Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Sábado, 23 de noviembre de 2024

Aseidad

De Enciclopedia Católica

Saltar a: navegación, buscar

Aseidad (Latin a, de; se, mismo: ens a se) es la propiedad por la cual un ser existe de y a partir de sí mismo. Se entiende fácilmente que esta propiedad pertenece, y puede pertenecer sólo, a Dios. Cuando buscamos la causa eficiente, ejemplar y final de todas las cosas, de su existencia, naturaleza y organización, llegamos finalmente a un Ser que no depende para su existencia, realización o final de ninguna causa distinta de sí mismo; que tiene dentro de sí mismo su propia razón de existencia, que es para sí mismo su propia causa ejemplar y final. Es a esta misma propiedad de independencia absoluta, o la propia existencia por naturaleza a la que damos el nombre de aseidad. Esta noción de aseidad incluye, por lo tanto, de acuerdo a nuestra concepción, un aspecto negativo y uno positivo; independencia absoluta y auto-existencia, que se complementan entre sí y forman una sola propiedad objetiva. Como se ve fácilmente, el concepto católico de aseidad que representa a Dios como absolutamente independiente y auto-existente por naturaleza, y, en consecuencia, todo perfecto y sin ninguna posibilidad de cambio desde la eternidad, se opone por completo al concepto panteísta de ser absoluto o puro, cuyo ser absoluto o puro evoluciona, determina, y se percibe a sí mismo a través de todos los tiempos. (Vea PANTEÍSMO). Los Padres y teólogos católicos siempre han afirmado de Dios esta cualidad de independencia y auto-existencia bajo diversos nombres, aunque la palabra aseidad misma comenzó a utilizarse en la teología sólo en la Edad Media. El único punto en disputa entre los teólogos es si esta propiedad constituye la esencia misma de Dios. (Vea Atributos Divinos).


Fuente: Sauvage, George. "Aseity." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 25 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/01774b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina