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Sábado, 27 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Antigüedades Bíblicas»

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En la antigüedad hebrea, la [[familia]], como organización social, y en comparación con el clan, debió haber ocupado un lugar secundario. La [[analogía]] [[semitas |semítica]] comparada y las evidencias [[Biblia |bíblicas]] parecen indicar que entre los primeros [[israelitas |hebreos]], como entre otras naciones semíticas primitivas, el [[hombre]] vivía bajo un sistema matriarcal, es decir, el parentesco estaba constituido por lazos uterinos, y la descendencia se contaba a través de líneas [[mujer |femeninas]]; la relación del [[padres |padre]] con sus hijos era, si no ignorada, ciertamente de poca o ninguna importancia.  Por tanto, los parientes de una [[persona]] eran los parientes de su madre, no los de su padre; y, en consecuencia, toda la [[propiedad]] [[legados |hereditaria]] descendía en la línea femenina.
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La posición de la [[mujer]] durante el período [[israelitas |hebreo]] temprano, aunque inferior a lo que llegó a ser más tarde, no era tan baja e insignificante como muchos se inclinan a creer. Muchos episodios en la vida de mujeres como [[Sara]], Rebeca, [[Raquel]], [[Débora]], María, la hermana de [[Moisés]], [[Dalila]], la hija de [[Jefté]] y otras son evidencias suficientes.  Los [[deber]]es de una mujer, como tal, y como esposa y madre eran pesados tanto física como [[moral]]mente. El trabajo dentro y alrededor de la casa recaía sobre ella, incluso hasta el montaje de la tienda, como también el trabajar con los hombres en el campo en ciertas estaciones. 
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La posición del [[hombre]] como [[padres |padre]] y como jefe de la [[familia]] era, por supuesto, superior a la de la esposa; sobre él recaía el [[deber]] y el cuidado de la [[educación]] de los hijos, cuando habían alcanzado cierta edad, como también la ofrenda de [[sacrificio]]s, que incluían necesariamente la matanza de [[Animales en la Biblia |animales]] domésticos y la realización de todos los servicios devocionales y rituales.  A estos hay que añadir el deber de mantener la familia, que presupone multitud de [[obligación |obligaciones]] y penurias físicas y [[moral]]es.
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La poligamia fue una forma reconocida de matrimonio en los períodos [[patriarca]]l y post patriarcal, aunque en épocas posteriores estuvo considerablemente restringida.  La [[Legislación de Moisés |ley mosaica]] en todas partes requiere que se haga una distinción entre la primera esposa y las tomadas además de ella.    El matrimonio entre parientes cercanos era común debido al deseo de preservar intacto, en la medida de lo posible, el vínculo familiar.  Como la [[familia]] estaba subordinada al clan, toda la vida social de las [[persona]]s, el matrimonio e incluso los [[derecho]]s de [[propiedad]] estaban bajo la vigilancia de él.  De ahí que una [[mujer]] debía casarse dentro del mismo clan; pero si optaba por casarse fuera del clan, debía hacerlo sólo en términos de que el clan pudiera permitir por sus costumbres o por su acción en un caso particular. 
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Así, también, a una [[mujer]] se le podía permitir, cuando se hiciera una compensación, casarse y dejar su clan, o podía contratar a través de su [[padres |padre]] u otro pariente masculino con un hombre de otro clan siempre que permaneciera con su gente y tuviera hijos para su clan.  Esta forma de matrimonio, conocida por los eruditos bajo el término de matrimonio ''sadiqa'', fue indudablemente practicada por los antiguos [[israelitas |hebreos]], ya que se encuentran indicios positivos de su existencia en el [[Jueces |Libro de los Jueces]] y particularmente en los casos de Jerobaal, [[Sansón]] y otros.  El hecho mismo de que las rameras hebreas que recibían en sus tiendas o moradas a [[hombre]]s de otros clanes, y que daban a luz hijos a su propio clan, no fueran vistas con mucho desdén es una indicación segura de la existencia del tipo de matrimonio ''sadiqa'' entre los hebreos.  Sin embargo, una cosa es segura: no importa cuán similares hayan sido las costumbres matrimoniales de los antiguos hebreos a las de los primeros [[Arabia |árabes]], el vínculo matrimonial entre los primeros era mucho más fuerte, y nunca tan flojo, como entre los últimos.
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Otra forma de matrimonio hebreo era el llamado levirato (del lat. ''levir'', cuñado), es decir, el matrimonio entre una [[viuda]], cuyo marido había muerto sin hijos, y su cuñado. De hecho, no se le permitía casarse con un extraño, a menos que el cuñado superviviente se negara formalmente a casarse con ella.    El matrimonio por levirato tenía como objetivo, en primer lugar, evitar la extinción del nombre del hermano fallecido sin hijos; y en segundo lugar, retener la [[propiedad]] dentro de la misma tribu y [[familia]].    El hijo [[primogénito]] de tal unión tomaba el nombre del tío fallecido en lugar del de su padre, y sucedía en su [[legados |herencia]].  Si no había ningún hermano del difunto esposo con vida, entonces se suponía que el pariente más cercano se casaría con la viuda, como encontramos en el caso del pariente de [[Libro de Rut |Rut]] que cedió su derecho a Booz.
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Según las [[Legislación de Moisés |leyes]] de [[Moisés]], a un [[hombre]] se le prohibía volver a casarse con una esposa [[divorcio |divorciada]], si ella se había vuelto a casar y se había quedado [[viuda]] o si se había divorciado de su segundo marido.  A los [[israelitas]] no se les prohibía casarse con extranjeras, excepto con las siete naciones [[Canaán, Cananeos |cananeas]]; de ahí que el matrimonio de Moisés con una [[madianitas |madianita]], y luego con una [[mujer]] cusita y el de [[David]] con una princesa de Gesur no fueran contra la ley mosaica.  El [[Sumo Sacerdote |sumo sacerdote]] debía casarse con una [[virginidad |virgen]] de su propio pueblo, y en el tiempo de [[Ezequiel]] ni siquiera un [[sacerdote]] común podía casarse con una viuda, a menos que ella fuera la viuda de un sacerdote.
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Los [[esponsales]] eran principalmente una cuestión de negocios que debían negociar los [[padres]] y los amigos cercanos de la [[familia]].  Incluso en la [[Legislación de Moisés |ley mosaica]] se hace una distinción entre el compromiso y el matrimonio, donde el compromiso se considera más que una promesa de casarse; de hecho, era su acto inicial y creaba un vínculo que sólo podía disolverse mediante la muerte o el [[divorcio]] legal.  La infidelidad a este voto de matrimonio se consideraba y se castigaba como [[adulterio]].  Los esponsales realmente se realizaban cuando se había acordado una dote.  Por regla general, se le daba a los padres de la novia, aunque a veces a un hermano mayor.  Los [[contrato]]s matrimoniales parecen haber sido en su mayoría orales y celebrados en presencia de [[testigo]]s.  El relato más antiguo de uno escrito se encuentra en el Libro de [[Tobías]]). 
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Las festividades de la boda duraban normalmente siete días, y el día de la boda el novio, lujosamente vestido y coronado, iba en procesión a la casa de la novia para alejarla de su padre.  La novia, profundamente velada, era llevada en medio de las [[bendición |bendiciones]] de sus [[padres]] y amigos. La procesión nupcial se desarrollaba no pocas veces de noche, al fuego de antorchas y con el acompañamiento de cantos, [[baile]]s y las más altas expresiones de [[felicidad |alegría]].
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El [[adulterio]] era castigado con la muerte, mediante [[lapidación]] de ambos participantes. Un [[hombre]] que sospechara de la infidelidad de su esposa podía someterla a una terrible prueba por la que, se pensaba, ninguna esposa culpable podría pasar sin demostrar su culpabilidad.  El [[divorcio]] entre los antiguos [[israelitas |hebreos]] era tan frecuente como entre cualquier otra nación civilizada de la Antigüedad. Las [[Legislación de Moisés |leyes mosaicas]] solo intentaron restringirlo y regularlo.    Cualquier "cosa indecorosa" era motivo suficiente para el divorcio, como también lo era la esterilidad. Sin embargo, a la esposa no se le permitía separarse de su esposo por ningún motivo; en el caso del adulterio de su marido, tanto él como la otra culpable, como hemos visto, serían castigados con la [[Pena Capital |muerte]].
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El [[concubinato]], que difiere mucho de la [[bigamia |poligamia]], también era practicado extensamente por los [[israelitas |hebreos]].  Una concubina era menos que una esposa, pero más que una amante ordinaria, y sus [[derecho]]s estaban celosamente guardados en la [[Legislación de Moisés |código mosaico]].  Los hijos nacidos de tal unión en ningún caso eran considerados como [[ilegitimidad |ilegítimos]].  La principal distinción entre una esposa legal y una concubina consistía en la inferioridad social y doméstica de esta última.  Con frecuencia las concubinas eran siervas de la esposa o cautivas tomadas en la [[guerra]] o compradas a sus padres.  Las [[Canaán, Cananeos |cananeas]] y otras [[mujer]]es extranjeras o [[Esclavitud y Cristianismo |esclavas]] no podían en ningún caso tomarse como concubinas.  El seductor de una doncella soltera se veía [[obligación |obligado]] a casarse con ella o a pagar a su [[padres |padre]] una fuerte multa.  En tiempos posteriores se castigó la prostitución ordinaria, y si la prostituta era hija de un [[sacerdote]], era quemada.  Se castigaba severamente la prostitución [[idolatría |idólatra]] y la [[sodomía]].
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La vida doméstica y social de los [[israelitas |hebreos]] era frugal y sencilla. Se entregaban muy poco a juegos y diversiones públicos.  Se consideraba que la caza y la pesca eran [[necesidad]]es para la [[vida]].  Se practicaba ampliamente la [[Esclavitud y Cristianismo |esclavitud]] y los esclavos eran hebreos o extranjeros.  La [[Legislación de Moisés |legislación de Moisés]] estaba en contra de cualquier tipo de esclavitud involuntaria, y no se permitió la venta de esclavos hebreos a extranjeros. Un esclavo israelita debía ser puesto en libertad después de cinco o seis años de servidumbre y no sin alguna compensación, a menos que estuviera dispuesto a cumplir otro período. Como era natural, los esclavos hebreos eran tratados con más bondad por sus amos hebreos que los extranjeros, que eran cautivos en la [[guerra]] o comprados.
  
