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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Domingo de Gaudete»

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Es el Tercer Domingo de Adviento, llamado así por la primera palabra del Introito de la Misa (Gaudete, es decir, Regocíjense). El Tiempo de Adviento se originó como un ayuno de cuarenta días en preparación para la Navidad, comenzando el día después de la fiesta de San Martín (12 de noviembre), de aquí que a menudo se le llamara también la "Cuaresma de San Martín" - nombre por el que el Adviento fue conocido desde el siglo V. No se puede datar antes del siglo quinto el ayuno del Adviento, porque no hay evidencia de que se observara la Navidad el 25 de diciembre antes de finales del siglo cuarto. (Duchesne, "Origines du culte chrétien", Paris, 1889), y la preparación para una fiesta no puede haber sido anterior a la fiesta misma. En el siglo IX, la duración del Adviento se redujo a cuatro semanas, encontrándose en una carta de San Nicolás I (858-867) a los búlgaros, la primera alusión a un Tiempo más corto, y hacia el siglo XII el ayuno había sido ya reemplazado por una simple abstinencia. San Gregorio el Grande fue el primero en redactar un Oficio para el Adviento, y el Sacramentario Gregoriano es el más antiguo en proveer Misas propias para los domingos de Adviento. En ambos se hacen provisiones para cinco domingos, pero hacia el siglo X el número usual eran cuatro, aunque algunas iglesias de Francia observaban cinco domingos incluso en el siglo XIII. No obstante todas estas modificaciones sin embargo, el Adviento preservó muchas de las características de los tiempos penitenciales lo que lo hace una especie de contraparte con la Cuaresma, correspondiendo así el tercer domingo de Adviento, o el del medio, con el domingo de la mitad de la cuaresma o Domingo de Laetare (Alegría). En este Domingo de Laetare, el órgano y las flores, prohibidos durante el resto de la estación, podían ser usados; se permitió el uso de vestimentas color rosa en lugar del púrpura (o negro como en un inicio); el diácono y el subdiácono reasumieron el uso del dalmático y de la túnica en la Misa principal, y los cardenales usaban color rosa en lugar del púrpura. Todas esta marcas características continuaron usándose y son la disciplina actual de la Iglesia Latina. El Domingo de Gaudete por lo tanto, hace un alto, como el Domingo del Laetare, a medio camino a través de un Tiempo que de otra manera es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. De las "estaciones" que se mantienen en Roma para representar los cuatro domingos de Adviento, la correspondiente a la basílica Vaticana se le asigna al Gaudete, ya que es el más importante de los cuatro domingos. Tanto en el Oficio como en la Misa a través del Adviento, se hace referencia continua a la segunda venida de nuestro Señor, y se enfatiza en el tercer domingo por medio de la adición de signos permitidos para ese día, como una expresión de alegría. El Domingo de Gaudete está marcado por un Nuevo Invitatorio, la Iglesia no invita ya a los fieles a meramente adorar "al Señor que va a venir", sino que les llama a una liturgia de alegría porque "el Señor está ahora aquí y al alcance de la mano". Las lecturas de Nocturnas, correspondientes a la Profecía de Isaías, describen la venida del Señor y las bendiciones que resultan de ello, y las antífonas de las Vísperas hacen eco de las promesas proféticas. La alegría de la espera se enfatiza por las constantes Aleluyas tanto en el Oficio como en la Misa a través de todo el Tiempo de Adviento. En la Misa, el Introito "Gaudete in Domino temper" resalta lo mismo, y da el nombre al día. La Epístola nos incita a regocijarnos y nos urge a prepararnos para encontrarnos con el Salvador a través de oraciones y súplicas y de acciones de gracia, mientras que el Evangelio de San Juan Bautista nos advierte que el Cordero de Dios está ahora entre nosotros, aunque parezca que no Le conocemos. El espíritu del Oficio y de la Liturgia a través de todo el Adviento es uno de espera y de preparación para la fiesta de Navidad así como para la segunda venida de Cristo, y los ejercicios penitenciales, que han sido adecuados para ese espíritu, son suspendidos en el Domingo de Gaudete para simbolizar la alegría y el regocijo por la Redención Prometida, las cuales nunca deben estar ausentes del corazón del fiel.  
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Es el tercer [[domingo]] de [[Adviento]], llamado así por la primera palabra del [[Introito]] de la [[Misa]] (Gaudete, es decir, Regocíjense). El tiempo de Adviento se originó como un [[ayuno]] de cuarenta días en preparación para la [[Navidad]], comenzando el día después de la fiesta de San Martín (12 de noviembre), de aquí que a menudo se le llamara la "[[Cuaresma]] de San Martín"---nombre por el que se conocía tan temprano como el siglo V. La introducción del ayuno de Adviento no se puede datar más temprano, porque no hay evidencia de que se observara la [[Navidad]] el 25 de diciembre antes de finales del siglo IV, (Duchesne, "Origines du culte chrétien", Paris, 1889), y la preparación para una [[fiesta]] no puede haber sido anterior a la fiesta misma. En el siglo IX, la duración del Adviento se redujo a cuatro semanas; la primera alusión a la temporada acortada se encontró en una carta del [[Papa San Nicolás I]] (858-867) a los [[Bulgaria|búlgaros]], y hacia el siglo XII el ayuno había sido ya reemplazado por una simple [[abstinencia]].  
  
G. CYPRIAN ALSTON
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El [[Papa San Gregorio I]] (Magno) fue el primero en redactar un Oficio para el Adviento, y el Sacramentario Gregoriano es el primero que proveyó Misas propias para los domingos de Adviento. En ambos (Oficio y Misa) se hace provisión para cinco domingos, pero hacia el siglo X el número usual eran cuatro, aunque algunas iglesias de [[Francia]] observaban cinco domingos tan tarde como en el siglo XIII. Sin embargo, a pesar de todas estas modificaciones el Adviento conservó muchas de las características de los tiempos penitenciales lo que lo hacían como un duplicado de la Cuaresma, correspondiendo el tercer domingo de Adviento con el Laetare o domingo de mitad de la cuaresma o [[Domingo de Laetare]]. En éste, al igual que en el Domingo de Laetare, se permitía usar el [[órgano]] y las flores, prohibidos durante el resto de la estación; se permitió el uso de vestimentas color rosa en lugar del púrpura (o negro como en un inicio); el [[diácono]] y el [[subdiácono]] reasumieron el uso de la [[dalmática]] y de la túnica en la Misa principal, y los [[cardenal]]es usaban color rosa en lugar del púrpura. Todas estas marcas características han continuado usándose y son la disciplina actual de la Iglesia Latina.  
Transcrito por Joseph P. Thomas
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Traducido por Dr. Raúl Toledo [El Salvador]
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El Domingo de Gaudete por lo tanto, hace un alto, como el Domingo de Laetare, a medio camino a través de una temporada que de otra manera es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. De las "estaciones" que se mantienen en [[Roma]] para representar los cuatro domingos de Adviento, la de la basílica Vaticana se le asigna al Gaudete, siendo el más importante e imponente de los cuatro domingos. Tanto en el [[Oficio]] como en la Misa a través del Adviento, se hace referencia continua a la segunda venida de nuestro Señor, y esto se enfatiza en el tercer domingo por medio de la adición de signos de [[felicidad]] permitidos para ese día. El Domingo de Gaudete está marcado por un nuevo invitatorio, la [[Iglesia]] no invita ya a los [[fieles]] meramente a adorar "al Señor que va a venir", sino que les llama a un culto y saludo de alegría porque "el Señor está cerca y al alcance de la mano". Las lecturas [[Nocturno]] de la profecía de Isaías describen la venida del Señor y las [[Bendición|bendiciones]] que resultan de ella, y las [[antífona]]s de [[Víspera]]s hacen eco de las promesas proféticas. Los constantes [[aleluyas]] enfatizan la alegría de la espera, que ocurren tanto en el Oficio como en la Misa a través de todo la temporada. En la Misa, el [[Introito]] "Gaudete in Domino temper" resalta la misma nota, y da su nombre al día. La Epístola de nuevo nos incita a regocijarnos y nos urge a prepararnos para encontrarnos con el Salvador a través de [[Oración|oraciones]] y súplicas y de acciones de gracia, mientras que el Evangelio de [[San Juan Bautista]] nos advierte que el Cordero de Dios está incluso ahora entre nosotros, aunque parezca que no le [[Conocimiento|conocemos]]. El espíritu del Oficio y de la [[liturgia]] a través de todo el Adviento es uno de espera y preparación para la Navidad así como para la segunda venida de Cristo, y los ejercicios penitenciales, que han sido adecuados para ese espíritu, son suspendidos en el Domingo de Gaudete para simbolizar la alegría y el regocijo por la redención prometida, que nunca deben estar ausentes del corazón de los [[fieles]].
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'''Fuente''':  Alston, George Cyprian. "Gaudete Sunday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909.
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<http://www.newadvent.org/cathen/06394b.htm>.
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Traducido por Dr. Raúl Toledo [El Salvador].  L H M.

