Virgen de Antequera
De Enciclopedia Católica
El 18 de diciembre de 1731, fray Nicolás de Jesús María predicó un sermón para conmemorar la fiesta de la Virgen de la Soledad e inició la pieza con una descripción de la urbe, siguió con un señalamiento sobre el admirable templo de la Soledad, e indicó que la imagen era el consuelo y la salvación de quienes acudían a su santuario clamando amparo. En palabras del orador los habitantes de Antequera debían sentirse afortunados por tener a la Virgen como puerto de salvación y prefigura de su civitas y su redención. Fray Nicolás concluyó su discurso de la siguiente manera “Vida y dulzura, expectación y esperanza nuestra: a ti, señora, gimiendo y llorando, encaminamos nuestros suspiros en este valle de lágrimas, ¿cuáles a tu protección no se acogen en tu clemencia no se agotan, o en ese tu templo no se enjuagan?”