 
===Muerte y Enterramiento===
 
===Muerte y Enterramiento===

Revisión de 08:05 29 dic 2021

Antigüedades Bíblicas:

Introducción

Este departamento de la arqueología se ha definido y clasificado de diversas formas. Algunos eruditos han incluido en él incluso la cronología bíblica, la geografía y la historia natural, pero erróneamente, ya que estas tres ramas de la ciencia bíblica pertenecen más bien al entorno externo de la historia propiamente dicha. La arqueología, propiamente hablando, es la ciencia de las antigüedades, y sólo de aquellas antigüedades que pertenecen más estrechamente a la vida interior y al medio ambiente de una nación, como sus registros monumentales, las fuentes de su historia, sus características domésticas, sociales, religiosas y sociales. la vida política, así como sus modales y costumbres. De ahí que la historia propiamente dicha, la geografía y la historia natural deben excluirse del dominio de la arqueología. Así también el estudio de los registros e inscripciones monumentales y de su interpretación histórica debe dejarse al historiador o a las ciencias de la epigrafía y la numismática. En consecuencia, la arqueología Bíblica puede definirse apropiadamente como: la ciencia de las antigüedades domésticas o sociales, políticas y sagradas de la nación hebrea.

Nuestras principales fuentes de información son:

Antigüedades Domésticas

Familia y Clan

Los libros del Antiguo Testamento nos presentan a los hebreos como habiendo pasado a través de dos etapas de desarrollo social: la pastoral y la agrícola. Las historias de los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob los describen como morando en tiendas y moviéndose constantemente de un prado a otro. Con el paso del tiempo, las tiendas se convirtieron en chozas, las chozas en casas y éstas en asentamientos, aldeas y ciudades, rodeadas de campos de maíz, viñedos, olivares y jardines. Los rebaños y las manadas se volvieron cada vez más raros hasta la época de la primera monarquía y después, cuando, con pocas excepciones, dieron paso al comercio y al intercambio.