Última revisión de 00:24 30 nov 2008

Es el tercer domingo de Adviento, llamado así por la primera palabra del Introito de la Misa (Gaudete, es decir, Regocíjense). El tiempo de Adviento se originó como un ayuno de cuarenta días en preparación para la Navidad, comenzando el día después de la fiesta de San Martín (12 de noviembre), de aquí que a menudo se le llamara la "Cuaresma de San Martín"---nombre por el que se conocía tan temprano como el siglo V. La introducción del ayuno de Adviento no se puede datar más temprano, porque no hay evidencia de que se observara la Navidad el 25 de diciembre antes de finales del siglo IV, (Duchesne, "Origines du culte chrétien", Paris, 1889), y la preparación para una fiesta no puede haber sido anterior a la fiesta misma. En el siglo IX, la duración del Adviento se redujo a cuatro semanas; la primera alusión a la temporada acortada se encontró en una carta del Papa San Nicolás I (858-867) a los búlgaros, y hacia el siglo XII el ayuno había sido ya reemplazado por una simple abstinencia.

El Papa San Gregorio I (Magno) fue el primero en redactar un Oficio para el Adviento, y el Sacramentario Gregoriano es el primero que proveyó Misas propias para los domingos de Adviento. En ambos (Oficio y Misa) se hace provisión para cinco domingos, pero hacia el siglo X el número usual eran cuatro, aunque algunas iglesias de Francia observaban cinco domingos tan tarde como en el siglo XIII. Sin embargo, a pesar de todas estas modificaciones el Adviento conservó muchas de las características de los tiempos penitenciales lo que lo hacían como un duplicado de la Cuaresma, correspondiendo el tercer domingo de Adviento con el Laetare o domingo de mitad de la cuaresma o Domingo de Laetare. En éste, al igual que en el Domingo de Laetare, se permitía usar el órgano y las flores, prohibidos durante el resto de la estación; se permitió el uso de vestimentas color rosa en lugar del púrpura (o negro como en un inicio); el diácono y el subdiácono reasumieron el uso de la dalmática y de la túnica en la Misa principal, y los cardenales usaban color rosa en lugar del púrpura. Todas estas marcas características han continuado usándose y son la disciplina actual de la Iglesia Latina.

El Domingo de Gaudete por lo tanto, hace un alto, como el Domingo de Laetare, a medio camino a través de una temporada que de otra manera es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. De las "estaciones" que se mantienen en Roma para representar los cuatro domingos de Adviento, la de la basílica Vaticana se le asigna al Gaudete, siendo el más importante e imponente de los cuatro domingos. Tanto en el Oficio como en la Misa a través del Adviento, se hace referencia continua a la segunda venida de nuestro Señor, y esto se enfatiza en el tercer domingo por medio de la adición de signos de felicidad permitidos para ese día. El Domingo de Gaudete está marcado por un nuevo invitatorio, la Iglesia no invita ya a los fieles meramente a adorar "al Señor que va a venir", sino que les llama a un culto y saludo de alegría porque "el Señor está cerca y al alcance de la mano". Las lecturas Nocturno de la profecía de Isaías describen la venida del Señor y las bendiciones que resultan de ella, y las antífonas de Vísperas hacen eco de las promesas proféticas. Los constantes aleluyas enfatizan la alegría de la espera, que ocurren tanto en el Oficio como en la Misa a través de todo la temporada. En la Misa, el Introito "Gaudete in Domino temper" resalta la misma nota, y da su nombre al día. La Epístola de nuevo nos incita a regocijarnos y nos urge a prepararnos para encontrarnos con el Salvador a través de oraciones y súplicas y de acciones de gracia, mientras que el Evangelio de San Juan Bautista nos advierte que el Cordero de Dios está incluso ahora entre nosotros, aunque parezca que no le conocemos. El espíritu del Oficio y de la liturgia a través de todo el Adviento es uno de espera y preparación para la Navidad así como para la segunda venida de Cristo, y los ejercicios penitenciales, que han sido adecuados para ese espíritu, son suspendidos en el Domingo de Gaudete para simbolizar la alegría y el regocijo por la redención prometida, que nunca deben estar ausentes del corazón de los fieles.


Fuente: Alston, George Cyprian. "Gaudete Sunday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06394b.htm>.

Traducido por Dr. Raúl Toledo [El Salvador]. L H M.