco veces en la Biblia. En [[Génesis|Gén....)
 
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Nombre de la primera [[mujer]], esposa de [[Adán]], madre de [[Caín]], [[Abel]] y Set.  El nombre aparece sólo cinco veces en la [[Biblia]]. En [[Génesis|Gén.]] 3,20, se relaciona etimológicamente con el verbo que significa “vivir”: “Adán llamó a su mujer Eva [hawwah] por ser ella la madre de todos los vivientes” La [[Septuaginta]] interpreta este pasaje como  Zoe (= vida, o dadora de vida), que es una traducción; en otros dos pasajes (Gén. 4,1 y 25), el nombre es transliterado Eua. Los datos bíblicos relativos a Eva se limitan casi exclusivamente a los capítulos 2, 3 y 4 del Génesis (ver [[Adán]]).
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Nombre de la primera [[mujer]], esposa de [[Adán]], madre de [[Caín]], [[Abel]] y Set.  El nombre aparece sólo cinco veces en la [[Biblia]]. En [[Génesis|Gén.]] 3,20, se relaciona etimológicamente con el verbo que significa “vivir”: “Adán llamó a su mujer Eva [hawwah] por ser ella la madre de todos los vivientes” La [[Versión de los Setenta]] interpreta este pasaje como  Zoe (= vida, o dadora de vida), que es una traducción; en otros dos pasajes (Gén. 4,1 y 25), el nombre es transliterado Eua. Los datos bíblicos relativos a Eva se limitan casi exclusivamente a los capítulos 2, 3 y 4 del Génesis (ver [[Adán]]).
  
El primer relato de la [[creación]] (Gén. 1, “P”) expone la creación de la humanidad en general, y afirma simplemente que fueron creados [[hombre]] y [[mujer]]. La segunda narración (Gén. 2, “J”) es más explícita y detallada. Se representa a [[Dios]] formando al hombre individual del barro de la tierra, e insuflándole en sus narices el aliento de vida. De manera semejante, la creación de la primera mujer y su relación con el hombre se describe con imaginería pintoresca y significativa. En este relato, en el que las plantas y los animales aparecen en escena sólo después de la creación del hombre, la [[soledad]] de éste (Gén. 2,18), y su fracaso en encontrar una compañía adecuada entre los animales (Gén. 2,20), son expuestas como la razón por la que Dios determina crear para el hombre una compañera semejante a él. Le hace caer en un profundo sueño, y tomando una de sus costillas, forma de ella una [[mujer]], que cuando es traída ante él, es reconocida enseguida como hueso de su hueso y carne de su carne. Una discusión sobre los argumentos a favor del carácter histórico, más o menos alegórico de esta narración estaría más allá del alcance del presente artículo. Baste decir que los [[Comentarios a la Biblia|comentaristas]] [[Virtud de la Religión|piadosos]] siempre han considerado que el relato [[Biblia|bíblico]] contiene, aparte de la cuestión del origen del hombre, un significado profundo, práctico y complejo, respecto a la relación mutua entre los sexos establecida por el Creador.  
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El primer relato de la [[creación]] (Gén. 1, “P”) expone la creación de la humanidad en general, y afirma simplemente que fueron creados [[hombre]] y [[mujer]]. La segunda narración (Gén. 2, “J”) es más explícita y detallada. Se representa a [[Dios]] formando al hombre individual del barro de la tierra, e insuflándole en sus narices el aliento de vida. De manera semejante, la creación de la primera mujer y su relación con el [[hombre]] se describe con imaginería pintoresca y significativa. En este relato, en el que las plantas y los animales aparecen en escena sólo después de la creación del hombre, la [[soledad]] de éste (Gén. 2,18), y su fracaso en encontrar una compañía adecuada entre los animales (Gén. 2,20), son expuestas como la razón por la que Dios determina crear para el hombre una compañera semejante a él. Le hace caer en un profundo sueño, y tomando una de sus costillas, forma de ella una [[mujer]], que cuando es traída ante él, es reconocida enseguida como hueso de su hueso y carne de su carne. Una discusión sobre los argumentos a favor del carácter histórico, más o menos alegórico de esta narración estaría más allá del alcance del presente artículo. Baste decir que los [[Comentarios a la Biblia|comentaristas]] [[Virtud de la Religión|piadosos]] siempre han considerado que el relato [[Biblia|bíblico]] contiene, aparte de la cuestión del origen del hombre, un significado profundo, práctico y complejo, respecto a la relación mutua entre los sexos establecida por el Creador.  
  
Así, la primitiva institución de la monogamia está implícita en el hecho de que una mujer fuera creada para un hombre. Eva, tanto como Adán, es objeto de un acto especial de creación, una circunstancia que indica su igualdad natural con él, mientras que por otro lado el ser sacada de su costado implica no sólo su papel secundario en el estado conyugal (1 [[Corintios|Cor.]] 11,9), sino que también subraya la íntima unión entre marido y mujer, y la dependencia de esta respecto al primero. “Por eso dejará el hombre a su [[Padres|padre y a su madre]] y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.  La inocencia de la recién creada pareja se indica claramente en el versículo siguiente, pero el narrador inmediatamente procede a relatar cuán pronto adquirieron, por su transgresión real, el [[conocimiento]] del [[bien]] y del [[mal]], y con él la sensación de vergüenza que antes desconocían.  En la historia de la caída, la causa original del mal es la serpiente, que en la tradición judía posterior se identifica con [[Diablo|Satán]] ([[Sabiduría|Sab.]] 2,24). Tienta a Eva presumiblemente como la más débil de los dos, y ella a su vez tienta a Adán, que se rinde a su seducción. Inmediatamente sus ojos se abren, pero en una forma inesperada. La vergüenza y el remordimiento se apoderaron de ellos, y buscaron ocultarse de la vista del Señor.
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Así, la primitiva institución de la monogamia está implícita en el hecho de que una mujer fuera creada para un hombre. Eva, tanto como Adán, es objeto de un acto especial de creación, una circunstancia que indica su igualdad natural con él, mientras que por otro lado el ser sacada de su costado implica no sólo su papel secundario en el estado conyugal (1 [[Corintios|Cor.]] 11,9), sino que también subraya la íntima unión entre marido y mujer, y la dependencia de esta respecto al primero. “Por eso dejará el hombre a su [[Padres|padre y a su madre]] y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.  La inocencia de la recién creada pareja se indica claramente en el versículo siguiente, pero el narrador inmediatamente procede a relatar cuán pronto adquirieron, por su transgresión real, el [[conocimiento]] del [[bien]] y del [[mal]], y con él la sensación de vergüenza que antes desconocían.  En la historia de la caída, la causa original del mal es la serpiente, que en la tradición judía posterior se identifica con [[diablo|Satán]] ([[Sabiduría|Sab.]] 2,24). Tienta a Eva presumiblemente como la más débil de los dos, y ella a su vez tienta a Adán, que se rinde a su seducción. Inmediatamente sus ojos se abren, pero en una forma inesperada. La vergüenza y el remordimiento se apoderaron de ellos, y buscaron ocultarse de la vista del Señor.
  
 
Por su parte en la trasgresión, Eva (y la humanidad femenina con ella) es condenada a una vida de dolor y trabajo, y a estar bajo el dominio de su marido. Sin [[duda]] esto último no implica que la condición de igualdad esencial con el hombre fuera alterada, sino que la sentencia expresa lo que, por la naturaleza de las cosas, era obligado que resultase en un mundo dominado por el [[pecado]] y sus consecuencias. La natural dependencia y sujeción de la parte más débil estaba destinada a convertirse en algo poco menos que la esclavitud. Pero si la mujer fue la ocasión de la transgresión y caída del hombre, fue también decretado por el designio divino, que ella sería fundamental en el plan de restauración que Dios promete ya en el acto de pronunciar su condena sobre la serpiente. La mujer ha sufrido una derrota y sus consecuencias son infinitamente dolorosas, pero en adelante habrá enemistad entre ella y la serpiente, entre su descendencia y la suya, hasta que por medio de esta última en la [[persona]] del futuro Redentor, que aplastará la cabeza de la serpiente, de nuevo será vencedora.     
 
Por su parte en la trasgresión, Eva (y la humanidad femenina con ella) es condenada a una vida de dolor y trabajo, y a estar bajo el dominio de su marido. Sin [[duda]] esto último no implica que la condición de igualdad esencial con el hombre fuera alterada, sino que la sentencia expresa lo que, por la naturaleza de las cosas, era obligado que resultase en un mundo dominado por el [[pecado]] y sus consecuencias. La natural dependencia y sujeción de la parte más débil estaba destinada a convertirse en algo poco menos que la esclavitud. Pero si la mujer fue la ocasión de la transgresión y caída del hombre, fue también decretado por el designio divino, que ella sería fundamental en el plan de restauración que Dios promete ya en el acto de pronunciar su condena sobre la serpiente. La mujer ha sufrido una derrota y sus consecuencias son infinitamente dolorosas, pero en adelante habrá enemistad entre ella y la serpiente, entre su descendencia y la suya, hasta que por medio de esta última en la [[persona]] del futuro Redentor, que aplastará la cabeza de la serpiente, de nuevo será vencedora.     
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La [[Biblia]] da poca información sobre la historia subsiguiente de Eva. En Gén. 4,1, leemos que parió un hijo al que llamó [[Caín]], porque lo tuvo (literalmente, “adquirió” o “poseyó”) por medio de [[Dios]]---ésta es al menos la interpretación más plausible de este oscuro pasaje. Más tarde dio a luz a [[Abel]], y la narración no registra el nacimiento de otro hijo hasta después del [[Homicidio|asesinato]] de Abel por su hermano mayor, cuando ella parió un hijo y le dio el nombre de Set; diciendo: “Dios me ha dado [literalmente, “puesto” o “designado”] otro descendiente, por Abel a quien Caín mató”.
 
La [[Biblia]] da poca información sobre la historia subsiguiente de Eva. En Gén. 4,1, leemos que parió un hijo al que llamó [[Caín]], porque lo tuvo (literalmente, “adquirió” o “poseyó”) por medio de [[Dios]]---ésta es al menos la interpretación más plausible de este oscuro pasaje. Más tarde dio a luz a [[Abel]], y la narración no registra el nacimiento de otro hijo hasta después del [[Homicidio|asesinato]] de Abel por su hermano mayor, cuando ella parió un hijo y le dio el nombre de Set; diciendo: “Dios me ha dado [literalmente, “puesto” o “designado”] otro descendiente, por Abel a quien Caín mató”.
  
Eva es mencionada en el Libro de [[Tobías]] (8,8; [[Septuaginta]] 8,6) donde simplemente se afirma que fue dada a Adán como ayuda; en 2 [[Corintios|Cor.]] 11,3, donde se hace referencia a su seducción por la serpiente, y en 1 [[Epístolas a Timoteo y Tito|Tim.]] 2,13, donde el apóstol impone la sumisión y el silencio a las mujeres argumentando que “Adán fue formado primero; Eva luego. Y Adán no fue seducido, sino que la mujer, siendo seducida, cayó en la trasgresión”.
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Eva es mencionada en el Libro de [[Tobías]] (8,8; LXX, 8,6) donde simplemente se afirma que fue dada a Adán como ayuda; en 2 [[Corintios|Cor.]] 11,3, donde se hace referencia a su seducción por la serpiente, y en 1 [[Epístolas a Timoteo y Tito|Tim.]] 2,13, donde el apóstol impone la sumisión y el silencio a las mujeres argumentando que “Adán fue formado primero; Eva luego. Y Adán no fue seducido, sino que la mujer, siendo seducida, cayó en la trasgresión”.
  
Como en el caso de otros personajes del [[Antiguo Testamento]], se han relacionado con el nombre de Eva muchas leyendas rabínicas. Pueden encontrarse en la “Enciclopedia Judía”, s.v. (ver también [[Adán]]), y en Vigouroux, “Diccionario de la Biblia”, I, art. “Adán”. Son, en su mayor parte, pueriles y fantásticas, y desprovistas de valor histórico, excepto en cuanto que sirven para ilustrar las mentalidad de los autores judíos posteriores, y la poca confiabilidad de las “tradiciones” derivadas de tales fuentes, aunque a veces se apela a ellas en discusiones críticas.
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Como en el caso de otros personajes del [[Antiguo Testamento]], se han relacionado con el nombre de Eva muchas leyendas rabínicas. Pueden encontrarse en la “Enciclopedia Judía”, s.v. (ver también [[Adán]]), y en Vigouroux, “Diccionario de la Biblia”, I, art. “Adán”. Son, en su mayor parte, pueriles y fantásticas, y desprovistas de valor histórico, excepto en cuanto que sirven para ilustrar las mentalidad de los autores [[judaísmo|judíos]] posteriores, y la poca confiabilidad de las “tradiciones” derivadas de tales fuentes, aunque a veces se apela a ellas en discusiones críticas.
  
  

Revisión de 17:17 26 feb 2010

(En hebreo hawwah)

Nombre de la primera mujer, esposa de Adán, madre de Caín, Abel y Set. El nombre aparece sólo cinco veces en la Biblia. En Gén. 3,20, se relaciona etimológicamente con el verbo que significa “vivir”: “Adán llamó a su mujer Eva [hawwah] por ser ella la madre de todos los vivientes” La Versión de los Setenta interpreta este pasaje como Zoe (= vida, o dadora de vida), que es una traducción; en otros dos pasajes (Gén. 4,1 y 25), el nombre es transliterado Eua. Los datos bíblicos relativos a Eva se limitan casi exclusivamente a los capítulos 2, 3 y 4 del Génesis (ver Adán).

El primer relato de la creación (Gén. 1, “P”) expone la creación de la humanidad en general, y afirma simplemente que fueron creados hombre y mujer. La segunda narración (Gén. 2, “J”) es más explícita y detallada. Se representa a Dios formando al hombre individual del barro de la tierra, e insuflándole en sus narices el aliento de vida. De manera semejante, la creación de la primera mujer y su relación con el hombre se describe con imaginería pintoresca y significativa. En este relato, en el que las plantas y los animales aparecen en escena sólo después de la creación del hombre, la soledad de éste (Gén. 2,18), y su fracaso en encontrar una compañía adecuada entre los animales (Gén. 2,20), son expuestas como la razón por la que Dios determina crear para el hombre una compañera semejante a él. Le hace caer en un profundo sueño, y tomando una de sus costillas, forma de ella una mujer, que cuando es traída ante él, es reconocida enseguida como hueso de su hueso y carne de su carne. Una discusión sobre los argumentos a favor del carácter histórico, más o menos alegórico de esta narración estaría más allá del alcance del presente artículo. Baste decir que los comentaristas piadosos siempre han considerado que el relato bíblico contiene, aparte de la cuestión del origen del hombre, un significado profundo, práctico y complejo, respecto a la relación mutua entre los sexos establecida por el Creador.

Así, la primitiva institución de la monogamia está implícita en el hecho de que una mujer fuera creada para un hombre. Eva, tanto como Adán, es objeto de un acto especial de creación, una circunstancia que indica su igualdad natural con él, mientras que por otro lado el ser sacada de su costado implica no sólo su papel secundario en el estado conyugal (1 Cor. 11,9), sino que también subraya la íntima unión entre marido y mujer, y la dependencia de esta respecto al primero. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. La inocencia de la recién creada pareja se indica claramente en el versículo siguiente, pero el narrador inmediatamente procede a relatar cuán pronto adquirieron, por su transgresión real, el conocimiento del bien y del mal, y con él la sensación de vergüenza que antes desconocían. En la historia de la caída, la causa original del mal es la serpiente, que en la tradición judía posterior se identifica con Satán (Sab. 2,24). Tienta a Eva presumiblemente como la más débil de los dos, y ella a su vez tienta a Adán, que se rinde a su seducción. Inmediatamente sus ojos se abren, pero en una forma inesperada. La vergüenza y el remordimiento se apoderaron de ellos, y buscaron ocultarse de la vista del Señor.

Por su parte en la trasgresión, Eva (y la humanidad femenina con ella) es condenada a una vida de dolor y trabajo, y a estar bajo el dominio de su marido. Sin duda esto último no implica que la condición de igualdad esencial con el hombre fuera alterada, sino que la sentencia expresa lo que, por la naturaleza de las cosas, era obligado que resultase en un mundo dominado por el pecado y sus consecuencias. La natural dependencia y sujeción de la parte más débil estaba destinada a convertirse en algo poco menos que la esclavitud. Pero si la mujer fue la ocasión de la transgresión y caída del hombre, fue también decretado por el designio divino, que ella sería fundamental en el plan de restauración que Dios promete ya en el acto de pronunciar su condena sobre la serpiente. La mujer ha sufrido una derrota y sus consecuencias son infinitamente dolorosas, pero en adelante habrá enemistad entre ella y la serpiente, entre su descendencia y la suya, hasta que por medio de esta última en la persona del futuro Redentor, que aplastará la cabeza de la serpiente, de nuevo será vencedora.

La Biblia da poca información sobre la historia subsiguiente de Eva. En Gén. 4,1, leemos que parió un hijo al que llamó Caín, porque lo tuvo (literalmente, “adquirió” o “poseyó”) por medio de Dios---ésta es al menos la interpretación más plausible de este oscuro pasaje. Más tarde dio a luz a Abel, y la narración no registra el nacimiento de otro hijo hasta después del asesinato de Abel por su hermano mayor, cuando ella parió un hijo y le dio el nombre de Set; diciendo: “Dios me ha dado [literalmente, “puesto” o “designado”] otro descendiente, por Abel a quien Caín mató”.

Eva es mencionada en el Libro de Tobías (8,8; LXX, 8,6) donde simplemente se afirma que fue dada a Adán como ayuda; en 2 Cor. 11,3, donde se hace referencia a su seducción por la serpiente, y en 1 Tim. 2,13, donde el apóstol impone la sumisión y el silencio a las mujeres argumentando que “Adán fue formado primero; Eva luego. Y Adán no fue seducido, sino que la mujer, siendo seducida, cayó en la trasgresión”.

Como en el caso de otros personajes del Antiguo Testamento, se han relacionado con el nombre de Eva muchas leyendas rabínicas. Pueden encontrarse en la “Enciclopedia Judía”, s.v. (ver también Adán), y en Vigouroux, “Diccionario de la Biblia”, I, art. “Adán”. Son, en su mayor parte, pueriles y fantásticas, y desprovistas de valor histórico, excepto en cuanto que sirven para ilustrar las mentalidad de los autores judíos posteriores, y la poca confiabilidad de las “tradiciones” derivadas de tales fuentes, aunque a veces se apela a ellas en discusiones críticas.


Bibliografía: PALIS in VIGOUROUX, Diccionario de la Biblia, II, 2118; BENNETT en HASTINGS, Dicc. de la Biblia, s.v. ; Enciclopedia Bíblica, s.v. Adán y Eva; GIGOT, Introducción Especial al Estudio del Antiguo Testamento, Part I, p. 162; Enciclopedia Judía, s.v., V, 275.

Fuente: Driscoll, James F. "Eve." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05646b.htm>.

Traducido por Francisco Vázquez. L H M