Como entre todas las naciones de la Antigüedad, una coalición de varios miembros o ramas de la misma familia constituía un clan que, como organización, parece haber sido anterior a la familia. Una coalición de clanes formaba una tribu gobernada por sus propios jefes o líderes. Algunos de los clanes hebreos al momento del asentamiento en Canaán parecen haber estado organizados, algunos haberse dividido y haberse incorporado total o parcialmente a otros clanes. La posición de un hombre en su clan era tan importante que si era expulsado se convertía ipso facto en un proscrito, a menos que, de hecho, se pudiera encontrar algún otro clan para recibirlo. Después del asentamiento, el sistema de clanes hebreo cambió un poco y degeneró lentamente hasta la época de la monarquía, cuando pasó a un segundo plano y fue absorbido por el sistema más complicado de gobierno nacional y monárquico.

Matrimonio y Constitución de la Familia

En la antigüedad hebrea, la familia, como organización social, y en comparación con el clan, debió haber ocupado un lugar secundario. La analogía semítica comparada y las evidencias bíblicas parecen indicar que entre los primeros hebreos, como entre otras naciones semíticas primitivas, el hombre vivía bajo un sistema matriarcal, es decir, el parentesco estaba constituido por lazos uterinos, y la descendencia se contaba a través de líneas femeninas; la relación del padre con sus hijos era, si no ignorada, ciertamente de poca o ninguna importancia. Por tanto, los parientes de una persona eran los parientes de su madre, no los de su padre; y, en consecuencia, toda la propiedad hereditaria descendía en la línea femenina.

La posición de la mujer durante el período hebreo temprano, aunque inferior a lo que llegó a ser más tarde, no era tan baja e insignificante como muchos se inclinan a creer. Muchos episodios en la vida de mujeres como Sara, Rebeca, Raquel, Débora, María, la hermana de Moisés, Dalila, la hija de Jefté y otras son evidencias suficientes. Los deberes de una mujer, como tal, y como esposa y madre eran pesados tanto física como moralmente. El trabajo dentro y alrededor de la casa recaía sobre ella, incluso hasta el montaje de la tienda, como también el trabajar con los hombres en el campo en ciertas estaciones.

La posición del hombre como padre y como jefe de la familia era, por supuesto, superior a la de la esposa; sobre él recaía el deber y el cuidado de la educación de los hijos, cuando habían alcanzado cierta edad, como también la ofrenda de sacrificios, que incluían necesariamente la matanza de animales domésticos y la realización de todos los servicios devocionales y rituales. A estos hay que añadir el deber de mantener la familia, que presupone multitud de obligaciones y penurias físicas y morales.

La poligamia fue una forma reconocida de matrimonio en los períodos patriarcal y post patriarcal, aunque en épocas posteriores estuvo considerablemente restringida. La ley mosaica en todas partes requiere que se haga una distinción entre la primera esposa y las tomadas además de ella. El matrimonio entre parientes cercanos era común debido al deseo de preservar intacto, en la medida de lo posible, el vínculo familiar. Como la familia estaba subordinada al clan, toda la vida social de las personas, el matrimonio e incluso los derechos de propiedad estaban bajo la vigilancia de él. De ahí que una mujer debía casarse dentro del mismo clan; pero si optaba por casarse fuera del clan, debía hacerlo sólo en términos de que el clan pudiera permitir por sus costumbres o por su acción en un caso particular.

