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Jueves, 28 de marzo de 2024

Vasos Sagrados

De Enciclopedia Católica

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Vea también los artículos cáliz, patena, custodia y ciborio.

Cáliz

El cáliz es la copa en que se echan el vino y el agua del sacrificio eucarístico. Debe ser de oro o de plata con doradura en el interior, o puede ser la copa de plata con doradura en el interior; en cuyo caso la base y el tallo pueden ser de cualquier metal, siempre que sea sólido, limpio y adecuado (Mis, Rom., Ritus celebr., tit. I, n. 1). De acuerdo con el misal romano (De Defectibus, tit. X, n. 1) puede ser también de estaño (stannum - una aleación de estaño y plomo), con la doradura en el interior, pero los autores permiten esto sólo de forma excepcional en el caso de pobreza extrema. No se permiten cálices hechos de cristal, madera, cobre o bronce, y no pueden ser consagrados por el obispo (Sag. Cong. Rit., 16 sep. 1865).

La base puede ser redonda, hexagonal u octogonal, y debe ser tan grande de modo que no haya temor de que el cáliz se vire. Cerca de la mitad del tallo, entre la base y la copa, debe haber una perilla, a fin de que el cáliz pueda ser manejado fácilmente, especialmente después de la consagración, cuando el sacerdote tiene sus dedos índice y pulgar unidos. Esta perilla puede ser adornada con piedras preciosas, pero se debe tener cuidado de que no sobresalgan tanto que impidan el fácil manejo del cáliz. La base y la copa puede ser adornadas con imágenes o emblemas, incluso en relieve, pero los de la copa deben estar aproximadamente a una pulgada por debajo del borde del cáliz. La copa debe ser estrecha en la parte inferior, y volverse más amplia gradualmente, según se aproxima a la boca. El labio redondeado o vuelto hacia abajo es muy inútil. La altura no está determinada, pero debe ser de al menos ocho pulgadas.

Patena

La patena es un recipiente del altar en el cual se ofrece el pan en el Santo Sacrificio. Debe estar hecha del mismo material que el cáliz, y si está hecho de cualquier otra cosa que no sea oro, debe ser dorado en el lado cóncavo. Su borde debe ser delgado y afilado, de modo que se puedan recoger fácilmente las partículas sobre el corporal. No debe estar adornado de ninguna manera, al menos en el lado cóncavo; sin embargo, puede llevar una pequeña cruz cerca de su borde para indicar el lugar en que será besada por el celebrante. Cualquier hundimiento agudo en el lado superior impide que sea limpiado fácilmente. Los que tienen una superficie plana con una depresión ligera gradual hacia el centro son los más útiles.

Por un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos (6 dic. 1866), el Papa Pío IX permitió que se usaran cálices y patenas hechos de aluminio mezclado con otros metales en ciertas proporciones indicadas en la "Instructio", siempre y cuando toda la superficie fuese plateada, y la copa dorada en el interior, pero este decreto fue borrado de la última edición de los Decretos.

Antes de que puedan ser utilizados en el Sacrificio de la Misa, tanto el cáliz como la patena deben ser consagrados por el ordinario, o por un obispo designado por él. Un sacerdote sólo puede consagrarlos en casos excepcionales, siempre y cuando la Santa Sede le haya conferido facultades especiales para hacerlo. En virtud de Facultates Extraordinariae C, Fac. VI, los obispos de los Estados Unidos pueden delegar esta función en un simple sacerdote. El mero hecho de celebrar el Santo Sacrificio con un cáliz y una patena no consagrados nunca podrá sustituir ese rito, especialmente ordenado por la Iglesia.

Pérdida de Consagración

Ciborio

Custodia u ostensorio

Fuente: Schulte, Augustin Joseph. "Altar Vessels." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 29 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01357e.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina