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Viernes, 19 de abril de 2024

Triduo en honor al corazón de Sam Agustín dispuesto como eficacísimo medio para conseguir lágrimas de contrición

De Enciclopedia Católica

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Compuesto por el Padre lector fray José Venegas, Superior en el convento de San Agustín de Puebla, a devoción del padre Fray José Silva, Maestro de Novicios en el mismo convento, publicado en Puebla en 1763, con licencia eclesiástica.

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Benignísimo Dios, Padre de mi Señor Jesucristo, yo vilísima criatura tuya, y el miembro más pequeño de tu Iglesia, comparezco lleno de confusión ante tu divina Presencia, llorando los muchos pecados con que te he agraviado ciego. Confieso delante de tus ofendidos Ojos, que libremente me desprendí de tus amorosos Brazos, en que gozaba de contento, y voy, ave nocturna, a la región triste de la culpa, en donde perdida la vida del espíritu, solo he hallado abrojos de inquietudes y azares de disgustos. ¡Oh lumbre de mis ojos y único refugio de los miserables! A tu casa vuelvo arrepentido de mis excesos. Pésame dentro del alma todas mis ingratitudes. Ea, Divino Padre de familia, vísteme ya la estola de amistad, infúndeme la vida de la gracia, dame las alas de tus auxilios; y pues al Corazón difunto de San Agustín le comunicaste alas, para que aun sin vida se mueva, voceado en su presencia tu Nombre, en premio de los levantados vuelos de su caridad singularísima, los méritos de este Doctor Obispo me valgan, para que en mí crees un espíritu humilde y contribulado, un corazón limpio y contrito, y una fuente continua de lágrimas, con que granjeando la vestidura nupcial, me haga digno del Banquete de tu gloria. Amén. Tres Credos.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Oh Bienaventurada Trinidad, a Ti ruego, pido y suplico que aumentes en mí la Fe, que alientes en mí la Esperanza, y que derrames en mi corazón el bálsamo de la Caridad. Gloria al Padre, que nos creó, Gloria al Hijo, que nos redimió, Gloria al Espíritu Santo, que nos santificó. Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos, a Ti se debe la alabanza, honra, virtud y fortaleza, que eres mi Dios en los siglos de los siglos. Amén. Tres veces el Padre Nuestro y Ave María.

DÍA PRIMERO ORACIÓN A NUESTRO PADRE SAN AGUSTÍN, EN HONOR DE LOS MILAGROSOS MOVIMIENTOS DE SU CORAZÓN. Oh Grande Padre Agustino, Abrahán de la Ley de Gracia, Norma de Prelados, Sol de la Iglesia, Martillo de los herejes, claro Espejo de la vida de tus hijos los Religiosos Ermitaños, verdadero Fénix, que, renaciendo de las cenizas de la culpa a las inmortalidades de la Gracia, amaneciste al mundo singularísimo amante de la Trinidad Beatísima. Águila Grande, que, renovando tu espíritu en las avenidas de tus lágrimas, diste a tu Corazón tantas alas, que aun entre los despojos de la muerte, vuela con obsequiosos movimientos, articulando en su presencia el Santo Nombre de Dios Trino, en testimonio de que el Inefable Misterio de la Trinidad Augustísima fue el dulce imán de tus afectos y centro de todos tus alientos. Oh Gran Maestro de la Caridad, yo te pido por los milagrosos saltos de tu Corazón fino, me alcances del Señor lágrimas de contrición, remedio de las necesidades que me cercan, y amor intensísimo a Nuestro Dios Trino y Uno. Amén.

ANTÍFONA: Recordando su misericordia, hizo el Señor en la conversión de San Agustín ingente alegría en su pueblo, terror a sus soberbios enemigos, y protección a sus fieles.

L/: Hirió su corazón la Caridad de Cristo. R/: Y sus entrañas llevaron sus palabras como saetas agudas.

ORACIÓN: Oh Dios, que, revelando los recónditos secretos de tu sabiduría al Bienaventurado Padre San Agustín, y excitando en su Corazón las llamas de la divina Caridad, renovaste en tu Iglesia el milagro de la columna de nube y fuego, concédenos, que conducidos por él transitemos felizmente por las olas del mundo, y merezcamos llegar a la patria de la eterna promisión. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


DÍA SEGUNDO

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que extendisteis vuestras Manos en la Cruz, y bebisteis el Cáliz amargo de vuestra Pasión por todo el linaje humano: yo contra mí confieso mis maldades de vuestra Magnificencia y Bondad; porque habiendo sido concebido y nacido en pecado, y habiéndome Vos lavado y santificado, he tornado a afear mi alma con enormes culpas, de que me pesa por ser ofensas contra tu Bondad, digna de un amor sumo. Oh Dulcísimo Esposo, Dios y Señor mío, yo os suplico, por aquellas Llagas, y por aquella Sangre que manó de ellas para nuestra Redención, que llaguéis esta mi alma pecadora. Vos sois aquella Saeta escogida y aguda espada que podéis romper el escudo del corazón humano: traspasad ya pues el mío, y dirá mi alma: «Herida estoy de vuestra Caridad». Jesús, Dulcedumbre que llagasteis el Corazón de San Agustín, y marcado conservasteis incorrupto para escudo de tu Iglesia, heridme con la vara de vuestro amor, que así manarán de mis ojos copiosas aguas de lágrimas, con que pueda lavar todas mis manchas, y hacerme digno de vuestras promesas. Amén. Tres Credos.

La Oración a la Santísima Trinidad, y después dirás tres veces el Padre Nuestro y el Ave María.

ORACIÓN A NUESTRO PADRE SAN AGUSTÍN, EN HONOR A LAS HERIDAS QUE DIO A SU CORAZÓN EL DIVINO AMOR. Maestro Máximo del orbe, Salomón de la Ley nueva, Rayo de los ingenios, Luz de los Doctores, Río de elocuencia, Pozo de Sabiduría, Monstruo de la Discreción, Amado Padre mío San Agustín, que sintiéndote herido como la Esposa Santa, comenzaste a quejarte fino, formando tiernísimos suspiros, en que exhalas tus sagrados cariños. Herida y Angular Piedra de los yermos, que tocada del Caudillo de la Iglesia Jesucristo, lanzaste copiosísimas aguas de las lágrimas de tus Confesiones: yo venero las heridas de tu Corazón, bocas de rubí, de donde salieron las Margaritas que llovieron de los dos cielos tus ojos, y como fragante rosa contemplo este tu Corazón purpúreo, pues separado del Cuerpo, en que nació, aún difunde tanta fragancia, que basta a entorpecer, y aun a matar a los herejes, escarabajos los más inmundos; suplícoos pues, Padre mío, por tantos prodigios con que ha honrado el Cielo vuestro Corazón difunto, el que mi corazón enferme del achaque suavísimo de amor al Dulcísimo Jesús. Amén.


DÍA TERCERO

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Amor Divino, Dios mío, Padre de los huérfanos, alivio de los cansados, Espíritu Todopoderoso y Consolador clementísimo de todos los afligidos, alumbrad este mi tenebroso y ofuscado corazón, y abrasadlo con vuestras saludables llamas, para que encendido lo más íntimo de mi alma con vuestro fuego, sienta y llore dignamente las ofensas que contra tu Bondad he cometido. Ea, venid ya, Santificador de los pecadores, venid, Médico de los enfermos, Fortaleza de los flacos, Esfuerzo de los caídos, Maestro de los humildes y Espanto de los soberbios. Venid e inflamad mi voluntad por aquel fuego en que encendiste el Corazón de San Agustín. Apiadaos de mí. Ayudador oportuno en la tribulación, y sustentad mi flaqueza con vuestro Brazo poderoso, para que no vuelva a caer en culpa mortal, sino que observe cumplidamente los divinos mandatos, para merecer la entrada a la vida eterna. Amén. Tres Credos.

La Oración a la Santísima Trinidad, y después dirás tres veces el Padre Nuestro y el Ave María.

ORACIÓN A NUESTRO PADRE SAN AGUSTÍN, EN HONOR DE LAS LLAMAS DE SU CORAZÓN. Clarísima Lumbrera del Universo, Esplendor del mundo, Josué de la Milicia Cristiana, Defensor de la verdad católica, Pluma y viva lengua del Espíritu Santo, San Agustín, amado Padre mío, que preguntado del centro único de tus cariños cuánto le amabas, exhalaste al momento del volcán de tu pecho las llamas de estas finísimas expresiones: «Si mis huesos fueran lámparas, y aceite mi sangre, todo yo ardiera siempre en tu amor». Etna verdadero de la Caridad más rara; ya no me abisma la incorrupción milagrosa de tu ardiente Corazón; pues para que el tiempo pudiera consumirle, era preciso acabara primero con el inextinguible calor que en él dejó tanto fuego. Oh finísimo Amante, fragua en que se encendió vuestro Corazón: que, si antes era helado hierro, por la dureza que en ti hallaban los golpes de los auxilios y ruegos de tu Santa Madre Mónica, fue después encendido acero por la constancia con que en él conservaste el Divino Fuego. Divina salamandra, alimentada de los incendios de tu Caridad ferviente, alcánzame el consuelo en todas mis aflicciones, el remedio de todas mis necesidades, lágrimas de contrición, y el fuego de amor a nuestro amabilísimo Dios Trino y Uno. Amén

Transcrito por Nelson Rodolfo Sandoval