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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Bendito Simeón»

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El hombre “justo y piadoso” de [[Jerusalén]] que según la narración de [[San Lucas]] saludó al Niño Salvador cuando fue presentado en el [[Templo de Jerusalén|Templo]] (Lc. 2,25-35).  Él fue uno de los [[Judaísmo|judíos]] [[Virtud de la Religión|piadosos]] que estaban esperando la [[Mesías|consolación de Israel]]” y, aunque avanzado en años, había recibido una premonición del [[Espíritu Santo]], que estaba en él, que no moriría sin haber visto al [[Mesías]] esperado.  La promesa se cumplió cuando a través de la guía del Espíritu él vino al Templo el día de la Presentación, y tomando al Niño [[Jesucristo|Jesús]] en sus brazos, pronunció el [[Nunc Dimittis]] (Lc. 2,29-32), y después de [[Bendición|bendecir]] a la Sagrada Familia [[Profecía|profetizó]] respecto al Niño, el cual “está para caída y elevación de muchos en [[Israel]]”; y respecto a la Madre que “una espada te atravesará el [[alma]], a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”  Como en el caso de otros personajes mencionados en el [[Nuevo Testamento]], el nombre de Simeón se ha relacionado con leyendas no confiables, es decir, que él era un rabí, el hijo de [[Hillel]] y el padre de [[Gamaliel]] mencionados en [[Hechos|Hch.]] 5,34.  Estas distinguidas afinidades apenas son compatibles con la simple referencia de San Lucas a Simeón como “un hombre en [[Jerusalén]]”.  Debemos mirar con la misma reserva la leyenda de los dos hijos de Simeón, Carino y Leucio, como se establecen en el evangelio [[apócrifo]] de [[Nicodemo]].
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El [[hombre]] “[[justicia|justo]] y [[virtud de religión|piadoso]]” de [[Jerusalén]] que según la narración de [[Evangelio según San Lucas|San Lucas]] saludó al Niño Salvador cuando fue presentado en el [[Templo de Jerusalén|Templo]] (Lc. 2,25-35).  Él fue uno de los [[judaísmo|judíos]] piadosos que estaban esperando la “consolación de [[israelitas|Israel]]” y, aunque avanzado en años, había recibido una premonición del [[Espíritu Santo]], que estaba en él, que no moriría sin haber visto al [[Mesías]] esperado.  La [[promesa divina|promesa]] se cumplió cuando a través de la guía del Espíritu él vino al Templo el día de la [[Fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo|Presentación]], y tomando al Niño [[Jesucristo|Jesús]] en sus brazos, pronunció el [[Nunc Dimittis]] (Lc. 2,29-32), y después de [[bendición|bendecir]] a la Sagrada [[familia|Familia]] [[profecía|profetizó]] respecto al Niño, el cual “está para caída y elevación de muchos en Israel”; y respecto a la Madre que “una espada te atravesará el [[alma]], a fin de que queden al descubierto las [[intención|intenciones]] de muchos corazones.”  Como en el caso de otros personajes mencionados en el [[Nuevo Testamento]], el nombre de Simeón se ha relacionado con [[leyendas de los santos|leyendas]] no confiables, es decir, que él era un [[rabí y rabinismo|rabí]], el hijo de [[Hillel]] y el padre de [[Gamaliel]] mencionados en [[Hechos de los Apóstoles|Hch.]] 5,34.  Estas distinguidas afinidades apenas son compatibles con la simple referencia de San Lucas a Simeón como “un hombre en [[Jerusalén]]”.  Debemos mirar con la misma reserva la leyenda de los dos hijos de Simeón, Carino y Leucio, como se establecen en el evangelio [[apócrifo]] de [[Nicodemo]].
  
  
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'''Fuente''':  Driscoll, James F. "Holy Simeon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.  <http://www.newadvent.org/cathen/13794c.htm>.
 
'''Fuente''':  Driscoll, James F. "Holy Simeon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.  <http://www.newadvent.org/cathen/13794c.htm>.
  
Traducido por Luz María Hernández Medina
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Traducido por Luz María Hernández Medina.  rc

Revisión de 17:38 30 oct 2010

El hombrejusto y piadoso” de Jerusalén que según la narración de San Lucas saludó al Niño Salvador cuando fue presentado en el Templo (Lc. 2,25-35). Él fue uno de los judíos piadosos que estaban esperando la “consolación de Israel” y, aunque avanzado en años, había recibido una premonición del Espíritu Santo, que estaba en él, que no moriría sin haber visto al Mesías esperado. La promesa se cumplió cuando a través de la guía del Espíritu él vino al Templo el día de la Presentación, y tomando al Niño Jesús en sus brazos, pronunció el Nunc Dimittis (Lc. 2,29-32), y después de bendecir a la Sagrada Familia profetizó respecto al Niño, el cual “está para caída y elevación de muchos en Israel”; y respecto a la Madre que “una espada te atravesará el alma, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.” Como en el caso de otros personajes mencionados en el Nuevo Testamento, el nombre de Simeón se ha relacionado con leyendas no confiables, es decir, que él era un rabí, el hijo de Hillel y el padre de Gamaliel mencionados en Hch. 5,34. Estas distinguidas afinidades apenas son compatibles con la simple referencia de San Lucas a Simeón como “un hombre en Jerusalén”. Debemos mirar con la misma reserva la leyenda de los dos hijos de Simeón, Carino y Leucio, como se establecen en el evangelio apócrifo de Nicodemo.


Bibliografía: VIGOUROUX, Dictionnaire de la Bible, s.v.

Fuente: Driscoll, James F. "Holy Simeon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13794c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc