Colegio de la Recoleta (Lima-Perú)
De Enciclopedia Católica
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Historia
El 23 de Setiembre de 1884, a instancias de un grupo numeroso de personas notables de la sociedad limeña, el Ministro del Perú en Chile dirigió al R.P. Julio M, Provincial de las Casas de la Congregación de los SS.CC. en Sudamérica, una solicitud pidiéndole la fundación en Lima, de un establecimiento moderno de instrucción. El R. P. Provincial, aceptada la solicitud en principio, se puso en contacto con el Sr. Ministro de Justicia, Don Mariano Castro Zaldívar, para lo concerniente a la parte legal del establecimiento; y con la Beneficencia para determinar el área de los terrenos que le ofrecería en venta. Tanto la Beneficencia Pública como el Sr. Ministro favorecieron el proyecto.
El 20 de febrero de 1885, el Ministro de Gobierno, Sr. Aliaga y Puente, expidió una Resolución Suprema que autorizaba la apertura del Colegio por ser "obra necesaria e imprescindible". Conseguida la autorización, procedióse a la compra de los terrenos necesarios. Luego se iniciaron las obras, gracias a la constancia y desvelos de los RR. PP. Palmacio Erhard, Francisco de Sales Soto y Donato Loir.
En la Plazuela de la Recoleta, al lado de la refaccionada Iglesia, en un local bastante modesto ocupado antes por el callejón de la Venturosa, empezó a funcionar en 1893 el nuevo Colegio de los Sagrados Corazones, institución llamada a convertirse en semillero de gobernantes v de líderes, almacén de maestros y formador de mentes serviciales y poderosas.
El nombre del colegio data del siglo XVII. En el lugar donde está actualmente la parroquia de los Sagrados Corazones de la Recoleta, hace cerca de tres siglos y medio existía el edificio de la Recolección Dominicana de la Bendita Magdalena, que iniciaron los Padres Dominicanos recoletos en 1606, cuando decidieron fundar su casa e iglesia en una chacra llamada de los dominicos que estaba en el callelón de Pachacámac y que, según se dijo en el Cabildo de 1608, "de frente de la calle que sale al dicho callejón fundaban su iglesia.
Esta casa servía de lugar de recogimiento, de ahí el nombre de RECOLETA. En dicho local residió varios años, Fray Diego de Ojeda,el autor del poema místico "La Cristiada", joya de la literatura castellana; y el Bienaventurado San Juan Masías. Fue el Provincial de la Orden de Santo Domingo, Fray Juan de Lorenzana quien midió estas obras, las mismas que quedaron terminadas en 1611. El local religioso, dependencia del Convento Grande de Santo Domingo se llamó la Recoleta Dominicana de la Bendita Santa María Magdalena.
Las primeras promociones
Nuestro primer Rector, el R. P. Engelberto Blum, inscribió en la Sección Primaria con que se iniciaba el Plantel, 22 alumnos; y como palpable demostración de la magnífica enseñanza de los sacerdotes de la orden que fundara el R. P. Coudrin, esos alumnos fundadores son hoy glorias legítimas del Perú; y enumerar sus nombres, que merecerían aparecer impresos con letras de oro en esta reseña, es el mayor elogio que puede hacérseles. Son ellos los siguientes:
José de la Riva-Agüero y Osma Francisco García Calderón Ventura García Calderón Constantino Carvallo Mansueto Canaval Francisco Pardo de Zela Raymundo Morales Pablo Recavarren Emilio Ribeyro Héctor Amao Eduardo Barcia Javier Conroy Luis Granadino Víctor Hudtwalker Julio Jiménez Armando Mendoza Emilio Rivera y Piérola Rafael Rey Julio Tellería Ricardo Tellería Teodoro Vásquez Además de las materias ordinarias, el programa del flamante Colegio abarcaba el latín, el inglés y el francés. Las materias más sencillas se enseñaron en francés y los Padres acostumbraron a los alumnos a hablarlo en los recreos a través del "juego de la boule", que consistia en que al alumno que omitía hablar en francés y lo hacía en castellano durante los recreos, se le entregaba una pequeña bola que éste podía pasar a otro companero que cometiera igual "falta": el último en quedar con ella resultaba castigado.
Los 22 alumnos de 1893, doblan su número al año siguiente. En el curso de 1900, fecha memorable por corresponder a la primera promoción recoletana, y funcionando ya la Institución con todos sus cursos de Primaria y Media, aparecen en la matrícula 125 inscritos. Llega a 215 en 1905, y al celebrar las Bodas de Plata. en 1918, siendo Superior el R. P. Florentino Prat, se nos presenta el Colegio con 325 matriculados. Grande fue el entusiasmo y las Fiestas alcanzaron un esplendor que sólo el cariño y la gratitud de los Ex-alumnos Recoletanos podían llegar a darle; fundóse la Asociación de Antiguos Alumnos (octubre de 1918). Habían pasado por las aulas recoletanas cerca de un millar de alumnos, y ya llegaban al Colegio las generaciones hijas de aquellas que fundaron el Plantel. En el correr de los años posteriores sigue ininterrumpidamente la progresión ascendente.