Así, también, a una mujer se le podía permitir, cuando se hiciera una compensación, casarse y dejar su clan, o podía contratar a través de su padre u otro pariente masculino con un hombre de otro clan siempre que permaneciera con su gente y tuviera hijos para su clan. Esta forma de matrimonio, conocida por los eruditos bajo el término de matrimonio sadiqa, fue indudablemente practicada por los antiguos hebreos, ya que se encuentran indicios positivos de su existencia en el Libro de los Jueces y particularmente en los casos de Jerobaal, Sansón y otros. El hecho mismo de que las rameras hebreas que recibían en sus tiendas o moradas a hombres de otros clanes, y que daban a luz hijos a su propio clan, no fueran vistas con mucho desdén es una indicación segura de la existencia del tipo de matrimonio sadiqa entre los hebreos. Sin embargo, una cosa es segura: no importa cuán similares hayan sido las costumbres matrimoniales de los antiguos hebreos a las de los primeros árabes, el vínculo matrimonial entre los primeros era mucho más fuerte, y nunca tan flojo, como entre los últimos.

Otra forma de matrimonio hebreo era el llamado levirato (del lat. levir, cuñado), es decir, el matrimonio entre una viuda, cuyo marido había muerto sin hijos, y su cuñado. De hecho, no se le permitía casarse con un extraño, a menos que el cuñado superviviente se negara formalmente a casarse con ella. El matrimonio por levirato tenía como objetivo, en primer lugar, evitar la extinción del nombre del hermano fallecido sin hijos; y en segundo lugar, retener la propiedad dentro de la misma tribu y familia. El hijo primogénito de tal unión tomaba el nombre del tío fallecido en lugar del de su padre, y sucedía en su herencia. Si no había ningún hermano del difunto esposo con vida, entonces se suponía que el pariente más cercano se casaría con la viuda, como encontramos en el caso del pariente de Rut que cedió su derecho a Booz.

Según las leyes de Moisés, a un hombre se le prohibía volver a casarse con una esposa divorciada, si ella se había vuelto a casar y se había quedado viuda o si se había divorciado de su segundo marido. A los israelitas no se les prohibía casarse con extranjeras, excepto con las siete naciones cananeas; de ahí que el matrimonio de Moisés con una madianita, y luego con una mujer cusita y el de David con una princesa de Gesur no fueran contra la ley mosaica. El sumo sacerdote debía casarse con una virgen de su propio pueblo, y en el tiempo de Ezequiel ni siquiera un sacerdote común podía casarse con una viuda, a menos que ella fuera la viuda de un sacerdote.

Los esponsales eran principalmente una cuestión de negocios que debían negociar los padres y los amigos cercanos de la familia. Incluso en la ley mosaica se hace una distinción entre el compromiso y el matrimonio, donde el compromiso se considera más que una promesa de casarse; de hecho, era su acto inicial y creaba un vínculo que sólo podía disolverse mediante la muerte o el divorcio legal. La infidelidad a este voto de matrimonio se consideraba y se castigaba como adulterio. Los esponsales realmente se realizaban cuando se había acordado una dote. Por regla general, se le daba a los padres de la novia, aunque a veces a un hermano mayor. Los contratos matrimoniales parecen haber sido en su mayoría orales y celebrados en presencia de testigos. El relato más antiguo de uno escrito se encuentra en el Libro de Tobías).

Las festividades de la boda duraban normalmente siete días, y el día de la boda el novio, lujosamente vestido y coronado, iba en procesión a la casa de la novia para alejarla de su padre. La novia, profundamente velada, era llevada en medio de las bendiciones de sus padres y amigos. La procesión nupcial se desarrollaba no pocas veces de noche, al fuego de antorchas y con el acompañamiento de cantos, bailes y las más altas expresiones de alegría.

El adulterio era castigado con la muerte, mediante lapidación de ambos participantes. Un hombre que sospechara de la infidelidad de su esposa podía someterla a una terrible prueba por la que, se pensaba, ninguna esposa culpable podría pasar sin demostrar su culpabilidad. El divorcio entre los antiguos hebreos era tan frecuente como entre cualquier otra nación civilizada de la Antigüedad. Las leyes mosaicas solo intentaron restringirlo y regularlo. Cualquier "cosa indecorosa" era motivo suficiente para el divorcio, como también lo era la esterilidad. Sin embargo, a la esposa no se le permitía separarse de su esposo por ningún motivo; en el caso del adulterio de su marido, tanto él como la otra culpable, como hemos visto, serían castigados con la muerte.

El concubinato, que difiere mucho de la poligamia, también era practicado extensamente por los hebreos. Una concubina era menos que una esposa, pero más que una amante ordinaria, y sus derechos estaban celosamente guardados en la código mosaico. Los hijos nacidos de tal unión en ningún caso eran considerados como ilegítimos. La principal distinción entre una esposa legal y una concubina consistía en la inferioridad social y doméstica de esta última. Con frecuencia las concubinas eran siervas de la esposa o cautivas tomadas en la guerra o compradas a sus padres. Las cananeas y otras mujeres extranjeras o esclavas no podían en ningún caso tomarse como concubinas. El seductor de una doncella soltera se veía obligado a casarse con ella o a pagar a su padre una fuerte multa. En tiempos posteriores se castigó la prostitución ordinaria, y si la prostituta era hija de un sacerdote, era quemada. Se castigaba severamente la prostitución idólatra y la sodomía.

La vida doméstica y social de los hebreos era frugal y sencilla. Se entregaban muy poco a juegos y diversiones públicos. Se consideraba que la caza y la pesca eran necesidades para la vida. Se practicaba ampliamente la esclavitud y los esclavos eran hebreos o extranjeros. La legislación de Moisés estaba en contra de cualquier tipo de esclavitud involuntaria, y no se permitió la venta de esclavos hebreos a extranjeros. Un esclavo israelita debía ser puesto en libertad después de cinco o seis años de servidumbre y no sin alguna compensación, a menos que estuviera dispuesto a cumplir otro período. Como era natural, los esclavos hebreos eran tratados con más bondad por sus amos hebreos que los extranjeros, que eran cautivos en la guerra o comprados.

Muerte y Enterramiento

Alimentos y Comidas

Vestimentas y Ornamentos

Vida Pastoral y Agrícola

Comercio

Ciencia, Artes y otras

Antigüedades Políticas

Administración Civil

Ejército

Antigüedades Sagradas

Fiestas Judías


Bibliografía: Tratados sobre Biblical Archæology por JARN (Viena, 1817); ROSENMÜLLER (Leipzig, 1823-31); DE WETTE (Leipzig, 1864); EWALD (Göttingen, 1866); HANEBERG (Munich, 1869); ROSKEFF (Viena, 1857); KINZLER (Stuttgart, 1884); SCHEGG (Friburgo, 1886). Para los lectores angloparlantes las obras mejores y más disponibles son KEIL, Manual of Biblical Archæology (tr., 2 vols., Edimburgo, 1887); BISSELL, Biblical Antiquities (Filadelfia, 1888); FENTON, Early Hebrew Life (Londres, 1880); DAY, The Social Life of the Hebrews in the Semitic Series (Nueva York, 1901); TRUMBULL, The Blood Covenant; ID., The Threshold Covenant; ID., The Salt Covenant; varios artículos en SMITH, Dictionary of the Bible; KITTO, Biblical Cyclopedia; VIGOUROUX, Dict. de la Bible; HASTINGS, Dict. of the Bible; y Jewish Encyclopedia. Las obras más recientes y autoritativas sobre el tema, sin embargo, son BENZIGER, Hebräische Archäologie (Friburgo im Br., 1894); NOWACK, Lehrbuch der hebräischen Archäologie (Friburgo im Br., 1894); BUHL, Die socialen Verhältnisse der Israeliten (Berlin, 1899), trad. Al francés por CINTRE (París, 1904); LEVY, La famille dans l'antiquité israelite (París, 1905). De gran valor, especialmente para la época del Antiguo Testamento, son las obras clásicas de SCHÜRER, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi (3 vols., 1898-1901), trad. A partir de la 2da. Ed. (5 vols., Londres y Nueva York); EDERSHEIM, The Rites and Worships of the Jews (Nueva York, 1891); ID., The Temple, its Ministry and Service (Londres, 1874); ID., Life and Times of Jesus the Messiah (Londres y Nueva York).

Fuente: Oussani, Gabriel. "Biblical Antiquities." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2, págs. 548-557. New York: Robert Appleton Company, 1907. 28 dic. 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/02548a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina