Atavismo
De Enciclopedia Católica
Atavismo (latin, atavus, abuelo del bisabuelo, un antepasado): Duchesne introdujo esa palabra para designar aquellos casos en los que las especies revierten espontáneamente a lo que presumiblemente son rasgos perdidos hace mucho tiempo. La mayoría de los autores utilizan los términos atavismo y reversión en el mismo sentido.
I. El término atavismo se utiliza para expresar la reaparición de rasgos, físicos o psíquicos, en el individuo o en la raza, que se supone que alguna vez pertenecieron a ancestros remotos. Muy a menudo, estos rasgos que reaparecen repentinamente son del tipo monstruoso, por ejemplo, el caballo de tres dedos. La aparición de un monstruo así se considera un retorno a los tiempos terciarios, cuando el antepasado del caballo moderno poseía tres dedos. Se le llama atávica a la condición de tres dedos del caballo monstruoso. A menudo se abusa del empleo del término en conexión con la teratología; pues muchos casos de las llamadas monstruosidades atávicas tienen poco que ver con rasgos perdidos, por ejemplo, el que un ser humano posea dedos de manos y pies supernumerarios.
II. El término atavismo también se usa para expresar la tendencia a revertir a una de las variedades o especies parentales en el caso de un híbrido; este es el atavismo de los criadores. Las razas cruzadas de ovejas, por ejemplo, muestran una tendencia constante a la reversión a cualquiera de las razas originales a partir de las cuales se formó el cruce. De Vries distingue este tipo de atavismo como vicinismo (latín vicinus, vecino), y dice que "indica la mutación de una variedad bajo la influencia de otros en la vecindad".
III. Cierta escuela de psicólogos evolucionistas utiliza el término atavismo para expresar rasgos en el individuo, especialmente en el niño, que se asume son, por así decirlo, reminiscencias de pasadas condiciones de la raza humana o de sus progenitores. Con su mendacidad un niño simplemente da expresión a un estado que desde hace mucho tiempo era normal para la humanidad. También en la afición del niño por chapotear en el agua se manifiesta un recrudecimiento de un hábito que era bastante natural en sus antepasados acuáticos; este último se llama atavismo acuático. Muchos de estos atavismos se distinguen, pero no es necesario decir que en muchos casos son muy fantásticos.
Comúnmente se supone que el atavismo es una prueba de la evolución de las plantas y los animales, incluido el hombre. Los rasgos que eran normales para algún ancestro remoto después de haber estado latentes durante miles de generaciones reaparecen repentinamente, y dan así una pista sobre las fuentes a las que se remontan las formas vivas actuales. No admite duda que un rasgo pueda permanecer inactivo durante varias generaciones y luego reaparecer; incluso la observación ordinaria nos dice que un nieto puede parecerse más a su abuelo que a cualquiera de sus padres.
Pero la aparición repentina de un hombre con cola, por ejemplo, no puede decirse que pruebe la descendencia del hombre de las formas con cola. Suponiendo que el hombre desciende de tales antepasados, el fenómeno es más inteligible de lo que sería si no se admitiera tal conexión. Pero la fuerza de prueba del atavismo no es directa, porque los fenómenos teratológicos son muy difíciles de interpretar y admiten varias explicaciones. Darwin, señalando como un caso de atavismo los grandes dientes caninos que poseen algunos hombres, comenta: "El que rechaza con desprecio la creencia de que la forma de sus caninos y su ocasional gran desarrollo en otros hombres se deben a nuestros primeros antepasados, habiendo sido provisto de estas formidables armas, probablemente revelará, burlándose, la línea de su propio descendencia".
Los criminólogos modernos apelan al atavismo para explicar ciertas aberraciones morales, que en algún momento se consideraron normales para la raza. Si se acepta la doctrina de que el hombre, por bajo progreso, ha llegado a su estado civilizado actual a partir de condiciones brutas, todo lo que es bruto en la conducta de los criminales (también de los locos) se explica por el atavismo. Según esta teoría, la degeneración es un caso de atavismo. La explicación ofrecida para la repentina reaparición de rasgos ancestrales remotos está tan íntimamente relacionada con todo el sistema de la herencia que es imposible hacer más que indicar que la mayoría de los escritores sobre la herencia buscan esta explicación en la transmisión de generación en generación de herencias no modificadas de partes que portan la herencia: “gémulas” (Darwin); “pangenes” (De Vries); determinantes (Weisman). (Vea HERENCIA).
Fuente: Herrick, Joseph. "Atavism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 25 agosto 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/02032c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina