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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Sinópticos»

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Nombre dado desde la época de Griesbach (alrededor de 1790) a los tres primeros [[Evangelios]] [[Canon del Nuevo Testamento|canónicos]].  Se deriva del hecho de que estos Evangelios permiten---a diferencia de la narración evangélica de [[San Juan el Evangelista|San Juan]]---ser arreglados y armonizados sección por sección, de modo que permiten al ojo percibir de una ojeada (''sinopsis'') los numerosos pasajes que son comunes a ellos, y también las partes que le son peculiares a sólo dos, o incluso a uno solo de ellos.
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Al hojear las páginas de una armonía común de los cuatro, o de una sinopsis de los tres primeros Evangelios, que muestre en columnas paralelas las partes coincidentes de las narraciones evangélicas, el lector notará de inmediato la gran cantidad de material que es común a los Evangelios de [[San Mateo]], [[San Marcos]] y San Lucas.  Tan breves como son en realidad estos tres bocetos de la vida de [[Jesucristo|Cristo]], corren paralelos entre sí en no menos de 330-370 versículos o cerca de un tercio de su relato total de las palabras y obras de Cristo, mientras que, con la excepción de algunos incidentes (68 versículos), el contenido íntegro de San Marcos se encuentra prácticamente en San Mateo y en San Lucas.  Esta concordancia en los hechos relatados parece tanto más sorprendente, debido a la gran cantidad de material histórico que debió haber estado a disposición de cada escritor sinóptico.  Todos y cada uno de los sinoptistas están totalmente conscientes de que Jesús sanó un gran número de diversas enfermedades; sin embargo, concurren en la selección de los mismos casos de curación completa para registrarlos completos; y mientras hablan con claridad de su enseñanza incesante y amplia, pero por lo general coinciden en informar los mismos discursos. 
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Una no menos maravillosa similitud se observa entre los tres primeros Evangelios respecto a la concepción general y el orden de toda la narración.  En los tres, la vida pública de Cristo está claramente ligada a la predicación de [[San Juan el Bautista]], se limita principalmente a Galilea, y se establece en determinadas épocas, como el primer ministerio en [[Galilea]], la crisis en Galilea, el ministerio en Perea y [[Jerusalén]], y el trágico final de la Ciudad Santa seguido de una [[Resurrección de Jesucristo|Resurrección]] [[gloria|gloriosa]].  En la redacción de sus varias historias, los sinoptistas adoptan el mismo método general de presentación, dando no una narración consecutiva que resultaría en una fusión del material empleado, sino una serie de pequeños relatos que se separan por fórmulas de introducción y conclusión peculiares, y que repetidamente concuerdan en los detalles y en el orden, aun cuando se manifiesta una desviación de la secuencia cronológica.  Junto con todas estas semejanzas, a través de todos los Sinópticos hay un notable acuerdo en las palabras y frases, que pueden ser especialmente notados por medio de una armonía griega o de una traducción fiel del texto original.  Este acuerdo verbal en los Evangelios en lengua griega es aún más sorprendente, ya que Jesús hablaba en arameo, y, como en la [[mayoría]] de los casos, es evidente que las semejanzas verbales no pueden adjudicarse a una semejanza accidental, ya que se deben al uso común de los mismos términos y expresiones peculiares, de variaciones idénticas del hebreo o de los [[Versión de los Setenta|Setenta]] en citas del [[Antiguo Testamento]].
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Sin embargo, la interrelación de los Sinópticos no es simplemente una de cercana semejanza, sino también una de notables diferencias.  Cuando se compara minuciosamente, los tres registros aparecen distintos así como similares en incidentes, plan, y lenguaje.  Cada escritor sinóptico introduce en su narración fragmentos más o menos extensos, a veces episodios completos que no son narrados por los otros dos [[evangelista]]s.  San Marcos no dice nada de la infancia ni de la niñez de Cristo, mientras que San Mateo y San Lucas, que hablan de ellos, por lo regular no narran los mismos hechos.  San Marcos, ni siquiera alude al Sermón de la Montaña, y sólo San Lucas narra en detalle el último viaje de Jesús desde Galilea a [[Jerusalén]].  Por otra parte, [[Evangelio según San Mateo|Mateo]] 14,22 - 16,12 y Marcos 6,45 - 8,26 presentan una serie de incidentes en Galilea, que no aparecen en ninguna parte en el tercer Evangelio.  A pesar de su concisión obvia, San Marcos tiene dos [[milagro]]s y dos [[parábolas]] totalmente peculiares suyas.  San Mateo, que al parecer no apunta a la brevedad, no hace referencia a la [[Ascensión]].   
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Además, en los pasajes que indican una relación estrecha entre los tres, o de al menos dos, en sus fuentes, aparecen continuamente pequeñas diferencias en los eventos registrados, que pueden percibirse plenamente sólo a través de  un estudio diligente de los pasajes paralelos, o a través de la lectura atenta de grandes comentarios en los que se señalan claramente tales diferencias.  A veces las divergencias son tan grandes que aparecen, en un primer momento, contradicciones reales.  De esta descripción son las diferencias notables entre la [[genealogía de Jesucristo]] (Mateo, 1,1-17; [[Evangelio según San Lucas|Lc.]] 3,23-38), los relatos del episodio de los [[endemoniado]]s de [[Gerasa]] (Mt. 8,28-34; Mc. 5,1-20; Lc, 8,26-39), de la curación [[milagro]]sa de los ciegos de [[Jericó]] (Mt. 20,29-34; Mc. 10,46-52, Lc. 18,35-43 ), de la petición de la madre de Santiago y [[San Juan el Evangelista|Juan]] (Mt. 20,20-28; Mc. 10,35-45), de los incidentes relativos a la Resurrección, etc.  La disposición  general de los acontecimientos narrados también deja ver diferencias considerables.  Así, mientras que San Mateo dedica tres capítulos sucesivos el Sermón de la Montaña (5 - 7) y coloca juntas en un mismo capítulo (13) las parábolas del [[Reino de Dios|Reino]], San Lucas divide este tema doble en varias porciones que conecta con distintas circunstancias.  También es bien sabido que San Mateo a menudo se reúne temas similares, mientras que San Marcos y San Lucas siguen más fielmente el orden cronológico, de donde nacen numerosas transposiciones que afectan la disposición general de la narración.
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También se pueden notar numerosas variaciones en el arreglo particular de los hechos y palabras, pues los elementos de uno y el mismo episodio ocupan a menudo un lugar diferente en uno u otro de los Sinópticos, o cada evangelista suprime o añade un detalle que modifica el incidente.  Por último, las diferencias verbales entre los tres primeros Evangelios son apenas menos numerosas y notables que sus semejanzas verbales.    Cada sinoptista tiene sus propias palabras y expresiones favoritas, que han sido rigurosamente tabuladas por los estudiosos de la [[Biblia]] (Hawkins, "Horæ synopticae"; Allen, sobre San Mateo; Swete, sobre San Marcos; Plummer, sobre San Lucas).  Las diferencias verbales aparecen en los mismos pasajes que abundan en coincidencias verbales (véase, por ejemplo, Mt. 18,2-3; Mc. 9,47-48), y la identidad de expresión nunca se extiende a través de pasajes de cualquier longitud, y excepto en los discursos de Cristo rara vez más allá de unas pocas palabras a la vez.  Esto se debe a la utilización de términos sinónimos, o de diferentes tiempos, o de proposiciones diferentes, o de glosas cortas que cada sinoptista añade al mismo nombre o detalle.  Encontramos, por ejemplo, en Mt. 9,6, ''kline''; en Mc. 2,11, ''krabbatos''; en Lc. 5,24, ''klinidion''; en Mt. 3,16, [[Espíritu Santo|Espíritu]] de [[Dios]]; en Mc. 1,10, “Espíritu”; en Lc. 3,22, “el [[Espíritu Santo]]”; etc.  Y lo que es de particular importancia en este contexto es el hecho de que las diferencias verbales se producen cuando uno más naturalmente esperaría una absoluta identidad de expresiones, como por ejemplo, en las palabras de la institución de la [[Eucaristía]], en el registro del letrero sobre la [[Cruz]], etc.
  
