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Martes, 19 de marzo de 2024

Giulio Alberoni

De Enciclopedia Católica

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Cardenal y estadista, nació el 30 de mayo de 1664 en Firenzuola, ducado de Parma, y murió el 26 de junio de 1752 en Piacenza. Fue hijo de padres muy pobres y trabajó en una granja como labrador o jardinero hasta los quince años. Después de eso, se convirtió en campanero en la catedral de Piacenza, donde se ganó la simpatía del obispo, fue ordenado (v. Órdenes Sagradas) sacerdote y designado canónigo. El Duque de Vendome, al mando de las tropas francesas en Italia se convirtió en el patrón de Alberoni, lo llevó a París (en el año 1706) e hizo uso de sus talentos en varios asuntos importantes. Habiendo acompañado a Vendome a la corte de España en 1711 la reputación de los talentos de Alberoni, le ayudaron a conseguir, después de la muerte de su patrón, la posición de agente de el Duque de Parma en Madrid. Fue hábil en promover la accesión del candidato francés el trono de España, Felipe V, y después se convirtió en el favorito del rey. A la muerte de la reina (María Luisa de Saboya), Alberoni usó su influencia para efectuar, en el año 1774, el matrimonio entre el rey viudo e Isabel Farnesio, hija del duque de Parma. A consecuencia de este éxito diplomático se convirtió en primer ministro, obtuvo el título de duque y de magnate del reino de España, y obispo de Málaga. También estableció relaciones más satisfactorias que las que habían existido entre la Curia Romana y la corte de Felipe V. En el año 1717, Clemente XI, cediendo a la presión real, lo nombró cardenal-diácono de San Adriano.

Como primer ministro la política económica de Alberoni fue definitivamente de avanzada para su época. Se esforzó por convertir a España en una nación industrial y hasta ahí anticipó los desarrollos del siglo XIX en cuanto a establecer un servicio regular de correo entre España y sus colonias americanas. Reformó muchos abusos del gobierno e instituyó una escuela de navegación para los hijos de la nobleza. Al mismo tiempo, no dudó en sacrificar las libertades populares de España a los intereses de la monarquía absoluta, mientras en política extranjera buscaba recuperar las posesiones italianas perdidas de España, y sus esfuerzos para conseguirle a Felipe V la corona de Francia y generalmente para engrandecer la monarquía española a toda costa, debería haber llevado a una guerra europea general si ellos no hubieran causado su propia caída (5 de diciembre de 1719). Es culpado de la invasión injustificable de Cerdeña y de Sicilia por parte de España, a pesar de su manifestación formal a lo contrario concedido al Papa. Otro plan extravagante de Alberoni fue la reinstauración de la Casa de los Estuardos al trono británico por la cooperación del Zar y el rey de Suiza. Por fin, en 1719, Felipe V para salvarse él mismo de ser tratado como el enemigo común de Europa, despidió y exilió al Cardenal, quién regresó a Italia a enfrentarse la indignación de Clemente XI. Su viaje fue interrumpido en Génova, dónde fue puesto bajo arresto hasta aguardar la decisión de una comisión especial del Colegio de Cardenales. Sin embargo escapó y permaneció oculto hasta la muerte de Clemente XI en 1721. Bajo el Papa siguiente Inocencio XIII, Alberoni fue absuelto de los cargos en su contra por una comisión de cardenales (en el año 1723), y por algún tiempo vivió en recogimiento en una casa jesuita (v. Compañía de Jesús) después de lo cual fue promovido para ser cardenal-sacerdote del título de San Lorenzo en Lucina. Bajo Clemente XII, sirvió a la Santa Sede como legado en Ravena y bajo Benedicto XIV en Bolonia. Los años de decadencia del Cardenal Alberoni los pasó en retiro. Fue sepultado (v. entierro cristiano en la Iglesia del Colegio de San Lázaro, el cual había fundado en Piacenza.

Bibliografía: Bersani, Storia del Cardinale Giulio Alberoni (Piacenza, 1861, 1872); Von Hefele, in Kirchenlex., I, 410-411. Macpherson, Ewan. "Giulio Alberoni." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01260a.htm>. Traducido al español por Ana María Maturana. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.