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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Jean Mabillon

De Enciclopedia Católica

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Monje benedictino de la Congregación de San Mauro, nació en Saint-Pierremont, entre Mouzon y el Chartreuse de Mont-Dieu en Champaña el 23 de noviembre de 1632 y murió en París el 27 de diciembre de 1707. Fue el quinto hijo de Estienne Mabillon, un campesino que murió en 1692 a la edad de 104 y su mujer, Jeanne Guérin, descendiente, por vía materna de una rama de los señores de Saint-Pierremont. Jean fue un niño precoz y superó fácilmente a sus compañeros de escuela, mientras que su amabilidad natural lo hicieron favorito de todos. A los nueve años, fue enviado con su tío, Jean Mabillon, sacerdote en la parroquia de Neufville, quien lo instruyó en los “rudimentos,” y de quien recibió un donativo que le permitió continuar sus estudios. En 1644, Jean fue enviado al Collège des Bons Enfants en Reims. Allí, mientras estudiaba en la universidad, vivió, como estudiante y como sirviente, en la casa de Clément Boucher, canónigo de la catedral y abad comendatorio de Tenaiues. Este patrón, en 1650, logró su admisión al seminario diocesano, donde permaneció tres años. En 1653, sin embargo, la conducta escandalosa y la muerte de su tío hicieron que le desagradase la vocación de sacerdote secular, y salió del seminario. Poco menos de un mes después de retiro, el 29 de agosto, entró como postulante en la abadía de St-Remu en Reims. Esta casa, desde 1627, pertenecía a la congregación maurista reformada. Tomó el hábito el 5 de septiembre y después de su año de noviciado, profesó el 6 de septiembre de 1654. Su devoción a la estricta observancia, a la mortificación y al estudio, era tanta que sus superiores le confiaron la dirección y enseñanza de los novicios. Pero el fervor con que se dedicaba para cumplir con su tarea era tan grande que empezó a afectar su salud y comenzó a sufrir violentos dolores de cabeza y pronto fue incapaz inclusive de recitar el oficio divino. En 1656, sus superiores, con la esperanza de restaurar su quebrantada salud, le enviaron a Nogent, de donde, en julio de 1658 fue transferido a la famosa abadía de Corbie. Allí como en Nogent, se dedicó al estudio de antigüedades, mientras mantenía sucesivamente los oficios de portero, depositarius y celador. Fue ordenado en Amiens en 1660. La vida tranquila restauró su salud y, en 1663, fue transferido a la abadía de St-Denis, donde fue tesorero. Pero sus superiores ya habían notado sus grandes dones y, en 1664, a petición de Dom D’Achéry (q.v.), fue enviado a la abadía de St-Germain-des-Prés, donde vivió el resto de su vida.

Cuando Mabillon entró por primera vez a su territorio, el abad comendatorio era Juan Casimiro, rey de Polonia, una persona excéntrica cuya irregular vida no tuvo sino muy poco efecto en su abadía; el prior claustral era Dom Ignatius Philibert y D’Achéry era custodio de su magnífica biblioteca. La sociedad a la cual fue presentado el joven monje en St-Germain era, probablemente, la más ilustrada de su tiempo en Europa. Cada semana, los domingos después de vísperas, se reunían en la celda de D’Achéry un grupo de sabios que incluía a hombres como Du Cange, Baluze, d’Herbelot, Cotelier, Renaudot, Fleury, Lamy, Pagy, Tillemont. Mabillon pronto se convirtió en un miembro destacado del grupo de notorios estudiosos. D’Achéry le había pedido que lo ayudara en sus proyectadas “Vidas de los Santos Benedictinos,” pero el primer trabajo confiado a su cuidado fue la edición de las obras de San Bernardo. Éstas fueron publicadas durante tres años (1667) y reconocidas de inmediato como una edición magistral. Al mismo tiempo, Mabillon había estado arreglando el material reunido por D’Achéry y el primero volumen del “Acta Sanctorum, O.S.B.” fue publicado en 1668. Un segundo volumen apareció al año siguiente y el tercero en 1672. La conciencia escolar y los métodos críticos de Mabillon fueron motivo de escándalo para algunos de sus compañeros monjes menos instruidos y, en 1677, se presentó al capítulo general de la congregación una petición que atacaba violentamente al “Acta Sanctorum O.S.B.”, demandando la supresión de la obra (como dañina para los intereses de la orden) y una disculpa por parte del autor. Mabillon se defendió con tal humildad combinada con firmeza y conocimiento que toda oposición fue eliminada y fue animado a continuar. Mientras tanto, en 1672, ya había hecho el primero de sus “viajes literarios” (esta vez a Flandes), en busca de documentos y materiales para su trabajo, los cuales lo marcaron mucho para la otra mitad de su vida y que tuvieron tantos frutos para la historia y la liturgia. En 1675 fue publicado el primero de cuatro volúmenes de “Vetera Analecta,” en donde recogió el fruto de sus viajes y algunos trabajos cortos de importancia histórica.