 
==El problema sinóptico==
 
==El problema sinóptico==

Revisión de 14:39 4 abr 2010

Nombre dado desde la época de Griesbach (alrededor de 1790) a los tres primeros Evangelios canónicos. Se deriva del hecho de que estos Evangelios permiten---a diferencia de la narración evangélica de San Juan---ser arreglados y armonizados sección por sección, de modo que permiten al ojo percibir de una ojeada (sinopsis) los numerosos pasajes que son comunes a ellos, y también las partes que le son peculiares a sólo dos, o incluso a uno solo de ellos.

Diferencias y semejanzas

Al hojear las páginas de una armonía común de los cuatro, o de una sinopsis de los tres primeros Evangelios, que muestre en columnas paralelas las partes coincidentes de las narraciones evangélicas, el lector notará de inmediato la gran cantidad de material que es común a los Evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas. Tan breves como son en realidad estos tres bocetos de la vida de Cristo, corren paralelos entre sí en no menos de 330-370 versículos o cerca de un tercio de su relato total de las palabras y obras de Cristo, mientras que, con la excepción de algunos incidentes (68 versículos), el contenido íntegro de San Marcos se encuentra prácticamente en San Mateo y en San Lucas. Esta concordancia en los hechos relatados parece tanto más sorprendente, debido a la gran cantidad de material histórico que debió haber estado a disposición de cada escritor sinóptico. Todos y cada uno de los sinoptistas están totalmente conscientes de que Jesús sanó un gran número de diversas enfermedades; sin embargo, concurren en la selección de los mismos casos de curación completa para registrarlos completos; y mientras hablan con claridad de su enseñanza incesante y amplia, pero por lo general coinciden en informar los mismos discursos.

Una no menos maravillosa similitud se observa entre los tres primeros Evangelios respecto a la concepción general y el orden de toda la narración. En los tres, la vida pública de Cristo está claramente ligada a la predicación de San Juan el Bautista, se limita principalmente a Galilea, y se establece en determinadas épocas, como el primer ministerio en Galilea, la crisis en Galilea, el ministerio en Perea y Jerusalén, y el trágico final de la Ciudad Santa seguido de una Resurrección gloriosa. En la redacción de sus varias historias, los sinoptistas adoptan el mismo método general de presentación, dando no una narración consecutiva que resultaría en una fusión del material empleado, sino una serie de pequeños relatos que se separan por fórmulas de introducción y conclusión peculiares, y que repetidamente concuerdan en los detalles y en el orden, aun cuando se manifiesta una desviación de la secuencia cronológica. Junto con todas estas semejanzas, a través de todos los Sinópticos hay un notable acuerdo en las palabras y frases, que pueden ser especialmente notados por medio de una armonía griega o de una traducción fiel del texto original. Este acuerdo verbal en los Evangelios en lengua griega es aún más sorprendente, ya que Jesús hablaba en arameo, y, como en la mayoría de los casos, es evidente que las semejanzas verbales no pueden adjudicarse a una semejanza accidental, ya que se deben al uso común de los mismos términos y expresiones peculiares, de variaciones idénticas del hebreo o de los Setenta en citas del Antiguo Testamento.

Sin embargo, la interrelación de los Sinópticos no es simplemente una de cercana semejanza, sino también una de notables diferencias. Cuando se compara minuciosamente, los tres registros aparecen distintos así como similares en incidentes, plan, y lenguaje. Cada escritor sinóptico introduce en su narración fragmentos más o menos extensos, a veces episodios completos que no son narrados por los otros dos evangelistas. San Marcos no dice nada de la infancia ni de la niñez de Cristo, mientras que San Mateo y San Lucas, que hablan de ellos, por lo regular no narran los mismos hechos. San Marcos, ni siquiera alude al Sermón de la Montaña, y sólo San Lucas narra en detalle el último viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén. Por otra parte, Mateo 14,22 - 16,12 y Marcos 6,45 - 8,26 presentan una serie de incidentes en Galilea, que no aparecen en ninguna parte en el tercer Evangelio. A pesar de su concisión obvia, San Marcos tiene dos milagros y dos parábolas totalmente peculiares suyas. San Mateo, que al parecer no apunta a la brevedad, no hace referencia a la Ascensión.

Además, en los pasajes que indican una relación estrecha entre los tres, o de al menos dos, en sus fuentes, aparecen continuamente pequeñas diferencias en los eventos registrados, que pueden percibirse plenamente sólo a través de un estudio diligente de los pasajes paralelos, o a través de la lectura atenta de grandes comentarios en los que se señalan claramente tales diferencias. A veces las divergencias son tan grandes que aparecen, en un primer momento, contradicciones reales. De esta descripción son las diferencias notables entre la genealogía de Jesucristo (Mateo, 1,1-17; Lc. 3,23-38), los relatos del episodio de los endemoniados de Gerasa (Mt. 8,28-34; Mc. 5,1-20; Lc, 8,26-39), de la curación milagrosa de los ciegos de Jericó (Mt. 20,29-34; Mc. 10,46-52, Lc. 18,35-43 ), de la petición de la madre de Santiago y Juan (Mt. 20,20-28; Mc. 10,35-45), de los incidentes relativos a la Resurrección, etc. La disposición general de los acontecimientos narrados también deja ver diferencias considerables. Así, mientras que San Mateo dedica tres capítulos sucesivos el Sermón de la Montaña (5 - 7) y coloca juntas en un mismo capítulo (13) las parábolas del Reino, San Lucas divide este tema doble en varias porciones que conecta con distintas circunstancias. También es bien sabido que San Mateo a menudo se reúne temas similares, mientras que San Marcos y San Lucas siguen más fielmente el orden cronológico, de donde nacen numerosas transposiciones que afectan la disposición general de la narración.

También se pueden notar numerosas variaciones en el arreglo particular de los hechos y palabras, pues los elementos de uno y el mismo episodio ocupan a menudo un lugar diferente en uno u otro de los Sinópticos, o cada evangelista suprime o añade un detalle que modifica el incidente. Por último, las diferencias verbales entre los tres primeros Evangelios son apenas menos numerosas y notables que sus semejanzas verbales. Cada sinoptista tiene sus propias palabras y expresiones favoritas, que han sido rigurosamente tabuladas por los estudiosos de la Biblia (Hawkins, "Horæ synopticae"; Allen, sobre San Mateo; Swete, sobre San Marcos; Plummer, sobre San Lucas). Las diferencias verbales aparecen en los mismos pasajes que abundan en coincidencias verbales (véase, por ejemplo, Mt. 18,2-3; Mc. 9,47-48), y la identidad de expresión nunca se extiende a través de pasajes de cualquier longitud, y excepto en los discursos de Cristo rara vez más allá de unas pocas palabras a la vez. Esto se debe a la utilización de términos sinónimos, o de diferentes tiempos, o de proposiciones diferentes, o de glosas cortas que cada sinoptista añade al mismo nombre o detalle. Encontramos, por ejemplo, en Mt. 9,6, kline; en Mc. 2,11, krabbatos; en Lc. 5,24, klinidion; en Mt. 3,16, Espíritu de Dios; en Mc. 1,10, “Espíritu”; en Lc. 3,22, “el Espíritu Santo”; etc. Y lo que es de particular importancia en este contexto es el hecho de que las diferencias verbales se producen cuando uno más naturalmente esperaría una absoluta identidad de expresiones, como por ejemplo, en las palabras de la institución de la Eucaristía, en el registro del letrero sobre la Cruz, etc.

El problema sinóptico

Soluciones al problema sinóptico

Dependencia oral

Dependencia mutua

Primeros documentos

La cuestión sinóptica y la Comisión Bíblica

Bibliografía

(Los nombres de autores católicos aparecen marcados con un asterisco.)

Sinopsis: — RUSHBROOKE, Synopticon (Londres, 1880); WRIGHT, A Synopsis of the Gospels in Greek (Londres, 1903); HUCK, Synopse (Tübingen, 1910); CAMERLYNCK* AND COPPIETERS*, Evangeliorum sec. Matt., Marc., et Luc. synopsis (Bruges, 1910).

Introducciones al Nuevo Testamento: — CORNELY* (París, 1897); WEISS (Berlin, 1897); GODET (Neuchatel, 1904); BELSER* (Friburgo, 1905); GUTJAHR* (Gratz, 1905); JACQUIER* (París, 1905); JÜLICHER (Tübingen, 1906); ZAHN (tr. Edinburgh, 1909); BRASSAC* (París, 1910); MOFFATT (Nueva York, 1911).

Obras sobre el Problema Sinóptico: — CALMES*, Comment se sont formés les évangiles (París, 1899); WERNLE, Die synoptische Frage (Friburgo, 1900); BONACCORSI*, I tre primi vangeli e la critica letteraria ossia la questione sinottica (Monsa, 1904); WELLHAUSEN, Einleitung in die drei ersten Evanqelien (Berlin, 1905); WEISS, Die Quellen der synoptischen Uberlieferung (Leipzig, 1908); NICOLARDOT, Les procédés de rédaction des trois premiers évangélistes (Paris, 1908); HAWKINS, Horæ synopticæ (Oxford, 1909); BONKAMP*, Zur Evangelien Frage (Münster, 1909); HARNACK, The Sayings of Jesus (Nueva York, 1908); IDEM, The Date of the Acts and Synoptic Gospels (New York, 1911); STANTON, The Gospels as Historical Documents, II (Cambridge, 1909); CAMERLYNCK* Y COPPIETERS*, Synopsis (Brujas, 1910); BURKITT, The Earliest Sources for the Life of Jesus (New York, 1910); SANDAY, Oxford Studies in the Synoptic Problem (Oxford, 1911); PASQUIER*, La solution du problème synoptique (Tours, 1911). Para la acción de la Comisión Bíblica vea Acta Apostolica Sedis (Roma, 1911); V (1913); Roma, XIV (1913).

Fuente: Gigot, Francis. "Synoptics." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/14389b.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.