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Miércoles, 1 de mayo de 2024

Triduo en honor de la transverberación del corazón de Santa Teresa de Jesús

De Enciclopedia Católica

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Arrodillado ante la imagen de la Seráfica Madre, se persignará devotamente y, dicho el Acto de Contrición, rezará la oración siguiente lo demás que va a continuación:

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Benignísimo Jesús, Salvador, Padre y Redentor mío amabilísimo, que, teniendo vuestras delicias con los hijos de los hombres, os dignasteis tenerlas muy singularmente con vuestra amadísima Esposa Santa Teresa de Jesús, haciéndola archivo de vuestros secretos, depósito de vuestros dones, instrumento de vuestra misericordia, celadora de vuestro honor, firmísima columna del espiritual edificio de vuestra Iglesia, confusión de los herejes, delicia de los católicos, oráculo de los justos y poderosísima protectora de sus devotos para conseguirles de vuestra Majestad el remedio de sus necesidades. Yo os suplico, Señor, por vuestros infinitos merecimientos, por lo mucho que os agradaron los de vuestra amada y favorecida sierva, por los extraordinarios favores, singularísimas gracias y especiales prerrogativas con que la adornasteis y particularmente por la admirable Transverberación de su Corazón purísimo, que me concedáis todo lo que en este Triduo por su mediación os pido, si fuera de vuestro divino agrado y conviniera para la salvación de mi alma. Amén.

ORACIÓN SEGUNDA PARA TODOS LOS DÍAS ¡Oh purísima y dichosísima Santa Teresa de Jesús, que por el grande amor que profesasteis a Dios nuestro Señor le consagrasteis la pureza angelical de vuestra alma, mereciendo en premio que Su Divina Majestad se desposase con Vos, dándoos en señal de matrimonio un clavo de su mano para que de allí en adelante velaseis por su divina honra como verdadera Esposa suya, y, para más enardeceros en su amor, dispuso que un ardiente serafín transverberase vuestro purísimo corazón con un dardo de fuego hasta abrasar vuestras purísimas entrañas y convertiros en víctima de su divino amor, pues vivisteis cerca de veinte años una vida enteramente sobrenatural y milagrosa, con el corazón atravesado de parte a parte por la herida que os causó el serafín, como se vio después de vuestro glorioso tránsito, y se ve aún hoy en vuestro santo corazón encerrado en urna de cristal! Yo os felicito, Santa Madre mía, por esta gran merced que recibisteis del Altísimo, y por ella os suplico me alcancéis del Señor, por medio de vuestra poderosa intercesión, la santa virtud de la pureza y el que mi corazón se abrase en el amor de Dios, para que, amándole y sirviéndole con fidelidad todos los días de mi vida, pueda merecer algún día la gracia de gozarle con vos eternamente. Amén.

DIA PRIMERO

ORACIÓN

¡Oh humildísima Santa Teresa de Jesús! Vengo a Vos en este día, confuso y humilde, y apenas me atrevo a levantar mis ojos del suelo y dirigirlos a vuestra imagen, porque me reconozco indigno de llamarme devoto vuestro, por lo mucho que he ofendido a mi Dios y Señor con mis pecados y soberbia. Pero Vos, Santa mía, Teresa de Jesús, sois Madre y Maestra de mi alma, pues por tal os tengo elegida, y, por consiguiente, espero muy confiadamente que me alcanzaréis de vuestro divino Esposo la virtud de la humildad que tanto resplandeció en vuestro santísimo corazón; virtud que me es enteramente necesaria, si quiero alcanzar mi último fin. Pedid a Dios se digne hacerme humilde de corazón, conociendo y reconociendo todas mis miserias y flaquezas, teniéndome siempre por vil e ingrato a los innumerables beneficios y mercedes que continuamente de Dios recibo, deseando que todos los hombres me desprecien y no hagan caso alguno de mí, buscando ocasiones de humillarme y queriendo siempre, hasta el fin de mi vida, imitar y seguir a Jesús humildemente, a fin de que después pueda verle y gozarle por toda una eternidad en vuestra compañía en el cielo. Pedidle también ¡oh amable y cariñosa Madre mía, Santa Teresa de Jesús! me conceda la gracia particular que deseo obtener en este Triduo, si ha de ser para la mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

Ahora se pide el favor especial que se desea obtener, y se rezará un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria Patri.

MEMORARE AL SANTO Y TRANSVERBERADO CORAZÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS Acordaos ¡oh gloriosísima y purísima Teresa de Jesús! que nunca se ha oído decir que los que han acudido a ese vuestro santísimo y traspasado corazón y han implorado vuestra protección hayan sido desatendidos por Vos; animado yo con esta confianza, acudo también a ese vuestro purísimo y viviente corazón, el mejor de todos los corazones después del de Jesús, María y José. Y os pido por aquel ardiente amor a Jesucristo en que siempre se abrasó y por la herida causada en él por el dardo del Serafín, que no desechéis mis súplicas ¡oh amorosísima Santa Teresa!, Antes bien, oídlas benignamente, acogedlas y presentadlas ante el Trono de vuestro divino Esposo, Cristo Jesús, para que sean favorablemente despachadas. Amén.

HIMNO A LA TRANSVERBERACIÓN DEL CORAZÓN DE SANTA TERESA DE JESÚS (SEGÚN LO CANTA LA IGLESIA)

Como mensajera del Rey del cielo,

abandonas, Teresa,

la casa paterna, para ir a anunciar

a Jesucristo a los infieles

y a derramar entre ellos tu sangre.

Muerte más agradable te espera,

Tormento más suave te aguarda, herida

Caerás de la flecha

del amor divino.

Inflama nuestros corazones,

¡oh víctima de la caridad!

Y libra del fuego eterno a los

que te han sido confiados.

Gloria sea al Padre, al

Hijo y al Espíritu Santo,

a Ti, Trinidad Santísima, ahora y

siempre. Amén.

V. Rogad por nosotros, Santa Madre nuestra Teresa.

R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACION ¡Dios mío, que traspasasteis el corazón puro de la bienaventurada Virgen Teresa, Esposa vuestra y Madre nuestra tiernísima, con un dardo de fuego divino, y la consagrasteis víctima de la caridad! Concedednos, por su poderosa intercesión, que nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu Santo, y os amen siempre sobre todas las cosas. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

DIA SEGUNDO

ORACIÓN

¡Oh caritativa Santa Teresa de Jesús! Vos, que amasteis tanto a Dios Nuestro Señor, que os obligasteis con voto de hacer siempre lo más perfecto, lo más santo y lo más acepto a Dios, y que lo cumplisteis exactamente y con suma fidelidad y constancia hasta el último suspiro; Vos, que, como cierva herida por el amor divino, no cesabais de dar quejidos dolorosísimos en la ausencia de vuestro dulce Amado, ausencia que de modo alguno podíais sufrir; Vos, que fuisteis transverberada en vuestro purísimo corazón por el dardo de oro y fuego del serafín para enardeceros más y más en el divino amor, hasta tal punto que moristeis víctima de un impulso vehemente de amor a Dios; Vos, cuya vida no fue otra cosa que un acto de amor al prójimo, de suerte que vuestro ánimo, más que de mujer fue de varón apostólico, convirtiendo muchas almas en vuestra oración fervorosa y ásperas penitencias y en vuestra insigne obra de la Reforma del Carmelo, consolando a los tristes y afligidos, visitando a los enfermos y remediando toda necesidad espiritual y temporal de vuestros hermanos; encarecidamente os suplico, querida Madre mía, pidáis al Señor le ame yo sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo, como Dios lo quiere y manda, y así pueda obtener lo que Vos obtuvisteis ya, la Patria celestial, en donde ame para siempre y en vuestra compañía a mi Dios y Señor. Amén.

DIA TERCERO

ORACIÓN

¡Oh gloriosa Santa Teresa de Jesús! Vos, que fuisteis extremada en la virtud de la obediencia, por ser ésta la principal entre todas las virtudes morales, cumpliendo exactamente los preceptos y mandatos del superior, a quien mirabais como a Dios y a quien obedecíais sin repugnancia, sin excusas y sin murmuración alguna en las cosas exteriores e interiores, y aun en las más difíciles y según la naturaleza repugnantes, conformando vuestra voluntad a la voluntad de los superiores y sujetando vuestro juicio al juicio del que hace las veces de Dios; os suplico muy encarecidamente me alcancéis del Altísimo esta virtud de la obediencia, que me es tan necesaria, y hoy día es tan descuidada en el mundo; pedidle al Señor me haga obediente con obediencia de ejecución, voluntad y juicio a todos los mandatos, preceptos e indicaciones de mis superiores, no mirando nunca a la persona a quien se obedece, que es Cristo Nuestro Señor, a fin de que así alcance la victoria prometida a los verdaderos obedientes, y después la gloria celestial, donde en vuestra compañía goce de Dios por toda la eternidad. Amén

Transcrito por Nelson Rodolfo Sandoval