Al cumplir los cincuenta años de existencia, en 1943, los recoletanos de todas las épocas se unen a los 620 matriculados para celebrar jubilosamente las primeras Bodas de Oro.
Los primeros locales
El local -sede de briosos movimientos culturales, escenario de alturadas polémicas y punto de partida de numerosas inquietudes- ha seguido una marcha paralela, pese a las múltiples mutilaciones sufrídas en el transcurso de su vida, y ellas más que dañosas resultaron benéficas para el Colegio al motivar construcciones nuevas, más modernas, más esbeltas y más cómodas.
Las aulas frecuentadas por los alumnos recoletanos bajo la dirección de los primeros Superiores, R.P. Engelberto Blum (1893-95) y R.P. Frezal Rigal (1895-1902), modestas unas por pertenecer a antiguas edificaciones si bien remozadas para su nuevo destino, las otras amplias y cómodas, levantadas con fines educativos en la fachada del Colegio, fueron aumentando en cantidad y en capacidad bajo la Dirección de los RR. PP. Cosme Lohr (1903-06 y 1909-12) y Florentino Prat (1906-09 y 1913-19) en proporción al rápido auge del alumnado. Estas construcciones encuadraban por sus cuatro costados un patio rectangular de medianas dimensiones, el que se conocía con el nombre de "Patio de los Penecos", y un segundo patio, de configuración oblonga, que obtuvo el área definitiva y amplia de 3,027 m2. por los años de 1914. Patio hermoso con dos hileras laterales de ficus, aulas cómodas por tres de sus costados, supliendo los edificios por el lado sur un bosque nutrido de árboles diversos, con aspecto de paraíso terrenal para la gente estudiantil, en el cual tras un paseo de palmeras esbeltas se escondían las frutas prohibidas y codiciadas de unos pródigos guayabos. Sombríamente asomó en los horizontes del año 1924, una nube negra henchida de peligros para la Recoleta, siendo entonces Superior del Colegio el R. P. Jorge Dintilhac. Motivó tal peligro la decisión tomada por las autoridades edilicias para la apertura de la Avenida del Progreso, desviándola de su plan primitivo hacía el costado derecho del Colegio de Guadalupe, lo cual equivalía a dirigirla sobre el Colegio de la Recoleta en la dirección que más estragos podía causarle: lo cortaba en diagonal. El R. P. Jorge y el Consejo de la Casa encararon la amenaza y buscaron solución al grave problema planteado.
Las medidas adoptadas dieron por resultado la construcción de un modernísimo edificio de dos pisos, a base de cemento, hierro y ladrillo, ubicado en la intersección de las dos mejores avenidas de la capital, la del Progreso y la de Arequipa en sus prolongaciones de Wilson (antes El Sol) y Uruguay respectivamente, es decir, en uno de los puntos de comunicación más céntricos. La edificación corrió a cargo de los Sres. Ings. Augusto Umlauff y Luis Santistevan, los cuales cumplieron su cometido con gran dedicación y no menor acierto. El local, abandonados los antiguos materiales de adobe y madera, ganó en solidez, en higiene, en amplitud y en belleza. Hasta el patio principal, de desahogadas proporciones, ensanchó más aún su área pasando de 3,027 m2. a 6,000 m2. La amenaza y destrucción en parte del Colegio, no fue causa de mengua, como se ha dicho, sino motivo de auge y progreso.
Por sus cauces progresistas se guía el Colegio entre los años 1927 y 1934, cuando al poco tiempo dc empuñar las riendas de la Institución el animador R. P. Armel le Borgne, se balancea sobre ella peligrosamente otra amenaza destructora. Esta vez, si nociva, la amputación no revestía la gravedad de la primera. La Municipalidad de Lima estima de necesidad urgente el ensanche de la Avenida Wilson y al llevar a ejecución lo planeado nos tenemos que desprender de 12 metros de ancho en todo lo largo de ese frente. Destrucción de parte del Colegio recién edificado, irregularidad en las disposiciones de las aulas, patio desproporcionado en su largo con relación a su ancho, tales eran los efectos desastrosos del ensanche de la calle.
Este segundo peligro fue un nuevo motivo para mejorar aún más el conjunto del establecimiento. Despejóse la parte central del Colegio de los edificios antiguos, elevóse a lo largo de la Avenida Wílson un ala nueva de 112 metros de largo, con dos hermosos pisos, obra encomendada a la firma Michel Fort, y en la cual intervienen eficazmente el R. P. Armel y el R. P. Anastasio Pirión, dándole remate feliz en 1939 al bendecir el nuevo local el Excelentísimo Mons. Fernando Cento, Nuncio de Su Santidad, a mediados del mismo año. Así acabado, el local tuvo un área de 8,500 m2. y capacidad para 640 alumnos. La mejora siguió su curso, y el R. P. Anastasio dotó al estable cimiento de una hermosa capilla, a la cual acudían diariarnente numerosos colegiales para visitar a Jesús Eucarístico. Amplio, bello, acogedor, estuvo el local en su última transformación listo para recibir a los suyos en el fausto día de sus bodas de oro.
Infraestructura y administración
Actualmente cuenta con un amplio local en una zona exclusiva ubicada en la Av.El Golf Los Incas, en el Distrito de La Molina, al este de Lima.