Pero en 1675 se dio la ocasión para iniciar su mayor trabajo. Al Segundo volumen del “Acta SS” de abril Daniel Papebroch había puesto un prólogo llamado “Propylaeum antiquarium,” el cual era realmente un primer intento de formular reglas para discernir entre los documentos cuales eran espurios y cuales genuinos. Allí ponía como ejemplo que algunas famosas cartas de la abadía de St-Denis eran espurias. Mabillon fue nombrado para desarrollar la defensa de dichos documentos e hizo de su defensa la ocasión para una declaración de los verdaderos principios de la crítica documental. Este volumen, “De re diplomatica” (1681), es un tratado magistral que sigue siendo la base de la ciencia de la diplomática. El mismo Papebroch admitió de inmediato que había sido desacreditado por este tratado, sin embargo, algún tiempo después Germon hizo un intento de desacreditar la teoría de Mabillon, provocando por lo tanto una réplica por parte de Mabillon en su “Supplementum” de 1704. La admiración entre los sabios hacia el gran libro de Mabillon pronto creció. Colbert le ofreció una pensión de 2000 libras, la cual rehusó Mabillon, pidiendo en cambio la protección continua de Colbert hacia su monasterio. En 1682 Mabillon fue enviado por Colbert a Borgoña a examinar ciertos documentos antiguos relativos con la casa real y, en 1683 fue enviado con Dom Michel Germain, a expensas del rey a un viaje por Suiza y Alemania en busca de materiales para la elaboración de la historia de la Iglesia en Francia. Durante esta expedición, la cual tomó seis meses, Colbert murió y fue sucedido como ministro por Le Tellier, arzobispo de Reims, quien también admiraba mucho a Mabillon. A instancias de este prelado el rey, en 1685, pidio a Mabillon que hiciera un viaje por las bibliotecas de Italia con el propósito de adquirir libros y manuscritos para la Biblioteca Real. Consiguió más de 3000 ejemplares raros y valiosos. Durante sus viajes Mabillon era recibido en donde llegaba con los mayores honores. Pronto, después de su regreso empezó su famosa controversia con De Rancé, abad de La Trappe, quien negaba que les era lícito a los monjes dedicarse más al estudio que a los trabajos manuales. El “Traité des études monastiques” (1691) de Mabillon fue una noble defensa del conocimiento monástico y puso las directrices que debía seguir. De Rancé replicó y Mabillon fue forzado a publicar posteriormente sus “Réflexions sur la Réponse de M. L’Abbé de la Trappe” (1692). De Rancé hubiera llevado la disputa más lejos, pero el Cardenal le Camus intervino y la opinión general parece haber sido que la disputa quedaba en un acuerdo sustancial: Mabillon siendo una instancia de devoción regular combinada con conocimientos prodigiosos, y de Rancé por sus escritos que el conocimiento no era incompatible con la devoción al estricto monasticismo.

En 1698 se desató una tormenta en Roma debido a la publicación por parte de Mabillon bajo el seudónimo de “Eusebius Romanus,” de una protesta en contra de la veneración supersticiosa de las reliquias de “santos desconocidos” de las catacumbas. Este trabajo fue denunciado al Santo Oficio y Mabillon fue requerido de explicar y modificar ciertos pasajes. En 1700 apareció otra tormenta. Los mauristas, debido a las dificultades crecientes por las controversias levantadas por el jansenismo, habían determinado publicar una edición crítica de San Agustín. Para el ultimo volumen de esta edición, se le pidió a Mabillon un prefacio, defendiendo los métodos y conclusiones críticas de sus editores. Su primer borrador fue enviado a varios críticos y, tras recibir sus notas y hacer los cambios, fue reescrito y enviado a Bossuet para que diera su opinión. Fue grandemente enmendado por Bossuet y devuelto a Mabillon para ser reescrito. El resultado es el “Prefacio” del undécimo volumen tal como se le conoce. Mabillon después se retiró a Normandía para evitar el clamor que, como él esperaba, levantó esta publicación. Pero la Santa Sede apoyó a los mauristas y a pesar de que los extremistas pedían que se castigara a los más moderados como herejes, fueron silenciados por la suprema autoridad. A Mabillon no le faltaron enemigos. En 1698 divulgaron un reporte que decía que había apostatado en Holanda y se sintió obligado a escribir a los católicos ingleses negando el cargo. Pero al final de la vida, todos los hombres tienden a reconocer su genio e integridad. En 1701 el rey lo nombró uno de los primeros miembros de la nueva Académie Royale des Inscriptions. Dos años después apareció el primer volumen de los “Annales O.S.B.,” en el que llevaba trabajando desde 1693. Vivió para ver solo cuatro volúmenes publicados. En 1707, mientras se dirigía a Chelles, se sintió enfermo. Fue llevado de vuelta a Paris y después de 3 semanas de enfermedad, el 27 de Diciembre habiendo oído Misa a la media noche y recibido la Sagrada Comunión, murió. Fue enterrado en la capilla Lady en St- Germain. Cuando la revolución francesa, en 1798, la capilla fue destruida y la sencilla tumba del gran historiador fue retirada y llevada al jardín del Musée des Petits-augustins. Con la restauración, sin embargo, fue llevado de vuelta a St- Germain, donde aún permanece detrás del altar mayor.

LESLIE A. ST. L. TOKE Traducido por Antonio Hernández Baca